lunes, 27 de abril de 2009

El día en que faltó Sam Cooke

Aunque el Atleti ganó, la grada abroncó a palco, jugadores y rivales y en algunas de sus críticas tuvo toda la razón y en otras, no.


Llegó la afición al estadio sin saber muy bien si llovería o no, si el equipo ganaría o no, si habría bronca o no, si seguiríamos con opciones de seguir en Europa o no, si se recibiría a la afición rival tan bien como ellos nos recibieron a nosotros o no y la respuesta fue a veces sí y a veces no, qué cosas.

En general la afición no sabía si sí o si no ya desde el principio. Según bajaba al campo veía el hincha a grupos de correligionarios la mar de contentos y la mar de ruidosos y se preguntaba qué había hecho el Atleti últimamente para que hubiera tanta euforia. Al acercarse se daba cuenta uno de que no eran de los suyos sino de los rivales, con bufandas y camisetas similares a las propias y mejor humor y más ganas de todo a pesar de que el chaparrón que les está cayendo a ellos es de los gordos. Pero allí estaba la afición del Sporting un domingo a las nueve de la noche, abarrotando los alrededores y la grada, tocando la gaita y animando a los suyos, acabando con las reservas de cerveza de la zona y, hasta donde uno pudo ver (que luego siempre sale uno diciendo que topó con el metepatas del grupo), siendo como siempre la mar de amable con todo el mundo. A uno le gusta que las aficiones rivales vengan en multitud a casa propia y que lo hagan con ganas de ver el partido y de charlar por las calles. Si encima vienen de la otra punta del país y en domingo por la noche y en número de tres mil y pico (menos según los organizadores, que achacan al buen número de asturianos residentes en el foro la numerosa presencia en el fondo norte) uno se alegra aún más. Si además son del Sporting, uno intenta que se lleven un recuerdo aún mejor que el resto de su paso por nuestra casa. No pudo ser, se perdió otra ocasión de ser un anfitrión perfecto y de estar a la altura del visitante. Una lástima.

En el día en el que el club cumplía 106 años, hubo ya antes del partido reparto de publicaciones y manifestaciones contrarias a la gestión de la directiva. En la puerta cero se juntaron los más ruidosos para dejar claro que hay oposición por más que la policía se empeñe en ocultarlo y en todas las puertas se repartieron periódicos informando a la afición del problema que tenemos, como si no se notara. Ante la impermeabilidad de parte de la hinchada, la resistencia optó por contar la verdadera causa de la situación actual con dibujitos, como a los niños chicos, a ver si así alguno de los que siguen con la cantinela de que el Club es suyo consigue entender qué es lo que ha pasado. El Club, ladino, previendo el despliegue documental de la oposición, contraatacó con un nuevo Forza Atleti para el recuerdo. Esta vez imprimió por miles un número en el que, bajo la foto de un interior portugués, se llamaba al inconsciente de los más mayores recordando el nombre de una cadena de supermercados de los tiempos del flashgolosina, el polo drácula y la artesana y ecológica galleta artinata, el dulce de más fácil combustión. No contento con ello, el especialista en fútbol internacional del Forza Atleti aclaró a la ignorante hinchada que el portugués de marras, de un metro sesenta y cincuenta kilos como puede apreciarse en las treinta y siete fotos tamaño carnet que ilustran la entrevista, es central de toda la vida y forma con Perea una dupla de leyenda en el centro de la zaga. El Forza Atleti, shangri-la de aquéllos que sufren disfunción eréctil y escaparate de los menores de cuatro años que gustan del estilo epistolar, se está convirtiendo en un serio competidor del Mondo Brutto a la hora de retratar nuestro reverso más tenebroso. Ándense con ojo.

Salió el Atleti ante una bronca monumental de esas que ya no se escuchaban en el Calderón y que, de haberse escuchado más quizás habrían servido para cambiar algunas cosas o por lo menos para que las más importantes no se torcieran tanto. Salió el Atleti y miró a la grada y vio menos gente que nunca, con peor cara que nunca y menos tragaderas que de costumbre. Salieron los jugadores locales y leyeron aquello que ellos mismos, por boca de su capitán, se habían comprometido a no volver a leer ni a escuchar ni merecer, compromiso que sólo tardaron un partido en romper. Salieron los rivales entre vítores de la hinchada desplazada para bochorno de jugadores y directivos locales, si es que estos últimos son capaces de experimentar alguna sensación parecida, que lo dudamos.

Salió pues el Atleti y, nada más verle, la gente ya no tenía ganas de ná. Salió el Atleti y la afición tuvo la sensación de haber visto a esa novia que nos engañó con el más odiado de la clase de al lado, la impresión de haberse topado en un pasillo con ese vecino que nos aparca pegaíto el coche para que no podamos salir, de encontrarnos en un ascensor con ese compañero de trabajo que se ganó un ascenso robándonos una idea y presentándola como propia durante la reunión anual del departamento de contabilidad. Salió el Atleti, el equipo de nuestra infancia y de nuestra vejez, el equipo cuya camiseta pedimos a los Reyes Magos, el equipo al que nunca necesitamos jurar amor eterno porque, si una cosa siempre tuvimos clara era que, pasara lo que pasara, nunca dejaríamos de sentirlo como propio, el equipo que tantos buenos momentos nos dio siempre, incluso cuando nos daba disgustos, y nos dio casi asco. Rabia y asco y hastío, casi fobia casi pena, casi odio, tan rara fue la sensación que hubo quien tuvo un ataque de urticaria y acabó en urgencias untado de aloe vera entre vítores a Alemão y a José Eulogio Gárate. La grada gritó entonces contra los responsables de la metamorfosis inversa, contra los ilegítimos inquilinos del palco y en particular contra el recientemente galardonado presidente, el hombre que no ve los partidos del club y luego afirma que fue quizás el peor partido de la historia, lo que dice mucho de su credibilidad.

Jugaba el Atleti a nada y la grada, medio vacía como no se veía hace tiempo, prefería contar seguidores sportinguistas a mirar a su propio equipo. Hacía el Atleti poco para atraer la atención hasta que Forlán marcó un nuevo gol, esta vez de rebote. Fuera por el hastío general, fuera por el rebote, fuera por la injusticia hacia los que habían venido desde Gijón para ver semejante churro de partido, la grada no lo celebró. La grada no celebró un gol del Atleti en casa o más bien lo celebró por lo bajini, gol, así, en pequeñito, sin levantarse ni abrazarse ni decir pero qué bueno es este tío. En un alarde de responsabilidad y madurez respondió la grada al gol pidiendo de nuevo que se fueran los del palco, como diciendo aquí estamos, ya hemos marcado como debíamos, ahora que nadie crea que con esto nos vale y que, como hacíamos antes, vamos a olvidarnos de lo importante. Lo mismo pasó un rato después tras un buen gol de Simão, pero ya todo daba igual. Si, eso, marcad ahora y celebrarlo, como si hubiera algo que celebrar tras lo del otro día en Santander, anda ya.

Tras el descanso marcó Agüero y lo celebró poco, visto lo visto. Relajada, la grada se concentró en sí misma aunque marcara un minuto después el Sporting, recreándose en su propio protagonismo. El día en que la grada decidió actuar y no limitarse a hacer lo que le dice la Sra Rushmore que es conveniente, se pasó de rosca y se cayó a un pozo. Los gritos contra el palco, justos, necesarios y siempre insuficientes, se tornaron en torpes ofensas al visitante, como si no tuvieran bastante con lo suyo y como si no hubiera tenido, allí y aquí, un comportamiento exquisito. Luego se silbó a Raúl García, se faltó a varios jugadores que pasaban por ahí y se faltó al respeto al rival. De ahí se pasó a la chufla indiscriminada y, más tarde, al festival del humor zafio. La grada se creció, se hizo gracia a sí misma y empezó a repetir el mismo chiste en voz alta, ese recurso de los poco ingeniosos que un día, por casualidad, dan con un golpe gracioso en la cola del cine y, visto el éxito, lo repiten y exprimen hasta terminar irritando a los que esperan con ellos. La grada se emborrachó con su propia risa floja y, como afectada por la general inhalación de alguna sustancia ilegal, ya todo le hacía gracia. El colmo fue la salida de Pernía. Pernía, el hombre sin suerte, tuvo que salir por lesión de Antonio López justo el día en el que la grada se veía a sí misma sembrada, el día en el que Pernía se hubiera quedado tan ricamente en su banquillo. "Hoy ehtoy sembrá, y ensima sale er Pennía", se dijo la grada a sí misma imitando el acento de Paco Gandía, y se tiró al cuello de Mariano. Mariaaano, Mariaaaano, dijo la grada y, según lo decía, se mondaba de su propia ocurrencia, ya mil veces repetida. Vio la grada un filón para ser popular y ser considerada chistosa y con chispa, que es algo que gusta mucho, y cargó la suerte. Pidió selección para Pernía, hizo gestos de adoración, ovacionó cada intervención del lateral como si fuera una proeza. La grada se cebaba con Pernía, que por cierto no estuvo en Santander, pero sólo criticó por lo bajini a Gil Marín. No se acordó la grada de Seitaridis, ni de Maniche, ni de otros jugadores que se han reído de grada, institución y camiseta a mandíbula batiente desde carísimos coches tapizados en cuero corinto, pero sí de Pernía, que puede que sea limitado futbolísticamente pero nadie puede dudar de que sea honrado. Tampoco se acordó la grada de García Pitarch, que la grada tiene una chispa que no se pué aguantá pero no los recursos rimatorios suficientes como para sacarle una rima al valenciano, ni tampoco se acordó de otros responsables de la tragedia del equipo, que identificarlos requiere lectura y paciencia y la grada es más de ingenio repentino. Pernía, que ni se fue a la caseta ni tiró la camiseta ni mandó al respetable a paseo, aguantó el temporal, jugó bien y, quizás, consiguió con su actitud hacer que alguno de los que ayer se dejaron llevar por la masa para intentar ridiculizar a un tipo honrado se sintieran poco dignos cuando volvían a su casa. A Pernía, el Tano Pernía, va dedicada esta crónica de hoy, por cierto.

El partido acabó triste, como había empezado. El Atleti había ganado, la gente había reclamado lo suyo y había cumplido con su obligación, pero no hubo grandeza en la revuelta ni respeto en la reclamación. Los jugadores se fueron enfadados a la caseta, la afición del Sporting se fue cansada para casa y la del Atleti se fue vacía para la suya. La hinchada cumplió con su papel por primera vez en mucho tiempo pero midió mal su ímpetu y acabó perdiendo la razón y dando motivos a los criticables para devolver la crítica y desautorizar a los autores. Aún así, nos alegramos de ver cómo por fin algo se mueve, y de paso nos permitimos recomendar una canción recomendable a la hora de pedir cambios

viernes, 24 de abril de 2009

Romance del caso perdido (Martinete)


Para una perfecta comprensión del artículo se recomienda acompañar su lectura con el sonido de un martillo golpeando un yunque.

Se jugaba el Atleti el futuro, la credibilidad y la honra. Y el presupuesto y la temporada y casi la misma vida. Se jugaban los jugadores ser juzgados con severidad o recibir el aliento inmerecido de la grada durante unas jornadas más. Se jugaba el entrenador la posibilidad de que prensa y afición empezasen a creer sus bravatas y sus arrogantes palabras o bien que torcieran el gesto la próxima vez que hablase de su inmensa capacidad para solucionarlo todo con esa voz de suficiencia y casi de desafío con la que dice esas cosas tan imprudentes. Se jugaba la afición la ilusión de seguir creyendo en algo en lo que ya sólo los muy creyentes creen y se jugaba también el chascarrillo de la oficina y el bar. Habían ganado todos los rivales por la Champions y el equipo tenía que hacer lo prometido en ese spot en el que Maxi anda por los decorados de Slumdog Millionaire hablando de camisetas y merecimientos. Todo eso estaba en juego, todo eso, y todo frente a un equipo al que se había arrasado en la ida, que tenía bajas importantes y que se jugaba, también él, el descenso.

Con este panorama, salió el Atleti y









(nada)









Y, visto lo visto, los jugadores decidieron hacer









(nada)








Terminado el partido, empezó el post partido, el repetido calvario del colchonero, la penitencia en carne propia por un pecado cometido por otros. Terminó el partido y los jugadores se despidieron de los rivales, qué tal majo, te he visto bien, más delgado y bien colocado, dale recuerdos de mi parte a Carmina y dile que llame a Jennifer y a ver si quedamos a cenar los cuatro, por cierto qué tal te salió el porsche, bien o me recomiendas otro coche, es que estoy dudando. Terminó el partido y el entrenador dijo con voz grave del sargento de hierro de esas que hay que transcribir en negrita vaya tela, a ver que digo hoy, a ver cómo consigo quedar yo bien, echar tierra sobre el cadáver del que vino antes que yo, a ver en qué pienso yo hoy para justificar el ridículo. Terminó el partido y el presidente del club dijo gracias por el premio, esto va dedicado a todos aquellos que creyeron en mi cuando empecé, a los que me ayudaron en mis inicios y a los que aún hoy me traen puros a mi chalet mientras yo trabajo y trabajo mirando planos de ciudades deportivas, leyendo guiones audaces de autores de culto especializados en películas con título en verso y doble sentido pícaro y ya, de paso, paso el aspirador que menudo soy yo, no aguanto ni un ácaro, fíjate lo que te digo. Terminó el partido y el consejero delegado conectó el manos libres de su coche de gran cilindrada y llamó a un conocido y le dijo vaya tela, otra vez, si es que no puede ser, aver, aveeeer te pierdo, ah, no, ahora sí te oigo, oye te recojo y nos tomamos algo que estoy por la M-30 y no estoy lejos. Terminó el partido y el director deportivo recibió un sms que decía lo has visto y contestó no, estaba viendo la isla de los famosos, cómo han quedado y le respondieron cinco uno y llamó y dijo no me digas, cinco uno, vaya tela, bueno, en fin, al fin y al cabo esto implica que habrá que comprar jugadores y eso no es malo, tú ya me entiendes, voy a llamar a éste que andará por la M-30 a ver si se toma algo, ah mira, justo es él que me llama, ahora te digo, siiii, aveeeer? si, sí que te oigo, sí. Terminó el partido y al bueno de Lázaro Albarracín, posiblemente el único directivo que sabe qué es este club y que representa con dignidad a la entidad, se le acercaron dos airados socios diciendo ya está bien de vergüenzas, no hay derecho a esto, están hundiendo Vds el club, nos están quitando la alegría y la dignidad, y lo dirían con la frustración del que, injusta pero comprensiblemente, carga contra la operadora de suave acento extranjero que le llama durante la siesta para venderle una promoción para su teléfono móvil aún a sabiendas de que la pobre mujer sólo hace su trabajo y que se está llevando una bronca que no le corresponde pero a alguien hay que hacerle ver que la ira y la vergüenza se han instalado en el sofá de su casa.

Terminó el partido y la gente del Atleti apagó la tele o cambió de canal o se levantó de la mesa del bar. Algunos se quedaron mirando la pintura de la pared, otros levantaron la cabeza, miraron al techo y se cubrieron la cara con las manos, otros dieron un golpe en la mesa, otros tiraron un cojín contra el suelo y su mujer les dijo oye. Los que estaban solos se fueron al baño, se mojaron la cara y se miraron en el espejo y pensaron que eran tontos y que tenían que ir al barbero. Los que estaban acompañados se miraron los unos a los otros y levantaron las cejas y algunos dijeron en fin y otros dijeron vaya tela y otros dijeron yo ya no lo aguanto. Los que estaban con sus niños intentaban guardar la compostura y se preguntaban si no deberían haber mantenido a su prole al margen de esta debacle, y los que tienen perro le miraron a los ojos, le acariciaron la cabeza y envidiaron por un instante su plácida y simple existencia perruna. Los aficionados de mentalidad científica dieron vueltas a lo ocurrido, los hombres de acción se preguntaron qué hacer y la inmensa mayoría pensó en irse un bar en el que no les hablaran de fútbol. Los periodistas buscaron sinónimos de vergüenza, ridículo, bochorno y fiasco, los redactores jefe valoraron si, esta vez sí, dar un palo monumental a la directiva del club y los bloggers del Atleti, numerosos, corajudos y vehementes, se preguntaban quién coño les mandaba a ellos hacer crónicas de estas cosas, si es queee, vaya tela, vaya tela.

Aquellos que no consiguieron aislarse del mundo durante unas horas, bien por tener que trabajar o por estar en compañía de correligionarios reticentes a volver a casa ante el temor de ver cómo se les caía el techo sobre las cabezas, siguieron juntos un rato, de bar en bar, de paseo por la calle. Queriendo hablar de otra cosa, hablaban de lo mismo: del Atleti, del bochorno, de la vergonzosa actitud de jugadores, entrenador y sobre todo directiva, del futuro negro. Se reían de la facilidad con la que cambia todo, del aparente futuro prometedor de hace unos días y del abismo que se veía en el momento, de su propia inconsistencia al creer, tras el gol de Forlán, que podía empatarse un partido que había que ganar. Se reían de estar siempre con lo mismo, pero se reían poco y al rato ya no se reían. Volvían a sonreir al rato, hasta que uno apuntaba os dais cuenta que ya sólo sonreímos cuando hablamos del pasado, que pesadez, siempre estamos con lo mismo, con lo que fuimos, con lo que ya no somos, con Griffa y con Dirceu y con Alemao y Arteche. Os dais cuenta, decían, que todo lo pasado nos parece bueno, todo lo echamos de menos, también esa época en la que por los laterales desfilaban Rubén Bilbao, Pedro Pablo, Clemente o Rodolfo Dapena Dapena. Os dais cuenta de que casi siempre acabamos igual, que todos los años tenemos tres, cuatro, seis días en los que acabamos contentos con el equipo y otros treinta y pico en los que no. Os dais cuenta de que de esos treinta y pico días siempre hay tres, cuatro, seis días en los que pensamos en dejarlo todo, romper el abono, desconectar, no renovar, quitarnos de esto, dedicarnos a la natación, a la esgrima, al pentatlón moderno, irnos a entrenar cuando juega el Atleti para estar aislados y cansados, más pendientes de cuándo acaba la cuesta que por fin lleva hacia casa que de cómo va el equipo. Pues sí, es verdad, no tenemos remedio.

Al llegar a casa o al día siguiente busca el aficionado atlético las páginas de información deportiva del periódico para ver qué se dice de lo de ayer, va directamente a la zona del periódico por donde sabe que están los deportes, busca leer lo que piensa y busca palabras que le alivien o que le solivianten, que inviten a la reflexión de todos o que empujen a una rebelión que haga otro, que él no hará nada pero hay que ver la afición, si es que no se queja ni nada, tenemos lo que nos merecemos. Lee lo que ya sabe, lee la palabra ridículo y la palabra vergüenza y lee que ya está bien, hombre por Dios. Y vislumbra la frustración de los buenos jugadores y sospecha que ya saben que se irán, y lee alguna crítica poco frontal contra los directivos, que no contra los cimientos de la entidad, faltaría más. Busca entonces en Internet blogs y foros en los que sus iguales digan lo que él piensa y encuentra multitud de mensajes que hablan de ira, de reacción, de hartazgo y de vergüenza. Busca también leer algo que sea distinto, quizás más optimista o menos grave, quizás más certero en el análisis de la situación o quizás más novedoso en la perspectiva, pero no lo encuentra, no da con ello y no le gusta pero entiende al que escribe, hay días que no hay más que decir, hay días en los que es difícil ser alegre o salao o simplemente no ser un cenizo, eso es así.

Harto de leer lo que lee y de ver siempre lo mismo, piensa un rato en qué hacer. Piensa en qué se ha hecho y que se ha conseguido, piensa en el cínico llamamiento a la unidad del presidente de la entidad mientras culpa ya de paso a la afición por no animar y por no perdonar y por no tener paciencia, hay veces que uno sabe si le hablan en serio o en broma. Piensa en las veces que se ha agitado el árbol de la afición y en los pocos frutos y la cantidad de cáscaras de pipa que han caído. Piensa uno que esto ya lo ha pensado y que no le apetece pensarlo más, piensa que al final lo bueno que esto tiene es pasar el rato con gente que entiende esto de forma similar y no tanto lo que realmente pasa en el campo, en la grada y en el palco. Piensa uno en otro año más de sinsabores, de ver jugadores que no valen, de discusiones tácticas y técnicas y esenciales y no tanto, de listas de posibles altas y urgentes bajas, de rumores, cláusulas de rescisión y maltrato gramatical por parte de la presidencia. Y cuando llega aquí para, toma aire y bebe agua, y mientras bebe se plantea una vez más tomarse un descanso que sabe a ciencia cierta que no se tomará. Ojalá pudiera.

domingo, 19 de abril de 2009

De resultados excesivos y protestas justas

El Atleti se enfrentaba a uno de los equipos a los que debería ganar, suficiente para que al aficionado le entre el vértigo y la ansiedad. Con todo, el Atleti ganó marcando más goles de los que merecía y metiéndose en la pelea de nuevo.

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En el día en el que el Numancia visitaba el Calderón había sobre Madrid una nube negra zahína del tamaño del Alto Aragón que iba dejando claro que las peñas atléticas, en su propio día, se iban a mojar. En el día en el que el Club había pedido a la afición que hiciera el favor de animar, oiga ya está bien, vamos hombre, qué es eso de protestar y pedir responsabilidades a la altruista directiva que nos ha tocado en suerte, una parte de la afición había convocado una protesta en la puerta cero antes del comienzo del partido y en la grada durante el mismo. En el día en el que el Atleti se enfrentaba a uno de los equipos de abajo y le entraba al atlético de solera ese familiar escalofrío por la columna vertebral que precede a los históricos resbalones del equipo, el Atleti ganó con un marcador abultado un partido de esos que a veces pierde y a veces empata. Qué cosas pasan.

El Club, molesto por los gritos contra el palco del partido contra el Osasuna, salió a los medios en los días previos al partido quejándose de la afición por medio de su presidente Enrique Cerezo, ese hombre. Cerezo, cosas del dadaísmo, la emprendió esta vez con la afición con la desfachatez del falsificador de moneda que acusa al pueblo de chivato y acusica cuando éste, tras ver que el tendero no le acepta los billetes, se lo dice a un guardia. No contento con hacer declaraciones en prensa y radio, el Club hizo un spot en el que sale Maxi, capitán del equipo, pidiendo el apoyo de la grada a cambio de sudar la camiseta, como si lo segundo fuera negociable. Se lamenta Maxi en el spot de que le grite la grada que no merecen la camiseta que llevan, y lo hace con aire tristón y la mirada perdida, casi como Calimero. Y lo hace paseando melancólico, qué ironía, entre los asientos de la grada cubierta de papelajos, mondas de plátano y papel albal (quizás segunda parte del vergonzoso vídeo de Coti, visto que el decorado es similar), gritando al mundo que somos una afición orgullosa con un equipo orgulloso y un servicio de limpieza lo suficientemente orgulloso como para no limpiar basura ajena. El spot, pagado por ese Club presidido por un tipo que ha declarado públicamente ser un maniático de la limpieza, ha supuesto un nuevo filón para los guionistas que actualmente trabajan en el macro-proyecto Enrique Cerezo, el musical.

En paralelo a esta doblemente sucia campaña del Club, una parte de la afición, quizás minoritaria pero claramente entusiasta, organizó una protesta contra la marcha de la entidad y pidiendo un cambio en la directiva. La protesta consistía en una concentración previa al partido y la exhibición de pancartas en el estadio, toda una aventura visto que en el estadio Vicente Calderón no se puede mostrar ningún símbolo contrario a la directiva sin que lleguen en cinco minutos un montón de guardias de seguridad prestos a quitarla; si la brigada de escoba y fregona actuara con la misma rapidez cada vez que cae entre los asientos una cáscara de pipa se podrían comer sopas en la grada, oiga. Es posible que la propuesta no fuera seguida por tantos aficionados como fuera deseable o que los medios no se hagan eco del movimiento bien por no tener interés en airear ciertas cosas para no enfadar al Club o bien por no haber tenido la convocatoria el éxito suficiente como para ser noticia de primera plana. Es posible. Cualquiera que sea el resultado, vaya por delante nuestra admiración a los que se entregan a la desagradable tarea de reclamar el bien de todos ante la indiferencia de muchos, un buen ejemplo de amor a los colores. En nombre del que suscribe y de un numeroso grupo de sus compañeros de grada, muchas gracias.

En fin, a lo que íbamos. Salió el Atleti bajo un cielo negro que daba al estadio luz y aspecto de grabado japonés y salió también el Numancia vestido de Oviedo, un nuevo capítulo para la historia del desatino textil. Fue recibido el Atleti con una explosión de entusiasmo y no sabemos aún si se debió a una dócil respuesta de la grada al requerimiento del club o a una decisión espontánea. Hay que señalar que el Club, sibilino, ante la sospecha de que el vídeo de Maxi andando por un vertedero no produjese el efecto deseado, decidió acudir a métodos más arteros y recurrió al portadista del Forza Atleti para garantizar que la afición tornase su ira en chufla tras leer la inolvidable portada de ayer; quizás esto explique la ausencia de bronca inicial y el general jolgorio del comienzo. El caso es que salió el Atleti en medio de un campo más lleno de lo esperado visto el tiempo y con una nutrida representación de al afición del Numancia, numerosa, pacífica y amable.

- ya estamos
- si, qué quiere, ya sabe que a mi me cae bien casi todo el mundo
- ya

Acudió la afición del Numancia en masa al Calderón, decíamos, y estas cosas nos alegran. Se manifestó también con vehemencia la afición Soriana en el mismísimo Jerez de la Frontera, provincia de Cádiz, donde la Peña Numantina Unipersonal de la Frontera intuimos que vio el partido con la gallardía que la ocasión requería. Y en estas salió el Atleti algo empanado, como suele ocurrirle cuando juega con equipos que juegan ordenaditos y cerrados en dos líneas. No sabía el Atleti cómo meterle mano al rival, bien plantado y con mención especial para Txomin Nagore, un buen futbolista al que se suele incluir injustamente en las listas de los peores jugadores que han pasado por el Calderón; ayer, por cierto, cometió pocos fallos (tres le contó el que suscribe, y todos ellos a partir del minuto 75) y resolvió con calidad, en corto y en largo, bastantes acciones. El resultado fue un primer tiempo con juego local pobre, con pocos balones llegando a los de delante, con algunas pérdidas que provocaron algún contraataque rival de esos que acaban con la grada diciendo será posible y menos mal y con una ocasión clarísima de Goiria que, de haber entrado, habría echado por tierra la labor de zapa de la máquina propagandística del club. Agüero, excesivamente individualista en ocasiones y Forlán, rematando a puerta todo, incluso lo que no debía, tuvieron poca ocasión de entrar en juego y eso el Atleti lo nota.

Jugó el Atleti un primer tiempo gris, con un centro del campo gris marengo empeñado en percutir una y otra vez por la zona central del rival y olvidar las bandas. Especialmente sangrante fue el caso de Antonio López durante todo el primer tiempo, siempre solo pidiendo el balón una y otra vez a los compañeros hasta acabar pidiendo a la grada una novela de detectives para pasar el rato al menos. Jugó Assunção a lo suyo, sin aportar soluciones para abrir la muralla rival, y jugó desdibujado Raúl García, trotando por todo el campo y alternando errores con destellos que invitan a mantener la fe. Raúl García, en quien el que suscribe tenía y tiene muchas esperanzas, parece limitar a veces a su misión a la de perro de presa, incluso cuando el partido necesita de otras habilidades caninas. En un partido como el de ayer parecían más valiosa la aportación de Simão, un jugador con astucia y porte de perrillo bodeguero-ratonero, o de Maxi, un futbolista con físico y carácter de bull terrier por más que últimamente se comporte a veces como un bulldog francés. Ausente por fin Maniche, jugador con nombre abocado al chiste perruno, Raúl debería desempeñar más tareas de creación de las que asume en ciertos partidos, dado que la destrucción queda en manos de Assunção, jugador cuyo físico más que a un can recuerda al de otro animal, éste de nombre atlético: el calderón o ballena piloto, mamífero marino similar al delfín, del orden cetáceos y familia globicéfalos.

Quizás la espesura del centro del campo o el hecho de que tuviera una amarilla fue lo que convenció a Abel para quitar a Raúl y hacer entrar a Banega, buscando más creación y movimiento de balón. La grada, que tiene estas cosas, recibió a Banega con el entusiasmo con el que se recibe a un héroe, quizás esperando un milagro o bien celebrando su melena de galgo afgano por ser ésta un contrapunto al recio estilismo capilar del navarro. Salió Banega y, fiel a su estilo, pidió el balón siempre que pudo y caracoleó y tocó y tocó, muchas veces para hacer lo mismo que se puede hacer en menos toques y otras veces para aportar una nueva velocidad al partido. Su entrada tuvo un doble efecto: el partido se animó y empezó a hacer más frío, si bien no sabemos si esto último está relacionado con su aparición. Tardó poco Banega en marcar un buen gol tras un buen recorte en el área y tardó poco el Numancia en empatar tras una buena jugada, rápida y con pocos toques; el único problema es que el árbitro anuló injustamente el gol, lo que enfadó muchísimo al técnico visitante y, esperemos por el bien de todos, no enfadara tanto a la afición soriana residente en la provincia de Cádiz. A estas alturas, por cierto, piden en Soria que se investigue si fue el colegiado quien alunizó en la tienda oficial del Club a golpe de alcantarilla.

La ventaja dio cierta confianza al Atleti y creó cierta frustración en el Numancia, quien empezó a temerse lo peor. Agüero, más entonado y muy trabajador en el segundo tiempo empezaba a sembrar el pánico y aunque Banega desapareció tras el gol, el Atleti jugó más cómodo y llegó con más facilidad. La consecuencia fue que acabó marcando una vez más Forlán. Forlán quizás no estuvo brillante y lo intentó a veces desde sitios donde era demasiado difícil, pero marcó un su gol de rigor y van veintiuno, oiga. Poco después, con el partido ya resuelto y casi al final, marcó Simão el tercero gracias a un rebote en un defensa. Puede que por ser el gol excesivo para lo visto en el campo, o puede que por no hacer daño al rival que se llevaba un gol tras un rebote, la grada lo celebró de forma comedida y con ello se pudo escuchar el simpático politono de aires piel-rojas que acompaña a la animación que en los marcadores celebra los goles, un nuevo motivo para abochornar al aficionado sobrio y discreto. El partido terminaba con más goles de los que uno cree que el Atleti merecía, con más ventaja de la que mereció encajar el Numancia y con tres puntos que saben a cervecita fría en día de calor.

Gracias al partido de ayer, el Atleti vuelve a la pelea por el cuarto puesto. Dado que los rivales para ese puesto empiezan a jugar entre ellos, el Atleti tiene una nueva oportunidad, y ya van más de las que merece, para salvar los muebles. Para ello deberá ganar los partidos que la lógica señala como asequibles o importantes. Si el Atleti consigue hacer lo que debe por una vez en la temporada, quizás consiga meterse en el lugar que se merece esa hinchada que se sienta sobre desperdicios. Recemos por ello y recemos también por que de una vez supere el responsable de la limpieza del campo su síndrome de Diógenes.

lunes, 13 de abril de 2009

Crónica tipográfica del Depor - Atleti

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Génesis

Durante los pasados días de Semana Santa, y aprovechando la solemnidad y el recogimiento de la misma, se reunieron en Tubinga, Alemania, gran cantidad de teólogos y expertos en las Santas Escrituras. Algunos llegaron en autobús y otros, más austeros, hicieron auto-stop. Uno fue en coche particular y otros alquilaron una furgoneta en la que lo pasaron muy bien cantando salmos durante el viaje. La inmensa mayoría llevaba gafas y muchos tenían barba blanca. Algunos llevaban sandalias, otros zapatos de cordones y uno, sólo uno, chanclas brasileñas El objetivo era compartir el resultado de sus investigaciones sobre unos nuevos documentos datados en el Siglo IV antes de Cristo encontrados en una vasija con forma de rape hallada en la ciudad de Tiro. Los nuevos textos, escritos en sánscrito clásico en formato de ripio asonante, similar al tanguillo gaditano, arrojaron luz definitiva sobre el misterio del principio de los tiempos. Las nuevas escrituras, si bien mantenían la estructura original del Génesis en cuanto a la creación por días, obligaron a los expertos a corregir el contenido del primer libro del Antiguo Testamento. Los estudios, experimentos y pruebas no han dejado lugar a dudas sobre la y precisión de los textos recién hallados, lo que ha supuesto un vuelco importante en los estudios teológicos relacionados con la creación del universo.

De acuerdo con la nueva información, Dios creó el mundo en seis días y al séptimo descansó; vamos, lo de siempre. No obstante, no parece que lo que hasta ahora se asumía como orden clásico de la creación sea confirmado por los valiosos textos de Tiro. Según éstos, el primer día Dios creó las cosas esenciales para la vida: el aire, el agua y el Club Atlético de Madrid. No fue hasta el segundo cuando creó otros elementos imprescindibles para una existencia digna: el jamón, la rebeca de lana, el sofá de tres plazas y la gafa graduada. Dios contemplaba con alegría sus creaciones ya a las alturas del medio día del martes, y crecían en él las ganas de completar su obra. Creó así la pantufla calentita, el vaso ancho, la ducha de teléfono y la seda dental. Con todas estas cosas creadas descansó el segundo día y lo hizo a pierna suelta gracias a la cama de matrimonio, creada justo antes del anochecer y un momento después del telediario.

El miércoles fue un día aciago. Nada le salía como quería a pesar del entusiasmo, la intención era buena pero el resultado no. Así, ese día creó la cerveza sin alcohol, el calcetín ejecutivo, el alambrito para cerrar el pan bimbo y el botón automático. Quizás útil, sí, pero con poco pellizco. Ante la falta de brillantez de su obra decidió retirarse a descansar antes de lo normal y así fue como, cosas de la divinidad, aquel día en principio poco productivo terminó por ser el día en el que tuvo lugar la creación de uno de los pilares de la civilización moderna: la siesta.

De jueves a sábado el Creador completó su obra. Creó la regañá, la llave inglesa y la almendra salada. Creó la almohada –dura y blanda-, el pionono de Santa Fe, la anchoa de Santoña y el mando a distancia. El tostador de pan, la dirección asistida, el ventilador de techo y el tinto de verano también datan de esos días. Las cosas creadas eran muchas y buenas pero aún así Dios no estuvo satisfecho hasta el sábado al anochecer, cuando en un último y divino esfuerzo creó la provincia de Cádiz.

El domingo, coinciden los teólogos, descansó. Los nuevos documentos aclaran que para ello probó las cosas que Él mismo creó, en el orden que Él dispuso. Tras un aperitivo y un arrocito, se sentó en un sofá y se preparó un tinto de verano. Encendió su tv recién creada y, mando en ristre, se dispuso a ver jugar al Atleti. A partir de este punto las escrituras son confusas, por ser el lenguaje atropellado y a veces soez, hasta el punto que los expertos difieren sobre su contenido. Algunos sostienen que Dios experimentó un gozo inmenso viendo al equipo jugando según un sistema creado por Él mismo al que llamó contraataque, ganando a rivales de enjundia gracias a un despliegue de compromiso, calidad y entrega. Al parecer, conmovido por su propia creación, decidió premiar a la raza humana con la creación del hielo y la rodajita de limón y proyectando la existencia futura de Antonio Ordóñez, Nick Lowe y Ava Gardner. Otra corriente, igualmente numerosa, mantiene que lo que Dios se encontró ese día fue un Atleti ruin, aburrido y despegado de su misión en el mundo, empeñado en arruinar toda la triunfal semana anterior sin que le importase un pepino la armonía universal. Según estos últimos, la cólera del Creador fue inmensa y, como resultado, creó la mosca arruina-siestas, el picor de espalda en punto inalcanzable si no hay nadie cerca, la boquera y Sergio Dalma.

Desorientados los teólogos por este hallazgo que confirma que, si bien Dios es uno y trino, el Atleti es uno y dos en uno, han decidido no redactar conclusiones de momento. Hacia final de temporada se espera un nuevo congreso de sabios destinado a despejar las dudas que hoy nos atenazan. Veremos.
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Se jugaba el Atleti mucho contra un rival con el que se disputa la posibilidad de, si todo va bien, entrar en Champions o, si todo va mal, ser séptimo, que es lo que viene siendo ni chicha ni limoná. Y se lo jugaba tras venir de hacer el ridículo más espantoso contra Mallorca y Osasuna. Y se lo jugaba tras ver cómo había fallado el Villarreal, a quien los que saben vaticinan tiempos difíciles ahora que Cazorla y Senna están lesionados, y tras ver cómo el Valencia, con quien aún hay que jugar en casa, venía de ganar en el último minuto. Se jugaba mucho el Atleti a una sola carta y la afición congregada frente a las televisiones no sabía, una vez más, si saldría el equipo de fútbol que se midió de tú a tú con los de arriba hace unas semanas o la chirigota que compareció en los campos en las últimas semanas para alegrarle la vida a los rivales, ya pueden Vds imaginarse.

Salió el Atleti por la tele y casi no se adivinaba la alineación entre la multitud de interrogantes que sobrevuelan las cabezas de los aficionados colchoneros al empezar los partidos. ¿Funcionarán los laterales? ¿Saldrá el portero de debajo de su larguero? ¿Jugarán hacia adelante los medio centros o se limitarán a destruir el juego rival? ¿Estará entonado el Kun? ¿Jugará Forlán como suele o bien tendrá un día de esos en los que no da una? Haga Vd el favor de moverse a la izquierda, que su interrogante mayúsculo no me deja ver el sorteo de campo, oiga.

Entre tanto signo de interrogación se empezó a ver el partido y lo que se veía, por poco usual, llamaba la atención. Se veía un equipo serio presionando en el centro del campo sin dejar pensar al rival, un equipo en dos líneas con las ideas claras o al menos ganas de que el rival no las tuviera. El Atleti jugaba serio y ordenado, jugaba en letra Arial y tinta negra, en renglones rectos y párrafos proporcionados. Quizás no con brillantez ni letra Lucida Calligraphy salvo en algún momento puntual en el que Simão se permitía algún control para la galería o Maxi resolvía con clase algún agobio cerca de la banda, pero lo hacía con seriedad de bando municipal y eficacia de asiento del registro de la propiedad. El Atleti controlaba el centro del campo, una buena noticia cuando el que por ahí pulula es Valerón, ayer ausente gracias al empuje de los medios del Atleti. Sólo Guardado parecía ayer en disposición de hacer algo más incisivo pero su excesivo interés en salir en el tiro de cámara cuando se le acerca un rival le privó de algo más serio.

El Atleti jugó ayer con solidez de atrás hacia delante, con Ujfalusi en su línea (sobrio y eficaz, jugando en negrita cuando hace falta y rara vez en cursiva), con Pablo más agresivo y rápido en la anticipación y los laterales dejando claro que cuando ellos no están y no les da por lesionarse a la vez, el equipo sufre. La media, ya lo hemos dicho, jugaba seria como la letra Times y junta como la letra Bodoni MT Poster Compressed, impidiendo así al rival hacer frases con sentido. Mención especial merece Assunção. Assunção escribe en letra grande y visible pero en tinta demasiado clara. Cuando está no se le lee bien ni se le nota mucho, cuando no está se nota una barbaridad y las frases compuestas por el equipo echan de menos una conjunción copulativa. No ha sido llamado por el camino de la creación, pero su misión la cumple y desactiva a muchos rivales de calidad. El problema, claro está, es que hace falta algo más de criterio en el centro del campo, pero ese problema, lejos de ser suyo, se sienta en un despacho y lleva gafas de sol y trajes con pantalón pitillo.

En el apartado más ofensivo, Maxi alternaba trabajo, ofuscación y detalles de calidad mientras que Simão, como siempre, escribía con facilidad y, además, en verso. ¿Y la delantera? Pues por ahí andaba, oiga. Al principio parecían poca cosa, Forlán parecía más metido entre los medios y Agüero parecía menos fresco aunque más trabajador que otras veces. Pero poco necesitan estos dos para dejar las cosas claras. Dominan la sintaxis sin demasiado esfuerzo y en cuanto tienen ocasión hacen algo sencillo: Agüero que controla frente al área, pasa un balón a Forlán para que éste le devuelva una pared al primer toque, el Kun que acelera, se va de su par, se planta ante el portero y tiene el cuajo y la calidad necesaria para no tirar al bulto sino buscar el palo, el sitio al que el portero no llega. Gol. Pocas palabras, una oración simple y demoledora, un verso suelto en medio de un párrafo poco lírico con aires de circular de ministerio.

El segundo tiempo transcurrió durante buena parte como el primero, con el Atleti controlando y el Depor sin conseguir zafarse del control. A mitad de la segunda parte Raúl García, trabajador y concentrado como un amanuense durante todo el partido, arrancó entre dos rivales, pasó con el exterior a Simão y éste, a pesar de la oposición de Filipe, algo más blando de lo que uno esperaba, marcó el gol 4.000 del Atleti en liga y pasó a la historia justo detrás de otro Simón, Roberto Simón para ser más exactos, que no es poco.

Con cero dos el Depor parecía tener claro que la suerte estaba echada. Pero la salida de Pablo Álvarez dejó entrever un haz de luz entre tanta pierna y tanta letra y tanto sujeto y tanto predicado y el Depor pensó que podía ocurrir eso que le suele pasar al Atleti, esto es, que echa a perder las cosas cuando lo más fácil es que nada se tuerza. El Atleti, quizás incrédulo ante su ventaja, se echó atrás como hacía antes y se metió en líos. Salió Banega, siempre dispuesto a enseñarse pero siempre dispuesto a hacer en cuatro toques lo que requiere uno, un culterano vocacional al que convendría leer a los nihilistas. Salió Sinama y no supimos nada de él y a esta hora no sabemos si su familia seguirá preocupada ante la ausencia de noticias. Un poco antes salió Mariano y, fiel a su falta de estrella, volvió a convertirse en el chivo expiatorio a pesar del movimiento general de caída de brazos. Salió Pernía y, tras un despiste táctico marca de la casa, hizo inmediatamente una falta que quizás no fuera ni falta y encima se llevó una amarilla. El Depor encontró entonces lo que todos los rivales del Atleti buscan: una falta lateral, la llave maestra que siempre abre la puerta de los nuestros, el explorador que abre todas las latas. Lanzó Guardado y el balón se paseó manso sobre y entre todos los defensas del Atleti que miraban extasiados el prodigio de una esfera volante a tan poca distancia, y lo hizo hasta llegar al segundo palo para que Bodipo, de manera poco ortodoxa, marcara. Cinco minutos por delante con la afición atacada por ver de cerca la posibilidad de perder la ventaja de dos goles, de echar a perder el buen trabajo realizado y de ver escapar la posibilidad, otra más, de engancharse a la estela de los que se dirigen hacia la Champions, la enésima razón que invitó a un fabricante de desfibriladores a anunciarse en el partido contra el Mallorca.

Finalmente el partido acabó con dos a uno, dejando una vez más ese regusto metálico que deja el equipo que hace las cosas bien durante ochenta minutos para luego dispararse en el pie durante diez. El Atleti está a tres puntos del cuarto, equipo contra quien juega en casa dentro de no mucho, y a la espera de que los de arriba jueguen entre ellos. De haber sido el equipo serio de ayer en los últimos partidos tendría al menos seis puntos más; de volver a ser el equipo de los últimos diez minutos perderá puntos que no debe perder. La solución, en unas semanas.

martes, 7 de abril de 2009

LA LISTA


“Here is a place of disaffection

Time before and time after

In a dim light…”


T.S.Eliott

(He aquí un lugar de descontento, antes y después a una luz turbia)

Verán (yo siempre empiezo las crónicas con un verán), imagino que como tantos de ustedes, me he pasado las últimas horas tratando de digerir la bochornosa actuación, de nuestro equipo el domingo pasado, ¡¡en el día de los niños!!

Después de la sucesión de sentimientos que acompañan a estas debacles, a saber: nervios, impaciencia, irritación, desengaño, sorpresa (sorpresa menos, la verdad), desapego, indiferencia, depresión, falta de apetito y insomnio. Pues bien, después de atravesar todo ese valle de sensaciones, que seguro que les parecerán familiares, me encontraba plácidamente un lunes en la noche, masticando la decisión de darme de baja del Canal Plus, con tal de no sufrir una vez más ese martirio sin sentido que es este equipo nuestro. Decisión que implicaba dedicar mis pasiones de fin de semana a mi familia y amigos, y no a esa banda de botarates (jugadores, técnicos y dirigentes) que representan los colores de nuestro amado equipo.

Estaba feliz, se lo juro, moderadamente dopado por ciertos capítulos de una serie televisiva (rigurosamente grabada en decenas de CD’s) a la que me ha enganchado un amigo. Nada me recordaba en ese amable momento nuestra cruz, nuestra pasión rodeada de espinas, cuando súbitamente sonó el teléfono, y todo acabó.

Acabó porque alguien me pidió si podía escribir algo sobre el partido: un suplente fallón.

Eso me pareció, se lo aseguro, un suplente que se lesiona en un partido en el que vamos palmando de largo, y el re-contra-suplente que dormita comiendo pipas en el banquillo, se tiene que espabilar, calentar y meterse en un partido que ya está perdido. Total pa’ que, pa’ caer lesionao” (léase con voz aflautada de Jose Antonio Reyes).

Mi agilidad mental estaba abotargada, ya se lo he dicho, y no encontré esa respuesta ágil y rápida para responder un creíble “no puedo”, y pasarle el marrón a otro. Por si fuera poco el abusón esgrimió y se escondió en una imperativa necesidad de colaborar en la distribución del Mondo Bruto, y ahí me atrapó, me dejo sin respuesta. Todo sea por la difusión de ese magnífico facsímil, paraíso de las palabrotas…

Eso sí, el muy largo me dejó unas notas que había escrito, para ver si me eran de ayuda. Y, la verdad, se lo agradezco, porque ayuda voy a necesitar para hablarles de algo, de algo que ustedes, como yo, estoy seguro que se esfuerzan en olvidar.

Bueno, allá voy que dijo aquel artista del puenting…

Seamos claros, yo no tengo ganas de decirles lo que ya saben, lo que incluso saben mejor que yo: Que este elenco de jugadores no valen un pimiento, ni sirven para embriagarnos de amor al futbol y a nuestros colores. Serán muy buenos algunos, unos cracks, serán estrellas, lo que quieran, pero en cuanto a intensidad, pundonor, responsabilidad, ganas y compromiso, unos mierdas.

Osasuna hizo 12 faltas en 96 minutos. El partido más plácido de la temporada rojilla, sumaron su primera victoria a domicilio del curso”. (Esa era una nota, de las dejadas como ayuda)

Con eso queda definido el partido ¿para qué vamos a entrar en “que si no teníamos circulación de balón”, que si Heitinga y El Benodormí”, “que si este o aquel estuvo mal…? Bah, tonterías.

Por no mencionar las declaraciones del Mister (¡en el día del niño!) acerca de la afición, que no ayuda, no. En el día del niño, vamos hombre, váyase usted a la mierda.

Los datos de Abel y Aguirre en estos ocho duelos ligueros, increíblemente son idénticos:

11 puntos de 24 posibles; 3 victorias, 3 derrotas y dos empates; 14 goles a favor, 14 goles en contra”
(esa era otra nota de las de ayuda).

Yo al señor Abel me limito a decirle aquella frase de León Felipe:

Yo sé muy pocas cosas, es verdad. Pero me han dormido con todos los cuentos… Y sé todos los cuentos”.

En el día del niño. Ese bochorno.

Así que , la verdad, no sé si esto es muy ortodoxo en el blog, pero me niego a restregarles lo que hizo el equipo el domingo, como si ustedes no lo supieran, y quisieran recordarlo.

Muy al contrario, les voy a decir que hay muchas otras cosas a las que vale la pena prestar nuestra atención e ilusión. Y sobre todo, durante estos días, días de pasión, de Pascua, de Fe. Les diré mi lista, y estoy seguro que cada uno de ustedes tiene la suya.

1.- El Máster de Augusta:

Como saben, el próximo jueves se inicia el Máster en el Augusta National, ese sensacional y mítico acontecimiento del golf mundial.

Aunque soy consciente del dudoso halo de esnobismo y clasismo de que goza este maravilloso deporte, yo les puedo afirmar que no es, ni de lejos, el reflejo de la realidad de este endiablado deporte, cuyas virtudes no creo que deba comenzar a glosar en este blog futbolero.

Pero el Máster es otra cosa, una autentica maravilla. Jugado en un campo que es el paraíso, con una competitividad, un dramatismo, una tensión, una disputa, una lucha sin cuartel… Un absoluto espectáculo de dominio de la condición humana, de sus miedos, de sus tensiones, de su naturaleza sicológica y, solo en último lugar, de su habilidad y destreza.

Ver la disputa de los 9 últimos hoyos, en la última jornada, es un homenaje a la grandeza del deporte en general, y un canto a la fe, a la lucha contra el desaliento en la competición deportiva. Como ven, nada que ver con lo del domingo pasado. Estoy convencido de que, en este caso, nadie va a quedar decepcionado. Seguro.

2.- Espartaco:

Muy mal se tiene que dar la cosa, para que no emitan Espartaco en alguna cadena, estas Pascuas.

Verán, yo sé que se puede hacer una alineación cantada, con Espartaco, Ben-Hur, Quo Vadis, alguna vida de Cristo, y seguramente La caída del Imperio Romano. Pero Espartaco está por encima de todas las demás, muy por encima. Como comparar a Laurencio Olivier con el cara cartón de Heston, vamos anda.

Magnifica banda sonora, reparto con Curtis, Olivier, Jean Simmons, Laughton, Ustinov, Douglas. Intensidad, dirección. Quien diga que le ha dejado indiferente la increíble recreación histórica, escenas como la de Antonino (Curtis) con Craso (Olivier) en la bañera… buff. El Sargento Negro saltando fuera del foso, y la puntilla que le clava Craso (con ese horrible salpicar de sangre), la elección cargada de erotismo de los luchadores en la escuela de gladiadores, el yo soy Espartaco… Mucho Kubric.

3.- Las Habas tiernas:

Vale, ya estamos desvariando, dirán algunos. Pues sí ¿Qué pasa?

Para mí no hay Pascua sin Habas tiernas. Comprendo que en muchos lugares que nos estarán leyendo no sepan lo que es, pero se trata de una simple, y elemental delicia gastronómica.

Recoger las habas en el huerto, uno mismo, y comerlas a las pocas horas (el mismo día siempre), acompañando un desayuno (aquí llamado almuerzo), de bocadillo de lomo fresco con alcachofas y ajitos tiernos fritos, aceitunas verdes pisadas, ensalada y un porrón de vino cerveza y gaseosa, mientras se desgranan una a una las habas, directas al coleto, y estallan en el paladar con una mezcla de frescor, sabor y casi me impulso a decir que alegría.

Son placeres de la Pascua, placeres de la llegada de la primavera, del olor a hierba, de los primeros mosquitos (los de picadura más cruel), del molestar toda la ropa, de merendar Mona de Pascua….

4.- La música de procesión:

Solemnidad, silencios, repicar de caja, pasos arrastrados, sentimiento, canticos de Saeta, olor a cera, luces trémulas, cofradías de esfuerzo y vocación, misa del gallo.

A mí me envuelve estos días una especie de melancolía positiva, de sentir que vuelven sensaciones reconocibles, independientemente de las creencias que se tengan, el valor de lo culturalmente nuestro, del arraigo. El espectáculo de la liturgia de estos días, a muchos les puede parecer casposa, lo admito, pero a mí me parece fabulosa, barroca, profunda, teatro en directo y popular.

Claro está que la lista es mucho más larga, pero me parece exagerado detallársela toda.

Tan solo les diré que incluye los chopitos fritos, re-leerme el Lord Jim de Conrad dejándome llevar por la intensidad y perfección de las frases del inmortal polaco, los paseos bajo el olor de la pinaza, el Mondo Bruto (aunque esta actividad sea claramente pecaminosa, y más en estas fechas), hay muchas sí. Como ustedes que seguro que tienen una lista muy larga.

Así que, lo dicho, por mi parte trataré de olvidar a este infame grupo de jugadores y cuerpo técnico que creen que nos representan, intentaré apartar de mi mente la frase del poema con el que inicio el escrito, que me habla del tiempo en que vivimos, antes de algo y después de todo, con esa sensación de vacío. Por unos días me dedicaré a cosas mejores, apartando de mi mente la aspereza que me aportan, los sin sabores que me administran tan a menudo.

Que se vayan pal carajo, que yo me voy a comprar monas….