lunes, 27 de octubre de 2014

Algunas cosas que vamos aprendiendo del Atleti de este año

Jugadas 9 jornadas de Liga y 3 de Champions, el Atleti parece haber dejado ya unas cuantas pistas como para sacar las primeras conclusiones provisionales sobre el equipo. En estas jornadas el Atleti ha perdido algunos partidos en los que ha recibido varios goles, ha ganado otros de manera abultada, ha mostrado oficio en un par de partidos durísimos y ha dejado por el camino algunos motivos para la preocupación. Aun así, el balance general es positivo: el equipo tiene buena pinta y, sin haber tenido el inicio de liga arrasador del año pasado, ha mostrado un buen nivel general dentro de un proceso de adaptación previsible y complicado.  

Por partes:

Uno: la portería

Oblak vino con vitola de jugador de presente y futuro y una lesión en el psoas, que es un músculo con nombre de partido socialista de Azerbaiyán, Land of Fire; esta circunstancia la ha aprovechado Moyá, que en principio venía a desempeñar el papel de Aranzubía, para hacerse con la titularidad y de paso con mucha atención muchos focos. La misión de hacer olvidar rápidamente a Courtois no parece fácil, más cuando uno ve al belga bajo los palos del Chelsea en partidos como el del Man Utd; Moyá y Oblak no parecen a la altura del bueno de Thibaut, pero por ahora Moyá cumple el expediente.

Aun así, algo pasa con Moyá. Moyá tiene planta de caballero retratado por el Greco, está parando bien y ha sido decisivo en partidos como el de Getafe o en el disputado en el estadio-centro comercial de la Castellana. Otras veces, sin embargo, ha tenido despistes (como el día del Celta) o directamente fallos de manos (como contra la Juve, que a punto estuvo de costar un disgusto) que han hecho levantarse muchas cejas en las gradas. ¿Transmite Moyá toda la seguridad necesaria para mantener la tensión arterial de la grada en los niveles recomendados por la OMS? Pues no sabríamos qué contestar por ahora, oiga; de haber preguntado tras los primeros partidos habríamos dicho que sí, de haber preguntado tras el día del Valencia diríamos que no.

Lo que sí es seguro es que Moyá no lo está haciendo hasta ahora nada mal, que su juego está siendo una sorpresa agradabilísima para los que recibimos su fichaje con un movimiento de cabeza de esos de no-sé no-sé y que Oblak, cuando ha salido, no ha dado motivos para pedir su titularidad. Por tanto, incluso con esos momentos de titubeo, incluso con esa sensación de que a veces no está exactamente donde debería y que en alguna ocasión podría gestionar las situaciones con más contundencia, Moyá va cumpliendo y no parece que vaya a moverse de la portería en breve.

Segundo: La defensa

Se fue Filipe Luis y nos llevamos un disgusto de los gordos, primero por perder a uno de los mejores laterales izquierdos que hayamos visto nunca, segundo por haberle perdido justo en su momento culminante, tras un período inicial en el Atleti en el que a muchos nos pareció que su período en el fútbol de élite había terminado, tercero por haberse ido a un equipo antipático como el Chelsea. Se fue Filipe Luis y nos quedamos con cara de bobo y bastante preocupados.

Pero ¿qué ha pasado desde que se fue Filipe Luis? ¿Ha sufrido la defensa como uno podría haber sospechado? Pues parece que no, oiga. La defensa titular, que viene siendo la misma que el año pasado en sus tres cuartas partes, ha visto cómo Miranda seguía a un altísimo nivel (también marcando goles), cómo Juanfran elevaba varios grados su nivel de fútbol y de influencia en el juego y cómo Godín se convertía, simplemente, en un gigante.  La contundencia y complementariedad de los centrales (lo que le falta a uno, que es poco, lo tiene el otro y viceversa), la solvencia que ha mostrado Giménez lo poco que ha jugado y los galones asumidos por Juanfran en ataque (quizás los que tenía Filipe Luis el año pasado) han despejado cualquier duda y girado el foco de la discusión hacia el otro lado: ¿Ansaldi o Siqueira?

Siqueira, que partió como favorito en los primeros partidos, ha ido perdiendo presencia en favor de Ansaldi, y con razón. Siqueira, que derrocha ganas de agradar y hacerlo bien, es a veces alocado y poco dado a tomar la decisión correcta en situaciones delicadas. Falló un penalti  importante, lo que siendo grave no es gravísimo, y ha mostrado especial ansiedad para marcar su golito en alguna ocasión, probablemente para restañar el fallo de Valencia. Aun así, contra el Malmoe se mostró capacitado para sacar adelante el partido y contra el Getafe alternó algún fallo desesperante con buenas acciones. Siqueira no es Filipe Luis pero tampoco es Pilipauskas, desde luego, y con un poco de calma, seso y confianza puede convertirse en un jugador valioso.

Eso sí, a estas alturas parece más valioso Ansaldi. Ansaldi, que es diestro, juega tan tranquilo por la izquierda y mete pases a la olla con cualquiera de sus dos piernas, casi siempre bien. Es rápido y resistente, y acaba el partido al mismo ritmo que lo empieza, por lo que hemos tenido ocasión de ver. Ha cometido algún fallo infantil y se ha pasado de frenada en un par de ocasiones; aun así, parece más completo y cabal que Siqueira, parece que poco a poco se va soltando y parece que puede encontrarse más cerca de la dificilísima misión de hacer olvidar a Filipe Luis que su rival para la banda izquierda.

Tercero: la media

La temporada empezó con Gabi algo desconocido, con Tiago tremendo de oficio y colocación, con Koke algo pesadote pero dejando claro que es el mascarón de proa del equipo, con Arda intermitiendo entre la genialidad y el arrastrar los pies al andar y con Raúl devorando kilómetros, rivales, piropos y críticos de la grada. Esto es, los mismos jugadores clave del año pasado, en diferentes momentos de forma pero siempre al servicio del equipo. Con sus diferencias, que las hay, el Atleti es reconocible en el medio campo tanto por las caras como por la apuesta y, junto a los pesos pesados de la defensa, la media se encarga de guardar la ortodoxia y mantener el nivel, sobre todo en los partidos de más exigencia. Poco a poco, Gabi va a más y Arda va derrochando talento aunque muestra cansancio a veces. Mientras tanto, Koke da lecciones de omnipresencia, Tiago da lecciones de inteligencia y ocupación de los espacios y Raúl García da lecciones de concentración, compromiso y, ya de paso, como el día contra el Malmoe, de clase haciendo un pase magistral que acabó en gol de Cerci.

Frente a este bloque más o menos reconocible – con la poquísima intervención del Cebolla - que deja poco debate más allá de si está cada uno en su momento óptimo, se plantean dos cuestiones. La primera la protagoniza Mario, de nuevo en el foco de la discusión de grada. Mario, quien al parecer pudo salir del equipo en verano pero Simeone se opuso, vive en su eterno pulso con la grada y con el mundo para convencer a propios y extraños de si en realidad es el jugador pusilánime que transmite la sensación de creerse mejor de lo que realmente es mientras pierde balones incompresibles o si por el contrario es el jugadorazo de clase y presencia que en ocasiones (contadas pero importantes) hemos visto. Mario, cuestionado y presionado por otros candidatos a la titularidad en caso de ausencia de Tiago, sigue fiel a su estilo andarín y despistado, frío y hasta despegado, excesivamente estático y distante, que alterna con detalles de clase en los controles, de criterio a la hora de arrancar desde atrás y otros destellos de jugador más que interesante. La mezcla entre clase y despiste irrita en especial a la grada del Calderón, que ve en Mario los mimbres necesarios para hacer un jugador de leyenda y, a la vez, una ausencia de concentración y compromiso propias de un jugador mercenario y pesetero que descolocan al más pintado. Mario, del Atleti desde la cuna y en el Atleti desde los casi primeros dientes, no parece dispuesto a dejarse la piel por el equipo como lo haría el más modesto de sus hinchas y el más ilustre de sus compañeros de plantilla y eso no lo tolera la grada, que ve cómo un turco pinturero se deja la piel defendiendo, un navarro vilipendiado corre setenta metros para hacer una cobertura a un lateral y un croata recién llegado es capaz de jugar con la nariz rota y buscar todos los balones de cabeza a las dos semanas de haber llegado al equipo. Mario plantea además un peligroso interrogante, por ser el único sustituto puro de Tiago, quien, por cosas de la edad, posiblemente necesite más descanso del que las prestaciones de Mario recomienden. De Mario esperaremos, una vez más, ese paso adelante que han dado el resto de jugadores de la plantilla, una nueva oportunidad de la que quizás no gozaría de haber echado los dientes en un equipo que no fuera el nuestro.

La otra gran pregunta del medio campo se llama Saúl y pisa fuerte. Saúl, portento en las divisiones inferiores, juega con empuje de juvenil y aplomo de veterano, y se lleva por fuerza muchos de esos balones en los que Mario cae al suelo o hace falta. Saúl ha respondido bien cuando ha jugado de titular o de suplente, incluso sustituyendo a Mario y moviendo a Koke más cerca de Tiago, y tiene como único lunar una tendencia a perder algún balón en tres cuartos pero en mal momento, como el día de la Juve; un mal juvenil, sí, pero para el que Simeone no tiene demasiada paciencia. En una temporada larga y con un estilo de juego de tanto desgaste como el del Atleti, la aportación, las ganas y la fuerza de Saúl se antojan esenciales.

Cuatro: la delantera

La delantera es la línea más reforzada y, a su vez, la que más dudas presenta. Entre Mandzukic, Jiménez, Griezman y Cerci el Atleti ha gastado un montón de millones que, por ahora, no lucen tanto como el granítico bloque de soldados que pueblan las dos líneas que por el momento mantienen el nivel y los puntos del equipo.

Mandzukic, jugador grandote y pesado, hace partidos de desgaste y pelea que favorecen mucho el juego de sus compañeros. Su estilo no es de brillo ni de filigrana, y podría parecer que sus características condicionan toda la estructura de ataque del equipo, que debe cambiar el balón largo en diagonal y la carrera de búfalo del Diego Costa del año pasado por una aproximación más paulatina y construida, más elaborada y paciente para llevar el balón en buenas condiciones al bueno de Mario… ¿o no? Aún, cree uno, es pronto para saberlo porque falta una pieza fundamental en el esquema: Griezman. Griezman es futbolísticamente algo así como el alter ego de Mandzukic: mientras Griezman revolotea de puntillas por el campo con ese look a mitad de camino entre Errol Flynn y Crispín Klander, Mandzukic abre vías en vetas de carbón con la ayuda de una maza y de mucho mal genio.

Mandzukic hace las veces encargado de abrir el paso a mamporros por la pista de baile para que Griezman entre cómodo hasta el reservado, descorche el champagne e invite a los presentes mientras hace unos pasitos de claqué, ligero como una pluma; el problema, por ahora, es que cuando Mandzukic abre la multitud a golpe de frente, detrás entra Griezman algo despistado y sin dinero en la cartera, descorcha una gaseosa y baila la sardana. El día que Griezman sea más Griezman, esto es, un jugador rápido y combinativo difícil de seguir para las defensas, el trabajo de Mandzukic será muchísimo más vistoso y fructífero; mientras tanto, el bueno del croata sigue fiel a su plan, echando abajo tabiques con su propio tabique nasal y peleando en defensa hasta un punto que se antoja excesivo por impedirle muchas veces llegar fresco al tramo final del partido.

La alternativa paralela a la pareja Griezman – Mandzukic sería, en teoría, Cerci-Jiménez. De estos dos poco sabemos: del primero, que no parecía muy en forma hace unos días pero que, vistos los últimos partidos y su tirazo ante el Malmoe, va a empezar a aparecer más de lo previsto. Del segundo, que tiene muy mal gusto a la hora de elegir equipo del alma y asesor en redes sociales. Raúl Jiménez, además, apareció más al principio pero la incorporación al equipo de Griezman y más tarde de Cerci, que claramente llegaron lejos del nivel físico del resto de la plantilla, y la polivalencia y ascendente de Raúl, que puede jugar perfectamente en su puesto si hay necesidad, parece que van a relegar a Jiménez al papel de Adrián el año pasado.

Cinco: el equipo

Con todo lo anterior, y tras sólo 12 partidos entre Liga y Champions, parece que se pueden sacar algunas conclusiones: por ejemplo, que la portería no está tan bien cubierta como el año pasado, pero que la solvencia y contundencia de defensa y media parecen por ahora suficientes para mantener el tipo. También, que la delantera no ha dado todo lo que de ella esperamos, y que por tanto el Atleti de este tramo de liga se parece menos al Atleti del año pasado, en el que un delantero en estado de gracia cargaba con el peso ofensivo del equipo, y más al Atleti del Doblete, en el que el delantero centro sacrificaba brillo para que el resto del equipo -  y en especial el centro del campo (con Simeone al frente) - marcase más goles de lo habitual y aprovechase el balón parado con contundencia de asesino a sueldo. De hecho, quizás sea más sensato para llegar al tramo final de Liga que la responsabilidad anotadora y el juego de ataque en general no dependa en exceso de un único jugador con un escudero poco exigido como fue Villa el año pasado.

La visión pesimista, que no tiene cabida en el equipo desde que el Cholo llegó al Club y menos aún desde que se cortó el pelo como los Peaky Blinders, apunta a la desesperación por la falta de olfato goleador, velocidad y habilidad para el contrataque de Mandzukic, por la insustancial existencia de Raúl Jiménez, por la falta de peso en el juego de Griezman y por el exceso de peso en el lomo de Cerci. Todo esto, comprensible como mucho, no tiene cabida en la mente del aficionado que ha visto a Simeone convertir a Juanfran en un lateral de escuela, a Arda en un trabajador sonriente y a Koke en un fenómeno del fútbol con entrega de corredor de ultramaratón. No parece que para Simeone sea imposible convertir a Griezman en un esgrimista con alma de forçado, ni a Mandzukic en rematador de balas de cañón, ni a Cerci en un enemigo de la pasta al dente.

El equipo, cree uno, tiene buena pinta. Y, lo que es más, tiene pinta de ir hacia arriba en breve una vez pasada con buena nota la fase inicial de contacto y aclimatación de algunos nuevos. Si Moyá se mantiene así sería buena noticia; si Ansaldi aporta aquello a lo que apunta y el resto de la defensa sigue a este nivel, en breve no echaremos tanto de menos a Filipe Luis; si Saúl rompe definitivamente y tiene minutos, podremos llegar al tramo final de Liga con un equipo mucho más descansado y entero que el año pasado; si Griezman hace lo que en él sería lógico y Cerci confirma que puede aportar tiro de lejos y entrada por banda, la delantera en su conjunto podría acabar por hacer más daño que el año pasado.


Y si no ocurre nada de eso, pues que nos quiten lo bailao, oiga, que nos quiten lo bailao.