Hay gente que tiene un talento especial y se dedica a crear
cosas para que el resto de gente disfrute en vez de dedicarse única y
exclusivamente a observar con gesto complacido su propio ombligo. Entre esa
gente con talento, que no es mucha, hay quien se entretiene en hacer saber a
todo el mundo lo listísimos que son, pero hay también algunos que no alardean
ni un solo segundo sobre su valía extraordinaria, haciendo estar cómodo a
cualquiera que esté junto a él por muy limitado que sea. Hay quien, teniendo esa
capacidad especial, reclama para sí el centro de las conversaciones, haciendo
girar al grupo en torno de su ingenio y capacidad para decidir qué es ocurrente
y qué no, pero hay también quien hace sentirse bien al resto, escuchando cada
frase, manteniendo la capacidad de agradecer y asombrarse amistosamente ante
las ocurrencias quieroynopuedistas de la concurrencia sin juzgar ni mostrar condescendencia.
Hay quien tiene una cultura vastísima y un excelente gusto
musical y se entretiene en hacer saber a los cuatro vientos lo muchísimo que
sabe, lo refinado de su paladar, lo simplón que le resulta el gusto de la masa,
lo profundamente que aprecia las caras Bs de los singles inéditos de los
primeros trabajos de las bandas más oscuras, siempre y cuando fuera con la
formación original y antes de su primer éxito comercial porque, como bien saben
los expertos e ignora el pueblo, el realmente bueno del grupo era ese bajista
que sólo grabó una maqueta y luego desapareció para hacerse encargado de la
planta de caballeros de un gran almacén; pero también hay quien, sabiendo todo
esto y habiendo estudiado todo esto y hasta coincidiendo a lo mejor con los
extremos más elitistas de la reflexión precedente, ni menosprecia el gusto de
los demás ni alardea del paladar propio, quien comparte las joyas ocultas para
que el resto también las disfrute, quien agradece al vecino cuando éste le
descubre algo que luciría como una condecoración en la solapa de algún gurú
cultural o le recuerda una canción olvidada de esas que alegran la mirada
cuando se vuelven a ver.
Hay gente capaz de mostrar sentido común, respeto y sensatez
mientras trabaja, mientras toma un vino o mientras opina en un foro de Internet
sobre algo tan importante y a la vez tan tonto como es el fútbol, por el que
otra gente pierde las formas, la razón y el saber estar. Hay gente, muy poca gente,
que teniendo ese don de la observación y el talento - y posiblemente por eso –
es capaz de disfrutar de las cosas pequeñas tanto como de las más asombrosas, quien
valora una cerveza tras el partido tanto como una obra maestra de la HBO. Hay
gente que tiene el don de convertir un día especial – una final de la Europa
League, por ejemplo – en un día inolvidable entre cervezas en bares oscuros y conversaciones
sobre música, fútbol, fanzines ingleses y la vida en general.
Hay gente admirable que se comporta como si admirase al
resto y hace sentirse cómodo a todo el que le rodea. Hay tipos que tienen el
don de brillar sin cegar, de asombrar sin incomodar, de provocar admiración sin
hacerle a uno sentirse más pequeño. Hay gente que pasa su tiempo trabajando
para que el resto seamos mejores y más felices y no siempre nos damos cuenta. Hay
gente capaz de ver en un muñeco de futbolín cosas que llevaría páginas describir.
Hay gente, muy poca gente, verdaderamente extraordinaria. Hay
gente increíble que habita entre nosotros y a lo mejor no se conoce tanto como
debiera. Hay gente gigante llena de talento y de nobleza, superhéroes que
sobrevuelan por encima del resto viendo cómo entramos y salimos de los bares,
tomando nota y devolviéndonos cosas que nos hacen ser mejores. Y de estos,
suerte que tenemos, alguno es del Atleti.
Hay tipos realmente increíbles, y luego, ya en un nivel
superior, está Pablo Olivares.
___
En sábado de noviembre con temperatura de marzo, tras dos
semanas sin fútbol de clubes en las que, como viene siendo tradición, hay que
aguantar un chaparrón especialmente copioso de tontunas triunfalistas y partidistas
sobre jugadores que hicieron partidos de época contra selecciones que en España
no llegarían a jugar en Segunda B Grupo 4, en el que milita la Gloriosa
Balompédica Linense, volvió el Atleti al Calderón.
A modo de inciso, uno nunca ha entendido bien por qué,
cuando el Atleti vuelve a casa tras dos semanas de audiencia, no repican desde
un par de horas antes las campanas de la catedral de La Almudena, no se corta
el centro al tráfico para que la afición desfile en pasacalles hacia el
estadio, no se lanzan fuegos artificiales y pétalos de rosas rojas y blancas
desde los balcones más altos de las calles más antiguas, no suena a las horas
en punto y las medias “The Boys are back
in town” de Thin Lizzy por la megafonía antiaérea, no se hace un cambio de
guardia en el Palacio de Oriente al ritmo de cierta canción de Glutamato Ye-yé,
no ondea la bandera rojiblanca en edificios oficiales, sedes diplomáticas,
clubes de ajedrez, locales parroquiales, puentes del Manzanares, antenas de
comunicaciones, aviones de línea y monumentos histórico-artísticos (lo que
obviamente excluye La Violetera de Gran Vía) y no hay hora feliz en todas las
tascas de los distritos de Latina, Carabanchel y Arganzuela, subvencionada por
la duplicación simultánea de precios en los bares de Chamartín, Salamanca y
Puerta de Hierro. Hay cosas que no se explican, a ver si se va ya esta
alcaldesa que, además, tiene la ciudad hecha una guarrería.
El caso es que el Atleti volvía a casa tras ese mal partido
de San Sebastián que nos hizo a todos quedarnos con cara de bobo unos días,
echando de menos a ciertos jugadores y sospechando sobre la verdadera capacidad
de otros, pensando en qué cambiar para que no cambie el recuerdo de ese equipo
rodillo que convirtió el mes de mayo de 2014 en el mejor mes de nuestras vidas.
Venía además al Calderón el Málaga, buen equipo que llegaba a Madrid con la
posibilidad de adelantar al Atleti en la clasificación en caso de ganar el
partido, arropado desde la grada por un grupo numeroso concentrado en el fondo
Norte y multitud de aficionados mezclados en zona de socios del Atleti que,
como debe ser, celebraron el gol de su equipo y charlaron con la grada sobre
sus propios jugadores y esperanzas para el año en curso con total tranquilidad
y acento del Rincón de la Victoria.
Salió el Atleti con un equipo que nos gusta, sin Miranda
pero con Giménez, jugador joven que juega como un veterano y se comporta como
un treintañero con miles de tiros pegados al que el futuro ofrece días de vino
y rosas si accede a dejarse aconsejar por el enorme Godín. Salió el Atleti con
Ansaldi en la banda izquierda, jugador que transmite mucha más sensación de
sensatez que el enloquecido Siqueira, y con tres jugadores finos tras
Mandzukic, esto es, Koke, Arda y Griezmann, ahí es nada. Salió el Atleti con un
único punta que anduvo espeso y medio lesionado, y salió con un doble pivote en
el que el que suscribe ve la clave de muchas cosas.
Por delante de la defensa, en esa zona que es sala de
máquinas, puente de mando y documento de identidad del equipo a la vez, el
Atleti salió con Gabi y Tiago. Gabi, que quizás no esté al nivel estratosférico
del final de temporada del año pasado pero ni
mucho menos – piensa el que suscribe – está al nivel mediocre que
algunos aficionados denuncian, jugó bien y acabó expulsado. Gabi corrió, ocupó
espacios, recuperó balones y también hizo algún pase directamente al rival y se
llevó una segunda amarilla justa y bastante tonta. Gabi volvió a marcar el
inicio de la presión, el toque a rebato que marca la salida general al galope que
tanto temen los equipos rivales; sin llegar a la intensa perfección del año
pasado, Gabi hizo un buen partido que terminó siendo de color más pálido por
una expulsión evitable, y que volvió a lanzar al foro una cuestión recurrente:
¿es Tiago la clave de muchas de las mejorías que experimenta el equipo?
Tiago volvió a dar ayer un curso acelerado sobre las
virtudes del medio centro: intuición a la hora de ir al espacio, visión de
juego para anticiparse, robar y salir, colocación para hacer más fácil el juego
de todos los demás, contundencia en el corte, complicidad con la grada cuando
un compañero necesita un aplauso. Sin necesitar un despliegue físico excesivo,
sin tener que recurrir a sprints ni galopadas, Tiago aparece donde hace falta
por mera visión, anticipación, inteligencia, experiencia. Esa ocupación de
espacios parece hacer más fácil la vida del resto, contentos por tener que
limitarse a cubrir su parcela con la dedicación que les pide el banquillo, sin
preocuparse de cubrir esos huecos en el mismo centro de la acción que a veces
se producen. Con Tiago y Gabi en el campo los centrales parecen más cómodos,
para encimar, robar y despejar, porque los pocos balones que llegan a los
centrales lo hacen en situaciones poco ventajosas para el rival: con Gabi y
Tiago, los talentosos trescuartistas pueden desentenderse algo de sus misiones
de defensa, sabiendo que la parcela central está ocupada siempre con rigor
táctico y compromiso y las bandas por dos laterales serios y rápidos. Con
Tiago, cree el que suscribe, el equipo mejora, el equipo es más equipo, menos
blando que con Mario y tiene más solidez en la zona de cimentación, la clave
del éxito del Atleti del Cholo.
Pero, ¿y delante? Pues delante la cosa parece un poco más
complicada. Mandzukic, que tuvo que retirarse lesionado, no tuvo su mejor día y
únicamente aportó trabajo a la línea de detrás, con Arda, Koke y Griezmann
jugando más cómodos por el apoyo que les llegaba del Sur pero sin la referencia
norteña que otras veces es el croata, que únicamente brilló en un pase a Arda
en la jugada del segundo gol. Koke,
sobresaliente como tantas veces y más listo aún si cabe en varios robos y anticipaciones,
y Arda, con unos de esos partidos en los que se ve que está cómodo desde el
primer momento, recibían menos miradas que Griezmann, el tercer hombre.
Griezmann, que no acaba de hacerse con la confianza de grada y banquillo, salía
en casa de titular con dos finos espadas a su lado, en una ocasión señalada
para mostrar su importancia. Griezmann marcó y mostró su clase, pero también
algo de ansiedad, algo de prisa, algo de exceso de ganas de agradar. En un par
de ocasiones abusó de la jugada individual, en otro par mostró pocas luces
cuando la situación las requería. Junto con el partido gris de Mandzukic y la
poca entidad del juego de Raúl Jiménez (de nuevo poco interesante y poco
intenso, de nuevo sembrando de interrogantes su futuro en el Atleti), el
partido del Atleti deja sin resolver la cuestión que nos ocupa desde hace unas
jornadas.
Y es que la sensación que da el Atleti este año es de buen
equipo que funciona al que le falta la guinda. Mientras que la defensa y el
centro del campo - sobre todo cuanto
está Tiago – sigue dando sensación de solidez y solvencia, al Atleti le falta
algo arriba. Griezmann aún no es el Griezmann que creímos haber fichado,
Mandzukic es muchas veces más un defensor que un atacante. Cerci,
reivindicativo y bastante mal peinado, no ha demostrado ser una alternativa
solvente al día de hoy y Raúl Jiménez va
dejando cada vez más claro que, por ahora, este Atleti le queda grande. Sólo
Raúl García, intenso desde el primer segundo de cada una de sus apariciones,
parece ser capaz de mantener el nivel
que el equipo requiere y, hoy por hoy, sería una alternativa más sensata
al delantero centro de la que es Jiménez. El Atleti saca adelante partidos
gracias al talento de muchos de sus jugadores y a la maquinaria defensiva cuyo
manual de empleo ha grabado Simeone a fuego en el cerebro de la platilla. El
día que Griezmann se quite el peso del precio de su fichaje y la ansiedad por
demostrar su valía y – quizás – coja los tres kilos de músculo que sus tareas defensivas demandan,
la máquina defensiva puede convertirse en un tanque imparable.
Mientras tanto, suma y sigue, el Atleti sigue ahí a pesar de
los pesares, invitando a pensar en positivo una vez se resuelva el dilema de la
punta de la lanza. Intacta la confianza en las dos líneas de atrás, se antoja
urgente afinar la delantera sin perder ritmo con el resto de equipos de cabeza.
En espera de la llegada de la solución, por ahora sólo hay
una cosa cierta: desde hace pocos días uno de los nuestros, sin duda uno de los mejores y al que
echaremos mucho de menos en todos y cada uno de los partidos, puede por fin
conocer cómo es la vida en Marte.
Yo creo que Pablo estaría hoy contento. Un abrazo, Maestro.
ResponderEliminarDesde luego,enhorabuena Sr. Fuentes.
ResponderEliminarPufffff, qué llorera otra vez
ResponderEliminarPrecioso Señor Fuentes. Preciosísimo.
ResponderEliminarEmocionada hasta las lágrimas. Le conocías bien. Era un tío genial. Lo será siempre.
ResponderEliminarEs usted muy grande, maestro.
ResponderEliminarLamentablemente, no se quien es Pablo Olivares, pero sin duda es un referente.Es precioso lo que usted ha escrito de alguien al que no he tenido el honor de conocer.
La guinda del pastel es un delantero más completo y con más gol que el que tenemos, al que nada se le puede reprochar en cuanto a trabajo y sacrificio. El pase de ayer magnífico.
Discrepo con usted en que los minutos de ayer del mejicano me gustaron, me dieron esperanzas, aunque hoy por hoy esta por delante sin duda Raúl.
Un abrazo, he disfrutado muchísimo de su escrito.
Hola,
ResponderEliminarPues a mí Raul Jiménez me gustó. Un par de veces controló el medio campo, aguantó el balón y salió corriendo con sentido hacia el área contraria con la pelota controlada. El problema es que sale Raúl y deja en evidencia a los demás.
Habría que darle tiempo pero es que este Aleti no esta para darle tiempo a nadie.
Lo de Gabi lo dejo en la reserva. Que no es el del final de la temporada pasada es cierto, pero creo que también lo es que tiene cierta tendencia de un tiempo a esta parte a hacer lucines, esto es, no ofrecerse sino ponerse cual sol en un eclipse luna.
Lamento no haber conocido en persona a Pablo Olivares. Su corto es entrañable la verdad.
Un saludo,
Que bonito lo de Pablo d. dueño.
ResponderEliminarContando las horas para que el mercado invernal se lleve al mexicano.
Creo que a Gabi se le puede acusar de andar poco preciso a veces, de fallar pases fáciles en momentos inoportunos o de llevarse amarillas de más, pero de esconderse como Luccin, la verdad, no creo que ni en su partido más desastroso
ResponderEliminarEste es mi primer comentario en este blog, que leo fielmente desde que lo conocí a través de Pablo Olivares el 29 de abril de 2010 cuando me presentó a Carlos Fuentes viendo en Gruta 77 la vuelta de la semifinal de la Europa League contra el Liverpool. He tenido el placer y el privilegio de ser amigo de Pablo desde que empezamos 2º de EGB, doce años antes de que naciera Mark Zuckerberg. Por ello me atrevo a decir que lo que más le hubiera gustado de este recuerdo es la foto de Panadero Díaz que abre la entrada.
ResponderEliminarPara los que no hayan conocido a Pablo diré que es el guionista de "Campeones", un cortometraje de unos 17 minutos que ningún atlético puede dejar de ver. Si encima uno conoce la enfermedad que ha padecido Pablo, se llega a la conclusión de que a veces a veces la realidad supera a la ficción y la realidad es una cabrona asquerosa e inmunda. Se puede ver "Campeones" en:
https://www.youtube.com/watch?v=KuJYwzQwaII
El mismo día del partido contra el Málaga EL PAIS publicó una necrológica en la sección de televisión:
http://cultura.elpais.com/cultura/2014/11/21/television/1416599248_782325.html
Muchas, muchas gracias y un abrazo, Don Carlos
El cortometraje es magnífico.
ResponderEliminarLo he visto muchas veces.
Y siempre me emociono.
Además, con Manuel Morón, que es uno de mis actores favoritos.
Yo estaba ese día en el estadio.
Con 13 años.
Ha sido la única vez en mi vida que he llorado después de un partido.
Muy emocionante, brillante y merecido su homenaje a Pablo Olivares.
Coincido totalmente en lo de Tiago.
Buenas tardes.
Por cierto, con 1-1 en el marcador, y a falta de muy poco para acabar el partido, hubo un penalty clamoroso de Rifé a Salcedo.
ResponderEliminarEn la portería del fondo norte.
Han pasado más de 43 años y todavía no se me ha quitado la espina de aquel partido.
¡Qué equipazo teníamos!
Buenas de nuevo,
ResponderEliminarA lo mejor decimos lo mismo.
Ud. dice mantiene que esta impreciso y fallón en momentos inoportunos. Creo que se esconde porque se sabe impreciso y fallón.
Aunque ya me esta fastidiando lo de juzgarlo con lupa cuando a lo que voy es a disfrutar.
Así que, si le parece bien, dejemos correr un mes y a ver qué tal.
Gracias.
Gracias Mr Couto, qué bonito día aquél en el Gruta 77, inolvidable. Gracias por el mensaje
ResponderEliminarSr Borcam: yo, sobre Gabi, no discuto
Buenas tardes.
ResponderEliminarNo conocía a Pablo, pero alguien que crea algo tan grande como ese corto debía de ser un hombre enorme. Mis más sinceras condolencias para aquellos de ustedes que eran personas cercanas a él. Como dice D. Fernando, los guiones de la realidad, a veces, superan cualquier ficción. Solo espero que allá donde esté, pueda disfrutar viendo a sus seres queridos gozando con ese sentimiento que es capaz de unir a personas tan diferentes, el glorioso ATLÉTICO DE MADRID.
A mí también me gustó Jiménez, D. Carlos. No me enamoró pero creo que progresa adecuadamente, no como el italiano. Yo, que me fijo mucho en los calentamientos de los suplentes porque les tengo delante, considero un insulto esa actitud que muestra en la banda cuando sale a calentar. Justo lo contrario que la de Raúl García cuando no le toca ser titular.
Maestro, coincidí pocas veces con Pablo, en todas ellas estaba con Vd. Una de ellas fue el día que conoció al Sr. Couto. Precioso epitafio. Les acompaño en el sentimiento y en el dolor por su pérdida. Siempre tendremos su aliento desde el tercer anfiteatro. DEP.
ResponderEliminarhttps://www.youtube.com/watch?v=ZgDh9v6YnuA
Como Don QsP, y creo que exactamente durante los mismos días, tuve la suerte de conocer a Pablo a través del Sr. Fuentes, por fin, dijimos entonces, tras múltiples cruces en el Foro Histórico, en el que el Sr. Panadero era uno de los más brillantes y amables contertulios, y varios mails en los que nos comprometíamos a buscar un lugar decente para ver al Atleti en el barrio de Salamanca; cosa que hoy es difícil, pero hace unos cuatro años era una aventura prodigiosa.
ResponderEliminarPor eso no puedo hablar de él tan profundamente como quisiera ... aunque sí asegurar que, incluso si le conocías poco, era un tipo que te marcaba.
Y me enteré de quien era, y de las cosas que hacía, tiempo después de conocerle. Y no por él, sino por el Sr. Fuentes y por Helena, aquí presentes. No era alguien que necesitara "venderte" nada, precisamente.
Gracias a todos. Al pensar estos días en Pablo me he acordado mucho de lo que escribió Buñuel en sus memorias sobre su amigo García Lorca: "De todos los seres vivos que he conocido, Federico es el primero. No hablo de su teatro ni de su poesía, hablo de él. La obra maestra era él."
ResponderEliminarPensaría igual si Pablo nunca hubiera escrito ni una línea. Por suerte tanto para los que tenemos sus recuerdos como para los que no le conocieron nos quedan sus textos, como por ejemplo estos sobre fútbol:
http://www.daledetacon.com/author/pabloolivares/
Siento no poder recordar a otros interlocutores con los que compartimos aquel día de fútbol y concierto en el Gruta 77. A Don Carlos nos lo encontramos antes del evento en un bar de la zona y por eso hubo presentación formal y socialización en barra fija. Un abrazo para todos.
cómo? yo en un bar? no lo creo
ResponderEliminarNo hay palabras.
ResponderEliminarAvergonzado de los ultras.
Avergonzado de Cerezo y Gil Marín.
Qué día más feo y triste ayer. Ni celebré los goles ni me alegré de que ganáramos.
ResponderEliminarHoy Jabois desliza la idea de que el Aleti tiene una carga genética violenta. Es público que es del Madrid pero desconocía esa faceta que le hace ponerse al otro lado de la raya. Muy feo este Jabois también. Mola cuando habla de pollas pero cuando habla de futbol, no.
Nota.- tocan los Who en Hyde Park en junio. 50 aniversario. Un viernes. Que lo sepan.
acabo de leer lo de Jabois, no lo entiendo así. Vamos, no creo que hable del Atleti en particular cuando habla de la carga genética violenta del fútbol
ResponderEliminarMe puse a leer a Jabois, que es gallego y madridista, con bastante miedo, porque el de ayer fue un día tremendo.
ResponderEliminarPero el caso es que coincido con la apreciación del Sr. Fuentes. Es más, opino que hace lo que ningún otro (ajeno al mundo atlético) a quien haya leído: empezar hablando de lo suyo.
Buenas,
ResponderEliminarBuf. Pues el problema es mío. Lo sigo interpretando así pero vosotros y todos los demás con quienes lo he comentado sostienen lo que decís.
Me lo hará mirar en serio. Estoy equivocado. Mis disculpas.
Sobre la foto de Panadero Díaz. Pertenece a un puñado de fotos en blanco y negro que rescaté de un contenedor de basura de la revista en la que trabajaba. A principio de los 90 se empezó a generalizar la impresión a color en todo tipo de publicaciones y los jefes nos decían que en la medida de lo posible evitáramos las fotos en blanco y negro. Si la foto era muy buena nos dejaban pasarlas por photoshop para darles un tono sepia o azul, pero al poco tiempo nos prohibieron usarlas. Como el archivo fotográfico ocupaba mucho espacio, decidieron deshacerse de toneladas de fotos en blanco y negro. Supusimos que las venderían a un coleccionista, pero los muy necios iban a tirarlas sin más. Una tarde fui discretamente al cubo de la basura sección deportes y rescaté todas las fotos de mi equipo que pude. Ahora me arrepiento de no haber llevado un saco para librar del vertedero también a Arrúa, Ferrero, Carnevalli, Morete, Zubiría, Trobianni, Scotta, Viberti y a todos esos tipos con aspecto de guitarristas de Deep Purple.
ResponderEliminarHace unos años puse en mi blog esas fotos indultadas de Panadero, Ovejero, Ayala, Rubén Cano, Pereira, Leivinha, Leal y Capón. De vez en cuando me llevo una alegría cuando las encuentro dando vueltas por ahí por esos mundos de internet. Es un honor haberla encontrado aquí para tan noble motivo.
Un saludo.