Como todo
el mundo sabe en la capital, noche de sábado de enero en el Calderón equivale a
pasar frío. No un frío siberiano ni un frío polar, no un frío mesetario ni un
frío industrial, no un frío soriano ni como el que se siente en el resto de
Madrid, no: un frío diferente, el frío del Calderón.
El
Manzanares, que es un río chico y navegable a caballo (en frase atribuida a al
menos cinco autores) no vale para el transporte de personas ni de mercancías,
ni es una salida viable hasta el Tajo o el mar. El Manzanares, en su tramo
madrileño, no tiene puerto ni nutre de pescado fresco a los mercados del centro
ni tiene un ecosistema delicado en el que se reproduzcan el martín pescador, la
garza imperial, la nutria común, el desmán pirenaico o la salamandra de Gredos;
como mucho da de comer porquerías a gaviotas y cormoranes y algún que otro
pájaro inmigrante marinero que llegó a la capital remontando ríos y arroyos y
se quedó para poder ver desde arriba los partidos de Arda Turan, como esa
bandada de aves no identificadas que ayer sobrevolaban los alrededores del
estadio, iluminadas por los focos, blancas blanquísimas sobre el fondo negro
negrísimo del cielo del Calderón.
El
Manzanares, pues, no es un río de renombre ni una fuente de inspiración para
poetas y cronistas de la Corte
ni un ejemplo de curso fluvial sostenible. Pero el Manzanares, chiquitajo y
sucio, con el curso cortado por presas y represas y saltitos de agua que no dan
ni para encender una bombilla de bajo consumo, es el orgulloso inventor y
titular de la patente de un frío endémico, un frío especial, un frío que sólo
conocemos los que pasamos las noches al relente, sentaditos en la orilla viendo
el fútbol. Un frío suyo y sólo suyo, característico, inesperado, un frío
propio. Un frío denominación de origen, un frío de interés turístico regional,
un frío con personalidad propia y la suficiente mala baba como para acabar con
el más recio de los que desafían al frío (excepto, claro está, Raúl García y su
manga corta).
El frío
del Calderón es un frío que engaña. Cuando el aficionado novato va al Calderón
y se le avisa del frío tan grande que hace allí, tiende a abrigarse la mar de
bien y llegar al estadio inflado cual orca playera, forrado, redondo. El
aficionado novato siente que quizás se abrigó demasiado cuando, al entrar al
campo a eso de las ocho de la tarde, ni el aire le corta la cara ni las yemas
de los dedos pierden sensibilidad, pero sospecha de que algo raro ocurre cuando
ve a los más expertos del lugar llevando mantitas, gorros, guantes gordos y
petaca.
No
obstante, el novato se ha forrado de capas y capas térmicas antes de salir de
casa y su primer ratito en la grada es, por caluroso, hasta molesto. Ahí
empieza el error y ahí empieza la misión del frío del Calderón. El aficionado
novato, seguro de sí mismo, empieza a pensar si no se equivocó al ponerse
calzoncillos largos, camiseta pegaíta y un jersey de lana que pica una
barbaridad. Ufano, casi desafiante, empieza a abrirse el cuello del gabán y a
mirar con desdén al resto de la grada, que permanece inmóvil, conservando cada
caloría cerca del pecho con el celo del que conserva la condecoración del
abuelo. Error: el hincha colchonero de grada y petaca sabe que, en el Calderón,
caloría que se pierde es caloría que no se recupera y que el frío del Calderón que
acecha, que al principio parece moderado y amable, acaba siendo letal cuando
quedan veinte minutos de partido.
El frío
del Calderón es durante los primeros minutos un frío poco amenazante, un frío
bajito y con gafas, un frío con aspecto de ordenanza de ministerio antiguo o de
funcionario de correos de oficina de capital de provincia castellana. Pero, ay
del que se confíe, igual que ay del que se envalentone con los bajitos que se
meten en las peleas de bar. Porque el frío del Calderón, sibilino y metódico,
deja que los novatos se vengan arriba y se quiten la bufanda para, poco a poco,
meterse por costuras y rendijas hasta llevar el relente hasta la rabadilla del
visitante, facilitando el desembarco del virus de la gripe, su gran amigo del
alma. El frío del Calderón, poquito a poco, se va haciendo con todos y cada uno
de los asistentes, empezando por el inglés que vino de despedida de soltero en
camiseta y chanclas y pensó que en Madrid todo es sol y sangría, y terminando
por el aficionado más experimentado que ese día, por error, dejó pasar una
mínima cuchilla de aire por la zona del cuello y terminó con una contractura de
esas que sólo quita un fisioterapeuta dándole a uno una paliza.
Si el
Club tuviera ojo comercial más allá de que quedarse con las comisiones que
generan los traspasos, harían del frío del Calderón un reclamo comercial,
embotellando dosis de ese frío único para vender a propios y extraños. El frío
del Calderón, con sello de autenticidad y garantía de respeto al medioambiente
en su recolección, podría venderse en tarros de medio y un litro, con
propiedades más allá de las medicinales.
“¿Quiere Vd evitar ir a esa reunión de trabajo en la que
le van a poner como un trapo y bajarle el sueldo? ¿No le apetece ir a la Comunión de ese niño
odioso del vecino de arriba que pasa la hora de la siesta tirando lo que
parecen canicas sobre la zona de su sofá? ¿No encuentra manera de evitar acudir
a la barbacoa del pelma de su cuñao? Frío del Calderón® le garantiza una gripe monumental en
tan sólo dos horas.
Instrucciones de uso: abra el bote de Frío
del Calderón® en la habitación y deje actuar dos horas. A pesar de que
al principio le parecerá que no es para tanto, no lo dude: a la mañana
siguiente tendrá Vd varias décimas de fiebre, la garganta hecha un asco y la
voz como Pepe Isbert.
Frío del Calderón® … ¡Sus muertos,
qué frío!”
___
Jugaba el
Rayo en el Calderón y en toda la zona del fondo Norte en la que se sitúa la
afición visitante, no había ni un alma. Sí se veían algunas bufandas del Rayo
por las gradas, posiblemente menos que aficionados visitantes, algunos
probablemente incómodos a la hora de llevar distintivos tras los horribles
acontecimientos recientes y por tanto inclinados a dejar la bufanda en casa
para evitar situaciones desagradables. Una pena, una verdadera pena, sobre todo cuando hablamos de ese equipo admirable que cuida de sus vecinos y ex-jugadores, todo un ejemplo, un orgullo.
Las peñas
del Rayo decidieron no ir al Calderón ante las medidas impuestas a los
visitantes: sólo se permitía entrar (entendemos que a la zona visitante, no a
cualquier otra localidad de libre venta) a los abonados identificados como
tales que hubieran comprado su entrada a través del Club. Este exceso de celo,
interpretado como criminalización general, venía (intuimos) causado por la
voluntad de la Policía
de evitar cualquier tipo de situación peligrosa, vistos los antecedentes
recientes.
Que hay
que hacer algo contra la violencia en el fútbol es indiscutible; de hecho, es
algo que muchos venimos reclamando desde hace años. Que las medidas encaminadas
a prohibir casi todo resultan exageradas tras años de indiferencia total
también parece evidente: es complicado pedir ahora a los hinchas un rigor total
en lo que dicen y lo que hacen cuando desde hace años los clubes jalean a los
más bestias y las autoridades miran hacia otro lado cuando las cosas han pasado
de lo razonable, sin que pase nada.
No es de
recibo que uno no pueda ir tranquilamente al fútbol, a su campo o el del rival;
tampoco es de recibo, piensa uno, que la afición del Rayo, cuyo campo está a
pocos kilómetros del Calderón y con la que siempre ha habido un vínculo de
simpatía y de respeto (hasta que los grupos más radicales decidieron odiarse
por motivos políticos, sin preguntarle a nadie más de la grada), no quiera
acudir al estadio del Atleti. Que la solución no es fácil parece claro; que actuar
a la tremenda y por las bravas una vez ha ocurrido una desgracia parece una
solución excesivamente simple para un problema complejo.
La
situación vivida ayer en un Calderón sin vecinos no es buena. Sirva pues como
punto de reflexión para aquellos que tengan la responsabilidad de buscar una
solución viable que permita a la gente ir al fútbol sin miedo pero sin
estigmas; sirva también de reflexión, si es que es posible, para aquellos que
han causado esta situación absurda gracias a una forma equivocada y salvaje de
entender el amor a unos colores, los mismos que comparten las aficiones que
ahora se ven perjudicadas por sus lamentables actos. Sirva también de
reflexión, por cierto, para aquellos partidarios de las medidas
ejemplificantes, tan fáciles de imponer a las aficiones y tan escasas en el
caso de ciertos clubes y jugadores.
___
Salió el
Atleti al campo con un equipo interesante, por lo distinto, y salió el Rayo
vestido raro, como de equipo de fuera, como de equipo sueco, o checo o hasta
francés. Con franja diagonal, sí, pero azul oscura sobre fondo azul más claro:
una camiseta rara, oiga, para qué vamos a ocultarlo.
Del
partido en general, jugado bajo una media luna turca que flotaba sobre tribuna
en honor a Arda Turán y que fue bueno a ratos, malete otros y muy bueno a
fogonazos, destacan tres nombres: uno por desesperante, otro por desconcertante
y el último por deslumbrante.
El
desesperante del partido fue, nuevamente, Siqueira. Siqueira, que tiene
velocidad, regate de fútbol sala y fuerza como para ser un buen jugador de
fútbol, sigue empeñado en convencer a la grada - que ya se refiere a él como
“Chorlito” Siqueira - de que cuando coge el balón es mejor taparse los ojos e
invocar a un Santo afín. Con demasiada frecuencia, Siqueira recibe un balón y
se lanza al galope banda adelante hacia campo rival con la determinación del
lemming que va corriendo al abismo. Siqueira lanza una patada a seguir,
acelera, lanza otra y entra sin posibilidad ya de enmienda en territorio
hostil; pierde entonces el balón por pura inocencia, se monta un contraataque y
Siqueira corre de nuevo, esta vez en dirección a la portería propia entre las
maldiciones de la grada y las voces de los mediocentros, que se acuerdan de
buena parte de su familia materna. Siqueira tiende a tomar malas decisiones y
ello conlleva la obsesión del Atleti por jugar por la banda derecha, alejando
el balón de la zona del pobre Siqueira, que levanta la mano y pide el balón,
aquí, aquí, sin que nadie se atreva a pasársela no sea que le dé una vez más
por salir corriendo, echar la bola hacia delante y provocar una contra plácida
para el visitante. Mientras, Siqueira, que no se entera de mucho, sigue jugando
el partido con esa cara de ir buscando el baño de caballeros en restaurante
desconocido que le delata jugada tras jugada, una cara que ayer, a ratos,
pareció compartir un despistadísimo Juanfran.
Quienes
han visto a Siqueira en el Granada y el Benfica no se explican esta dinámica de
despiste general en la que se ha metido el brasileño y hay hasta quien sospecha
que la razón de su ofuscamiento puede ser la posesión de su ser por un genio
maligno, a la manera de Descartes, que ha confundido la razón de Siqueira y le
ha transferido las características futbolísticas de Diego Capel. Ayer incluso hubo
quien creyó ver el espíritu negativo que nubla la razón de Siqueira abandonando
su cuerpo y campando a sus anchas por la banda izquierda, aunque luego se diera
cuenta de que lo que flotaba por el césped era en realidad una gran bolsa de
basura de color gris plomo que Dios sabe cómo llegó al sagrado césped del
Calderón.
El
desconcertante de guardia fue ayer, como en los últimos partidos, Mario Suárez.
Mario Suárez, que casi no ha jugado y que cuando lo hizo a primeros de
temporada mostró cierta indolencia, cierta falta de concentración y en
ocasiones cierta chulería, lleva unos partidos jugando francamente bien. Lo
hizo muy bien en el campo del otro equipo grande de la capital y lo hizo bien
en Barcelona; contra el Granada tuvo ratos de despiste marca de la casa y
contra el Rayo, ayer, estuvo a un nivel alto, ayudando y bien a Tiago y Gabi
tanto en la salida a la presión como en la marca de la zona. Tuvo algún pase al
contrario de esos tan suyos y tuvo también un destello de estrella, tirando un
túnel en el centro del campo, llevándose el balón por potencia y metiendo un
pase en profundidad, fuerte y adelantado, de los que solo meten los buenos
jugadores. Estos destellos de calidad y fuerza hacen desesperarse al
aficionado, que no comprende cómo un jugador capaz de estas cosas cae sin
embargo en esos letargos de indolencia y provocación, en esas fases de falta de
concentración y apariencia de superioridad arrogante, en esos malos partidos,
en definitiva.
El
deslumbrante del partido, por último, fue Griezmann. En un partido en el que
Miranda demostró que su forma de meter el cuerpo para proteger el balón es
digna de una cátedra en Harvard, en el que Trahorras metió un golazo colocando
un baloncito junto al palo con la delicadeza y precisión de un cirujano ocular
y en el que Arda Turan volvió a brillar casi tanto como la luna turca que ayer
vigilaba Madrid, Griezmann se llevó los laureles con toda justicia.
Griezmann
firmó una primera media hora antológica en la que no paró de moverse, correr y
presionar con ese trote suyo flotante, como de puntillas, con esa pinta de
Crispín, el amigo del Capitán Trueno. Bajo esa apariencia de espadachín de
salón afrancesado, Griezmann hizo kilómetros facilitando la presión, robó
balones (como el de su primer gol, fantástico por listo y por buena definición)
y buscó los espacios con inteligencia (como en el segundo, de nuevo con una
definición perfecta tras un pase en profundidad con la cabeza del peleón y a
ratos muy acertado Mandzukic). Griezmann hizo ayer su partido más completo, más
aún que el de Bilbao, gracias a su continua movilidad y participación,
mostrando por fin la cara del Griezmann que queremos y necesitamos, del
delantero llamado a marcar la diferencia cuando combine con Manzukic y su
constante pelea o con Torres, con quien parece disfrutar cuando la media roba
un balón y se lanzan los dos a la carrera hacia la portería rival. No contento
con sus dos golazos del primer tiempo, pasado el minuto ochenta Griezmann
siguió mostrando ganas y sobre todo gasolina, lanzando dos contras con el
baloncito pegado al pie a velocidad de primer tiempo, una con pase a Torres y
buena intervención del portero rival ante un regate que quizás pudo ser mejor y otra en un
poste que le privó del hat-trick.
Pasadas
las remontadas épicas rivales que luego resultó que no pretendían llegar a buen
fin porque lo que les gusta es descansar, pasado el partido de Copa en
Barcelona que terminó peor de lo que debería, pasados ya los partidos de la
primera vuelta, el Atleti sigue mostrando perfil de equipo grande. Con la
necesidad de dar descanso a algunos jugadores de la media, con la alegría de tener 3 centrales de
categoría y dudas en el lateral izquierdo (pongamos velas para la pronta
recuperación de Ansaldi) y unas variantes en ataque que hace tiempo que no se
veían, el Atleti empieza la segunda vuelta, la más determinante, la que viene
cargada de partidos. Y lo hace bien, quizás sin deslumbrar, quizás con algunas
leves sombras pero con una luz general a la que, Dios bendiga al Cholo Simeone,
nos estamos acostumbrando.
Hola,
ResponderEliminarEl frío en el Calderón es eso, inesperado.
Y lo es pese a que suele entrar a los diez minutos, más o menos, de la segunda parte.
Pero es inesperado. Es cierto. Te confias y ha venido.
Muy bien explicado lo del frío.
ResponderEliminarSiqueira juega sonriendo y al fútbol no se puede jugar así.
(salvo que seas Luiz Pereira)
Al fútbol hay que jugar con la cara que pone Godín.
(por ejemplo)
Juega sin ninguna concentración.
No es que juegue mal.
(que también)
Es que no sabe jugar.
(que es mucho peor)
Elige (casi) siempre mal la opción.
Un reputado jugador de baloncesto decía que un jugador tenía que saber (entre otras cosas) botar, pasar y tirar.
Pero que lo más importante era saber elegir la opción adecuada.
Porque si cuando tienes que botar, pasas...
Si cuando tienes que pasar, tiras...
Y si cuando tienes que tirar, botas...
Ya puedes hacer bien las tres cosas, que serás un mal jugador.
Y en fútbol pasa lo mismo.
Que lo más importante es saber elegir.
Y Siqueira no sabe.
Yo lo único que sé es que nunca he pasado tanto frío en mi vida como en el Calderón. Especialmente en la prórroga de aquel partido de copa de la UEFA contra la Real Sociedad que acabamos ganando con gol de Santi Denia 4-1. El cuerpo no me daba ni para aplaudir y el cerebro no procesaba los goles como para alegrarme. Cuando llegué al coche, que entonces aparcaba en el medio del Paseo Imperial, marcaba 4 bajo cero.
ResponderEliminarEn cuanto a "chorlito", me temo que voy a tener que darle la razón. Parece uno más del club de jugadores superados por la responsabilidad de defender nuestra camiseta. Cuando le veo correr, me acuerdo invariablemente de la frase de aquel galés fornido "como pollos sin cabeza". Talmente lo parece. Pero les aseguro que en Granada y Benfica no era así. No sé si perder ya la esperanza.
Gran crónica, como siempre.
ResponderEliminarMuy bueno lo del lemming!!
Magnífico!
ResponderEliminarVi a muchos jugadores muy cansados.
La tercera plaza, esta temporada, va a ser muy disputada; Valencia, Sevilla y Villareal no bajan el pistón.
desde luego .. no se habla de ellos, pero están fuertes todos. EStá bien esta liga, a ver si en los cruces los dos primeros pierden puntos
ResponderEliminarme gusta la delantera de hoy; si salimos en tromba como en Champions el año pasado, que se anden con ojo
ResponderEliminarPues yo no creo que salgamos en tromba. Es un partido para tener cabecita, lástima que juegue Chorlito. Con un gol se empata y con dos se gana, pero si te meten uno estás obligado a un desgaste terrible y puedes quedarte en la orilla. Ahora bien, el recurso de balón aéreo a banda para que Raúl prolongue para Arda o Manchu, como el año pasado en Champions, sí lo veremos.
ResponderEliminarMe he visto entera la rueda de prensa del Cholo de ayer y estoy tranquilo. Mucho.
PD: Le llamo al orden por escribir "Hat-trick"...
Creo que cabeza, precisamente, con 1-0, es lo que ha faltado. No he entendido nada. El Barcelona jugando al contraataque y nosotros con la defensa en medio campo. Hoy ha habido un desbarajuste táctico difícil de explicar. Igual ustedes pueden hacerlo, yo creo que el Cholo demuestra, al no recoger al equipo tras marcar Torres y jugar como siempre, no que fuera a por el partido, sino que su interés en pasar la eliminatoria era relativo. Si no, no me lo explico. A ver si ustedes tienen la respuesta.
ResponderEliminarYo no tengo la respuesta, pero discrepo de lo que dice, don Christian. En mi opinión el Atleti hace la mejor primera parte de lo que llevamos de temporada. El partido acaba, en el descanso, en el túnel de vestuarios.
ResponderEliminarAhora, a Ipurúa.
Buenos días.
A mí me encantó lo que duró el partido, que fueron, exactamente 45 minutos. Se echó en falta la jerarquía de Godín y la fuerza de Koke en el centro del campo y en los balones parados.
ResponderEliminarA toro pasado, creo que la sobreexcitación que provocó el primer gol, la padecieron nuestros propios jugadores en el campo. Si no, no se entiende que te hagan una contra como la del primer gol, con Juanfran muy por detrás de su par. Es una pena pero a la vez un orgullo perder así. Eso sí, cada vez tengo más la sensación de que lo que yo veo en el campo no se parece en nada a lo que ven los opinionistas por la tele. Se ve que la profesión de periodista-analista futbolero, desapareció hace mucho. Vomitivas las preguntas realizadas en la rueda de prensa de nuestro entrenador.
Vi el partido por TV, lo cual a veces engaña, pero no me pareció el equipo de siempre, armado y sólido atrás y a partir de ahí a aprovechar lo que venga. Yo, tras el 1-0, esperaba el partido habitual contra estos rivales, muy arropaditos todos en nuestro campo y salir en contadas pero bien elegidas ocasiones. Fue, a mi juicio, todo lo contrario. Contagiados por el espíritu que alberga el cuerpo de Siqueira, el equipo se fue a campo del Barcelona y nos metieron dos goles ¡al contraataque! ¡Al Aleti del Cholo! Y no digo que no me guste jugar al ataque con alegría y alboroto, pero precisamente ayer con el resultado 1-0 creo que justo era el día menos adecuado para soltarse la melena. Coincido en que el partido acaba en el descanso, escuchen la rueda de prensa de Simeone si tienen alguna duda. Y también me extrañó mucho la manera de jugar de los visitantes, jugando a algo de lo que abominan sus gurús más universales. En fin, a mi juicio todo muy raro. (O a lo mejor el que está raro soy yo). Buenos días.
ResponderEliminarEn todo caso, don Christian, el planteamiento era bueno: tuvimos al Barça contra las cuerdas y, pese a la mala fortuna del autogol, estábamos para irnos al descanso con 3-2 y seguramente contra diez jugadores. Yo vi un gran Atleti en la primera parte, manteniendo buena parte de sus virtudes y jugándole para ganar a uno de los mejores equipos del mundo.
ResponderEliminarYo también lo vi por la tele, por desgracia. Y también veo muy posible que si nos hubiéramos quedado muy arropaditos atrás desde el 1-0, nos hubieran encerrado en el área y muy probablemente nos habrían empatado más pronto que tarde.
En fin, todo fútbol ficción. El golpe de realidad lo dió esa infame Gil Manzano del que, como dice Don Jesusez, con esos apellidos nada bueno se puede esperar.
En mi humilde opinión los grandes equipos necesitan también de partidos como este donde se pierde pero se da la cara ante un equipo que no olvidemos puede alinear a Neymar, Suarez y Messi.
ResponderEliminarAunque sé que es un símil que seguramente se las trae al pairo ¿Que recuerdan más a los Kings de Webber/Stojakovic o que la final era contra los infumables Nets?
PS: QUE LE DEN A LOS LAKERS
Pese a que seguramente no fuera la opción óptima (sobretodo tras el 1-0) para pasar la eliminatoria, me encantó el Atleti alocado.
Y ya si quieren otro día hablamos de Fernando Torres que yo estoy "epustuflado".
No, Mr. Benson, si a mi me encantaría que el Aleti jugara "alocado". Lo único que digo es que quizás era la situación menos indicada, sobre todo si queríamos pasar la eliminatoria, que tampoco lo tengo tan claro. Podríamos desmelenarnos contra el Granada o el Rayo, que a veces se hacen un poco tostón. Pero como dice Mr. Libros, esto es fútbol ficción.
ResponderEliminarY por supuesto que recuerdo más a Williams, Christie, Stojakovic, Webber y Divac que a los Nets de Jason Kidd, cuyo juego rácano tampoco les dio para ganar el anillo. ¡Showtime!
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
ResponderEliminar¡Menudo equipo ese de los Kings!
ResponderEliminarTodavía relamiéndome las heridas y pensando q de tropezones mas graves nos hemos levantado e imaginando q pasará por la cabeza de nuestros valientes, abnegados, esforzados y grandes jugadores. Pensando que D Fernando Torres se merecía lo que le está pasando y espero q le continue pasando, me encuentro esto:
ResponderEliminarhttps://es.eurosport.yahoo.com/blogs/trecet/atl%C3%A9tico-de-madrid-dureza-e-intimidaci%C3%B3n-como-armas-083227567.html
Se q en este blog, no se insulta y a mi en casa me han enseñado a respetar a nuestros mayores. Por tanto, me guardo mi opinión personal, pero lo pongo en su conocimiento.
Por cierto, soy de los Patriots por razones personales pero los Seahawks son lo mas parecido a este atletico del Cholo, por tanto Go Pats!, Go Seahawks!
Don Christian creo que el equipo que llega a finales es ya con Mike Bibby en lugar de Williams. Qué pedazo de jugador era Bibby hubiera jugado sin problema en el Atleti del Cholo, era llegar a Playoffs y multiplicar su aportación al equipo.
ResponderEliminarDesayuno esta mañana con un comunicado del club defendiendo a nuestro entrenador y creo que la situación es más preocupante de lo que podamos pensar. El mensaje ha calado, incluso en personas como Trecet, que hace meses defendía la importancia del Cholo. Y lo que a mí, personalmente, me encantaría, es que hubiese alguien con peso específico en el club para convocar una rueda de prensa en la que "mirándoles a los ojitos", como decía Luis, se les dejase bien claro a todos estos opinadores al servicio del Establishment, que no se van a consentir más faltas de respeto. Como eso no lo tenemos, pues se saca un comunicado al filo de la medianoche en la previa de un fin de semana, con la nula difusión que supondrá eso.
ResponderEliminarHay que hacer más esfuerzos que nunca para hacerle llegar nuestro apoyo al Cholo y a los muchachos, porque desde arriba...
Es verdad, mr. Benson, el año que llegan a finales de conferencia es el primero de Bibby. Pero el año anterior, en el que ya pasaron una ronda de playooffs aunque luego cayeron con Lakers, ya jugaban de maravilla con "chocolate blanco" de base. Sé que era poco táctico y "alocado", pero me encantaba su imaginación.
ResponderEliminarEn cuanto a lo que se escupe desde las tribunas al servicio del señor que ahora se dedica a comprar jóvenes, no sé cómo don Rubén Uría es capaz de aguantar a los del programa basura ese de "La vomitada". Por más que se esfuerza, es imposible, sólo se oyen los exabruptos de los otros. Qué asco. Yo creo que si ladran...nada mejor que darles en los morros ganando en Liga y Champions. Molestamos desde que somos peligrosos. Y si el Valencia sigue hacia arriba -al Sevilla lo excluyo, pues con semejante entrenador es imposible- ya verán como a Nuno, también áspero y malencarado, le llueven desde todas partes. Es el negocio...
Vamos chavales!
ResponderEliminar