Llegó el Valencia al Calderón en noche fría de diciembre, y jugó bien durante al menos una hora. Y, con todo, tres goles le hizo el Atleti. Tres goles le hizo el Atleti al Valencia, tres goles le hizo, tres: el primero por coraje, el segundo por capricho, el tercero por placer. Tras un buen primer tiempo, durante el que el Atleti estuvo incómodo y espeso, y un principio del segundo en el que se afanó por achicar agua mientras quedaba claro que había cambiado el viento, un buen Valencia se llevó tres goles que pudieron ser cuatro.
El Valencia salió
ordenado y con la lección aprendida, dejando jugar al Atleti en horizontal para
que tuviera problemas a la hora de encender las luces. En un Atleti pretérito
perfecto simple, incluso pluscuamperfecto, el primer tiempo del Valencia,
áspero, organizado y reservón, se habría traducido en dudas, prisas, malas
decisiones y vacilaciones a la altura del minuto 50; despeje Vd, no, que es suya, despeje Vd,
¿pero ese de la banda no era suyo? mío no, mío no, yo creo que era de su padre,
oiga.
En el pasado, ese
orden inicial del visitante habría valido para llenar de miedo a los jugadores,
de confianza al rival y de desesperación a la grada. La primera parte marcada
por el despiste ausente de Arda, por la falta (dimitido el turco) de un jugador
que sepa abrir equipos cerrados, la nula aportación (una vez más) de Villa, la
clara vocación del rival para llevar un partido a un ritmo lento y la desconexión
de Juanfran, que casi no tocó balón en un buen rato, habría sido el presagio de
una empanada monumental en el segundo, de un remate rival tras despeje de tres,
cuatro defensores, de un disgusto de esos que dejan helado el Calderón. Pero
ayer no fue así, ahora ya no es así, no con el Atleti del Cholo Simeone.
Y es que Simeone
ha convertido el equipo blandengue del blandengue Manzano y el equipo
desquiciado del desquiciado Quique Flores en un fiable ingenio mecánico que
avanza y avanza, despacito o a la carrera, centímetro a centímetro y partido a
partido, directo a su objetivo con la solidez y la autoridad de un tanque que
rara vez gripa el motor o se queda en el barro. Quizás Simeone no disponga del
fino deportivo italiano de los buenos años del Barça, ese descapotable rojo con
volante de nogal y tapicería de canguro lechal que entra alegre por las curvas
de la Riviera italiana camino de Portofino con chica con gafas de sol y pañuelo
en el asiento del copiloto. El Cholo no tiene tampoco, gracias a Dios, un
deportivo de esos ordinarios que hacen ruido a todas horas con sus escapes trucados,
sus cristales tintados, ruedas anchísimas e intermitentes de Swarovski como el
que conduce el ostentoso vecino del Norte, alardeando de subwoofer en los
semáforos a ritmo de reguetón, púmmm, paúm-pá-úmm, paúm-pá-úmm.
Simeone ha
construido, él solito, un todoterreno robusto y resultón, una máquina sin
artificios ni alerones, sin GPS ni aire acondicionado, cuadradote y poco
glamouroso con suspensión de ballesta y arranque con botón, como los Land
Rovers antiguos; un coche que, cuando la cosa se pone fea, resulta fiable,
sólido y resolutivo porque, bajo su apariencia discreta, en realidad hay un
prodigio de la ingeniería. El Valencia planteó un partido con barro y cuesta
arriba, un partido en el que quizás se habría varado el Alfa Romeo Giuletta Spider del 55 que
conducían en Barcelona y habrían patinado las ruedas anchísimas del Opel Manta
tuneado que se ha comprado este año el tercer equipo de la Capital con el
dinero de un constructor. Pero eso no le pasa al Atleti del Cholo. Seguro de su
idea y convencido de su juego, el Atleti porfió con la determinación del que se
sabe capaz de echar abajo un muro de piedra con una cucharilla. El Atleti de
hoy, 200 caballos de tracción total sin alardes, carácter de tractor y sin
cuero en la tapicería, se fue al vestuario, se puso ruedas de tacos, metió la
reductora y salió con la idea de soplar y soplar hasta derribar la casa de
ladrillos que le habían construido enfrente. Por si fuera poco, el lobo es de
Lagarto y eso le convierte en una criatura mitológica parecida al Grifo, aunque
en este caso al de vermouth.
Tras salir del
vestuario, el Atleti dio muestras de haberse sacudido la grima que da dejar
manchas en las alfombrillas nuevas y se puso al lío. Avisó un par de veces
hasta que marcó Diego Costa un gol de empuje que recordó a aquellos que metía
en el Barcelona un delantero brasileño con tendencia a engordar y a hacer
anuncios de póker. Diego Costa controló regular, avanzó a trompicones, entró
por donde buenamente le dio a entender el momento, tiró con la zurda y le dobló
la mano al portero. Es de justicia reconocer que Diego Costa lanzado no resulta
muy estético; se mueve con maneras de coche de choque y sugiere un punto
torpón, como si en vez de regatear simplemente atajara para llegar antes a
posiciones de tiro; viendo el resultado, hay ya quien intenta ensayar el atajo
como recurso futbolístico y baraja varios nombres para el lance: a atajinha lagartera, o atroche costeiro, o
barullo trompicão. Cuando Diego Costa recoge el balón cerca del medio campo y comienza a
correr en dirección al portero, hay quien dice que tiene los ojos en blanco y
una fuerza sobrehumana, y que cuando celebra el gol lo hace gritando en leguas
antiguas que se creían extintas. Si en esos momentos se lesionara, recomienda
el Club, en vez de avisar a un fisioterapeuta es conveniente llamar a un
exorcista.
Tras el gol de
coraje llegó el de capricho. Raúl García enchufó con la zurda un balón que tuvo
la amabilidad de caerle cerca, dejando clara su importancia en el equipo,
deshaciéndose de muchos detractores y ganando a la vez un enemigo: David Villa.
De nuevo desfigurado y blandito, Villa tiene pinta de soñar con Raúl García,
levantarse en medio de la noche con sudor en la frente, repasar mentalmente las
veces que él toca el balón y compararlas con las veces en que éste le llega al
navarro quien, fiel reflejo del robusto coche todocamino del Cholo, juega en
manga corta en medio del ártico y marca goles con las cuatro ruedas y el
remolque si hace falta.
El último gol,
como el último desliz de Paquita la del Barrio, fue por placer. Falló un
penalti Diego Costa a pesar de que el portero se había tirado un rato antes de
que la pegara él, y al rato provocó otro. Al parecer desde el banquillo se
pidió que fuera Raúl García quien lo tirara, pero nadie se enteró y el brasileño
que jugará con España se dio el gusto de tirar un nuevo penalti, meter un
segundo gol y ponerse pichichi consorte. Y, en ese momento, el Land Rover de
acero templado mutó en caza-bombardero match-3. Simeone pidió un cuarto gol
para hacer al equipo líder, rugió la grada y la austera máquina de ganar
terreno palmo a palmo trasmutó en fiera desbocada. Si hace dos años nos dicen
que íbamos a ver a Filipe Luis tirándose al suelo como un loco en el minuto 85
y con tres a cero a favor, habríamos llamado a un médico; si nos cuentan que el
último córner del partido se iba a jugar con la intensidad del último minuto de
una final de Copa, habríamos llamado a un guardia.
Tres goles, tres,
se llevó un Valencia digno y peleón, bien plantado el primer tiempo y rendido
el segundo al empuje de Diego Costa y la fe general del grupo. Uno no recuerda
un Atleti tan convencido de sus posibilidades y tan dominador de la psicología
de los partidos, tan capaz de transmitir a la grada que sí, que por empinada y
embarrada que sea la cuesta, hay tracción para llegar arriba.
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Partido a partido
“Partido a
partido”, dice Simeone antes de cada
encuentro y “partido a partido” repiten los jugadores a coro tras cada
victoria, empate o derrota. “Partido a partido”, dice la prensa en un alarde de
inventiva y “partido a partido”, dice la grada. La grada dice “partido a
partido” y piensa, al mismo tiempo, si no es ya momento de mirar un poquito más
allá, de darle un poco de vidilla a la imaginación y al optimismo. La afición,
reunida en bares y rara vez en museos, habla del equipo, de la capacidad de
sufrimiento y la fe de los jugadores, de la cantidad de balones que recupera
Gabi, del cambio asombroso de Filipe Luis y Juanfran, y cuando dice todo esto
la afición sonríe. Habla luego del andar zambo de Arda Turán, de las roscas de
Koke, de los últimos partidos de Tiago y de la explosión Raúl García, y la
afición se viene arriba. Pero cuando habla de Diego Costa y su lagarterana
marca registrada, de su gol por partido, de su pelea con los defensas rivales y
esa forma tan suya de apoyarse en el cuerpo de los centrales para bajar el
balón y controlarlo, es complicado parar el optimismo. Ahí seguimos, dice la
afición, quién nos lo iba a decir, en diciembre y ahí seguimos. ¿Y si el tema
sigue así, oiga? ¿Y si empieza a flojear tal rival y tal otro, eh, qué me diría
entonces? ¿Y si el Atleti no afloja, que no tiene pinta de aflojar? ¿Eh? ¿Eh? ¿Entonces
qué? ¿Entonces qué, oiga?
Y entonces,
entonces, oiga, siempre hay alguien en el bar que enfría el ambiente. “Partido
a partido”, dice en enfriador sensato, “partido a partido”, dice, como si la
euforia del bar pudiera contagiar a la plantilla y hacerle mal. “Partido a
partido” se van repitiendo a sí mismos los participantes, calmándose unos a
otros, rebajando la euforia hasta el optimismo moderado y, de ahí, al pragmático
escepticismo cholístico. “Partido a partido”, se conjura la afición en el bar y
en la grada, consciente de que ella también juega, que con ella también cuenta
el Cholo para ganar el siguiente partido, para rebajar la euforia y el
optimismo de los jugadores, para no rebajar la concentración ni la humildad.
“Partido a partido”,
dice responsable y conjurada la afición cholista empedernida, aunque por lo
bajini piense, como en el cuento de Monterroso, “cuando el Barça despertó, el Atleti todavía estaba allí”.
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Ayer vino al
Calderón de visita Ujfalusi, que se nos retira del fútbol. La retirada del
fútbol de Ujfalusi ha sido una mala noticia para los aficionados, pero muy bien
recibida por los delanteros rivales, las maduritas interesantes y los
fabricantes de hachas. Cosas de las retiradas.
Ujfalusi, que
estuvo tres años en el Atleti, dejó un recuerdo estupendo. Tipo duro y
sonriente, buen central y lateral, será recordado por los que le vieron poco
por haber dado un pisotón dolorosísimo a Messi; aquellos que vimos más a
Ujfalusi no le tenemos por jugador violento o sucio, sino por un tipo duro y
noble con el que mejor no cruzarse por la banda después de haberle hecho un feo
a un compañero. Los que sí vimos a Ujfalusi y no hablamos de oídas recordamos
más bien sus subidas por la banda, su arrojo para sacar balones del área y esa
extraña conexión con la grada del Calderón, que tardó cinco minutos en acogerle
como uno de los suyos, aproximadamente el mismo tiempo que Ujfalusi tardó en
demostrar que eso era exactamente lo que era. Desde esos cinco minutos, el
Calderón estuvo del lado de ese checo recién llegado que sonreía de oreja a oreja
a los rivales a modo de bienvenida intimidatoria, esa sonrisa hiela-corazones que
sólo Sir Gawain, caballero de la Mesa Redonda con fama de mujeriego y
borrachín, era capaz de esbozar justo antes de que empezara la batalla cuando
el resto de caballeros, mucho más respetables y comedidos, apretaba las
mandíbulas y tiritaba de miedo.
En días de
partido duro, la sonrisa de Ujfalusi levantaba el ánimo de la grada y asustaba
a los rivales y, ya de paso, a Jurado, que pedía a voces una mantita. Ujfalusi
fue de los nuestros desde el día en que llegó, y no sabemos si fue así por tener
esa pinta de guerrero suevo, por no rehuir nunca la responsabilidad ni la
pelea, por encarnar el espíritu de los defensas legendarios del Atleti o por no
achantarse cuando la cosa se ponía complicada. Ujfalusi casó bien con la grada
del Calderón y quizás no tan bien con este fútbol bajo en calorías y alquitrán
de manotazos fingidos y lesiones simuladas que nos ha tocado vivir. Por
desgracia, los que crean opinión en este país tan raro tienden a ver más bien poco
todo lo que no huela a Barcelona o al tercer equipo de la Capital, así que para
la mayoría de la crédula audiencia radiofónica, Ujfalusi fue un salvaje. Así lo
dijo en una ocasión Salvador Sostres, ese humorista, lo que viene a reafirmar
que estamos en lo cierto: cuando uno piensa exactamente lo contrario que
Salvador Sostres, es porque lleva razón.
Ujfalusi se
retira y uno cree que no le faltarán ofertas de trabajo. A estas horas es sabido
que su caché sube y sube para aparecer por sorpresa desde el interior de tartas
de cumpleaños de treintañeras de buen ver. Sabemos también de ofertas de empleo
para ser probador de sierras mecánicas, modelo de chalecos de cuero, figurante
en Braveheart 2, responsable de seguridad de bares heavys, guía de montaña por
los fiordos noruegos y catador de cervezas con vodka. Sea cual sea la deriva
profesional que tome el gran Ujfalusi, esperamos verle a menudo por la grada
del Calderón y, si hay suerte, ser testigos de su último gran servicio a la
afición colchonera: un combate a muerte en ring-jaula de valetudo contra el ministro Montoro.
Salve, Tomás I,
que tenga Vd suerte. Vuelva Vd pronto por casa y pásese a saludar cuando quiera.
28 comentarios:
Qué bueno leerle de nuevo, compadre.
Partido a partido, como dice El Cholo, pero ganándolos.
Grande Thomas, al que me encontré en una cola para subir a un avión a Praga hace años y, armándome de valor, me atreví a pedirle algo tan banal como un autógrafo para mi hijo, en aquel momento de 5 años, explicándole que me disculpara molestarle por la ilusión segura que le haría. Me regaló una gran sonrisa, me pregunto el nombre del chaval y le escribió un párrafo entero de exaltación atlética.
Viva el Maestro. Viva Ujfalusi. ¡Viva el Cholo Simeone!
-¡Viva!
-¡Viva!
-¡Viva!
Hacía mucho tiempo que no veía un equipo tan trabajado como este Atlético. Se me acaban los calificativos...
Grande Ujfa. Gente agradecida y digna de recuerdo.
Buenos dias.
Por vivir alejado de la capital, bajo poco por el Calderón. Al partido contra el Valencia acudí lleno de ilusión por ver de nuevo al equipo-apisonadora en el que se ha convertido el Aleti. En el descanso, tras la insulsa primera parte, mis jóvenes compañeras de asiento, que sí acuden a todos los partidos, estaban algo preocupadas por la deriva que podría coger el partido. De manera increíble, fue el que suscribe el que les transmitió confianza, les recetó tranquilidad y les encomendó al Cholo: "Tranquilas y confiad, que el Cholo sabe lo que hace". Esto se consideraría un milagro en sí mismo dada la idiosincrasia del "consejero", tendente a hacerse la manicura con los dientes en cada partido del Aleti. Pero ahora ya no. Y el caso es que el discurrir del choque, una vez más, me dio la razón, como muy bien ha narrado usted, don Carlos. El Valencia fue liquidado en un santiamén como si nada, y que pase el siguiente. Lo dicho, ahora que llega la Navidad, ¡un milagro!
De todos modos yo discrepo un poco tanto de lo de "insulsa primera mitad" que dice don Christian, como de lo de "incómodo y espeso" que dice el Maestro. Fue un magnífico partido del Atleti (otro más) a lo largo de 90 minutos. No olvidemos que el Valencia también juega y cerró espacios bien. Aún así, en la primera parte, no inquietó jamás la meta de Cuantró y se pudo ir al descanso, tranquilamente, con un dos a cero. Y añado: el fútbol tanque de la segunda parte, si se fijan, también tiene que ver con el desgaste de la primera.
En fin, por comentar algo, que aqui parece que sólo nos explayamos (los comentaristas) cuando el Atleti va a la deriva.
eso eso que no dicen Vds ya nada...
de todos modos, no es el primer partido en el que el Atleti hace lo mismo, es decir, un primer tiempo discreto y un segundo tiempo potente y machacón. Sabiendo lo mucho que trabaja las cosas Simeone, no parece casual
Desde luego. Sinceramente creo que, como atléticos, vivimos momentos históricos, en lo futbolístico. Cholo nos ha hecho un equipo que ni siquiera habíamos soñado. Baste el ejemplo de Tiago, de cuyo desahogo nos habíamos quejado todos, empezando por el Dottore. Pues míralo ahí, dando un curso, partido sí y partido también, de colocación, concentración, anticipación, pierna fuerte y hasta remate.
Y al lorito que mañana juega el Torete.
Creo que dice bien don Carlos cuando afirma que no es casual que los primeros tiempos se jueguen, si puede expresarse así, sin meter más allá de la cuarta velocidad. No sé a ustedes, pero a mí me ha llegado a parecer que el equipo se dedica a entrenar y repasar los ahora llamados automatismos defensivos durante un tiempo, hasta que el Cholo toca a rebato y comienzan a apisonar al contrario. También existe la versión contraria, cuando primero apisonan -el día del Oporto, el Athletic...- y después el equipo se dedica sobre todo a defenderse, eso sí, de forma excelente. En fin, el Cholo sabe lo que hace y porqué lo hace. No tengo ninguna duda.
Yo tampoco creo que sea casual. Yo creo que lo de partido a partido se lleva al extremo en la preparación táctica del mismo. Si hay que salir a morder, se sale. Si hay que machacar físicamente al contrario, haciéndole correr de un lado a otro del campo sin poder tirar un tiro a puerta, se hace, y una vez desesperado, empezar a empujar hasta que el gol caiga de maduro.
Es un equipo muy físico y muy flexible en lo táctico, sin florituras superfluas.
Una gozada, vaya...
Buenos dias.
Otro valor crucial del Atleti del Cholo es la ínfima cantidad de situaciones de gol que nos crean. Quitando la primera parte del Oporto en el Calderón, no recuerdo ahora mismo a ningún equipo que nos haya creado más de dos o tres ocasiones de gol en todo el partido.
Vayamos a los números:
25 partidos.
20 victorias.
4 empates.
1 derrota.
63 goles a favor.
13 goles en contra.
Una barbaridad.
Buenas tardes
Gabi ha ganao un partido en 20 minutos. Serán los calamares, pero, en el momento de saltar al campo el Capitán he tenido una ensoñación de un partido de solteros contra casaos, en la playa, en el que, de pronto, entra un futbolista profesional...
Yo no he tomado calamares, Don Libros, y he visto lo mismo.
Primer partido del Cholo de sesteo total. Hasta que ha salido el Capitán. Lástima por algunos suplentes a los que vamos a necesitar si queremos estar al final en la pomada sin fundirnos. Qué oportunidad han perdido Adrián, Baptistao, Insua, Cebolla. Hasta Oliver me ha parecido un tanto superclase insustancial...con perdón.
Lo de Adrián es más que preocupante, sigue lejos de volver a la senda del que fue
Rechazo la hipótesis de la posesión demoníaca. El diablo le tiene miedo a Diego Costa.
Si no me engaño el Ufo Ujfaluši tiene un peinado mucho más sobrio, con incluso entradas de persona de bien.
(tengo enfrentamiento de champions en familia, que conste)
Oliver me encanta, tiene mucha clase, y mucho futuro.
Dicho esto, a mi me parece que no está todavía para el futbol de dos rombos del Cholo y del Atleti.
Lo poco que le pone el Cholo, yo lo entiendo. Al chaval le falta hacerse, hay que dejarle. Quisiéramos que estuviera, pero no está. Unos se hacen antes y otros más tarde. Aquí hemos visto al Niño romper a los 17 y a Costa y Koke más tarde.
Pero tengo que decirlo, de momento, el chaval esta verde, verde. Y no lo digo solo por hoy, sino por el conjunto de lo poco que ha jugado esta temporada.
Está a tiempo de que me trague mis palabras. Nada me gustaría más, y confío en ello.
Yo, al que veo mal mal, es al Güaje.
Y me duele, porque me cae bien el hombre.
Sin velocidad, físico o pegada. Mayor.
El nuevo Raul Gonzalez.
Sin que sirva de precedente, estoy de acuerdo con el notas del sombrerito.
Y discrepo mucho de don Abantos. Como mucho, Óliver está un poco verde. A mi, por ejemplo, ayer me pareció el mejor de los solteros contra casados: dio un pase largo con la zurda casi inverosímil por lo bueno y bonito e hizo una jugada de superclase mundial, sólo al alcance de él, que obligó al portero a hacer la parada de la noche. Le veo progresando muy adecuadamente y, además, en las mejores manos posibles.
También me gustaría hacer otro comentario sobre el "partido" de anoche. No es lo mismo, ni siquiera se parece, presentar un equipo plagado de suplentes que un equipo formado por todos los suplentes juntos, para cumplir un trámite resuelto en la ida ante un rival de inferior categoría. No sé si me explico. Eso no se puede juzgar como un partido, sino como un entrenamiento con público, para que el Cholo y el Mono estudien detalles. Por ejemplo, que Aldecoa va cogiendo confianza, que Manquillo tiene mucho recorrido, que el negrito está bastante perdido, que al chaval de la cantera ese mediocentro le viene gigante, que Insúa cumple o que el Cebolla sigue obcecado. Dos jugadores merecen mención aparte: Adrián, al que yo veo en el buen camino, con tanta facilidad para irse como para fallar goles (característica suya de toda la vida) y Baptistao, que es, para mi gusto, el que queda señalado claramente anoche. Mucho me extrañaría que no estuviera fuera en enero.
PD: Dottore defínase y déjese de eufemismos.
PD2: Buenos días, me voy a tomar tapas frente al mar.
...y, ahora yo me sorprendo a mí mismo estando de acuerdo con el Belmondo este...
Extraño asunto.
¿Y esto?
http://www.marca.com/2013/12/19/futbol/equipos/atletico/1387476404.html?a=09699ca9dd8ffcff0b2bb26efa461420&t=1387492001
¿Qué se pretende con esto?
Es una cuestión de sentimientos.
A mí, después de verlo, me han entrado ganas de matar a alguien, de hacer daño, vaya.
Creo que estas cosas deberían ser denunciables en un Juzgado.
Mamarrachos!
yo no estoy seguro de entenderlo
Es que semejante gilipollez (con perdón) es inentendible.
Pues eso, principio básico en la Publicidad , que se entienda el mensaje.
Además yo veo caricaturizacion del aficionado atlético y victimismo
Y no sale el Cholo.
Es que no se entiende.
(efectivamente)
Vamos Atleti!
Maravilloso post.
A sus pies, siempre.
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