Llegaba el Atleti
a Valladolid tras unos partidos más bien malos en los que se habían encajado
más goles de los deseables y se había dado una imagen que pensábamos olvidada
tras la llegada del Cholo, aquél día del descenso de los cielos rojiblancos
directamente al banquillo del Calderón entre el sonido de trompetas celestiales
y bandoneones de barrio. El Atleti de este año nos traía malacostumbrados,
habituados a partidos asombrosos y golpes de autoridad, a batallas controladas
desde el principio o perdidas con honor y salvando banderas y estandartes, a
ver jugadores condenados al deshecho de tienta llevar galones y medallas para
sorpresa de todos. Pero en los últimos partidos (Bilbao, Vallecas, en el
Calderón contra el Rubin Kazan y algún otro) volvimos a ver al equipo sosaina y
sin personalidad que jugaba semanalmente en el Calderón hace unos años, cuando
aún contábamos con Torres y con un equipo formado clara e inequívocamente para
desesperarle y venderle encogiendo los hombros encogidos y expresión de qué le
vamos a hacer, los jugadores juegan donde quieren, no pudimos retenerle aunque
quisimos pero, eso sí, sacamos lo suficiente para forrarnos el riñón de oro
puro. En los últimos partidos una lucecita débil pero molesta nos cegó y nos
hizo caernos del Dos Caballos, y se nos
apareció ese Atleti sin sustancia de Ibagaza, Novo y Musampa, el Atleti malaje
de Luccin y Maniche, el Atléti pusilánime y caótico de Manzano y hasta el
Atleti rotativo y sin forma de Quique Flores y su bufanda, o quizás fuera de
José Luis y su guitarra o incluso de María Jesús y su acordeón.
Pero la memoria,
como el café americano, es floja y la costumbre, como las vacaciones, hace que
veamos las cosas de manera diferente a como realmente son en cuanto se repiten
unos cuantos días. Porque ese Atleti asombroso que ha batido records recientes
de victorias en Europa, de victorias en casa y de lunes mirando por encima del
hombro a los compañeros de oficina estaba formado por los mismos jugadores que
a inicios de la temporada pasada nos parecían un batallón cochambroso destinado
a pelear como mucho por entrar, de refilón y metiendo barriga, en el pasillito
estrecho de la Europa League. Hace no muchos meses Filipe Luis Filipe era un
jugador pusilánime y posiblemente acabado, Mario Suárez era la fuente de
innumerables cabreos, Arda desaparecía y hasta nos recordaba en ocasiones, por
lo disperso, a Reyes. Juanfran era un
extremo que no se sabía muy bien qué hacía en el equipo, Godín era una garantía
de disparate por partido, Gabi un repescado que no generaba ninguna ilusión,
Koke un canterano que no rompía ni parecía que pudiera romper, Diego Costa un
jugador inclasificable salvo para psicólogos y/o parapsicólogos y Falcao, anunciado en los video marcadores
antes incluso de arreglar el papeleo, un delantero voluntarioso y torpón que
debía justificar el dineral pagado por él en una operación turbia forjada en
los bajos fondos (de inversión).
Algunos de estos
fantasmas, que pensábamos exorcizados por el Cholo en plan Padre Pilón
rojiblanco, se han vuelto a aparecer en los últimos partidos. Juanfran, en un
año malo (por más que contra el Valladolid dio algún motivo para creer en la
resurrección) parece lejos de ser quien fue hace tan solo unos meses; Filipe
Luis ha estado a punto de recuperar el Luis inicial tras varios partidos más
grises en los que sólo ha jugado medio tiempo al nivel que nos tenía
acostumbrados. Godín ha hecho pareja con el Cata y, vistos los resultados, hay
quien les recomienda dedicarse al cobro de impagados en el sector del hilo de cobre
robado. Falcao anda triste tras la lesión, Mario ha perdido el sitio con Tiago,
Arda ha hecho partidos para el olvido desde que se postuló a jugador de equipo
campeón de Europa y Adrián no es ni la sombra de su propia sombra en día
nublado y anda despistado, sin fuerza ni mordiente, en parte aterrorizado y en
parte desmotivado.
En el fondo, lo
que ha ocurrido es que el equipo ha mostrado sus costuras tras varios meses con
el pecho hinchado hasta el máximo de su capacidad pulmonar. Tres competiciones
son quizás muchas para una plantilla como la del Atleti, que cuenta con un segundo
portero más que desafortunado, un central de repuesto que da tanto miedo al delantero
rival como al aficionado propio, un
lateral izquierdo suplente de circunstancia y sin pompa y unos cuantos
jugadores más que impiden que, sin los titulares y con los rotados, el equipo
sea la sombra de sí mismo. El bache del Atleti no es una sorpresa, porque lo
realmente sorprendente es la enorme temporada hecha hasta ahora. El Atleti ha
dado mala imagen en los últimos partidos, sí, pero casi diría uno que hasta se
lo puede permitir. Segundo en liga con unos puntos que le harían candidato
serio al título en una liga normal y con opciones de pasar a la final de Copa
(sufriendo, eso seguro), el Atleti ha flojeado lastimosamente en la Europa League
y ha visto como un equipo limitadito y en pretemporada le ha casi sacado de la
competición de la que es campeón. El bajón, por cierto, coincide en el tiempo con
el bajón de otros años porque, como saben bien los atléticos de pro, en los
últimos años Enero y Febrero son meses en los que al Atleti le cuesta
especialmente ganar puntos y se le da bien echar por la borda el trabajo hecho
hasta el momento (dicen las malas lenguas que por problemas a la hora de
cobrar). Confiemos en que no sea así este año.
De los irregulares
partidos de las últimas semanas quedan varias cosas claras: no hay plantilla
para jugar al mismo nivel todos los partidos, es necesario más y mejor
banquillo para poder responder en todos los torneos, el equipo es competitivo (¡y
a qué nivel!) si juegan los titulares y, aún con ellos, fuera de casa se sufre
de lo lindo cuando el rival es sólido y peleón. También hay otras conclusiones:
con lo que hay dentro y fuera del banquillo, la temporada que está haciendo el
Atleti es simplemente fantástica y el responsable lleva corbatita fina, el pelo
muy corto y el cutis craterizado.
____
En estos días de
zozobra atlética, que confiemos hayan acabado gracias al partido de Valladolid,
han emergido dos protagonistas por los que hace no demasiado tiempo el que
suscribe daba bastante menos de un duro; con gusto procede éste a la ingestión
de sus propias palabras en los próximos párrafos.
El primer
protagonista es Diego Costa. Diego Costa, jugador de fútbol con cuerpo de
jugador de balonmano y cara de malo de película de Sergio Leone (copyright Dr
Caligari) lleva años jugando en equipos españoles, luciendo estilo embarullado
en el control del balón y malos modos en la relación con los rivales. Diego
Costa tiene cara de haber salido del mismo penal que el Cata Díaz y quizás esa
cara de malo y la poca esperanza de no tenerla aún vestido de marinero o
pastorcillo le han hecho creerse un super-villano del área, un jefe de Mara
guatemalteca, un sicario de familia mafiosa de medio pelo de Newark, New
Jersey. Cuando Diego Costa traslada al campo su vocación de hacer ofertas que
los rivales no puedan rechazar copa los telediarios con escupitajos, amenazas,
pérdidas de papeles y tarjetas de varios colores. En esos momentos a nosotros,
que somos de Gárate, Diego Costa nos da vergüenza ajena y nos irrita, nos
inflama y nos molesta, nos dan ganas de mandarle de portero al Bada Bing y quitarle
la licencia de futbolista.
Pero hay otros
días en los que Diego Costa, quizás por no haber cenado picante o por llevar
ropa interior más holgada, por haber leído sonetos de contenido místico o églogas
bucólicas (o pastoriles) se centra en lo que se centra y entonces se convierte
en un jugador vital. Esos días Diego Costa se enseña a los compañeros y busca
una y otra vez entrar por una banda, por otra, llevarse el balón a trompicones
o en carrera. Retiene el balón de espaldas a la portería y ya pueden venir tres
o cuatro centrales armados con aperos de labranza prestos a quemarle en una
pira que Diego Costa no suelta el balón y espera a un compañero. Diego Costa
facilita a Falcao el espacio, de igual forma que Falcao facilita el espacio a
medio equipo gracias a su poder magnético para los marcadores; también ayuda a
la segunda línea a llegar con más opciones, retrasa la salida del balón del
contrario y deja sin aliento a los centrales tras veinte minutos de juego. Esos
días Diego Costa sí nos gusta, sí nos aporta, sí nos vale para nuestro equipo y
hasta Gárate, la referencia que hay que buscar en todo dilema moral, pondría en
su equipo al Diego Costa combativo pero lejos de la delincuencia que vemos en
algunos partidos.
Esos días se
diría que Diego Costa, niño acomplejado por tener cara de malo desde el día del
bautizo y hacer llorar a las monjas el día de la Comunión, adolescente
atormentado por crear el pánico entre sus primeros amores de barrio, joven
inadaptado emperrado en hacer pagar al mundo el hecho de tener cara de llevar
poncho mexicano, sombrero de ala ancha y comer judías directamente del puchero
con una cuchara de madera, topó por fin con la horma de su zapato: un entrenador
que antes fue jugador de mandíbula apretada, choque fácil, temperamento
incendiario y unas ganas de ganar mayores que sus ganas de pelea. También en
esto hemos tenido suerte, oiga.
*
El segundo
protagonista es Gabi, nombre que se antoja corto e insuficiente para Gabriel
Fernández Arenas, capitán del Atleti, ahí es nada. Gabi, que es del Atleti
desde chico, no ha sido hasta hace bien poco el Gabriel con todas las letras
que ahora tira del equipo en los momentos malos no sólo a fuerza de casta y
carácter, sino también de calidad cuando hace falta.
De Gabi llevamos
oyendo hablar en el Calderón mucho, muchísimo tiempo, y durante un buen puñado
de años le vimos lejos, en Zaragoza, y no habríamos apostado en ese momento por
su importancia actual para el equipo, sus galones y su fiabilidad. Gabi, que destacó
en las categorías inferiores del Atleti y jugó en las mismas categorías de la
selección española estuvo llamado durante varios años a ser el tipo que daría
al centro del campo una referencia de la casa. Nunca lo consiguió, aunque le
esperamos, nunca se hizo con el sitio ni convenció del todo a la grada, que
esperaba de él al heredero de los centrocampistas colchoneros de oficio y
calidad de los ochenta. A Gabi le pasó lo que parecía que le podía pasar a Koke
hasta esta temporada, que no encontrase su lugar en el equipo sin saber muy
bien por qué, que no terminara de romper, de soltarse, de dar lo que podía.
Gabi se fue al
Zaragoza y ahí, poco a poco, fue cogiendo confianza y madurez pero nosotros no
lo vimos en directo, sólo en resúmenes, sólo de vez en cuando en los partidos
de casa. El último año en el Zaragoza fue capitán y jugador importante, y
pensamos que ahí había tocado techo. Y entonces volvió, y cuando volvió no nos
hizo demasiada ilusión y el que suscribe, que es tonto, le llamaba Grabi. Nos
sonó a relleno, a fichaje de circunstancias, fichaje de no nos queda otra, no
crean que a nosotros nos ilusiona, ya quisiéramos nosotros traer a Rosicky o a
otro igual o mejor que Rosicky, oiga. Y volvió Gabi y, poco a poco, nos dejó
claro que había vuelto hecho y derecho, con oficio y con personalidad, lejos
quizás del futbolista fino y pinturero que en su momento esperábamos pero cerca
del jugador curtido y con presencia que el equipo necesitaba.
Y con Simeone,
como Koke, como tantos otros, Gabi fue el Gabi del que ahora no podemos
prescindir. Gabi es el primero en la presión y en la recuperación, el primero
en dar voces a los compañeros para que no pierdan el sitio, el primero en
recordarle al árbitro que el rival que acaba de hacer falta ya lleva tres. Es
también el primero cuando el equipo visita una escuela de fútbol o un hospital
infantil, el primero en llegar a la bronca monumental que acaba de formar Diego
Costa, el primero en celebrar como loco un triunfo, como lo celebraría un
hincha más. Gabi roba balones y entra al choque a cortar contraataques, y a
veces lo hace de forma acelerada y le da un pase fácil a un rival y corre como
un loco a solucionar el problema que acaba de crear. Gabi no es el apuesto teniente
recién salido de la academia que duda en momentos cruciales, sino el capitán
experimentado y cascarrabias que cuando la cosa se pone fea agarra el
estandarte y saca de la trinchera a patadas en el culo a toda una compañía, que
se lanza tras él donde él diga. Gabi, en fin, con sus fallos inoportunos y sus
buenos pases largos, con sus momentos de aceleración y sus arengas en pleno
partido llamando a la presión de todos los compañeros como quien se juega el
honor de la brigada entera, actúa como algo que hace tiempo que no se veía en
el Calderón: como un capitán.
Gabriel Fernández
Arenas, Gabi, que no es el más talentoso ni el más pinturero, ni el más mediático
ni el más popular, es un capitán con todas las letras de la palabra Gabriel,
que es más larga que Gabi de aquí a Zaragoza. Todo el respeto del mundo para
Gabi, todo.
25 comentarios:
(Ayer Gabi jugó sin ojo morao)
Casi da más miedo la descripción de D.Diego Costa, que verle comer espárragos.
No recuerdo si hemos ganado algún partido importante con el Cata en el once, espero que el Cholo se ilumine en Sevilla y ponga de central a Tiago como hizo en los minutos finales del jueves pasado.
D.Gabriel Fernández Arenas está para ser titular en la selección, muy por delante de la G.de Tolosa. Merecidísimo y muy esperado su homenaje. Gracias.
Ya que aparece por aquí don qsP, les comento una cosita que leí en otro foro pero que me hizo hasta ilusión imaginar. Es que si hubiera estado Luis Amaranto todavía con nosotros, la desgraciadísima jugada del último minuto no acaba en gol, seguro que hubiéramos asistido a una de aquellas gloriosas carreras y corte de balón del colombiano.
Y en Rusia, Vds creen que sacaremos el equipo ganador e intentaremos pasar, o que no?
Me da la impresión de que en Moscú va a haber muchos cambios, pero los que salgan van a hacer lo indecible por pasar.
A mí no me sorprendería nada que lo lograran.
Y sí, Gabi esta haciendo una temporada extraordinaria.
Merecedora de todos los elogios.
Bueno, pues pregunta respondida, telepatía total entre el Cholo y don JR.
http://www.marca.com/2013/02/19/futbol/equipos/atletico/1361267752.html
Ojalá tuviera yo esa confianza de Vds, aunque bueno, con el Atleti nunca se sabe, y del compromiso desde luego no dudo.
Ocho titulares en casa, siete canteranos..., yo aún diría más, creo que la Europa League este año no interesa y, si nos eliminan, casi como que se agradece. Y en el partido de ida pudo apreciarse. Ese partido no cuadra en la temporada. Todo fue "raro".
A ver si los canteranos hacen el partido del siglo, pasamos, y al dúo sacacuartos les dan un buen disgusto.
Como sabe, Don Dueño, coincido totalmente en su visión respecto a Gabi.
Recuerdo que, cuando salió del filial, se le publicitó mucho antes de tiempo: como "socio ideal de Torres", como "superclase en ciernes", etc, etc ... Esas cosas que hacen los picus y manoletes y que, normalmente, fastidian bastante al joven y barbilampiño canterano.
Véase si no el Caso Oliver Torres, alias "La Panacea", a quien tanta gente -con "el atleticólogo" a la cabeza- ha vendido como el nuevo Dirceu. Pero no dentro de tres-cuatro años, no, sino ya.
Y como Gabi, para más inri, hizo una notable temporada como cedido en Getafe ... a su regreso se le puso, no el listón de chavalín que empieza poco a poco, sino el de la reencarnación de D. Eugenio Leal. Y se estrelló, claro.
Así que, su triunfo, es un fantástico canto a la persistencia y al amor propio. ¡Viva El Capitán!.
Por cierto: mañana, damos la cara.
yo aún diría más: mañana pasamos y se encumbra Saúl
¿A que lo clava Don Dueño?. ¿Qué se apuestan?.
Buenas noches.
Merecidísimas las palabras sobre nuestro caapitán. Da gusto cuando a uno se le llena la boca diciendo esas dos palabras. Parece que ése del cutis craterizado, más allá del milagro que está realizando en lo deportivo, ha vuelto a instaurar pequeñas y sanas costumbres, como el respeto por una camiseta o por un brazalete.
Yo les voy a dar un nombre. Gallas. Vi a ese muchacho con 10 años hacer cosas increibles. Sabía que llegaría lejos y nada me gustaría más que fuese en nuestro equipo. Y total, el listón del Cata está tan bajo...
Saludos.
Buenos y optimistas dias,.
¡aupa atleti!
No pasamos, pero me ha gustado Saúl.
Efectivamente, encumbramiento tal vez no, pero que tenemos en Manquillo y Saúl, a otros dos canteranos de tronío en ciernes ... ¡vaya que sí!.
¡Buenos y enfadados con los catastrofistas atléticos días!.
¿Qué pasa, señores?
Imperdonable, Maestro, se me había pasado leerle, como es usted tan inconstante últimamente...
Pues muy bien, ¿eh? Magnífico, como siempre. Yo también dudé de Gabi, lo reconozco de rodillas y con orejas de burro.
Y que Dios y don Vito, me perdonen, pero ese Tiago que veo ahora, podría ser mi hermano, incluso. Otro transfundido con 250 cls de la Sagrada Sangre del Cholo.
Aprovecho para saludarles. Nos vemos aquí mañana por la noche para comentar otro excelente partido de nuestro Atleti.
PD: El partido del domingo pasado de nuestro pendenciero de Lagarto favorito, de nuevo, para enmarcar.
Atleeeeeeeeeeeeeeeeti!!!!!!
Aparte de para suscribir las palabras de Mr. Mondo, como es sagrada tradición (¡Y que Viva Siempre el Frente Omeggy!) ...
... En el polo opuesto, pues es lo contrario al acervo cultural de esta santa Casa, debo reconocer que me gustan, perdón, me encantan, las botas naranjas de Ardartista Turan.
Anticipo de la batalla de mañana
Las orejas de burro son las suyas. No se dejen engañar.
Viva Lagarto!
Pues ya andan diciendo los de las peñas del equipo que ayer pasó a la final de Copa que si pasa el Atleti la sede puede ser Valencia o Barcelona, con tal de que no sea el Calderón, que donde tocaría.
Pero qué repugnantitos son los de ese equipo, por Dios!
Es tremendo lo de las repeticiones.
No se ve el partido.
Estamos cediendo demasiados corners.
Otra final.
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