Debutaba el
Atleti en Champions tras la excelente temporada anterior y buen inicio de la
presente, y en los alrededores del Calderón había una extraña placidez. No
había tensión ni había demasiados gritos, no había nervios ni sensación de día
grande, había más bien de partido de trámite, de los de hoy también ganamos, de
los de cómo lo ve Vd, yo bien, bien, hoy lo solucionamos fácil, oiga. Puede ser
que la mayoría de la afición del Calderón no conociera los peligros potenciales
del Zenit (tampoco el que suscribe, que sí tuvo a bien informarse unos días
antes para llegar a la conclusión de que lo que venía no era una perita en
dulce), o bien que la solidez del equipo, la entrega, los buenos resultados y
la solvencia con la que se despachan partidos complicados en los últimos días
haya calado lo suficientemente hondo en la afición del Atleti como para
llevarla a otros tiempos. Porque el ambiente que había ayer en el Calderón no
era el de un estadio que va a ver a su equipito medirse con los mayores, ni el
de una afición dispuesta a convertir cada partido de Champions en una fiesta de
las de no olvidar por si la cosa dura poca. La gente no fue al campo a ver un
partido que era ya de por sí un premio, ni a hacerse fotos en las que se viera
el logotipo de las estrellas para conservarlas en el cajón de la mesilla, junto
a las entradas de los días grandes, la tarjeta de claves del banco y la medalla
de oro que le regaló el abuelo el día del bautizo. No. La gente fue al campo
tranquila y confiada, a ver ganar al Atleti, con la misma actitud,
predisposición y sensación que teníamos los que, de niños, íbamos siempre a ver
al Atleti ganar, rara vez empatar, ocasionalmente perder contra equipos que lo
merecían y alguna vez con alguno que no. La afición va a ver al Atleti, sea a la
Champions o a la Liga, con la misma sensación que teníamos en los tiempos en
los que colgaba esa pancarta que ponía “Hoy también ganamos”, con confianza en
el equipo y con la certeza de que, para ganar al Atleti del Cholo, Gabi y Koke
hay que hacerlo muy bien, sudar sangre, tener suerte y contar con que los
nuestros tengan un día extrañamente deslucido.
Salió el Atleti
al campo la mar de tranquilo y salió el Zenit con una camiseta que unos veían
azul y otros verde. Es azul, decían unos, no, es verde, decían otros; es azul
tirando a verde, como aquella camiseta hecha de cortina de baño que una vez
trajo el Betis, decían algunos con gran memoria cromática; es verdeazulada,
como las algas cianofíceas, ideales go-gó, decían otros, declarados fans del
Chico Más Pálido de la Playa de Gros. La discusión se zanjó al sacar un señor
una pantonera de bolsillo y no se volvió a hablar del tema. El Zenit vino pues
así, aturquesado, si bien más azulada vino su afición, agrupada en un fondo
reservado sólo para ellos como si fuera una zona de seguridad, y también en
grupos sueltos por las gradas, dos allí, tres allá, cuatro acullá. La afición
rusa se mostró amable y correcta, y esto uno no sabe bien si se debe a su
voluntad deportiva y visitante o al mismísimo carácter ruso, todo un misterio
para el que suscribe, que es tonto. Un ruso aislado resulta raro de tratar, no
me lo negarán, y no sabe nunca uno si está enfadado o de un humor buenísimo, si
es cordial o le importa un pimiento agradar al resto, si ha bebido vodka o lo
hará en un rato. Sin en vez de un ruso hay tres o cuatro la duda se multiplica
y ante la visión de un grupo de rusos, uno sólo alcanza a confirmar la
clasificación capilar de la raza rusa: rusos sólo hay calvos, como Gorbachov,
con pelazo como Stalin o con pelo lacio y churriguetoso como Karpov. Pocos
rusos escapan a estos tres genotipos, hay pocos rusos con entradas, casi
ninguno con cortinilla, son escasas las coronillas encubiertas y sí son
frecuentes las calvas totales, los pelazos ondulados con textura de capa de
jabalí y los flequillos desvaídos y grasientos. Y esto no lo digo yo, que lo
dicen los científicos de la prestigiosa Russian Traditional Hairstyle
Preservation Society.
La afición rusa
se mezcló en algunos bares con la afición local, y esta última les miraba con
una mezcla de curiosidad y prevención, esa mezcla que producen los rusos fuera
de Rusia, sobre todo a los pueblos latinos. Inquietantes, algunos rusos cenaron
jamón, café con leche y zumo de naranja, que lo vio el que suscribe sin saber
bien si alertarle al ruso de que normalmente eso por estos lares se toma de
desayuno o hacer un vídeo de tres minutos. El ruso se acabó el café, pidió la
cuenta, pagó con un billete de 500 euros y se fue tan campante al hotel a
pensar en Rusia y su futuro, desvelado hasta las tantas por el relajante café
con leche. Esta impactante imagen se repetirá en la memoria de todos los que
asistieron al inusual ágape durante años, y posiblemente sirva como referencia
para recordar el cómodo partido de ayer dentro de muchos años. El Zenit, sí,
dirán los aficionados, el Zenit vino al Calderón vestido así como de verdecito
y creo que ganamos fácil, no sé si dos cero o tres uno, sí, un partido cómodo
pero sin historia, aunque, eso sí, luego algunos vimos a un ruso cenar jamón,
café con leche y zumo de naranja y al menos tres si no cuatro tuvieron que ir a
un psicólogo durante meses.
El Atleti empezó
controlando el partido y empujando a los rusos hacia su área, lejos de la
portería propia y buscando huecos por donde no los había. El Atleti salió con
Villa solo arriba, con Adrián a un costado y Arda al otro y con Gabi y Koke por
delante de Mario para evitar que ningún un jugador rival estuviera tranquilo.
Gran parte del primer tiempo transcurrió cerca de la banda derecha rusa, donde
Adrián se enfrentaba a un lateral rubito con pinta de enterarse poco y de cenar
café con leche. Acertó el Atleti planteando el partido hacia ese lado, porque
en el segundo tiempo quedó claro que el lateral izquierdo del Zenit era
bastante mejor que el derecho, qué cosas tiene Simeone, no da puntada sin hilo
este hombre, oiga. Cerrado el equipo
ruso atrás, la única vía de agua visible era el lateral derecho y ahí todos los
ojos se fijaron en Adrián. Adrián, una vez más respaldado por el Cholo y por la
grada – salvo a ratos, algo comprensible – demostró que lo suyo es más un
problema de cabeza que de fútbol. Adrián alternó regates y carreras de las de
hace dos temporadas con rehúses y dudas de las del año pasado. Falló pases
fáciles y evitó que Filipe Luis le doblara, se escondió en algunos lances y con
frecuencia se giró y buscó un pase cómodo en vez de arriesgar; en otras
ocasiones, cuando tuvo que pensar menos y actuar más mecánicamente, desbordó al
rival, buscó huecos y presumió de arrancada. Esto último no le bastó para coger
la confianza necesaria hasta bien entrado el partido y, cuando mejor estaba,
fue sustituido por Baptistao, que metió un buen gol en su primera acción y dejó
la cabeza de Adrián llena de manchas de Rorschach y de dudas que esperemos se despejen.
Con el Atleti
volcado hacia adelante y hacia la izquierda durante el primer tiempo, Mario y
Gabi tuvieron una presencia más testimonial que otra cosa, dando protagonismo a
Koke. Koke asumió la responsabilidad con un partidazo en lo físico y en lo
táctico, recuperando balones y apareciendo por todas partes, tapando su zona y
la de aquellos que cometían un error, poniendo balones perfectos a la cabeza de
los compañeros: suyo fue el pase del gol de Miranda, suyo fue el pase que dio
lugar al barullo previo al segundo gol y de haber estado algo menos impetuoso
Godín, habría aprovechado para marcar algunos de los pases de Koke, fuertes y
medidos, pases a los que basta poner la cabeza para, sin dar impulso, conseguir
que el balón salga como un obús. El despliegue físico de Koke tuvo continuidad
en Gabi durante el segundo tiempo. Gabi se dosifica y mide y, cuando queda
media hora de partido, está dos puntos físicos por encima de los rivales. Gabi
entonces es clave, soluciona errores cometidos por los compañeros, hace ayudas
en defensa, aparece donde no se le espera, sale el primero a la presión y roba
balones para alimentar a la delantera. Entre Gabi y Koke, y el buen partido de
Mario, el medio campo ruso pudo hacer más bien poco a excepción de un ratito. Y
eso que no pintaba mal, con Danny, jugador fino, Witsel, de estilismo capilar
claramente poco ruso y Hulk. Hulk, todo hay que decirlo, pareció pasado de
romana y algo lento, lejos de ese jugador eléctrico y potentísimo que hizo
enmudecer el Calderón en el pasado. Hulk abusó de irse al suelo, fue superado
varias veces en carrera por Mario y mostró una silueta abeyoncesada que supuso
todo un desafío para el tallaje de sus pantalones cortos. Aún así, metió un
golazo tras tiro potentísimo que nos recordó que todavía es peligroso a pesar
de los blinis.
Sólo durante un
ratito tuvo el Zenit la iniciativa en el partido, unos quince minutos al
principio del segundo tiempo en los que el Atleti perdió presencia. Más lejos
unos de otros de lo que es habitual, con más protagonismo la banda izquierda
del rival, los jugadores del Atleti no encontraron su sitio. Pero con el
partido empatado, Turan metió un gol de esos que uno no se espera que meta él,
de esos que debería meter quizás Villa, quizás cualquier otro. Turan, que está
haciendo un principio de temporada magnífico, mostró además de calidad y clase
una rabia para marcar que hace dos años nadie habría creído. Para el que
suscribe pocos jugadores han encajado en lo que la grada del Calderón espera de
un jugador así como Turan: talentoso, carismático, salao, inexplicable, con un
punto gamberro, despistado y desastre. Más atlético, difícil.
Obviando el buen
partido de Filipe Luis, la aparente mejora de Juanfran y la seguridad ya
clásica pero no por ello menos asombrosa de Courtois, merece un ratito el
partido de Villa. Villa, que lleva poco tiempo en el club, parece estar aún en
proceso de engranaje, en rodaje antes de encajar en la máquina que ha creado
Simeone. Físicamente no se le ve a la altura del resto de compañeros,
verdaderos portentos en muchas fases del partido, y cuando juega solo en punta
pasa malos ratos al hacer la presión, algo normal para cualquier delantero que
juegue con ese dibujo agotador y frustrante para los goleadores. Villa combina
maravillosamente bien cuando juega al primer toque y busca la pared, alivia a
los compañeros y crea espacios para él o para otro; cuando conduce el balón se
echa de menos más potencia, algo que resuelve a veces con la picaresca de
buscar una falta, como ayer. Cuando el equipo recupera en campo propio,
aficionados y jugadores buscan instintivamente la carrera en diagonal de Diego
Costa, galopando en la lejanía; cuando éste no está Villa es más conservador,
consciente de que le es complicado a estas alturas encarar con garantías una
carrera de treinta metros perseguido por uno o dos rivales, la especialidad de
su compañero de ataque. Incómodo en el partido de ayer por el planteamiento de
acumulación de gente por el centro del Zenit, sobre todo en el primer tiempo,
Villa sacó algunas faltas de listo y buscó buenas combinaciones. Irá a más,
esperamos, por más que el librillo del Cholo parece indicar que, este año, a
falta de Falcao y su pelea interminable, el gol está llamado a repartirse entre
centrocampistas y delanteros.
El Atleti ganó
con solvencia a un equipo al que hizo parecer peor de lo que era, por más que
en defensa sí dejó bastante que desear. La grada se ha acostumbrado a este
equipo intenso, duro, que recupera el balón con furia gracias a concentración
total, apoyos constantes y solidaridad de todos, desde los estilistas más finos
a los tractores más potentes. El Atleti rocoso que recupera la bola y sale rápido
y con calidad recuerda a ese equipo que se nos clavó en el alma, ese equipo al
que íbamos a ver ganar, rara vez empatar, ocasionalmente perder contra equipos
que lo merecían y alguna vez con alguno que no. Lejanos quedan los tiempos en
los que todos y cada uno de los equipos de primera división nos jugaban de tú a
tú, en los que los pequeños venían al Calderón a puntuar, en los que el
bochorno era la seña de identidad y los empates en el último minuto contra el
Mallorca se celebraban haciendo la ola. Más cercanos se ven los tiempos de
narices torcidas y centrales con bigote, de victorias brillantes y victorias
sin brillo pero por aplastamiento, de rivales dubitativos y asustados, equipos
encerrados y visitantes deseando que pasase cuanto antes el infernal rato de visita
al Calderón. Lejos quedan los tiempos oscuros, cerca parecen los tiempos que
nunca debieran haberse ido y la razón es una, única y nacida en Buenos Aires el
28 de abril del 70, año en que el Atleti ganó la liga.
22 comentarios:
Este equipo sí que es nuestro Atleti. Qué de sensaciones. Me queda la duda de saber si el seleccionador vino a ver si convoca a KOKE como portero para el próximo partido o al Dr. Villalón como delantero centro. Magnífica crónica, enorme, Maestro.
Excelente, Maestro. Esas mismas "sensaciones" tuve yo desde la distancia. Tan sólo dos puntualizaciones, con la venia: 1- algunos sí veíamos a ese Turco desde el primer día. 2- Yo con café con leche y jamón, si es de Cortegana o alrededores, puedo vivir feliz y dichoso 80 años. El zumo de naranja para los de Onteniente.
PD: Ayer hizo 15 años que feneció el chico más pálido de la playa de Gross.
Por lo visto he aprendido a ver mejor los partidos porque coincido con Usted, Don Carlos: ¡Qué gran juego de Koke y Gabi!, creo ahí está buena parte de la clave de este Atleti que da tan buen semblante.
P.D. Uno, que acá de este lado del Atlántico, en México, es de región naranjera y en el patio de la casa tengo dos naranjos, el jugo de naranja hasta de madrugada se bebe. ¡Saludos a todos!
Ahora que estamos en el lugar que nunca debimos abandonar, en ése al cual pertenecemos, con atléticos de toda la vida, como nosotros, y otros que, aunque no lo sean lo parecen -perfecta descripción de Arda, por cierto-, tirando del carro, echo la vista atrás para escudriñar en el pasado reciente y no tanto de este bendito Club y solo se me antoja decir: ¡¡¡ Gracias eternas Cholo !!!
Todavía me acuerdo del elegante peinado de Onopko cuando jugaba en el Oviedo.
Pues fíjese, yo le hacía a usted mas de Spasic...
a mi el nombre "Onopko" siempre me gustó mucho. Para todo.
Yoko Onopko
Yo vi el partido con un entrenador de fútbol que desde el primer minuto me hizo hincapié en que me fijase cómo iban a la presión los nuestros cada vez que perdían un balón para impedir las contras. En eso, Gabi es un auténtico portento. Siempre está en el lugar adecuado. Lo mismo en la derecha que en la izquierda. Gana todos los forcejeos y cuando no lo hace, sabe cometer faltas sin que sean tan aparatosas como para merecer tarjetas. Creo que este muchacho es la extensión de nuestro entrenador en el campo. Y además, canterano, capitán y, como él mismo dijo en Neptuno, es uno más de los nuestros.
Grande Gabi, grande equipo, enorme Cholo y genial, as usual, Don Carlos.
Si alguien nos dice hace un par de años que íbamos a tener fé ciega en Mario Suárez, Gabi, Filipe, Juanfran, Godín, Miranda...
Una anécdota, el equipo titular que sacó Gregorio Manzano al césped del Vicente Calderón en su último partido como "técnico" rojiblanco, derrota 0 a 2 ante el Betis, fue este:
Curtuá
Juanfran, Godín, Domínguez, Filipe
Asunçao, Gabi, Arda, Diego
Adrián, Falcao.
Entraron de refresco Koke, Jozean y el Toto.
Alucina vecina!!!
(Gracias Cholo)
Yo tengo fe ciega en que mientras en el banquillo esté el Cholo, todo el que ponga un pie en el campo llevando esas rayas en su pecho se va a dejar el alma. Y con eso me vale. Grande Atleti.
http://imageshack.us/a/img855/6686/vtky.jpg
“…para mi jugar amistoso en Colombia, jugar Copa del Rey, jugai jugar Liga y jugar Champions, yo cuando veo a mi equipo que es el Atlético de Madrid con la camiseta, no necesito canciones no necesito nada, a mi me da igual”
Cholo dixit
http://www.rtve.es/deportes/20130918/simeone-lastimo-empate-pero-equipo-reacciono/747423.shtml
Don Mondo, entre la sonrisa de Godin y la lengua de Diego Costa...
...y la carita de vampírica alegría de Raúl García.
Es una estampa preciosa, ¿eh?
Feliz lunes!
Requiero una explicación a lo de la "silueta abeyoncesada", porque se fija usted en unas cosas...
Buenos dias.
sobre todo, en las nalgas cianofíceas
Lo menos virtuoso del Cholo ha sido, darle la definitiva puntilla como entrenador al curita Manzano. No te pueden dejar en mayor evidencia.
Da gusto sentarse a ver al Atleti, y saber, que hoy también ganamos.
Un abrazo a todos, especial al Dueño.
Dedicada a Manchego Curado.
http://ep00.epimg.net/deportes/imagenes/2013/09/23/actualidad/1379963190_557377_1379963348_noticia_grande.jpg
Con la última frase me ha derretido el permafrost que tengo en los brazos con el puto aire acondicionado y me ha puesto la gallina de piel. Saludos
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