lunes, 20 de julio de 2009

Un bolo serrano

De nuestro enviado especial, Jesús Doggy.
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De la distinguida Toscana al mucho más distinguido Colmenar Viejo. Así se gastan en este blog.
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La Agrupación Deportiva Colmenar Viejo es un esforzado y voluntarioso equipo de fútbol, fundado en junio de 1967, que esta temporada, la que ahora comienza, jugará por quinta vez en su historia en Tercera División.

Para celebrarlo, el equipo colmenareño –uno de cuyos patrocinadores, atención, es la Peña Atlética Remedios- adelantó tres días su regreso de vacaciones para enfrentarse en el estadio Alberto Ruiz al Atlético de Madrid en el primer partido de pretemporada del equipo de Abel Resino.

Es muy raro el estadio Alberto Ruiz y –que me perdonen los bravos serranos- muy feo. Empezando por el horrible terreno de juego de césped artificial. Estas cosas digo yo que habría que prohibirlas, aunque vaya usted a saber. Desde fuera, además de feo, el césped artificial parece peligroso para las articulaciones. El estadio Alberto Ruiz tiene un gradote, moderno y feísimo, en el lateral que mira a la catedral; el mismo en el que pega la solana toda la santa tarde. Las tres mil localidades del aforo de dicha grada se habían vendido al no tan módico precio de quince euritos y uno, viendo que había gentes apelotonadas en ambos fondos y en el lateral contrario, se barrunta que, al final, la A.D. Colmenar Viejo debió hacer el taquillazo de la temporada a costa de un Atleti descafeinado. Quince euritos habían pagado esas tres mil quinientas o cuatro mil personas, casi todos ellos aficionados rojiblancos, para ver a un Atlético de Madrid que dejó en la grada al Kun Agüero, a Diego Forlán, a Simao Sabrosa, a Maxi Rodríguez, a Paulo Assunçao, a Antonio López, a Johnny Heitinga y a Sergio Asenjo. Que cada cual saque sus conclusiones. Su humilde servidor, por si acaso, puede decirles que cuando el citado grupo de jugadores subió por la tribuna caminito de una cabina de prensa desde la que vieron el partido a la fresca y comiéndose un bocata de tortilla, la grada entera se lanzó a por el autógrafo olvidándose durante diez minutos de lo que sucedía en el terreno de juego. El episodio se repitió en la segunda mitad, ya con el sol afortunadamente escondido, cuando el citado grupo de jugadores bajó por la tribuna caminito del autobús del equipo. En fin.

Y, a todo esto, se jugó un partido de fútbol, casi lo olvidaba. Salió el Atleti a ese campo de césped de nylon y era un Atleti raro. Roberto bajo palos, una línea de cuatro formada por Valera, Pablo, Domínguez y Leandro Cabrera. Cléber Santana y Koke por delante de ellos protegiendo una vanguardia formada por Sinama, a la derecha, José Antonio Reyes, a la izquierda, y Jurado como falso segundo punta por detrás del altísimo y batallador Borja. Como es norma de la casa, Abel dispuso una línea defensiva muy adelantada y con eso bastó para asfixiar al esforzado Colmenar, lógicamente muy inferior a los nuestros técnica y tácticamente.

De lo visto en la primera mitad nada que deba extrañarnos. Lee uno por ahí que “destacó Jurado” o que “Reyes tiró del carro”. Yo les traduzco: Reyes hizo de Reyes. O sea, se fue dos o tres veces bien por su banda, combinó al primer toque con calidad con Jurado, centró dos o tres veces con mucha intención, le puso un balón de gol en la cabeza a Pablo y estuvo incisivo, a ratos. No vamos ahora nosotros a descubrir futbolísticamente a Reyes. Claro que ese mismo Reyes se desentendió de toda tarea defensiva, se encaró con dos o tres jugadores del Colmenar y le hizo aspavientos inopinados al árbitro. Lo dicho: Reyes hizo de Reyes. Y uno, que tal vez se equivoque mucho, considera que José Antonio Reyes es un jugador que jamás debió ponerse la camiseta del Atlético de Madrid y que no puede, ni podrá, jamás, bajo ningún concepto, ser uno de los nuestros. Aunque, claro, en este cluz, eso dependerá de los (no tan) caprichosos vaivenes del mercado.

Si quieren les traduzco también lo de Jurado, aunque supongo que ya se lo saben ustedes: jugó suelto, combinó bien, condujo poco y con criterio y pareció muy bueno en la primera parte del gol regateao contra los esforzados y voluntariosos jugadores colmenareños. Y uno, que tal vez se equivoque mucho, considera que, al igual que José Antonio Reyes, pero por otras razones, José Manuel Jurado no debería jugar bajo ningún concepto en el Atlético de Madrid. En el estadio Alberto Ruiz, sin ir más lejos, el pavisoso gaditano falló un gol claro con cero a cero y, poco después, falló otro, más claro todavía, con el cero a uno, tras excelente jugada de Cléber Santana. Y así volvemos a lo anterior, a lo de los vaivenes del mercado y a todo eso. Por cierto, su humilde servidor puede confirmarles que el cluz tiene cerrado el acuerdo con Ángel Lafita y con el Zaragoza, aunque todo depende de que los maños paguen al Deportivo lo que ya deberían haber pagado para repescarle. Veremos.

En el Alberto Ruiz de Colmenar vimos a un Leandro Cabrera, imberbe uruguayo, con una pinta excelente, con personalidad, con gran nivel técnico, con desborde y con ganas en el lateral izquierdo. Las ganas también las puso Koke, pero pareció fuera de forma y excesivamente responsabilizado por su debut. “¡¡Ggggggápido, gggggggápido!!” le gritaba con su vozarrón atiplado Cléber Santana. El brasileño, más que probablemente, no lucirá muchas más veces la rojiblanca, pero demostró que la temporada en Mallorca le ha ido de perlas y que, de no ser un jugador hiperbólicamente marcado por la afición rojiblanca podría ser aprovechable. “¡¡Más ggggggápido, más gggggápido” le chillaba Cléber a Koke, el pobre. Cléber Santana estuvo mandón y marcó un golazo de cabeza tras un centro de manual desde la banda derecha que le hizo Valera. Dicho queda.

Mención especial merecen Álvaro Domínguez y el meta Roberto. El central zurdo hizo lo que hace siempre que juega: cumplir con sobriedad, sin fallos y sin estridencias. En la primera parte jugó de central y, en la segunda, de lateral izquierdo. Sólo él y Borja disputaron los 90 minutos y Domínguez, además, marcó a la salida de un corner. Y eso que tuvo que cabecear dos veces, tras estrellar su primer testarazo en el larguero. En cuanto al portero, decir que protagonizó la jugada de la noche, haciéndole un paradón a un tal Ausin que intentó meterle el mismo gol que Rivaldo le metió a Molina y desde el mismo sitio. Paradón.

La segunda parte tuvo incluso menos ritmo que la primera dado el carrusel de cambios y los cuarenta y cinco minutos de recia canícula serrana. Tras el descanso, Juanito debutó como central junto a Luis Amaranto, Keko suplió a un Sinama-Pongolle que, cada día que pasa, parece peor futbolista (y miren que resulta difícil, ¿eh?), Raúl García tomó el testigo de Cléber, el argentino Pacheco entró por Reyes y Joel se puso bajo los palos. Veinte minutos más tarde, Thomas Ujfalusi sustituyó a Valera, Rubén Pérez a Koke y Cedric a un Jurado que no tocó un balón en juego en toda la segunda mitad.

Como era de esperar, con Raúl García el Atleti pareció más compacto y agresivo. El navarro estuvo muy pendiente de los canteranos y no paró de darles instrucciones de colocación en el campo. Lástima que los tres o cuatro cañonazos desde lejos que intentó no cogieran puerta. Rubén Pérez fue un descubrimiento para éste, su humilde servidor. Un chaval con buena planta, personalidad y mucho criterio para distribuir el balón y asociarse. Grata sorpresa. Menos sorprendente (y mucho menos grato) fue corroborar que Perea sigue empeñado en jugar con los codos volantes. A un esforzado y voluntarioso jugador colmenareño le metió un viaje verdaderamente duro y, sobre todo, estúpidamente gratuito. Es cierto que, por el cansancio de los locales, el partido se había puesto un tanto bronco. La tontería se acabó cuando Thomas Ujfalusi recibió una patada. El checo de la terrible sonrisa se levantó despacito, sin protestar, se ajustó la cintita del pelo, volvió a su posición y, dos jugadas más tarde, crujió al chaval del Colmener. Ahí acabó el conato de hostilidad. El Atleti dominó a placer el encuentro y acabó marcando el tercero el que más lo había buscado, el habilidoso argentino Pacheco, que, muy motivado, aprovechó un error de la zaga local para fusilar con la zurda al portero.

En resumen, que el Atleti empezó oficialmente la temporada con un bolo serrano que acabó en victoria por tres goles a cero. Conste aquí, para la historia.