viernes, 19 de agosto de 2011

Beata crónica del Atleti - Vitoria de Guimaraes

El Atleti ganó un partido contra un rival caritativo, si bien lo hizo con poca fe y dejando pocos motivos para la esperanza. Y todo ello, con aparición mariana incluida.


Llegó la afición al campo asfixiadita de calor y tras pensarse muy mucho el itinerario por aquello de que está el centro cortado por causa de la JMJ y la visita papal. La JMJ o Pío-FIB ha llenado Madrid de gente de todas partes del mundo, dejando la ciudad con ambiente de Fainal-for a lo bestia, algo así como Fainal-tuenti. Estos días va el madrileño incauto a hacer un mandao al centro y se cruza con un grupo de gente vestida de verde con una bandera desconocida, hablando en una lengua nunca antes escuchada. Esquivada la comitiva verde, dobla la esquina una nutrida representación de forofos de un equipo de naranja con sombrero de ala ancha que cuentan entre sus filas con un cura de riguroso negro que no tuerce el gesto bajo el sol abrasador de Agosto. Convenientemente regateados cura y mandarinas, es ahora la sección juvenil femenina de seguidores de un club de azul los que inundan la acera, cantando son sus vocecitas tonadas pías sobre melodías de anuncio de telefonía ... Acercarse al centro de Madrid es lo más parecido a entrar en una convención internacional de boy scouts, una jamboree de esas que se veían en las previas de las películas de Disney cuando el que suscribe era pequeño, es decir, allá por la Segunda Guerra Púnica.

Llegó pues el aficionado al campo en medio de un ambiente de lo más piadoso y clerical y el ambiente pareció contagiarse a todo lo que ocurría cerca y dentro del estadio. A pesar de lo tardío del horario, se veían por el estadio muchos niños comiendo bocadillos del tamaño de una hucha del Domund junto a padres abnegados y penitentes, portadores de pesadas mochilas llenas de toallitas limpiadoras, yogures de fruta y muñecos de Indy. Entre los aficionados con camisetas rojiblancas se veían también voluntarios de la JMJ con camisetas verdes, atuendo similar a la equipación de la tripulación del Desafío Español de Copa América, que ya se sabe que lo devoto casa bien con la competición de vela ligera en según qué ambientes. Recios aficionados de los que buscan pelea en los bares compartían acera y sombra con chicas monjiles convertidas a la fe rojiblanca por obra y gracia de San Román, diácono de Cesaréa, santo apodado "el Pechuga de Antioquía" por sus coetáneos. Estas y otras estampas piadosas se sucedían en los alrededores del estadio con beata naturalidad y calma.

Salió el Atleti y la afición prorrumpió en himnos sacros de esos que abundan en las tardes de fútbol de la ribera del Manzanares, esos que hacen rimar con gracia mariana las palabras Corazón, Calderón, Afición y Emoción. Hasta ahora la rima colchonera ha sido siempre fácil gracias al nombre del estadio, por lo que el traslado futuro planteará un problema lírico de difícil solución; "peineta" rima con agujeta, analfabeta, camiseta, bicicleta, cateta o croqueta, todas ellas palabras de fácil inserción en rimas futbolísticas pero algo menos solemnes, eso sí, oiga. A ver cómo solucionamos la papeleta (nótese la entrega, desinteresada, de una nueva palabra para la rima).

Salió el Atleti, decíamos, y por la actitud de los primeros momentos y del primer tiempo en general, intuyó la afición que también lo hizo impregnado del espíritu caritativo del ambiente: de hecho, tiró a puerta más bien poco y mal durante gran parte del partido, imaginamos que para no molestar al invitado. La razón para tanta misericordia, según fuentes bien informadas, estuvo en la charla previa que impartió el entrenador en el vestuario. Al parecer, llevado por el afán de no desentonar con el ambiente, Manzano (que ayer prefirió hacerse llamar Mosén Gregorio o, más coloquialmente, Padre Goyo) en vez de charla táctica o arenga guerrera, dio a los jugadores una homilía centrada en la virtud de la paciencia y el valor de la confianza en la llegada de un milagro en forma de profeta, preferiblemente en el segundo tiempo. Pudo hablar de la recia marcialidad de los legionarios en el traslado del Cristo de Mena, o en la fiera determinación de los Caballeros de la Orden de Santiago en la batalla de las Navas de Tolosa, pero al parecer el Padre Goyo prefirió hablar de la contribución de las Agustinas Recoletas a la historia de la mermelada. Manzano, aprovechando sacerdotal apariencia general, habría dado tal sermón ataviado con camisa gris de manga corta y alzacuellos blanco, hablando despacio, aflautando un poco la voz y sobándose mucho las manos en movimiento circular como si se hubiera dado crema hidratante. Para hacer más agradable el trance, sus palabras fueron acompañadas a la guitarra por Filipe Luis Filipe, con la melena suelta y metido en el papel de María Ostiz, quien interpretó "Yo tengo un gozo en el alma (¡grande!)" con gran entrega; de hecho esta es una de las canciones favoritas del pulcro lateral, si bien nunca tuvo la ocasión de interpretarla ante sus compañeros por culpa de las amenazas gestuales que recibía de Ujfalusi, más aficionado al death metal, cuando intentaba arrancarse.

Salió pues el Atleti decidido a hacer el bien y dar de beber al sediento y el primer tiempo fue un tostón de proporciones bíblicas. Salió Joel, que tuvo poco trabajo pero dejó sensación de despiste cuando hizo algo de falta, y salió una defensa con pinta de ser más o menos la que vaya a jugar muchos partidos con la alternativa de Godín: Filipe Luis Filipe, Domínguez, Perea y Silvio. De estos, destacar el buen partido de Perea (ante un rival malo, sí, pero lo hizo bien), algunas dudas que Domínguez no consigue despejar y la perenne timidez de Filipe Luis Filipe, que acabó adelantado cuando en el segundo tiempo entró Antonio López. ¿Y Silvio? Pues Silvio, a quien el que suscribe veía un partido completo en directo por primera vez, dejó una buena sensación. Móvil, en forma, no paró de subir y bajar en todo el partido, ofreciéndose siempre y especialmente en los últimos veinte minutos, cuando el cansancio era general. Pegó un buen tiro al larguero y ofreció alternativas, si bien se mostró excesivamente audaz en sus subidas teniendo en cuenta que el que le hacía la cobertura era Tiago. Le seguiremos con interés.

El centro del campo estaba formado por Mario, Tiago y Gabi (o Grabi), dando forma al 4-3-3 que anunció Mosén Manzano y sembrando de dudas la grada. Frío y soso Mario, con un Tiago ausente y con poco fuelle, sólo Grabi pareció querer jugar al fútbol. Se ofreció, la pidió, tapó y corrió haciendo coberturas. Falló pases claros y se embarulló a veces, y el hecho de que fuera el centrocampista más sólido sólo pone en evidencia lo flojito de la línea en general. Si el Atleti quiere jugar a algo, si quiere que la delantera reciba balones y que los rivales pasen apuros, habrá que reforzar, y mucho, la media. Y es que además la delantera, o al menos dos tercios de ella, tampoco ayudaron mucho. Ni Salvio, torpón y desconcertante como en casi todos los partidos que se le han visto de rojiblanco, ni Reyes, subidito en su ego por presentarse como la referencia de calidad de un equipo mediocre y con el 10 de los grandes a la espalda (que vaya tela), hicieron mucho. Sí hizo por contra Adrián. Adrián, jugador de físico raro, algo bajo para su puesto, algo rígido, poco estético, planteaba dudas al llegar y él mismo las está despejando. Adrián no es vistoso pero parece saber dónde ponerse. No tiene un físico excesivo pero no se le ve con problemas entre centrales grandotes. No tiene vitola de estrella pero sí parece ser jugador de equipo, buen compañero y pasador generoso. Adrián se movió bien entre la defensa, levantó dolor de cabeza entre los limitados centrales portugueses y dio el pase en los dos goles. Hasta ahora, su participación ha sido positiva y poco a poco se va haciendo con su sitio en la plantilla con trabajo, generosidad y honradez. Nos alegramos.

En jornada tan mística, no podía faltar el milagro y éste ocurrió en el descanso. Cuando la multitud se dirigía a las barras y los excusados, en el vídeo marcador hubo una aparición casi mariana: Falcao. El Club anunció el fichaje del delantero colombiano en el propio estadio buscando un golpe de efecto, pero el efecto obtenido fue un ataque de risa general. La afición se imaginaba al equipo de márketing del Club reunido horas antes en una sala muy grande, con las mangas remangadas y las corbatas aflojadas tras horas de debatir. Ya lo tengo, ya sé cómo vamos a hacerlo. No digáis nada, mantened la información en secreto, soltaremos la bomba cuando la gente descanse entre tiempo y tiempo y así el alborozo será general, la ilusión desbordará la grada y el público se girará al palco con ramas de olivo y palmas en agradecimiento, cantando aquello de qué buenos son Cerezo y Gilmarín-ín, qué buenos son que nos traen un goleador. Sorprendentemente para el equipo de marketing, la reacción de la grada fue cantar Gil, cabrón, fuera del Calderón, algo que no esperaban los Padres Comisionistas Descalzos que se sientan en el palco. El equipo de márketing entró en pánico al enterarse de la inesperada reacción: todo eran prisas en la sala de reunión, pensamientos atropellados, reproches. Te lo dije, te dije que no lo hicieras, al menos no así. Es que no hemos tenido tiempo, ya sabes que intentamos traer a Jurado para que, vestido de querubín, bajase desde un helicóptero entre himnos barrocos para darle más dramatismo al momento de la aparición, pero le dan miedo las alturas. Y qué hacemos ahora, la gente no ha reaccionado bien, ¿se os ocurre algo? A mí sí, a mí se me ocurre anunciar también el fichaje de Micael... Radamel y Micael, no me digas que no tienen nombre como de arcángel, yo creo que funcionará. No sé, no sé, Radamel y Micael ... suena a arcángeles, es cierto, pero también a enemigos de los Pitufos, no sé si va a ser peor el remedio de la enfermedad, a ver si la gente se va a cachondear más. Algo hay que hacer, hay que mandar un mensaje, la gente está mirando el vídeo-marcador esperando una señal. Ya lo tengo, tranquilicemos a la masa mandando un mensaje de calma, anunciando el nombre de nuestro nuevo líder, del Mesías, del que realmente manda en el club ahora, de Aquél Que Ha Aparecido En Nuestras Vidas. Sí, sí, muy bien, hagamos eso, pero habrá que disimular un poco: al menos, que parezca que anunciamos una marisquería.

En el segundo tiempo, tras el milagro, la cosa cambió un poco. Salió Juanfran por Mario, lo que dio mordiente al ataque y, un poco antes, se fue el inoperante Salvio y en su lugar salió Elías.


- No irá Vd a hacer el chiste de Elías el Profeta, ¿no?
- No, oiga, tranquilo

El Vitoria de Guimaraes, para colmo de males, se quedó con 10 y cuando todo el mundo esperaba que se atrincherasen atrás, se echaron un poco hacia adelante. A punto estuvo de marcar el equipo portugués con un balón que iba dentro pero se fue al poste gracias a la intervención de la Virgen del Puerto, que para eso es vecina, y se mascó la tragedia. Pero apareció Adrián y, por primera vez en la noche, un centrocampista que se sumaba al ataque desde la segunda línea. Marcó Elías en un buen remate de cabeza tras una jugada y pase excelente de Adrián, y volvió a marcar después tras una nueva buena maniobra de Adrián, regalador de goles. Los goles llevaron la alegría a la grada, que a punto estuvo de explotar cuando Elías casi mete el tercero. Aprovechando la bonanza, Reyes fue sustituido y su salida del campo recordó a la entrada de la custodia en la catedral de Toledo en día de Corpus Christi. El público, entregado y casi levitando, aclamó a Reyes tras un partido mediocre ante un rival más mediocre aún con un entusiasmo rayano en la exaltación mística. El fondo hacía reverencias a Reyes, cosas veredes, y el público se sumó a la canonización del otrora Casito Perdido de Utrera con la devoción que despiertan las conversiones milagrosas y la vuelta de los hijos pródigos. En pleno éxtasis de fe se afeó a Del Bosque no hacer internacional a Reyes y el público pidió a grandes voces para Reyes todo lo que éste podría querer en esta vida, es decir, la selección, la beatificación y el bachillerato. El Calderón vivió un momento de histeria colectiva en el que luego, uno a uno, ningún asistente recordaba haber participado. Qué cosas pasan, oiga, qué cosas.

El Atleti pareció dejar resuelta la eliminatoria ante un equipo muy muy limitado que tendrá muchos problemas para meter tres goles en la vuelta. Aún así, la sensación que dejó el equipo fue discreta: con un centro del campo muy pobre para la construcción y poco contundente en la destrucción, ya pueden venir delanteros en caravana que el problema se antoja el mismo que cuando estaban otros delanteros magníficos que se han ido o parece que se van a ir del equipo en breve. La llegada de Falcao, un jugador que en principio parece muy válido, no parece suficiente para garantizar un juego fluido ni la creación de las oportunidades suficientes para que el equipo haga goles. Hace falta un centro del campo con ideas claras y galones, y quizás Arda Turan sea el hombre necesario pero parece que hace falta alguno más.

Lo que sí va quedando más clara es la aparición de una nueva figura de poder en el club, desplazando en parte a Quilón y compañía. Mendes, el agente portugués con nombre de marisquería de la calle Ibiza esquina Fernán González, ha traído a Falcao y de paso se ha llevado a los pocos días el dinero que dejó Agüero, un jugador que parece mejor que el colombiano. Ha traído también al desconocido Micael y a un tal Pizzi y a alguno más que ya trajo en el pasado. Por lo que parece, Gil Marín seguirá dando vueltas a la M-30 durante los partidos y Cerezo seguirá haciendo chistes sobre escotes y delanteras mientras el Atleti se convierte en la granja de engorde de terneros de la ganadería Mendes, camino de otros clubes con más nombre. Sólo el tiempo dirá si es así; mientras tanto, que al menos vengan al Calderón buenos jugadores y ayuden a sacar al equipo del hoyo en el que los fariseos del palco le llevan sepultando veinticinco años casi. Hemos decidido ser optimistas este año y nos mantendremos firmes en el empeño. Así sea.

viernes, 5 de agosto de 2011

Crónica noruega de un partido feo (pero honesto, oiga)

El Atleti jugó un partido justo después de la siesta, y si a alguien le despertaron para verlo debe tener aún el cabreo de una mona.


Uno no sabe si es por el verano, por la crisis, por la prima de riesgo o por la defunción de Peter Parker, pero el caso es que está Madrid hecho unos zorros. Una pena, un asquito, un vertedero, un asco. Hasta hace unos meses Madrid estaba razonablemente limpio a pesar incluso de los madrileños y su querencia a tirar papeles en la vía pública y a pegar chicles en el suelo de granito de estas plazas pétreas y sin sombra que tanto gustan al alcalde. Probablemente Madrid estuviera limpio gracias al ejército de empleados de limpieza vestidos de verde lima-limón que patrulla(ban) las calles con carritos de acero inoxidable (preciosos, por cierto) y maquinas limpia-esquina-de-aceras que no desmerecerían en el atrezzo de los aeropuertos de El Imperio Contraataca. Madrid aparecía regadito por las mañanas (incluso tras noches de lluvia, aquí tenemos estas cosas, oiga), con las papeleras vacías y con las aceras llenas de operarios y maquinitas dando pitidos y echando chorritos de agua entre los coches y, más o menos, estaba la cosa en orden.

Desde hace unas semanas la cosa es distinta. Los arriates están llenos de hojas muertas, tetra-bricks chiquititos de zumo de frutas tropicales y envoltorios de polos de cola. Las aceras tienen manchurrones y las colillas se amontonan formando figuras caprichosas, a veces la silueta de un ciervo a la luz de la luna, otras la estructura molecular del topacio ahumado. Las papeleras rebosan, los contenedores de papel rebosan, los contenedores de vidrio rebosan y rebosan aún más los contenedores de envases y plásticos, a los que se echa casi todo lo que no es papel, cartón o vidrio (una raqueta de bádminton, un marco de metacrilato, unos patines usados ... ¿dónde hay que tirar todo eso que no es orgánico de cartón ni de vidrio? ¿es que no es ahí?). Para colmo el madrileño medio, genéticamente programado para tirar al suelo bolsas vacías de pipas y lanzar colillas por la ventanilla del coche, ve despertar sus instintos y siente la complicidad general de la urbe. Al madrileño le da vergüenza tirar un papel si la calle está impoluta, pero viendo que está la acera hecha un asco se viene arriba y da rienda suelta a su instinto gracias a tanta impunidad. Aprovecha pues el madrileño y tira las colillas de dos en dos, tira los paquetes de tabaco hechos un burruño, tira los embalajes del sandwich que compró en la gasolinera. Insatisfecho, tira tres latas de cerveza Mahou sin arrugar ni nada, tira la caja de cartón de la televisión de 50 pulgadas que compró de oferta, tira también el envoltorio de un petrolero de cien metros de eslora construido en los astilleros de Huelva y así ya se empieza a relajar, el tío.

Ahora que en Madrid estamos pocos madrileños, parece que da igual que la ciudad esté hecha un asco. Como el madrileño, guardián de las tradiciones, sigue ensuciando con esa chulería tan suya (¡ay de quien afeé a un conductor el tirar por la ventanilla un bote vacío de cinco litros de Dixán!) y las brigadas de limpieza parecen misteriosamente ausentes o centradas en limpiar sólo el centro para que estén a gusto los turistas y los que vienen a los grandes acontecimientos festivos del estío capitalino, la cosa tiene poca pinta de mejorar a corto plazo. Si uno pregunta al Ayuntamiento, probablemente conteste que está la cosa muy mal y que se han recortado gastos superfluos, como la higiene ambiental, y que la solución está en que la gente sea menos guarra (en lo que razón no les falta). Ahora bien, para aprovechar que no se llega a fin de mes y que no hay un duro para limpiar las calles de todos, el Ayuntamiento va y pide, altivo, organizar los juegos olímpicos por enésima vez. Al menos, eso sí, sabemos que los días en que estén de visita los delegados del Comité Olímpico para ver si pasamos el corte, estarán las calles de bote en bote, llenas de gente limpiando hasta las juntas de las baldosas. Las cosas nuestras, ya saben.

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Llegó la afición al bar apartando hojas muertas y envoltorios de flash-golosina de limón y aquello era un erial, con los bares medio vacíos y apenas uno o dos paisanos mirando la tele. En época de vacaciones, en una ciudad vacía, a la hora de despertar de la siesta y tomarse esa cocacola que le devuelva a uno a la vida, no apetece mucho ver un partido del Atleti, al menos de este Atleti.

El aficionado ha empezado este año la temporada bastante antes de lo normal, y además lo ha hecho ya hartito. Lo normal es que el aficionado colchonero esté harto a final de temporada y que al año siguiente, animado por las mentiras que cuenta la prensa y los perfiles hinchados de los jugadores que se cuenta que interesan, se venga uno un poco arriba y tenga, aunque sólo sea un poquito, eso que llaman ilusión. Oiga, mire que parece que vamos a fichar a Godofredo o al menos eso dice la prensa, parece que es la perla por la que suspiran el Calcio e incluso otros elementos de la tabla periódica. Así es, oiga, creo que es un jugador excelente, ambidiestro, internacional sub-14 por la provincia de Antioquia, capital Medellín, una promesa de garantías; lo ha dicho Maldini y algún otro experto en fútbol internacional de esos calvos, quizás sean todos calvos por ver tanto partido malucho a altas horas de la madrugada, ¿no cree Vd?. Oiga, ¿Y qué sabemos del entorno? Pues del entorno sabemos que Antioquia está dividida en 9 sub-regiones que no son relevantes en términos de gobierno, y que fueron creadas para facilitar la administración del departamento. Dentro de las 9 subregiones se asientan 125 municipios, los cuales están divididos en una zona urbana y uno o más corregimientos. También sabemos que el clima de Antioquia es muy variado debido tanto a su diverso y complicado relieve como a la considerable extensión del territorio... ¿o es que preguntaba Vd por los cuñados de Godofredo? No, no, ha contestado Vd muy bien a mi pregunta, ahora sí que ando ilusionado, ahora sí, oiga, este año sí, este año reventamos.

Llegó pues la afición al bar y se puso en una mesa chiquitita, que para algo eran pocos, y el dueño encendió la tele. ¿Qué esperaba la afición a esas alturas?, se pregunta el lector. Pues la respuesta es simple: nada. La afición no espera nada. La afición lleva ya unas semanas, desde el vergonzante final de liga pasado, pasando aún más vergüenza y viendo cosas que le impulsan a pensar que nada bueno vendrá a corto plazo, así que no espera nada y sólo quiere que pasen los trámites con el menor dolor posible y lo antes posible, como quien va a un análisis de sangre.

La afición no espera nada, y es normal. La afición ha visto cómo el club, que sabía (como sabíamos todos) que se iría el joven portero titular, ha traído en su lugar y con su dinero un portero aún más bisoño para completar una terna en la puerta que debe sumar cuarenta partidos en primera división en total. La afición ha visto cómo el club, que sabía (como sabíamos todos) que se iría Agüero, aún no ha comprado un sustituto de garantías con el dinero del traspaso, y eso que quedan pocos días para que empiece la liga; lejos de tener un objetivo claro, se barajan tres o cuatro nombres, algunos claramente fuera del alcance del equipo, otros incompatibles bien entre sí o con jugadores que están en la plantilla. La afición ha visto como el único entrenador que accedía a venir al club era uno ya conocido, testado y desechado en el pasado, sin méritos de relumbrón desde que fuera invitado a irse a su casa, adiós muy buenas, oiga, que le vaya bien. La afición ha visto cómo en un equipo en el que lo que sobran son mediocentros (que ya había seis el año pasado: Raúl García, Assunçao, Tiago, Mario, Koke y Elías) la incorporación más celebrada ha sido la de un mediocentro ya conocido, testado y desechado en el pasado, Gabi. La afición espera ahora que se anuncie el fichaje de un chófer encargado de conducir el microbus en el que se desplazarán únicamente los mediocentros, apartados del resto de la plantilla por ser demasiado numerosos y constituir una casta aparte. La directiva ha optado por el microbus secesionista para que los mediocentros puedan hablar tranquilamente de cosas de mediocentros durante los trayectos, escuchando conferencias de mediocentros históricos, cantando canciones de colegios de mediocentros, con los más veteranos en la fila de asientos de atrás contando groseros chistes de mediapuntas. La plantilla del Atleti se ha llenado de mediocentros y como haya un brote de mixomatosis mediocéntrica podemos tener un disgusto, si es que antes la Unesco no interviene y nombra al Club Reserva de la Biosfera Mediocentral y hace vacunarse a todo el mundo, que sería lo adecuado.


Salió el Atleti al campo y ya al saludar al árbitro se le llenaron las botas de esas pelotitas de caucho negro tan antipáticas con la que los encargados de mantenimiento inundan los campos de césped artificial, cuya finalidad real no se conoce más allá de aparecer seis meses después del último partido en el cuarto de baño de los jugadores de barrio, para así recordarles que hay que mirar tras el lavabo y no ser perezoso a la hora de hacer limpieza. Salieron unos cuantos nuevos a los que apetece empezar a ver partidos, por aquello de que aún no se les reconocen los andares. Salió Joel y no estuvo mal, a pesar de transmitir algo de inseguridad en algunos lances, como en esos corners que ahora defiende el Atleti por el procedimiento de la montonera sanferminera, haciendo acopio de gente hasta formar un montículo de cuerpos en el área chica; ignoramos si Manzano llegará a perfeccionar la táctica hasta el punto de conseguir que el equipo se disponga en forma de castell catalán, con los mediocentros formando primer anillo que sujete la torre, por ser los más numerosos, y Koke como último casteller por ser el más jovencito. También salió Silvio, y si en su lugar sale un señor de Estepona no se entera nadie. Salió Gabi (a quien llamaremos "Grabi", que nos gusta más) y se encontró comodísimo, lo que deja muchas dudas sobre el resto de jugadores y sobre el nivel general del equipo. Salieron también otros dos, de los que hablaremos en párrafo aparte, para hacer gasto.

Salió Salvio y pareció más delgado pero igual de poco agraciado que otras veces. Salvio ha vuelto con cartel de ser un tipo cotizado en Portugal, pero tras el partido de ayer se pregunta uno si en Portugal saben de fútbol, si el hombre tuvo un mal día o si es un camelo más. Como nos consta que en Portugal saben de fútbol casi tanto como de bacalao, queda la opción de que el hombre tuviera un mal día o que Salvio sea un petardo à bras. A Salvio ya le hemos visto varios partidos y siempre nos ha dado esa sensación de no sé yo, qué poca pinta de jugador tiene, es que el hombre es contrahecho, me da a mí que éste no vale. Para saber si estamos equivocados se necesitaría una cantidad de partidos de prueba de los que este equipo, que tiene que sacar el once bueno para no pasar apuros contra un equipo noruego de pueblo, no parece disponer.

Salió también Adrián, y a éste le miramos con más detalle. Adrián tiene también poca pinta de futbolista, parece más bien un eficaz empleado de ferretería con guardapolvo azul o un vecino de esos con los que uno coincide en el ascensor y no sabe bien de qué hablar. Pero Adrián tiene cosas que parecen interesantes. Parece algo torpón en los controles, pero anda por donde debe. Parece tener poca presencia en el juego, pero en realidad tiene más de la que aparenta. Es cierto que del partido de ayer no se pueden sacar demasiadas conclusiones, pero Adrián pareció tener al menos instinto para cruzarse por donde hace daño, para aparecer por los picos del área cuando hace falta, para ayudar al equipo. Marcó un buen gol con un toque fino, de esos que en los periódicos llaman toque sutil, y dejó la sensación de que puede ser útil. Veremos.

A pesar del petardo general una cosa no se puede negar al equipo: el Atleti jugó un partido honesto contra el Stromgodset. Honesto en cuanto la afición no esperaba nada y el equipo no dio nada. Nada de nada. A ratos resultó casi imposible mantener la vista en la televisión, tal era el bodrio. Cuando el rival tenía el balón no daba miedo, cuando el Atleti tenía el balón no daba un pase. El Atleti defendía a una prudente distancia de cada jugador rival, evitando así llenarse las botas de bolitas de caucho, y gracias a eso el mediocentro rival Abu pareció Pirlo; por un momento cupo la posibilidad de que el club hiciera una oferta también por Abu para aprovechar que aún queda libre el asiento del microbus de al lado del conductor que normalmente ocupa el guía turístico, si bien la operación se vio abortada por culpa de los flecos. Tan aburrido era el partido que la afición aprovechó las reuniones en bares y se dedicó a solucionar los grandes males de la Humanidad, algo mucho más entretenido que lo que la tele daba. Gracias a eso ayer se encontraron ingeniosas soluciones para reducir la prima de riesgo, controlar la acción de los especuladores en los mercados bursátiles y garantizar la transparencia a la hora de identificar a los inversores más agresivos; todas las decisiones adoptadas contenían como condición indispensable que la autoridad multe a Gonzalo Miró por llevar ese sombrerito de paja con el que aparece en la prensa ultimamente.

Que del partido de ayer no se pueden sacar conclusiones es algo claro y meridiano. Que el equipo tiene mala pinta, también. La plantilla que se va haciendo es mucho peor que otras ya pobres de los años anteriores: no se ha sustituido a jugadores de calidad como Simao, Maxi o Agüero con jugadores que les lleguen a la altura de los zapatos, y los refuerzos más fiables provienen de equipos de segundo nivel. El entrenador no inspira confianza para cambiar la situación con la intensidad necesaria y los primeros compases indican que, también este año, veremos un Atleti con el dibujo del criticado Aguirre: dos mediocentros poco creadores, dos interiores poco defensivos, dos delanteros. Cuando estaba Aguirre el dibujo tenía su lógica porque no parecía sensato dejar en el banquillo a los cuatro mejores jugadores de la plantilla; ahora no parece que la plantilla justifique un dibujo como aquél, poco detrás y mucho arriba, que en su momento comparamos con un fox terrier con cuerna de alce. La temporada se adivina complicada toda vez que, al empeoramiento de la plantilla del Atleti han reaccionado otros equipos (sobre todo Málaga y Athletic de Bilbao) con equipos con mejor pinta que el nuestro.

Veremos qué ocurre pero por ahora no sería sensato esperar mucho más que un equipo gris y plano que gane con dificultad a los de la zona media, pierda con los de arriba y se dé algún homenaje con algún candidato al descenso. Ni los refuerzos ni el entrenador invitan a mucho más. Sólo una nota para la esperanza: es ya tan rocambolesca la situación del equipo, es tan absurdo todo lo que pasa, es tan lamentable la gestión y tan general la crítica que la lógica indica que esto debería cambiar pronto.

Medio convencido de esto (por aquello de que la lógica y el Atleti mezclan regular sólo), el que suscribe hace una revelación temeraria e inesperada: este año el blog tiene la firme intención de ser optimista. Veremos si lo conseguimos.