No pasa nada. Aqui no pasa nada, oiga. ¿Es Vd aficionado atlético buscando un artículo diciendo que no hay que preocuparse, que acabamos de empezar la temporada, que el equipo tiene que acoplarse, que hay tiempo para enderezar todo, que es pronto para ser negativos? Busque en otro sitio.
Ya saben Vds que llevo una época intentando enmendar el camino tomado hasta ahora, queriendo convertirme al credo del optimista atlético que ve esperanzadoras señales donde yo veo motivos de preocupación. Veo los partidos del Atleti con un angelito y un diablillo flotando sobre los hombros, como el pato Donald. Uno, rubio, pecoso y de Fuenlabrada, que toca una lira en la que puede leerse “just do it”, me recuerda el pasado glorioso y la identidad sin mácula de este nuestro equipo en los lejanos tiempos del orgullo y los referentes, invitándome a hacer crónicas positivas. El otro, con barba, turbante y casaca militar sobre su atuendo arabizante, me recuerda a los tiempos presentes de fichajes sin sentido, estadios vendidos y torpísima directiva y me pide que no deje pasar una. El primero no hace falta que les diga de quién tiene la cara; el segundo, en efecto, tiene la cara de Colsa.
Dependiendo del partido, uno cobra preponderancia sobre el otro. Yo me esfuerzo en que sea el querubín el que gane la partida pero muchas veces termina siendo el talibán el que se lleva el gato al agua. Ayer mismo, sin ir más lejos, el querubín se me quedó sin argumentos ya durante la surrealista previa de la retransmisión: que lo dan en peiperviú, que no lo dan, que lo ponen en abierto, sí, pero con anuncios, como si fuera un concurso de cultura general… Como guinda del pastel, el Atleti sale vestido de azul purísima en una clara declaración de principios: aquí no va a quedar nada de lo de antes. En estas es difícil que no sea el lado más oscuro el que lleve las de ganar.
El resto lo consiguen los jugadores y el entrenador del Atleti y su aportación durante el partido de ayer a la memoria colectiva y al inconsciente colchonero: nada, salvo bochorno, y ya van muchas veces. Un golazo de Agüero a los quince minutos en casa de un recién ascendido con una plantilla de descartes no parece bastante aliciente para intentar jugar un poco al fútbol. Tampoco lo es el agradar a la afición, o el coger auto-confianza, o el meter miedo a algún rival. No. Un gol a los quince minutos contra un recién ascendido es una coartada estupenda para no hacer nada más, ni siquiera intentarlo. Para pulular por la cancha como un alma en pena, para recular ante el más mínimo de los arreones locales, para mirar hacia otro lado en cuanto las cosas se tuercen. O incluso para salir al campo muerto de risa y sin concentración cuando se supone que uno es el revulsivo elegido para enderezar el partido recién empatado, como hizo ayer Mista. Claro que si yo fuera Mista y me sacaran a solucionar el partido después de haberse gastado el Club 80 millones de euros en fichajes también me daría la risa floja, la verdad. En esto casi le doy la razón.
La clave de este desaguisado general y reiterativo, cree uno, es que no pasa nada, aquí nunca pasa nada. No es que no pase nada por empatar un partido o por llevar dos puntos de nueve o por haberse descolgado ya de los lugares a los que se quiere optar a final de temporada. No es eso. Tampoco es que no pase nada por no haber jugado a gran nivel a estas alturas, que para eso hay todavía tiempo de enmendar los errores, que esto sólo acaba de empezar. Ni que no queramos ser excesivamente apresurados, o impacientes, o demasiado exigentes. No. Lo que ocurre es que, en el Atleti de hoy, no pasa nada, nunca pasa nada. Los jugadores, el entrenador o los directivos pueden suspender cada curso cuatro asignaturas y hasta más que da igual, pasan al siguiente curso con mochila y zapatos nuevos, como los niños de ahora.
La directiva se ha empeñado en ese discurso de que el Atleti es una empresa, y a fe que lo están consiguiendo; lo único que no nos habían contado es que es una empresa pública, con plantilla de funcionarios de esos con cara de aburridos de las ventanillas. Lo hagan bien o mal, no pasa nada. Ellos marcan los ritmos, ellos pegan los sellos y tienen el poder suficiente para decir si falta tal o cual impreso. Nadie les va a exigir que lo hagan mejor, nadie les va a sancionar ni les va a protestar ni les va a tirar nada que no sea confetti. ¿Para qué, entonces, esforzarse? El sueldo lo tienen asegurado, el coche de lujo también, el cariño de la afición también, por asombroso que nos resulte. Y si los seguidores no les cogen cariño será porque la afición es maligna, pero qué se han creído estos… y si no díganselo a Pernía, quien se permite hacerse el ofendido por unos cuantos pitos cuando todos sabemos que en el Calderón de antes más que pitarle le hubieran tirado al río. Aquí nunca pasa nada y si pasa un día y alguien bufa van los tíos y se ofenden, faltaría más, hay que ver qué público mas tiquismiquis, me voy ahora mismo al spa y luego al chill-out (léase “shiláu”) que esta gente me irrita una barbaridad.
El Atleti es pues una empresa y los currantes, por bien pagados que estén, tienen claro que no son más que currantes. No tienen ambición porque sus objetivos laborales (ganar la liga, por ejemplo) son tan lejanos y su orgullo es tan chico que saben que nunca cobrarán el bonus. Como primeros no van a quedar y si quedan séptimos la prensa y la afición dan volteretas laterales por haber conseguido El Sueño Europeo, conciben sus añitos en el Atleti como un dorado retiro jugando al golf y hablando de cocktails con el resto de la plantilla. No reciben presión de los clientes, que hacen la ola a la mínima, y no reciben presión de los mandos intermedios, esto es, entrenador y director técnico: el primero parece que sigue su estela, haciendo cuentas sobre cuándo le echarán para por fin tener tiempo de sacarse el título de patrón de yate, y el segundo no puede cargar las tintas sobre los jugadores porque al fin y al cabo les trajo él, o eso nos cuentan.
Los mandos intermedios por tanto no están por la labor de meter presión a la plantilla. ¿Cómo puede ser esto? ¿No cobran un dineral por transmitir motivación y tomar decisiones acertadas? Puede ser, sí, pero como saben que tampoco pasa nada, pues no se van a llevar un sofocón así gratuitamente. Total, no les dejan tampoco hacer mucho, como para agobiarse. Cuando quieren un jugador de banda, les fichan un podólogo. Cuando se quejan de que el suelo de las duchas resbala, les regalan una tarjeta visa atlética. Si quieren hablar con el presidente sobre el futuro del equipo, éste no les recibe porque está en la presentación de un spot en el que un atlético simpatiquísimo vende su piso en Arganzuela y le compra a promociones Gilmar un adosadito en las Rosas, al lado de la Peineta, haciendo un negocio redondo.
Todos sabemos que es difícil rendir en el trabajo cuando el jefe no aparece por la oficina o si, cuando lo hace, va sin afeitar y comiendo chicle. Lo mismo ocurriría si el presidente de la empresa faltase continuamente a su palabra dada en público. Tampoco tiene mucho aliciente el profesional que tiene un público cautivo que, le den lo que le den, nunca pide la hoja de reclamaciones. Olvidada pues la posibilidad de que se levante en armas la muchachada colchonera para pedir que se les de lo que pagan, cabría esperar que la vergüenza torera pasara a tener algo que decir en todo esto. Esto podría ocurrir si entre los jugadores hubiera algún sentido de Club, de compromiso con la afición, de respeto a la camiseta. Pero tampoco. En el Atleti de hoy en día no hay, por primera vez en la historia, ningún jugador nacido en Madrid, alguno que al menos supiera de qué va la vaina de la rivalidad y la tradición y las rayas de los colchones y esas cosas. Nada. Peor aún, sólo hay un tipo de la cantera, Antonio López, y su carácter parece haberse diluido en el pasado junto con las medias rojas de vuelta blanca. El sentido de Club, el orgullo de vestir una camiseta, esto es, el único factor que podría convertir a un grupo de profesionales bien pagados y poco presionados en un equipo de fútbol tampoco tiene cabida en este Atleti de hoy. Así nos va.
Ya lo ven, hoy también escribo al dictado del diablillo pesimista y gruñón que domina a mi pesar estas crónicas. Podría preguntarme por qué jugamos igual año tras año a pesar de cambiar todo. O si merece la pena gastarse ochenta millonazos en unos cuantos tipos que hacen lo mismo que los del año pasado. O si es categóricamente aceptable que son jugadores como el Kun, Forlán, Maxi, Simao, Reyes o Maniche se consiga jugar tan mal. O si el destino más apropiado de la defensa de la que antes presumíamos no es un equipo de regional. O por qué si tenemos claro que Aguirre es un entrenador defensivo, transmitimos la sensación de ser un coladero continuo. Pero no sé si merece la pena. Da la sensación que el problema es más profundo que todo eso. De lo contrario no se explicaría que, año tras año, entrenador tras entrenador, plantilla tras plantilla, mentira tras mentira y desatino tras desatino, nunca pase nada.
6 comentarios:
Y yo haciendo el jili... desde la otra parte de Europa para que me gravasen el partidillo... ¡Que bochorno!
Creo que a Aguirre habrá que pedirle cuentas antes o después. Personalmente, tras el ridículo del asunto Riquelme, he perdido completamente la fe en ese señor, (y en el otro "mando intermedio" ya ni les digo...)
Apuesto a que no se come el turrón. Claro que, a nosotros nos da lo mismo... voy a acabar desilusionado con el futbol.
No podemos estar, domingo tras domingo, con la expectativa, la esperanza, la ilusión, para tamaño bodrio de equipo. Pero, como usted dice "aqui no pasa nada".
De momento ya me ha dado de baja del abono del plus ¿para que lo quiero? entre lo de la sexta, y la basura de espectaculo... lo dicho: bochorno.
merece muchisimo la pena leerte, es una pena que la afición rojiblanca se esté degenerando y dejen de lado la literatura para darse al verso sucio de la prensa gilista.
El jueves ganaremos a un segunda turco y la gente hará la ola.
Otra semana anestesiados.
nade
El mister solo al frente de una nave llena de mercenarios y rufianes de tomo y lomo, la afición fragmentada y en plan pasota (en gran medida...), la Junta en plan canalla sin hacer frente a sus respnsabilidades...Mala pinta.
Me comentan (por la experiencia histórica, de buena tinta...) que Aguirre está empezando a ser seriamente cuestionado.
Veremos...
Buenas Carlos. Escribeme a: lagradademedina@hotmail.com y te cuento la idea.
Llevamos jugando así desde hace varios años. Los partidos se repetían una y otra vez. Yo no sé a que juega el Atleti. No destaca en nada y no hace nada bien.
Y claro que pasa, y mucho. Estamos inmersos en la peor época de nuestra historia desde la Guerra Civil Española.
un abrazo
Publicar un comentario