viernes, 31 de agosto de 2007

Carta abierta de Carlos Fuentes a Carlos Fuentes

Estimado Sr Fuentes,

Tras mucho tiempo leyendo sus plúmbeos escritos me he decidido a ser yo, es decir, Vd, quien le escriba esta vez. Utilizo para ello el formato de “carta abierta”, que ni sé bien lo que es ni sé por qué se llama “abierta”, pero, parafraseando a los aficionados a ponerse en las colas que encuentran por la calle, “como todos lo hacen, yo también”.

El motivo que me impulsa a escribirle esta misiva es el monocorde tono amargo de sus últimas piezas, el constante lloriqueo de las crónicas, el omnipresente negativismo de sus reflexiones en rojo y blanco. No soy yo el único que ha advertido una excesiva nostalgia y tristeza en sus opiniones, y estoy seguro de que Vd mismo, esto es, yo, ha percibido que a veces se pasa más de un pueblo a la hora de ignorar que las botellas están tan medio llenas como medio vacías. El resultado es que sus escritos, además de larguísimos y carentes de tino e ingenio, son en su mayoría tristones, gruñones, de color marrón grisáceo y con voz de cantaor de las minas. El Atleti siempre fue para Vd y, lo que es lo mismo, para mi, una fuente de alegrías. Ahora parece que Vd, esto es, yo, se empeña en convencerse de que ha reducido a un motivo para echar espumarajos por la boca y pensar que todo tiempo pasado fue mejor.

Sé bien que escribe sus crónicas con vehemencia y pasión de aficionado fiel, y lo sé porque soy yo quien se levanta a por el agua y quien busca en Internet el verdadero nombre de los jugadores de antaño que se empeña en mencionar. Su fidelidad a los colores queda fuera de toda duda, pero su desmedido espíritu crítico y escepticismo vital parece que han podido más que la vocación disfrutona con la que acudía Vd al campo conmigo mismo hasta hace poco tiempo, la misma actitud con la que acude a los bares de los que tanto habla en sus crónicas para desesperación de sus pocos seguidores abstemios. Parece que Vd ha perdido la ilusión por el equipo definitivamente, y créame que esto me preocupa. Me preocupa no sólo por la rabia que me da ver cómo pulula por la grada del Calderón un atlético casi derrotado y ofendido de antemano, sino por las consecuencias que en su salud puede llegar a tener tanta acumulación de bilis. El Atleti siempre ha sido una bendición de Dios, un motivo de orgullo y no el ente de futuro gris plomo que Vd se empeña en retratar día tras día, hombre, que ya está bien.

Cuando Vd y yo disfrutábamos con el Atleti, tanto Vd como yo podíamos pasar noches sin dormir sin que ello supusiera un menoscabo de nuestra capacidad goleadora en el partido del día después. No necesitábamos antiácidos ni éramos tan miopes ni teníamos canas ni pensábamos que hay que ver qué sucio dejan todo los grafiteros. Vd dirá que es cosa del paso del tiempo, que estamos hechos un asco aunque hayamos ganado en visión de juego y contundencia defensiva y que el Atleti no tiene nada que ver. Dirá que cuando el Atleti era el Atleti éramos felices porque el Atleti era el Atleti, y que los antiácidos no tienen nada que ver en esto. Yo le digo que puede ser, que sí, que vale, pero que también el Atleti perdía entonces y no nos enfadábamos ni nos desesperábamos tanto como ahora. Y eso es, creo yo (que soy Vd pero no soy el mismo), que era porque nos tomábamos el Atleti de una forma más alegre, con menos trascendencia e ira, nos dolía menos. Si perdíamos nos reíamos, si ganábamos nos reíamos también. Nos preocupaban los fichajes pero no rabiábamos por cada jugador que venía y por cada uno que no venía, como hacemos ahora. Vd dirá que precisamente nos dolía menos porque no nos daba motivos de dolor, y eso es verdad en parte y en parte no, porque también nuestra forma de verlo era menos negativa.

Yo (que soy Vd pero menos amargo) entiendo que hay motivos sobrados para no ser el más optimista del mundo, pero me resisto a que el Atleti de ahora, el de la cuota y la rama del más allá y la mascota Indy y la camiseta de Spiderman, por vergonzante que sea a veces, eclipse al de antes y termine con las ganas con las que íbamos a verle. Por eso me he esforzado estos días por encontrar motivos de alegría y esperanza e ilusión. Y alguno he encontrado, oiga, mire: se han fichado buenos jugadores en la parte delantera del equipo; se ha entrado en la UEFA, sí, que tampoco es el premio gordo, vale, pero los miércoles por la noche volveremos a vernos en la grada pelados de frío, como antes; se habla de fichajes de jugadores como Riquelme o Márquez, que harían del presente equipo un verdadero equipo o al menos le darían la posibilidad de serlo, y la idea de ir los domingos a ver juntos en un campo a Riquelme y Maxi y el Kun y Forlán y a algún otro me resulta la más atractiva de los últimos años;. Es más, este año, como el anterior, el Atleti se ha desembarazado de algunos jugadores que no eran de su agrado ni del mío, como el cómico Kizito hace ya una temporada y esta vez Luccin, ese jugador que durante años ha sido a la alineación del Atleti lo que la rúcula a la carta de los restaurantes modernos: su presencia era casi obligada pero su aportación, más bien escasa.

Vd (que soy yo pero menos optimista) me dirá que qué es todo esto al lado de la venta del estadio y de Torres, que por ese precio lo mínimo exigible es un equipo de garantías que opte a todo. Me dirá también que qué tipo de planificación deportiva tiene un club que duda el día antes del fin del plazo si fichar o no a uno de los pocos jugadores del mundo que podrían hacerle volver al lugar del que nunca debió salir. Me dirá que todos los años lo mismo, que ya está bien de cambiar el 50% de la plantilla cada poco tiempo, que cómo es posible que el Atleti, que ya cuenta con un cedido del otro equipo grande de la ciudad, se interese en otros jugadores bajo la misma fórmula. Me dirá que sólo se ha pasado una eliminatoria previa de UEFA, que se debió ganar al Madrid. Me dirá que lo que ahora es una noticia bomba (esto es, que el Atleti gana un partido con autoridad) antes era la noticia exigida.

Y yo, se lo aseguro, tenía algunas respuestas para todo esto, y firmes propósitos de hacerle cambiar de idea, y energías renovadas para arrastrarle al campo con una sonrisa y un paquete de pipas de calabaza. Pero uno vio el partido de ayer y volvió a dudar, y encima se entera mientras escribe estas líneas que posiblemente ni Márquez ni Riquelme sino Motta y sólo Motta, y que puede que se fiche a otra perla de la cantera rival para que se foguee con nuestra camiseta. Y, qué quiere que le diga, o que me diga (que es lo mismo pero diferente) …. Que mi ímpetu y optimismo se ha quedado en ná, en escepticismo si acaso, en un habrá que ver cómo sale el tema y en un esperemos que este hombre Aguirre no se equivoque, como mucho en un a ver si los demás andan flojos como el año pasado y tenemos la suerte de que la cosa funcione a pesar de las carencias que hasta los más optimistas vemos. Y así me he quedado, a medias, como la del chiste a la que le cuentan un chiste. Qué cosas.

Así que, Sr Fuentes, aprovecho esta carta de reprimenda para pedirle ánimo yo a Vd, a ver si entre los dos, con esfuerzo, conseguimos ilusionarnos de verdad, que nos vendría de perlas.

Quedo a la espera de su respuesta, que será la mía, pero distinta.

Atentamente,
Carlos Fuentes

lunes, 27 de agosto de 2007

Partida Doble

Hoy, a falta de caldo, dos tazas.

Además del tradicional post del propietario del blog, invitada especial: María José Navarro, a quien conocerán Vds por ser la más colchonera de la Razón, la Cope y Popular TV, nos cuenta sus impresiones sobre el derbi, la conveniencia de tener amigos del Madrid y de ver el fútbol con ellos, sobre su curioso e irritante sentido del humor. Y lo hace estupendamente, claro. Y primero hablan las damas, como debe ser.

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Abandonada cochinamente por un banco de anchoas, el viernes me fui a un mandao a Pirámides y acabé en el Calderón. Me pasé como se pasa uno a ver al abuelo, intuyendo que al hombre le quedan cada vez menos dominós. Como se pasa uno por la iglesia cuando se presenta a notarías. A rezar a la desesperada, a confesar que te flaquea la fe porque el presente le está metiendo una paliza a la memoria. Me faltaba nada más que una mantita de cuadros por las piernas para dar una pena horrorosa.

Pero enseguida me sobrepuse. Já, pues menuda soy yo sobreponiéndome. Ahora mismo bajo y me compro la camiseta de Forlán. Ah, es que no les he dicho que a mí me da mucho puntito Forlán. Forlán es como el chico ese que te gusta de la oficina. No vas a quererle nunca pero te hace el lunes más llevadero. Bueno, pues la de Forlán, no se hable más. Y cuando la tengo en la mano, ahí, al fondo, debajo de la escalera, casi clandestinamente, una foto del pecoso. El amor de tu vida. Nada, que no me la compro. Qué me voy a comprar yo la camiseta del Forlán éste, un recién llegado, un tío al que no conozco más que de vista. Pero me compro el partido. Me compro el partido porque yo a la cuadra no voy, aunque se me ponga la casa como el mismísimo Bernabéu. Cuatro vikingos sueltos en el comedor. Por qué tienes amigos del Madrid, bonita. Por qué no les retiras la palabra nada más comenzar la temporada. Por qué tus mejores amigos son del Madrid. Qué les viste. Qué les ves. Quién dijo que a los amigos hay que aceptarlos como son. Cámbialos por otros. No les abras la puerta. Déjales tirados. Y encima te van a pegar un palo a los ibéricos. Pero abres. “Oye, enchufa eso ya que recogemos la copa de la Liga”. Lo que me faltaba. Encima. Y sube Raúl y le da una colleja a Cerezo. Estos se parten la caja y me exilio en la cocina para calmarme la vergüenza ajena. Y me pierdo el gol del Kun, claro.

“Tenéis menos españoles que el Madrid. Dos para ser exactos. Pablo y un vasco”. Están jodidos y tratan de molestarme, pero yo estoy que no quepo en el sofá. Puff, menuda losa. Gol de Atleti nada más empezar. Esto promete. Lo que me voy a reír. Me duró la risa diez minutos. Diez, que fue lo que tardó el Madrid en percatarse de que Maniche (Conchita Martínez para los amigos) no ha dejado el Marlboro. De que Pernía tiene cara de violador del Ensanche pero que mete de todo menos miedo. De que a Raúl García le han robado la testosterona en algún punto entre Pamplona y Madrid. De que Simao no baja para desbordar arriba y que eso deja la banda que es un bebedero de patos. De que Seitaridis se plagia a sí mismo todas las veces igual. Y de que Pablo va a acabar en el Albacete porque se le ha reseteado el disco duro. Arriba, cargados, y detrás, una pena. Descanso.

“Saca más vino que hay que brindar por Reyes”. Y tú, nada, en la cocina otra vez. Bueno, la cosa no ha estado tan mal. He visto Atletis peores, a ver si ahora me voy a poner nerviosa. Ya hubiera querido yo otras veces. Con un canto en los dientes me daba. Y saco vino y empieza la segunda parte. ¿Les he dicho que detesto profundamente al macarra éste de Sergio Ramos? Pues ya lo saben. Me molesta hasta en su casa. Pero nos está dando un baño, el muy hortera de discoteca. Estoy empezando a preocuparme. La defensa no va. El centro del campo está en fase Rem. Y el Kun está fantástico pero solo. Coño, que sienta a Simao. A este tío no hay Dios que le entienda. Y sale Reyes, para colmo de escarnio. Los vikingos piden que José Antonio tire las faltas del Madrid. Se descojonan. Y va el tipo que nos marcó con el Ajax y repite. Esnaider, le llaman en la tele. Y me acuerdo de Juan Eduardo y de su canje por Lardín y se me echa por encima la tristeza, porque marca el rubio de las botas naranjas pero Mejuto dice que no. Y veo de risas a Cerezo y a Calderón y quiero que aquello acabe. A un minuto del final Agüero falla. Y yo quito la mesa. Nos vamos. A un sitio con música a lo bestia. Y el que quiera hacerme bromas que se deje la voz. Y aún es agosto. Y ya empezamos.

Sensaciones

El sábado la conga rojiblanca se paró de sopetón. El que hacía de locomotora derrapó y la señora que se asía a sus orondos lomos casi muerde la lona. Mira que en el minuto uno había cobrado fuerza y alguno hasta se atrevía a decir “hey!” y levantar una mano mientras marcaba el paso. Pero nada, alguien había encerado el piso y la conga entera cayó de lado, descarrilando como un mercancías. Cachis.


Cuando la liga empieza, los que de esto dicen saber hablan de las “sensaciones”, que es la forma ahora aceptada para denominar lo que antes, antes de la irrupción masiva de los pubs irlandeses franquiciados, llamábamos “pinta”. El equipo transmite sensaciones de uno u otro signo, dicen los medios, y a nosotros, menos rimbombantes, creemos que tiene buena o mala pinta. O incluso nos da mala o buena espina, que es más castizo.

El Atleti del sábado, claro, dejó sensaciones. Dejó la sensación de estar bastante verde, descompensado y algo perdido. Venía de hacer una pretemporada apañaíta que la prensa se encargó de convertir en La Gran Temporada Del Sueño Europeo, y en cuanto se topó el equipo con otro con ganas de correr y de ganar, quedó con varios jugadores con el culo al aire y la sensación de que el míster tiene mucho trabajo por delante: por ejemplo, saber a qué quiere jugar.

Da la sensación, una vez más, de que Aguirre tiene un sistema del que no se baja aunque la plantilla no sea la idónea para ponerlo en práctica. Aguirre tiene varios dilemas en lo relativo al equipo y no parece tener la solución clara (que es para lo que se le paga). Aguirre sólo está cómodo y confiado en aquellas líneas en las que no tiene mucha alternativa: la defensa y los medios centros. Estas dos zonas, las peores del equipo, son en las que Aguirre tiene las ideas claras, muy posiblemente porque no hay mucho más que poner. “Y a quién quieres que ponga”, dice Aguirre y santas pascuas. Así es cómodo ser entrenador.

Que Maniche y Raúl García pueden llegar a funcionar es tan cierto como que el sábado no funcionaron. Ni Maniche pudo con el puesto ni Raúl García mostró el carácter que de él se espera. Ambos dieron la sensación de estar siempre lejos de donde debían, dejando que el Madrid jugara con comodidad. Mal vamos. En el segundo tiempo dieron la sensación de estar fundidos, desbordados quizás por la falta de apoyo de los interiores. Habrá que confiar aún en el recién llegado, pero sobre el portugués hay dudas, porque o hace un partidazo o no da una.

La defensa es otro tema. Poseído Pablo por el espíritu de Santi Denia (¿tendrá algo que ver Albacete?), Perea fue el encargado de apagar los fuegos, algo que hace bien cuando se pueden solucionar las cosas por velocidad pero no tanto cuando es cuestión de colocación y toque. Eso se supone que es lo que aporta Pablo a su pareja de baile, pero Pablo ya no está. Pablo casi mide dos metros y despeja de cabeza poco o nada. Antes salía al corte con autoridad y decisión y ahora pregunta a los delanteros si no les importa que meta un poco el pie, así, la puntita nada más. Antes nos preguntábamos si con Pablo teníamos central para los próximos diez años, y últimamente sólo nos preguntamos si es de huevo o de vainilla.

Los laterales tampoco dan mucha seguridad. Da la sensación de que Aguirre confía en Seitaridis más de lo que debiera. También da la sensación de que Seitaridis confía en él mismo más de lo que debiera. Tiene físico, desborda a veces con facilidad y centra bien. Con eso piensa que le vale, porque en defensa se aplica poquito y se mete en líos monumentales. Pernía es distinto (por cierto, empieza a guardar un parecido preocupante con el gran Héctor Quiroga). Lo intenta el hombre, pero no le sale y además da la sensación de que ya no es capaz de que le salga. Resulta inexplicable el bajón post mundial, sobre todo porque del mundial hace ya un año. Y Antonio López al parecer tampoco está en su mejor momento. Lo que nos faltaba.

Aún sí, el Atleti dejó algunas sensaciones buenas. Agüero da la sensación de haber vuelto al buen camino y de ser capaz de irse de todos los defensas de la liga. Incluso de todos juntos, si se ponen en fila india. Volvió locos a unos cuantos y no se achica ante las actitudes de matón de futbolín de algún rival, lo que será sin duda una ventaja en el futuro. Forlán da la sensación de ser un tipo peligroso aunque ande tan tranquilo por ahí, como si la cosa no fuera con él. Simao da la sensación de poder aportar mucho en ataque por más que se olvide de su lateral en defensa. Maxi no parece en su mejor momento, pero veo complicado criticar a un tipo como Maxi, la verdad.

Es en esta zona del campo donde mejores sensaciones hay y, paradójicamente, donde más dudas existen. ¿Cómo quiere jugar Aguirre? Parece que en su rígido esquema futbolístico, Agüero y Forlán no tienen cabida al mismo tiempo, como ya ocurrió el año pasado con el Kun y Torres. Obligado a poner a ambos por las evidencias o por la presión de afición, prensa o cuenta de resultados … ¿quién les pasa los balones? ¿los medio centros, no tan creativos como debieran? ¿los interiores, a cambio de no ser tan laboriosos en tareas defensivas como debieran? … Se plantean más cuestiones: ¿de qué quiere Aguirre que juegue Maxi? ¿rinde como debiera en una banda? ¿si se le saca de una banda, dónde jugaría? ¿podría Maxi ser uno de los dos medio centros o debe jugar más cerca del área, de media punta? ¿sería un rombo la solución a nuestros males? ¿tiene el Atleti un jugador que pueda hacer de medio centro defensivo en un rombo? ¿tiene el Atleti un enganche capaz de darle el balón a los de la delantera?.... Todas estas preguntas sin respuesta las conoce Aguirre, pero cuando se las preguntan uno tiene la sensación de que mira hacia otro lado y canta “niano, niano”, como Miliki con la escoba.

Una última sensación, esta no estrictamente relacionada con el terreno de juego. Da la sensación de que la prensa y la televisión han descubierto por fin la vis cómica del presidente de la entidad. No sabemos si es por ese posado en bañadorcito y alpargatas de este verano, o por sus audaces declaraciones del curso pasado, pero el caso es que algunos de la prensa han visto por fin un filón en Don Enrique. El otro día parece que hubo un cámara pendiente de sus reacciones en el palco (no le diera por insultar a la afición colchonera o algo), hasta que dio con la perla. La secuencia durante el gol de Forlán y posterior anulación prometen acaparar programas de zapping. Estemos atentos.

En definitiva, sensaciones variadas y no todas buenas ni todas malas. Seguimos con la idea de que se han incorporado buenos jugadores y de que hay lagunas profundas en puestos claves. Muchos de los refuerzos valen pero algunos se echan de menos, igual que se echa de más a algunos de los jugadores que se han quedado. Veremos en qué derivan estas sensaciones, que aún es pronto. Y además con las sensaciones ya se sabe que sólo hay una cosa cierta:

She’s a sensation

She’s a sensation

She looks so sweet

martes, 21 de agosto de 2007

La afición regenerada

Los que hayan seguido mis escritos, pobres, sabrán ya algo que me suele ocurrir: partido del Atleti que no veo, partido en el que lo bordan. No vi el partido de la Vojvodina, así que sólo me han llegado los ecos y las crónicas periodísticas. Unos y otras invitan a la reflexión.

Vuelve uno de vacaciones y se encuentra a la afición dando volteretas laterales y dando besos a los niños. “Qué partido, cómo jugamos, este año sí”. Caramba caramba, esto me suena aunque hace tiempo que no lo oía.

Año tras año, al menos en los últimos tiempos, el aficionado atlético acaba el curso desesperado por la clasificación del equipo y, lo que es peor, por el horror de juego desplegado durante la temporada regular. Hartito me tienen, yo no vuelvo más, no renuevo, esto no hay quien lo aguante, que les den. Esta sensación dura poco porque el aficionado atlético pasa a ser, tras el final de la Liga, seguidor de un epílogo de su equipo, de un apéndice endémico del colchonerismo, de una secuela única entre los equipos grandes. Porque el Atleti, que para eso es distinto, desaparece al final de temporada y se convierte en un ente ectoplasmático y virtual: el Proyecto.

Año tras año, la afición rojiblanca ve como el Proyecto nace, crece, toma forma, no se reproduce sino que se deforma y finalmente se convierte de nuevo, por metamorfosis mariposil, en el Atleti. Al principio del Período Giliásico el Proyecto se enumeraba, como las dinastías Ming: el Segundo Proyecto, el Cuarto Proyecto, el Séptimo Proyecto … el hastío y la pereza, o quizás la inseguridad general en lo relativo a los ordinales que siguen al décimo, hicieron que la prensa y la afición perdieran la cuenta. Ahora no se pone un número, ahora se habla del Proyecto y sanseacabó.

El Proyecto tiene varias misiones. Por un lado, tiene a la gente entretenida las mañanas de agosto, cuando los niños más chillan. Por otro, hace ricos a muchos intermediarios, y esto es importante para el Producto Interior Bruto y para el gremio de ojeadores. Pero, por encima de todo, el Proyecto tiene efectos terapéuticos para la maltrecha moral de la afición colchonera. El Proyecto es a la afición del Atleti lo que la baba al caracol: gracias al Proyecto, la afición recupera año tras año la fe, la moral, la ilusión, y además lo hace ella solita. Da igual que el Proyecto se manifieste en partidos veraniegos contra rivales de tercera fila, o en torneos de ciudades playeras en las que los entrenadores foguean a los suplentes. Si el Proyecto funciona durante un par de semanas, el orgullo de la afición se regenera por arte de magia y el campo hace la ola a la primera de cambio. Da igual que el Proyecto sea el vigésimo cuarto o el septuagésimo primero, que en liga se haya quedado el quinto o el noveno: el Proyecto es el Proyecto, qué más quiere Vd, gracias al Proyecto da igual el Atleti, con el Proyecto nos vale para estar contentísimos. El Proyecto regenera, el Proyecto re-ilusiona, el Proyecto restituye la fe en uno mismo, mejora la autoconfianza, quita las patas de gallo y hace crecer el pelo de la coronilla. Como se enteren los de la cuota nos venden el proyecto en pastillas o cremas de cómoda aplicación desde la tele-tienda, que menudos son estos para sacarle rendimiento a los atípicos.

Dicho lo anterior, a mi el Proyecto de este año (perdón, “el Proyecto”) no me parece mal. Tampoco me parece bien del todo, eso sí. Si el año pasado teníamos un equipo que parecía un novillo cornalón, con dos pitones de miedo y cuartos traseros escurridos, este año hemos ganado en cabeza pero seguimos con el mismo cuerpo: el Proyecto deja entrever una criatura fantástica con cabeza de venado medalla de oro y cuerpo de perrillo ratonero. Mirando la parte delantera uno ve muchas puntas, puntas de las afiladas, buenos y agresivos interiores, varios jugadores con capacidad de hacer varios goles por temporada. Eso sí, todos dispuestos en torno a un enorme cráter en el que se echa de menos alguien que les dé la munición, que piense en cómo hacer llegar a todos esos atacantes el balón que tendrá que salir desde atrás, si es que sale …. En ese agujero negro caben, además, multitud de preguntas: ¿Será Maniche el del Mundial o el del año pasado? ¿Confirmará Raúl García que puede con el puesto, como ha apuntado ya? ¿Seguirá Luccin en el equipo y, si es así, soportará el peso de recuperar y crear o se quedará a medias, como de costumbre? ¿Vendrá Riquelme y, si es así, tendrá cabida en los rígidos planteamientos de Aguirre?

Mirando algo más atrás, las dudas se multiplican: ¿tendrán fuerza las endebles patitas de los laterales para sostener el peso de la inmensa cornamenta atacante? ¿serán nuestros centrales la solvente pareja de hace unos años o la dubitativa collera de flanes del pasado ejercicio?. Poco refuerzo vemos por atrás y por el centro y mucho (y bueno, al menos en teoría) por delante. Y eso que, en contra de lo afirmado con rotundidad por el Consejero Delegado de la Marca, ya llevamos fichados unos cuantos jugadores …

Pero en fin, a lo que íbamos, que hay que ver qué alegrías nos da el Proyecto.

- (voz en off) A Vd por lo que se ve no mucha, que siempre anda igual con tanto escepticismo. ¡Aguafiestas! ¡Cenizo! ¡Miope!
- Miope sí, oiga

Por ahora el Proyecto ha ganado zafiamente al Gloria Bistrita y de forma convincente, al parecer, a la Vojvodina. Con esto, a mediados de Agosto, ya está la afición encantada, venga a hacer la ola. La afición del Atleti, a estas alturas de la película, vive el presente con una convicción garcilasiana que ríanse ustedes del Carpe Diem. El Proyecto va ganando y con esto nos basta, y tampoco está mal esta postura ahora que lo pienso. Las experiencias pasadas muestran que la alegría puede no durar mucho, así que mejor aprovechemos y vayámonos a la verbena en cuanto podamos, que hoy dan dos por una y el sábado a lo mejor nos llevamos un disgusto. Pero el sábado está lejos, aquí no hay futuro que valga, no venga Vd con las dudas ahora, que estamos ocupados hinchando globos. “No future” dicen, fíjense por dónde la afición del Atleti se ha hecho punk, aunque, eso sí, más del “Orgasm addict” que del “What do I get?”, la canción cuya letra demuestra que los Buzzcocks también son del Atleti.

Les tengo que dejar. Viene la afición colchonera del barrio haciendo la conga, y me piden que me ponga de locomotora. Con la vergüenza que me dan a mi estas cosas…

jueves, 2 de agosto de 2007

Ojito, Sra Rushmore

Nuevo anuncio de la Marca Club Atlético de Madrid, cumpliendo con la tradición de los últimos años. Y eso, por no faltar a la tradición, una vez más llamadas al sentimentalismo, a la resignación y esta vez también a la afición de ultratumba… pero, ¿les saldrá el tiro por la culata?

El nuevo anuncio de la Sra. Rushmore para la Marca de la Cuota, antes Club Atlético de Madrid, me ha tocado especialmente. No por lo sentimental, ni por lo humorístico, ni por ser yo aficionado a los cementerios (aunque sí fan de los Cramps). Tampoco por lo agudo, ni por lo previsible, ni por lo reiterativo. Ni siquiera por el movimiento de la rama del abeto, que quizás sea de un pino, vaya Vd a saber. No. Más bien por la edad del sujeto, casi cuarentón, con edad de tener hijos que preguntan cosas incómodas, con edad de haber visto a otro equipo y no tener fuerza para identificarse con el bodrio con el que nos castigan últimamente. Como yo.

Se ve que el Club, consciente de que el timo es cada vez más evidente, tiene ahora como objetivo (“target” dirán los de la Rushmore) a esa porción de la afición que vio jugar a los grandes (puede que no a todos los grandes) y que creció viendo a otros que, quizás no tan grandes, sí mantenían el tipo con la gallardía que las rayas demandan. Buscan a esos que tenían veintipico cuando el Doblete y treinta y pico ahora, a los que conocieron a Calderón y a Cabeza, y vieron la llegada, auge y caída de Gil y el postrer banquete carroñero de los actuales directivos. Los que vimos lo que realmente fuimos y vemos ahora la grosera manta con la que lo tapan. En definitiva, los que tienen argumentos para revolverse y energía para hacerlo. Que lo hagan o no, es otro cantar, pero la Sra. Rushmore lo ha visto bien, que para eso ganan premios y cobran lo suyo, que menudos son.

La coartada vuelve a ser sentimentaloide: el padre que, incluso desde la tumba, afea al hijo, simpático sufridor de los que engrosa la cuota, la supuesta fragilidad de su espíritu ante lo que el Neo-Atleticismo demanda: estoicismo ante la adversidad, aguante ante el bochorno, silencio ante el mangoneo. El padre, quien ya no puede dar pescozones por estar criando malvas, se vale de un abeto (o quizás un pino) para darle al hijo un capón desde el otro barrio de esos que alguna vez se merece Iker Jiménez. El mensaje es claro: “Atléticos de hoy en día, toca seguir aguantando el tirón porque la debacle tiene visos de continuar aún un tiempo (que queda Alcorcón). Y no os deis de baja, seguid pagando el abono y pagando el peiperviú, que, aunque sabemos que este bodrio no lo aguanta ni el más pintado, la sagrada memoria de vuestros padres así lo exige”. Ahí es nada.

Lo que no han previsto la Sra Rushmore y sus clientes, la Marca de la Cuota, es que puede que les salga el tiro por la culata. Porque a lo mejor esos atléticos que descansan por ahí arriba y que se juntan los domingos para animar a golpe de lira, protestar por el mal juego del equipo y contarse batallitas se sienten ofendidos por la comparación y es la gota que colma el vaso. Y como se pongan de acuerdo y actúen ya pueden correr los del palco, los de la Sra Rushmore, los jugadores y hasta el Alcalde.

Y es que si a los que nos dejaron viendo un Atleti campeón les da por levantar la cabeza y ven en qué nos hemos convertido, puede temblar el misterio. Si el anuncio fuera cierto e Iker Jiménez lo hubiera investigado, seguro que habría detectado psicofonías en las que se maldeciría la estampa de los que están acabando con este Club, llamarían a la movilización de las masas dormidas, reclamarían un equipo campeón como el que veían los domingos en este valle de lágrimas. Lo de la rama de pino (¿o es abeto?) quedaría en poco más que una anécdota comparado con el vendaval que levantarían nuestros mayores protestando de camino al estadio como una Santa Compaña rojiblanca.

Si vuelven los socios de los años del Atleti grande, con sus bigotes de Saza y sus trajes impolutos de domingo en el Metropolitano, a lo mejor cambia el cuento. Porque posiblemente tendrían los arrestos que faltan para enderezar el tema. Porque recuperarían la pancarta de la foto que adorna este artículo, y lo que significa. Porque harían imposible el derribo del estadio para los fines que conocemos, averiando excavadoras y derribando grúas cual poltergeist colchonero, sembrando el pánico entre los trabajadores de las contratas de Martinsa. Porque reclamarían un uso justo para los terrenos y las gradas que ellos, entre otros, pagaron. Porque se aparecerían en las redacciones y en las radios y en los platós de TV obligando a los periodistas a decir las verdades del barquero y a respetar a la afición. Porque pondrían a Dirceu de entrenador y a Vavá de director técnico, y rugirían desde el fondo de tal manera que ríase Vd del ejército ese fantasma del Señor de los Anillos. Y en el fondo, incluso si esto pasa ahora, la Sra Rushmore habrá tenido suerte; lo digo porque si el 0-6 del Barcelona o la venta del estadio le pilla a mi abuelo en forma ectoplasmática por estos lares, se monta la de San Quintín.

Y es que a mi no me cuesta mucho imaginarme una procesión de airados atléticos de ultratumba, con mi abuelo y mi tío en las primeras filas, dispuestos a dar una lección a la afición actual de qué es lo que se debe reclamar en el campo mientras cantan Rascayú. La Sra Rushmore ha querido hacer un chiste y a lo mejor se ha pegado un tiro en el pie. Si el atlético medio empieza a mirar lo que el Atleti era para su padre y lo compara con lo que quedará para su hijo, puede que se de cuenta del engaño. Y puede que a esa reacción ayude un espíritu con bufanda rojiblanca que no quiere hijos pusilánimes, no, pero que tampoco traga con un esperpento de Club convertido en una máquina de hacer dinero para los que lo dirigen, que usan parte del mismo para adormilar a los herederos de los que lo convirtieron en una leyenda.

Eso sí, ya les digo que algún capón me caería a mi, y a Vd, y a Vd, y también a Vd que lee esto con una sonrisilla, por habernos convertido en esa afición que va a devolver la bufanda. Y es que si mi abuelo vuelve por estos fueros y ve como está el Atleti, le da un patatús; pero si le da por ir la grada, se coge un berrinche que se muere de nuevo, el pobre. Y es que si se llega a formar la Peña Atlética Más Allá, en caso de que no esté ya formada, nos corren a gorrazos a nosotros también por no haber sabido defender lo que ellos levantaron. Por no respetar los principios y las tradiciones que nos inculcaron. Por pusilánimes, conformistas y blandengues. En una palabra, por mirindas.