viernes, 20 de abril de 2012
Así somos, así queremos ser
En el día en el que se cumplían 41 años de la consecución del 6º título de liga del Club Atlético de Madrid y, de lo que es casi tan importante, de ese salto de Isacio Calleja de cartel de fútbol, ese salto de rabia y de alegría y de orgullo con esa camiseta tan bonita y ese número 3 como un sol de grande, jugaba el Atleti una semifinal de Europa League contra el Valencia. El partido acabó como Vds ya saben, y del Calderón salió la gente del Atleti con una sensación familiar e imposible de describir, con esa sensación que Vd, y Vd, y Vd también y también aquél del piercing y ese otro de la trenca inglesa y hasta aquél del traje de raya diplomática fatalmente combinado con una corbata de demasiadas rayas conocen bien pero tampoco alcanzan a describir con precisión. Del Calderón salió la gente con esa expresión tan nuestra que refleja una mezcla de alegría, orgullo y cara de tonto, esa combinación de sensación de victoria y de derrota, de rabia y de euforia, de qué maravilla y no tenemos remedio, de esto sólo nos pasa a nosotros y de yo estuve ahí, oiga. Del Calderón salió la gente del Atleti con esa cara que sólo tenemos los del Atleti, que sólo entendemos los del Atleti, con esa expresión que para algunos sería de triunfo y para otros de desesperación pero que para nosotros se encuentra en su justo punto medio, en un lugar sin explicación geométrica ni psicológica en el que tan a gusto estamos nosotros, sólo nosotros, nosotros los que somos así y a los que así nos gusta ser.
La salida de la afición con cara de Atleti contrastaba con lo vivido un par de horas antes cuando, en partido de semifinal de Europa League, los alrededores del Calderón se encontraban quizás sorprendentemente tranquilos. No sabemos bien por qué, no sabemos bien si porque el rival era español y conocido, si por miedo o desconfianza, si por hastío o por frío o por calor o por alergia, pero los alrededores del Calderón no tenían ambiente de día grande, de semifinal europea, de partido contra rival potente y peligroso. La sensación antes del partido era más próxima a un partido de liga que de estar a dos partidos de una final, como si la afición no le diera a la posibilidad de vivir otra final europea su verdadera dimensión, como si la final de Hamburgo hubiera quitado no sólo la angustia de no vivir ciertas cosas sino también el nervio de volver a vivirlas. Y eso que alguna de las alegrías más gordas que nos hemos llevado últimamente, de los días más bonitos que nos ha tocado vivir (uno de ellos, inolvidable, con el gran Pablo Olivares por pleno barrio beatlemaníaco de Hamburgo) y de las celebraciones más largas que hemos vivido han venido precisamente gracias a la Europa League. Pero ayer no había el nervio del partido contra el Liverpool de hace un par de años, como si la afición, por estar ya en terreno conocido, no tuviera esa excitación que las últimas rondas de fútbol europeo conllevan. La afición del Atleti parece ahora manejarse confiada por la Europa League como se manejan los vecinos de los barrios por las cafeterías de su calle en día laborable. Hace dos años, sin embargo, llegamos todos a este partido con aire de habitante de barrio periférico invitado a restaurante caro de urbanización de clase acomodada, incómodos a la vez que excitados, nerviosos y algo fuera de sitio, sin saber para qué sirven los tenedores pequeños ni tantas copas de cristal ni cómo dirigirse a los stewards ni si habrá o no habrá himno previo. Esta vez, ya más experimentados y con cara de recluta veterano a tres semanas de la blanca, la gente estaba tranquila y contenta y nerviosa, pero controlando la situación. Qué tíos somos, oiga.
Salió el Atleti al campo, y cuando decimos que salió el Atleti al campo queremos decir precisamente eso, que salió el Atleti, un Atleti de los de siempre, de los que deberían ser, el Atleti de Madrid. Salió el Atleti y enfrente tenía un equipo con el que no se ha podido en Liga, que sigue en la parte más alta de la clasificación y que sobre el papel era un enemigo terrible y poderoso. Pero salió el Atleti de los partidos europeos, de los partidos bien jugados, de los partidos importantes y en el vestuario se quedó el Atleti blando y dubitativo de los últimos partidos de liga, el Atleti cansado y despistado, el Atleti que irrita y que arruina los fines de semana. Ayer salió otro Atleti, o al menos fue otro Atleti el que jugó gran parte del partido, exceptuando un par de jugadas a la postre importantísimas.
Al frente de ese Atleti de verdad se puso desde el primer minuto Arda Turan, el turco inconstante pero a veces asombroso, el futbolista sin pinta de futbolista pero talento de futbolista grande, ese que siempre se ríe, incluso cuando uno no lo espera. La prensa había puesto en cuestión a Turan los días previos al partido, se habían filtrado supuestas fricciones con Simeone, la competencia de Salvio, las sospechas del club sobre su grado de implicación. En el minuto uno el turco dejó claro que con todos esos artículos se puede hacer una buena hoguera, al menos cuando a él le da la gana. En la primera jugada se fue hasta la línea de fondo y, aunque no llegó a pasar, sí le dejó claro a su marcador que le esperaba un tormento. Diecisiete minutos más tarde, peleaba un balón hasta la misma línea, sacaba un centro y Falcao, con un movimiento de cabeza que ni una bailarina balinesa, marcaba el primer gol del partido. Turan jugó y jugó, peleó y contribuyó de forma innegable al buen partido del equipo, dejando claro que ahí, en ese cuerpo que no es de atleta, en esas piernas cortas y en ese andar cansino sin levantar los pies, hay más fútbol que en manadas de jugadores de patillita fina y gafa de pantalla. Bien por el turco, señores.
No sólo Turan hizo un buen partido, aunque hubo quien lo hizo malo. Mal partido hizo Courtois, de nuevo inseguro, sin salir por alto, incómodo en lo que deberían ser sus dominios y desconocido desde el derbi de la pasada semana, inocente en el primer gol del Valencia y en alguna otra jugada en la que el rival le puso mucho más nervioso de lo tolerable. No jugó bien Mario, una triste constante, sobresaliendo por su frialdad y falta de concentración y entrega en un equipo en el que todos corrieron más y mejor que él. Mario debería agradecer a Gabi su correr constante y su generosidad a la hora de tapar los agujeros que él deja, pero en vez de eso se dedicó a decir en twitter, ese pajarito que carga el diablo para los que no saben enfriar las emociones, que lo suyo es callar bocas a los que hablan de más. Hay cosas que uno nunca entenderá y tipos de los que ya no espera nada sensato. Mario, con estas cosas y más en estos días, hace oposiciones al Cuerpo de Futbolistas Irritantes, especialidad Realidad Deformada, y por lo que vemos puede sacar un número alto en su promoción.
Salvo las excepciones de Courtois y Mario y quizás un insípido Domínguez, el resto del equipo estuvo francamente bien. Estuvo bien Filipe Luis Filipe, bautizado Filipe Luis Froilán desde la grada de lateral, lo que permitió un sinfín de chascarrillos sobre el porqué de su miedo a meter la pierna o su imprecisión en el golpeo con cierto pie; no era ayer sin embargo día para hacer gracietas con Froilán, que hizo un buen partido. Bien jugó también Miranda, rápido y contundente y además autor de un buen gol, y una vez más jugó bien Juanfran. Juanfran, que es un prodigio físico, tiene siempre cinco o diez minutos en los que monopoliza el juego, el esfuerzo, la creación y la recuperación. Ayer ocurrió en el segundo tiempo, cuando sacó un balón en el extremo opuesto a su lugar en el campo, peleó con varios rivales y compañeros para recuperar el balón entre rebotes y terminó por devolver la posesión al equipo. Igual de generoso en el esfuerzo estuvo Gabi, un jugador que, con sus carencias, su limitada plasticidad y su querencia al pase errado no consigue sacar del que suscribe una crítica avinagrada de esas a las que acostumbra. Gabi se emplea como el que más, cubre espacio, mete la pierna, están donde tiene que estar y tapa los agujeros que deja Mario, quizás más concentrado a veces en su siguiente tweet que en hacer aquello por lo que se le paga. Gabi, con sus cosas y sin ser candidato a la titularidad en equipos de alta calidad, da el 100% de lo que tiene y estas cosas a uno, que es tonto, le inspiran un respeto enorme, el respeto que Gabi se ha ganado en su vuelta al Calderón.
Tres jugadores sobresalientes quedan para el análisis. Diego, el primero, hizo un buen partido y sacó estupendamente la falta que remató Miranda. Diego es un jugador con un dominio excepcional del balón y capaz de hacer, con la naturalidad del que tararea una copla de Quintero, León y Quiroga, cosas que sólo los elegidos hacen. Pero Diego, eso sí, crea unas expectativas con el balón que no siempre se cumplen. Cuando la coge Diego parece siempre que algo gordo va a pasar, pero la cantidad de veces que eso gordo ocurre no es al final tan alta. Diego es un futbolista pinturero y vistoso, que controla balones imposibles y sale rápido con la cara arriba y la manita doblada hacia dentro, buscando jugada con pose de esos jugadores finos de las ligas de barrio que llevaban botas Patrik cuando el resto llevábamos Cejudo. A veces se adorna en exceso y la jugada queda en nada, pero esa impresión de jugadorazo al mando la transmite estupendamente. Diego ejerce en el espectador futbolero el magnetismo que ejercía el bueno del equipo del barrio, aquél jugador que había en todos nuestros equipos de pequeños y que veía el fútbol mejor que nosotros, el ojito derecho del entrenador de cadetes, aquél al que darle el balón cuando había un embrollo a sabiendas que el equipo estaría más cómodo tras haberla tocado él que antes de hacerlo. En Diego vemos todos al bueno del colegio, unos ven a Martínez, otros ven al Chino, otros ven a Fontán, a Vives, a Gorrochategui, al tipo al que darle el balón si hay lío, el tipo que decidirá qué hacer cuando el resto se bloquee. Eso sí, que luego se cumpla la expectativa es otra cosa, que Diego es jugador amigo de la estética pero algo reñido con la estadística. Dicho todo este despropósito, ayer Diego jugó un buen partido y estuvo entre los destacados; eso sí, siguiendo con el lenguaje educativo, necesita mejorar (un poco y en ese aspecto), o al menos eso nos parece a los que, siendo amantes del toreo de pellizco, apreciamos con entusiasmo el toreo de lidia y trabajo de Despeñaperros p'arriba.
Para el final, dos fenómenos a los que llevamos todo el año piropeando. El primero Adrián, autor de un gol y de varias de esas jugadas imposibles e impredecibles a las que acostumbra. Adrián hace un fútbol más propio de un jugador frágil buscador de la protección arbitral, pero luego tiene actitud y discurso de chaval asturiano sanote, con lo que nos cae aún mejor. Forma por ahora una excelente pareja atacante con otro fenómeno, Radamel Falcao, autor ayer de dos goles, el primero magnífico, el segundo un golazo. Falcao tiene números de estrella mundial y actitud de debutante humilde y buen compañero. A su pelea incansable y remate asombroso añadió ayer una faceta hasta ahora poco visible. Era Falcao el que gritaba a sus compañeros para que presionaran arriba, era él el que hacía gestos colocando a la segunda línea, era él, con Gabi, el que gritaba en los córners y a la hora de asfixiar la salida del balón del rival. Falcao hizo a ratos de Simeone y a ratos de Falcao, de él mismo, de delantero de talla mundial y gesto de buen chaval. Un grande, el Tigre.
Cuatro goles metió el Atleti, y con eso debería haber bastado para asegurarse una plaza en la final. No fue así, naturalmente, que para eso somos el Atleti, ese equipo extraordinario del que habría hablado Homero de no haber perdido el tiempo con caballitos de madera. Dos goles marcó el Valencia, uno al final de cada tiempo, los dos en el descuento, los dos a balón parado, los dos de córner. No creemos que esto haya pasado nunca antes en la historia del fútbol, pero para estas cosas está el Atleti, para hacer normal lo extraordinario, para que consideremos cotidiano lo que físicos, químicos y quiromantes consideran imposible.
El Valencia hizo un partido extrañamente flojo y encajó cuatro goles, algo raro en un equipo sólido y dificilísimo en liga, en la que por cierto también se ha llevado más goles de lo esperado últimamente. La impresión que dio el rival fue esa que ha dado tantas veces el Atleti en los últimos años: que hay mar de fondo, que hay tensión, que el ambiente no es bueno.
Los dos extraños goles del Valencia le dan aire para la vuelta, un aire insuflado por el propio Atleti, equipo asombroso que no aprende de sus errores y que intenta compensar fallos de infantil con goles de estrella mundial. La vuelta será complicada porque, a pesar del buen partido y del número elevado de goles conseguidos, el resultado en la práctica es comparable a un uno cero. El Atleti pareció tirar por la borda, sin hacerlo, un extraordinario partido lleno de calidad, entrega, presión y ambición. Sin estar ni mucho menos resuelto el choque ni para uno ni para otro, el Atleti debería tener una ventaja suficiente para entrar en la final, pero con este equipo nunca se sabe.
Ayer vimos al Atleti que queremos ver, el Atleti del que queremos ser, el Atleti que queremos ser: el Atleti que pelea del primer al último minuto, el que hace juego de filigrana a ratos, apoyado en un despliegue y un compromiso constante, el Atleti del salto de Calleja y el gol de Falcao. También, no hay que negarlo, vimos el Atleti que somos: el Atleti despistado, el Atleti incomprensible, inexplicable, imprevisible que encaja dos goles absurdos y da vida a un rival que debería estar a estas alturas asumiendo que su misión es imposible, en caso de que las cosas hubieran ido como la lógica indicaba. Ese Atleti sin remedio, ese Atleti desesperante pero con cierta gracia también es nuestro Atleti y lo sabemos. Es ese punto absurdo el que lo hace ser distinto, es esa anarquía interna lo que lo hace ser tan nuestro, tan particular, tan imposible de compartir con aquellos que no viven estas cosas absurdas como normales. El Atleti de ayer fue el Atleti completo, el del partidazo y el derrape, el que nos deja la media sonrisa y las cejas altas, con esa mezcla tan nuestro de orgullo, desesperación y complicidad. Ganaremos o perderemos, pero, estando ahí, siendo así, todos estamos más contentos. El Atleti de ayer es el nuestro, el Atleti del que somos, el Atleti del que queremos ser.
PS: "Así somos, así queremos ser" es una frase prestada, la firma de un participante en un foro atlético con solera. La frase, cree el que suscribe, define bien cómo nos sentimos muchos y de ahí su uso, aunque no la reclamación del copyright. Al autor, anónimo, el agradecimiento desde este blog y la enhorabuena por la lucidez.
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23 comentarios:
Así somos. Humildes y orgullosos tras una victoria como la de ayer.
Tras varios meses de ausencia, estuve ayer en el Calderón y me gustó mucho el equipo, sobre todo en la segunda parte, error final excluido. Todos los jugadores estuvieron, a mi modo de ver, notables como mínimo, a excepción del cancerbero belga. Este gigantesco muchacho, a la hora de salir de debajo del larguero, se asemeja más a su paisano virtual Hércules Poirot (por lo de bajito y rechoncho) que a un tipo que roza los dos metros. Ustedes sabrán más que yo, pero la grada debería apodarle el murciélago, siempre colgado del travesaño. No fueron sólo los dos goles, en el sector donde me ubico ya hay murmullos cada vez que el balón sobrevuela el área. Para esto, jugaba Asenjo y santaspascuas.
De todas formas, mi regreso por carretera hoy a Asturias me recordó, ligeramente, al de Hamburgo hace dos años. Sonrisa y buen humor, pues hacía tiempo que no disfrutaba tanto de un partido del Atleti en directo. Y respecto al título de su espléndida crónica, yo aún diría más; así nos gusta ser. Un saludo.
Turquito Fuentes!!!
Yeah!
Ouuuu Yeaaaah!
http://www.uefa.com/MultimediaFiles/Photo/competitions/Comp_Matches/01/78/70/25/1787025_w2.jpg
Esa frase prestada puede ser muy significativa, pero se convierte en bonita, incluso diría que sublime, dependiendo de quiénes quieran identificarse con ella, porque en esa grada que ayer no dejó de vibrar y disfrutar, hay muchos que son como otros quieren que sean, aunque puede ser que eso no sea excluyente con que sean como quieren ser. Y ahí radica el problema.
Por lo demás, noche mágica, junto con la de Roma, la mejor de la temporada de este Atleti con dos caras. De esas en la que no hace falta añadir nada a lo que usted escribe, salvo, quizás, un entusiasta AÚPA ATLETI !!!.
Por cierto hablando de frases sublimes, apunte usted para los anales esa de "para eso somos el Atleti, ese equipo extraordinario del que habría hablado Homero de no haber perdido el tiempo con caballitos de madera."
Esa genialidad seguro que es de su cosecha.
Magnífica la foto del Cholo! Cómo celebra siempre los goles, es increíble. Eso por no hablar de sus intervenciones en sala de prensa. Para enmarcarlas. Para mí, otro motivo de orgullo.
D. Mondo, se le echa de menos por aquí en los partidos. También a D. Vito, al que suponemos siguiendo con dedicación al nueve rival.
(No quisiera amargar este buen momento por el que pasamos pero parece que el cluz no está pagando las mensualidades por el Tigre. Finalmente no hubo fondo de inversión. Mendes se rajó al final y dejó colgado al Sr. veterinario, así que Radamel pertenece al Porto. Creo que en Portugal tienen un cabreo de los que tiembla el suelo. Mal rollo)
La descripción de Diego a través de las marcas de botas es extraordinaria.
Anonadado me quedo con lo que cuenta Doña...o sea que más nos vale ir despidiéndonos de él.
Un partido enorme del atleti, a pesar de sus froilanadas en los dos tiempos de descuento.
Me estuve acordando de usted todo el partido cada vez que intervenía el poca sangre y poco de todo de Mario. Este jugador es un desastre completo, pero juega casi siempre con el Cholo. Un misterio.
magnífica crónica. Grande Arda, Falcao, Adrián, Diego, Juanfran. Todos en general, menos Mario y el murciélago belga.
Sólo discrepo con usted en lo de Miranda: creo que los tres remates francos de cabeza del Valencia, dos acaban en gol y otro saca astillas del palo, los hace el jugador defendido por este fino zaguero, que por arriba es muy, pero que muy blandito. Independientemente de que el portero larguirucho no sale ni a tiros.
Y bien por el Rugby Atleti, enhorabuena!!
Turquito culón!!
El Turco.
(oigan)
Uy, la cuchillada de Mendes a MAGM. Ni entre ladrones hay respeto.
La vuelta a la cruda realidad va a ser muy, pero que muy dura.
Como bien dicen Vds,
Superturcoman!!!
Y sí, la vuelta a la cruda realidad... yo es que el otro día, en el partido contra el Valencia, no podía por dejar de pensar en el Dúo Sacacuartos, poniéndoseles los ojos con el signo de los euros al igual que al tío Gilito de los cómics de Walt Disney, ideando el desguace de este equipo que está haciendo el Cholo, porque sin duda lo ha hecho el Cholo.
¡Madre mía el turco!.
¡Forza Atleti!.
No extraña nada, ¿verdad?. No hay nada de anormal, en la noticia que nos adelanta Doña.
Salió durante el verano la noticia del interés del Atleti por Falcao, al Presidente del Oporto le dio la risa floja al enterarse (http://www.marca.com/2011/08/03/futbol/equipos/atletico/1312359963.html?a=34d5979e257197d5310974e1ad07497b&t=1335169747) y, aunque luego se confirmó, y el excelente 9colombiano se vistió de rojiblanco ...
... Que levante la mano quien no sintió aquello como algo extraño e inaudito y que, en el fondo, tenía más sentido el desprecio de Pinto da Costa, que la muestra de poderío de Gil&Mendes.
Buenos días!
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Uy, el turco es más alto (menos bajo) que el cholo!
Feliz Cumpleaños Atleti!
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