lunes, 18 de febrero de 2013

Algunas reflexiones tras el Valladolid – Atleti, o el honor de un brigadier



Llegaba el Atleti a Valladolid tras unos partidos más bien malos en los que se habían encajado más goles de los deseables y se había dado una imagen que pensábamos olvidada tras la llegada del Cholo, aquél día del descenso de los cielos rojiblancos directamente al banquillo del Calderón entre el sonido de trompetas celestiales y bandoneones de barrio. El Atleti de este año nos traía malacostumbrados, habituados a partidos asombrosos y golpes de autoridad, a batallas controladas desde el principio o perdidas con honor y salvando banderas y estandartes, a ver jugadores condenados al deshecho de tienta llevar galones y medallas para sorpresa de todos. Pero en los últimos partidos (Bilbao, Vallecas, en el Calderón contra el Rubin Kazan y algún otro) volvimos a ver al equipo sosaina y sin personalidad que jugaba semanalmente en el Calderón hace unos años, cuando aún contábamos con Torres y con un equipo formado clara e inequívocamente para desesperarle y venderle encogiendo los hombros encogidos y expresión de qué le vamos a hacer, los jugadores juegan donde quieren, no pudimos retenerle aunque quisimos pero, eso sí, sacamos lo suficiente para forrarnos el riñón de oro puro. En los últimos partidos una lucecita débil pero molesta nos cegó y nos hizo caernos del Dos Caballos, y se  nos apareció ese Atleti sin sustancia de Ibagaza, Novo y Musampa, el Atleti malaje de Luccin y Maniche, el Atléti pusilánime y caótico de Manzano y hasta el Atleti rotativo y sin forma de Quique Flores y su bufanda, o quizás fuera de José Luis y su guitarra o incluso de María Jesús y su acordeón.

Pero la memoria, como el café americano, es floja y la costumbre, como las vacaciones, hace que veamos las cosas de manera diferente a como realmente son en cuanto se repiten unos cuantos días. Porque ese Atleti asombroso que ha batido records recientes de victorias en Europa, de victorias en casa y de lunes mirando por encima del hombro a los compañeros de oficina estaba formado por los mismos jugadores que a inicios de la temporada pasada nos parecían un batallón cochambroso destinado a pelear como mucho por entrar, de refilón y metiendo barriga, en el pasillito estrecho de la Europa League. Hace no muchos meses Filipe Luis Filipe era un jugador pusilánime y posiblemente acabado, Mario Suárez era la fuente de innumerables cabreos, Arda desaparecía y hasta nos recordaba en ocasiones, por lo disperso, a Reyes.  Juanfran era un extremo que no se sabía muy bien qué hacía en el equipo, Godín era una garantía de disparate por partido, Gabi un repescado que no generaba ninguna ilusión, Koke un canterano que no rompía ni parecía que pudiera romper, Diego Costa un jugador inclasificable salvo para psicólogos y/o parapsicólogos y  Falcao, anunciado en los video marcadores antes incluso de arreglar el papeleo, un delantero voluntarioso y torpón que debía justificar el dineral pagado por él en una operación turbia forjada en los bajos fondos (de inversión).

Algunos de estos fantasmas, que pensábamos exorcizados por el Cholo en plan Padre Pilón rojiblanco, se han vuelto a aparecer en los últimos partidos. Juanfran, en un año malo (por más que contra el Valladolid dio algún motivo para creer en la resurrección) parece lejos de ser quien fue hace tan solo unos meses; Filipe Luis ha estado a punto de recuperar el Luis inicial tras varios partidos más grises en los que sólo ha jugado medio tiempo al nivel que nos tenía acostumbrados. Godín ha hecho pareja con el Cata y, vistos los resultados, hay quien les recomienda dedicarse al cobro de impagados en el sector del hilo de cobre robado. Falcao anda triste tras la lesión, Mario ha perdido el sitio con Tiago, Arda ha hecho partidos para el olvido desde que se postuló a jugador de equipo campeón de Europa y Adrián no es ni la sombra de su propia sombra en día nublado y anda despistado, sin fuerza ni mordiente, en parte aterrorizado y en parte desmotivado.

En el fondo, lo que ha ocurrido es que el equipo ha mostrado sus costuras tras varios meses con el pecho hinchado hasta el máximo de su capacidad pulmonar. Tres competiciones son quizás muchas para una plantilla como la del Atleti, que cuenta con un segundo portero más que desafortunado, un central de repuesto que da tanto miedo al delantero rival como al aficionado propio,  un lateral izquierdo suplente de circunstancia y sin pompa y unos cuantos jugadores más que impiden que, sin los titulares y con los rotados, el equipo sea la sombra de sí mismo. El bache del Atleti no es una sorpresa, porque lo realmente sorprendente es la enorme temporada hecha hasta ahora. El Atleti ha dado mala imagen en los últimos partidos, sí, pero casi diría uno que hasta se lo puede permitir. Segundo en liga con unos puntos que le harían candidato serio al título en una liga normal y con opciones de pasar a la final de Copa (sufriendo, eso seguro), el Atleti ha flojeado lastimosamente en la Europa League y ha visto como un equipo limitadito y en pretemporada le ha casi sacado de la competición de la que es campeón. El bajón, por cierto, coincide en el tiempo con el bajón de otros años porque, como saben bien los atléticos de pro, en los últimos años Enero y Febrero son meses en los que al Atleti le cuesta especialmente ganar puntos y se le da bien echar por la borda el trabajo hecho hasta el momento (dicen las malas lenguas que por problemas a la hora de cobrar). Confiemos en que no sea así este año.

De los irregulares partidos de las últimas semanas quedan varias cosas claras: no hay plantilla para jugar al mismo nivel todos los partidos, es necesario más y mejor banquillo para poder responder en todos los torneos, el equipo es competitivo (¡y a qué nivel!) si juegan los titulares y, aún con ellos, fuera de casa se sufre de lo lindo cuando el rival es sólido y peleón. También hay otras conclusiones: con lo que hay dentro y fuera del banquillo, la temporada que está haciendo el Atleti es simplemente fantástica y el responsable lleva corbatita fina, el pelo muy corto y el cutis craterizado.
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En estos días de zozobra atlética, que confiemos hayan acabado gracias al partido de Valladolid, han emergido dos protagonistas por los que hace no demasiado tiempo el que suscribe daba bastante menos de un duro; con gusto procede éste a la ingestión de sus propias palabras en los próximos párrafos.

El primer protagonista es Diego Costa. Diego Costa, jugador de fútbol con cuerpo de jugador de balonmano y cara de malo de película de Sergio Leone (copyright Dr Caligari) lleva años jugando en equipos españoles, luciendo estilo embarullado en el control del balón y malos modos en la relación con los rivales. Diego Costa tiene cara de haber salido del mismo penal que el Cata Díaz y quizás esa cara de malo y la poca esperanza de no tenerla aún vestido de marinero o pastorcillo le han hecho creerse un super-villano del área, un jefe de Mara guatemalteca, un sicario de familia mafiosa de medio pelo de Newark, New Jersey. Cuando Diego Costa traslada al campo su vocación de hacer ofertas que los rivales no puedan rechazar copa los telediarios con escupitajos, amenazas, pérdidas de papeles y tarjetas de varios colores. En esos momentos a nosotros, que somos de Gárate, Diego Costa nos da vergüenza ajena y nos irrita, nos inflama y nos molesta, nos dan ganas de mandarle de portero al Bada Bing y quitarle la licencia de futbolista.

Pero hay otros días en los que Diego Costa, quizás por no haber cenado picante o por llevar ropa interior más holgada, por haber leído sonetos de contenido místico o églogas bucólicas (o pastoriles) se centra en lo que se centra y entonces se convierte en un jugador vital. Esos días Diego Costa se enseña a los compañeros y busca una y otra vez entrar por una banda, por otra, llevarse el balón a trompicones o en carrera. Retiene el balón de espaldas a la portería y ya pueden venir tres o cuatro centrales armados con aperos de labranza prestos a quemarle en una pira que Diego Costa no suelta el balón y espera a un compañero. Diego Costa facilita a Falcao el espacio, de igual forma que Falcao facilita el espacio a medio equipo gracias a su poder magnético para los marcadores; también ayuda a la segunda línea a llegar con más opciones, retrasa la salida del balón del contrario y deja sin aliento a los centrales tras veinte minutos de juego. Esos días Diego Costa sí nos gusta, sí nos aporta, sí nos vale para nuestro equipo y hasta Gárate, la referencia que hay que buscar en todo dilema moral, pondría en su equipo al Diego Costa combativo pero lejos de la delincuencia que vemos en algunos partidos.

Esos días se diría que Diego Costa, niño acomplejado por tener cara de malo desde el día del bautizo y hacer llorar a las monjas el día de la Comunión, adolescente atormentado por crear el pánico entre sus primeros amores de barrio, joven inadaptado emperrado en hacer pagar al mundo el hecho de tener cara de llevar poncho mexicano, sombrero de ala ancha y comer judías directamente del puchero con una cuchara de madera, topó por fin con la horma de su zapato: un entrenador que antes fue jugador de mandíbula apretada, choque fácil, temperamento incendiario y unas ganas de ganar mayores que sus ganas de pelea. También en esto hemos tenido suerte, oiga.
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El segundo protagonista es Gabi, nombre que se antoja corto e insuficiente para Gabriel Fernández Arenas, capitán del Atleti, ahí es nada. Gabi, que es del Atleti desde chico, no ha sido hasta hace bien poco el Gabriel con todas las letras que ahora tira del equipo en los momentos malos no sólo a fuerza de casta y carácter, sino también de calidad cuando hace falta.

De Gabi llevamos oyendo hablar en el Calderón mucho, muchísimo tiempo, y durante un buen puñado de años le vimos lejos, en Zaragoza, y no habríamos apostado en ese momento por su importancia actual para el equipo, sus galones y su fiabilidad. Gabi, que destacó en las categorías inferiores del Atleti y jugó en las mismas categorías de la selección española estuvo llamado durante varios años a ser el tipo que daría al centro del campo una referencia de la casa. Nunca lo consiguió, aunque le esperamos, nunca se hizo con el sitio ni convenció del todo a la grada, que esperaba de él al heredero de los centrocampistas colchoneros de oficio y calidad de los ochenta. A Gabi le pasó lo que parecía que le podía pasar a Koke hasta esta temporada, que no encontrase su lugar en el equipo sin saber muy bien por qué, que no terminara de romper, de soltarse, de dar lo que podía.

Gabi se fue al Zaragoza y ahí, poco a poco, fue cogiendo confianza y madurez pero nosotros no lo vimos en directo, sólo en resúmenes, sólo de vez en cuando en los partidos de casa. El último año en el Zaragoza fue capitán y jugador importante, y pensamos que ahí había tocado techo. Y entonces volvió, y cuando volvió no nos hizo demasiada ilusión y el que suscribe, que es tonto, le llamaba Grabi. Nos sonó a relleno, a fichaje de circunstancias, fichaje de no nos queda otra, no crean que a nosotros nos ilusiona, ya quisiéramos nosotros traer a Rosicky o a otro igual o mejor que Rosicky, oiga. Y volvió Gabi y, poco a poco, nos dejó claro que había vuelto hecho y derecho, con oficio y con personalidad, lejos quizás del futbolista fino y pinturero que en su momento esperábamos pero cerca del jugador curtido y con presencia que el equipo necesitaba.

Y con Simeone, como Koke, como tantos otros, Gabi fue el Gabi del que ahora no podemos prescindir. Gabi es el primero en la presión y en la recuperación, el primero en dar voces a los compañeros para que no pierdan el sitio, el primero en recordarle al árbitro que el rival que acaba de hacer falta ya lleva tres. Es también el primero cuando el equipo visita una escuela de fútbol o un hospital infantil, el primero en llegar a la bronca monumental que acaba de formar Diego Costa, el primero en celebrar como loco un triunfo, como lo celebraría un hincha más. Gabi roba balones y entra al choque a cortar contraataques, y a veces lo hace de forma acelerada y le da un pase fácil a un rival y corre como un loco a solucionar el problema que acaba de crear. Gabi no es el apuesto teniente recién salido de la academia que duda en momentos cruciales, sino el capitán experimentado y cascarrabias que cuando la cosa se pone fea agarra el estandarte y saca de la trinchera a patadas en el culo a toda una compañía, que se lanza tras él donde él diga. Gabi, en fin, con sus fallos inoportunos y sus buenos pases largos, con sus momentos de aceleración y sus arengas en pleno partido llamando a la presión de todos los compañeros como quien se juega el honor de la brigada entera, actúa como algo que hace tiempo que no se veía en el Calderón: como un capitán.

Gabriel Fernández Arenas, Gabi, que no es el más talentoso ni el más pinturero, ni el más mediático ni el más popular, es un capitán con todas las letras de la palabra Gabriel, que es más larga que Gabi de aquí a Zaragoza. Todo el respeto del mundo para Gabi, todo. 

25 comentarios:

Dr. Caligari dijo...

(Ayer Gabi jugó sin ojo morao)

qsP dijo...

Casi da más miedo la descripción de D.Diego Costa, que verle comer espárragos.
No recuerdo si hemos ganado algún partido importante con el Cata en el once, espero que el Cholo se ilumine en Sevilla y ponga de central a Tiago como hizo en los minutos finales del jueves pasado.
D.Gabriel Fernández Arenas está para ser titular en la selección, muy por delante de la G.de Tolosa. Merecidísimo y muy esperado su homenaje. Gracias.

Russeus Albusque dijo...

Ya que aparece por aquí don qsP, les comento una cosita que leí en otro foro pero que me hizo hasta ilusión imaginar. Es que si hubiera estado Luis Amaranto todavía con nosotros, la desgraciadísima jugada del último minuto no acaba en gol, seguro que hubiéramos asistido a una de aquellas gloriosas carreras y corte de balón del colombiano.

Y en Rusia, Vds creen que sacaremos el equipo ganador e intentaremos pasar, o que no?

Jose Ramón dijo...

Me da la impresión de que en Moscú va a haber muchos cambios, pero los que salgan van a hacer lo indecible por pasar.
A mí no me sorprendería nada que lo lograran.

Jose Ramón dijo...

Y sí, Gabi esta haciendo una temporada extraordinaria.
Merecedora de todos los elogios.

Russeus Albusque dijo...

Bueno, pues pregunta respondida, telepatía total entre el Cholo y don JR.

http://www.marca.com/2013/02/19/futbol/equipos/atletico/1361267752.html

Ojalá tuviera yo esa confianza de Vds, aunque bueno, con el Atleti nunca se sabe, y del compromiso desde luego no dudo.

Cristian Vieri dijo...

Ocho titulares en casa, siete canteranos..., yo aún diría más, creo que la Europa League este año no interesa y, si nos eliminan, casi como que se agradece. Y en el partido de ida pudo apreciarse. Ese partido no cuadra en la temporada. Todo fue "raro".

Russeus Albusque dijo...

A ver si los canteranos hacen el partido del siglo, pasamos, y al dúo sacacuartos les dan un buen disgusto.

Fran Omega dijo...

Como sabe, Don Dueño, coincido totalmente en su visión respecto a Gabi.

Recuerdo que, cuando salió del filial, se le publicitó mucho antes de tiempo: como "socio ideal de Torres", como "superclase en ciernes", etc, etc ... Esas cosas que hacen los picus y manoletes y que, normalmente, fastidian bastante al joven y barbilampiño canterano.

Véase si no el Caso Oliver Torres, alias "La Panacea", a quien tanta gente -con "el atleticólogo" a la cabeza- ha vendido como el nuevo Dirceu. Pero no dentro de tres-cuatro años, no, sino ya.

Y como Gabi, para más inri, hizo una notable temporada como cedido en Getafe ... a su regreso se le puso, no el listón de chavalín que empieza poco a poco, sino el de la reencarnación de D. Eugenio Leal. Y se estrelló, claro.

Así que, su triunfo, es un fantástico canto a la persistencia y al amor propio. ¡Viva El Capitán!.

Fran Omega dijo...

Por cierto: mañana, damos la cara.

Carlos Fuentes dijo...

yo aún diría más: mañana pasamos y se encumbra Saúl

Fran Omega dijo...

¿A que lo clava Don Dueño?. ¿Qué se apuestan?.

Gonzalo dijo...

Buenas noches.
Merecidísimas las palabras sobre nuestro caapitán. Da gusto cuando a uno se le llena la boca diciendo esas dos palabras. Parece que ése del cutis craterizado, más allá del milagro que está realizando en lo deportivo, ha vuelto a instaurar pequeñas y sanas costumbres, como el respeto por una camiseta o por un brazalete.

Yo les voy a dar un nombre. Gallas. Vi a ese muchacho con 10 años hacer cosas increibles. Sabía que llegaría lejos y nada me gustaría más que fuese en nuestro equipo. Y total, el listón del Cata está tan bajo...

Saludos.

Vicente dijo...

Buenos y optimistas dias,.
¡aupa atleti!

Cristian Vieri dijo...

No pasamos, pero me ha gustado Saúl.

Fran Omega dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Fran Omega dijo...

Efectivamente, encumbramiento tal vez no, pero que tenemos en Manquillo y Saúl, a otros dos canteranos de tronío en ciernes ... ¡vaya que sí!.

¡Buenos y enfadados con los catastrofistas atléticos días!.

Libros Mondo dijo...

¿Qué pasa, señores?
Imperdonable, Maestro, se me había pasado leerle, como es usted tan inconstante últimamente...
Pues muy bien, ¿eh? Magnífico, como siempre. Yo también dudé de Gabi, lo reconozco de rodillas y con orejas de burro.
Y que Dios y don Vito, me perdonen, pero ese Tiago que veo ahora, podría ser mi hermano, incluso. Otro transfundido con 250 cls de la Sagrada Sangre del Cholo.
Aprovecho para saludarles. Nos vemos aquí mañana por la noche para comentar otro excelente partido de nuestro Atleti.

PD: El partido del domingo pasado de nuestro pendenciero de Lagarto favorito, de nuevo, para enmarcar.

Atleeeeeeeeeeeeeeeeti!!!!!!

Fran Omega dijo...

Aparte de para suscribir las palabras de Mr. Mondo, como es sagrada tradición (¡Y que Viva Siempre el Frente Omeggy!) ...

... En el polo opuesto, pues es lo contrario al acervo cultural de esta santa Casa, debo reconocer que me gustan, perdón, me encantan, las botas naranjas de Ardartista Turan.

qsP dijo...

Anticipo de la batalla de mañana

ISMAEL dijo...

Las orejas de burro son las suyas. No se dejen engañar.
Viva Lagarto!

Russeus Albusque dijo...

Pues ya andan diciendo los de las peñas del equipo que ayer pasó a la final de Copa que si pasa el Atleti la sede puede ser Valencia o Barcelona, con tal de que no sea el Calderón, que donde tocaría.

Pero qué repugnantitos son los de ese equipo, por Dios!

Jose Ramón dijo...

Es tremendo lo de las repeticiones.
No se ve el partido.

Jose Ramón dijo...

Estamos cediendo demasiados corners.

Jose Ramón dijo...

Otra final.