Inglaterra y Tonga se jugaron ayer el pase a cuartos en el Mundial de Rugby . Inglaterra es campeona del mundo y una potencia internacional en este deporte y en muchos otros. Tonga es un país diminuto formado por montones de islas que casi nadie sabría situar en un mapa. Ayer salían en igualdad de condiciones: hay que ver qué bonito es el rugby.
Ayer muchos íbamos con Tonga. Esto es anecdótico para algunos, pero no para mi: en mi familia, aunque de ascendencia mayoritariamente gaditana, desde siempre hemos sido muy de Tonga.
En el pub irlandés en el que se suelen ver estas cosas (ya estamos con los bares, dirán Vds; pues sí, qué le vamos a hacer) había algunos ingleses y muchísimos partidarios de Tonga, naturalmente. Cuando salieron los jugadores de Tonga, que no sabemos si se llaman tonganos o tongueños, el pub era un clamor ante tanto despliegue muscular y capilar. Salió Inglaterra y hubo abucheos y hasta un conato de abandonar el local. La mayoría estaba con Tonga y los cuatro o cinco ingleses que aparecieron se encontraron con un sorprendente ambiente hostil desde el primer momento. Los ingleses miraban con recelo y entre dientes recordaban a los aficionados hispano-tonganos la Armada Invencible, Trafalgar y la Eurocopa del 96. Los ayer tonganos hablaban de la Guerra de la Oreja de Jenkins, de Fernando Alonso y de Fernando Torres, además de echarles en cara la más horrible contribución inglesa a la humanidad: la invención del porridge.
La gente estaba pues con Tonga y eso que no sabía muy bien dónde está Tonga. Está cerca de Australia, decían unos. Pasando Isla de Pascua, todo recto y a la derecha, decían otros. Algunos la situaban en Asturias.
- Eso es Ponga, oiga
Tanto da. Ayer íbamos con Tonga aunque lo más cerca que hemos estado de la Polinesia fue en un bar hawaiano en nuestra adolescencia. Resulta difícil no ir con unos jugadores con esos peinados. Más aún si representan a un país de 100.000 habitantes con el coraje suficiente para poner en un aprieto a una potencia mundial. De esos cien mil habitantes están federados diez mil. Si, es un poner, algo más de la población son mujeres, un veinte por ciento hombres mayores de cuarenta años y otro veinte por ciento menores de quince, nos queda que todo hombre tongueño viviente en edad de hacer deporte a cierto nivel juega al rugby. Y además con la suficiente calidad como para jugarse el pase a cuartos de un mundial, ni más ni menos. Sería, y es otro poner, como si Orense tuviera una selección de fútbol y se jugara el pase a cuartos del mundial con Brasil. ¿Podría alguien no ir con ellos?
Lanzaron los tonganos su danza ritual para retar a los ingleses, situados a menos de un metro de la línea de medio campo, así, como diciendo que de miedo andan justitos. El entusiasta público pro-Tonga se preguntaba cómo se llama la danza. La haka tongana, decían unos. La jota tongueña, decían otros. El baile se llama Sipitau, que así bien visto también puede sonar asturiano. Terminado el Sipitau con el clásico riau-riaú tongano, empezó el partido. Y vaya cómo empezó: con un rodillazo en la cara de un flanker inglés que quedó tendido en el suelo (y no sería la única vez que mordería la lona). La furia inicial de Tonga puede que le pasara factura al final, pero dejó ratos estupendos de rugby eléctrico. El ensayo de Hufanga tras un asombros slalom a punta de velocidad levantó los gritos de los asistentes. Tonga por delante, Inglaterra a remolque y mi familia contentísima.
Pero Inglaterra tiene dos cosas que Tonga no tiene: resistencia física y continuidad en su juego de delantera, y a Wilkinson. Wilkinson garantiza puntos y, por lo visto ayer, también placajes de mérito y contundencia. El primer ensayo de Inglaterra, conseguido por Sackey tras un pase de Wilkinson digno de Schuster acercó a los ingleses en el marcador. A medida que avanzaba el partido Tonga mostraba menos continuidad en el juego de su delantera, agotada por el esfuerzo, y errores burdos en malos momentos y peores sitios. Sackey de nuevo despues de una espectacular carrera tras un fallo en el juego a la mano de Tonga, Tait y Farrel terminaron con los tonganos a fuerza de ensayos. Inglaterra terminó el partido con sensación de rodillo y los tonganos dijeron adios a un mundial que han contribuido a animar y dar colorido. Su oración final con toda la plantilla unida en una piña en el terreno de juego es una de las imágenes que emocionan a los aficionados y a los que no lo son aún pero terminarán por serlo.
Tonga perdió pero nos quedamos tan contentos. Historias como esta, países pequeños que se hacen grandes a fuerza de casta y orgullo, hacen del rugby un deporte maravilloso. Los partidarios de Tonga, con mi familia a la cabeza, pueden estar contentos tras lo visto este mundial. Que pena no lo viera mi abuelo, con lo fanático que era de esta gente. Y eso que era de Ávila.
6 comentarios:
Pero Fiyi, a cuartos !
si señor!
con quién vamos ahora?
con Argentina a la final!
porlomenos a la semifinal,vamos!
como si fueran quinze Simeones.
...se me ha escapado la "z"
eso, de Zimeones
me apunto
Como mi hermano juega al rugby, en mi casa nos gusta mucho este deporte y por eso con cada mundial nos prendemos a la tele a seguir dicho evento. Solemos pasar mucho tiempo en el Alquiler Temporario Buenos Aires en el que vivimos viviendo esta competencia
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