lunes, 8 de marzo de 2010

Sobre la ya clásica vuelta súbita a la realidad

El Atleti tiró una vez a puerta y se llevó un punto. Así visto, uno puede llegar a la conclusión de que si llega a tirar tres veces, se lleva tres. Pero la impresión que dio el equipo es que, para eso, que no cuenten con ellos en Liga.


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Científicos de la Universidad de Bergen, Noruega, han llevado a cabo un complejo y largo estudio con la finalidad de determinar cuáles son los rasgos característicos que distinguen al humano de la mona. De la mona, sí, de la mona, no del mono: muchos de estos científicos, amantes del revuelto de tagarninas y el vino oloroso, pasan sus vacaciones en el Sur de Andalucía, ese lugar del globo en el que se le llama mona al mono y nadie se escandaliza ni pregunta por qué es así ni por qué no. En Andalucía ni las sociedades gastronómicas de monos macho interponen demandas por lenguaje sexista empleado ni las asociaciones de monas de casa dicen esta boca es mía. Se dice mona y no hay más que hablar, y en Bergen lo han entendido y hacen lo mismo y tampoco pasa nada, oiga.

Tras concienzudos trabajos de campo, estudios estadísticos y horas y horas de observación ocultos en chozos camuflados, los científicos de Bergen han llegado a la conclusión de que hay un rasgo del humano que le distingue no ya de la mona sino de cualquier otra criatura: su natural tendencia a hacer reuniones en las puertas de los sitios concurridos. Todos hemos visto, en efecto, aglomeraciones producidas en las salidas de estaciones de tren, estadios de fútbol y aeropuertos internacionales causados por grupos de transeúntes que se agolpan a sus puertas. Sale en tropel el pueblo del tren con ganas de llegar a casa, dejar el maletín e irse al bar, y encuentra en la salida un grupo de viajeros que para en seco a un metro escaso de la puerta por la que se dispone a salir la multitud. Espera, para, no sigas que yo creo que es a la izquierda, me da a mi que no, saca el mapa, anda, espera, sí, lo tengo aquí al fondo de este monumental petate de ochenta litros de capacidad. El humano que sale con prisa y encuentra el colapso pide paso: a ver, señora, por favor, sí, deje paso, hombre. Esta escena es familiar, no me digan que no; sin embargo, raro es ver en estas circunstancias un grupo de monas haciendo lo mismo y en eso tienen razón los de Bergen, no me lo negarán tampoco.

Ante el colapso y la presión de los que llegan, el grupo inmóvil no siempre reacciona bien: ya, ya, bueno, qué prisas, sin empujar, oiga. La reacción de uno y otro es clara y previsible: deje pasar, oiga, anda que no hay calle para pararse, tiene que quedarse justo aquí en toíto el medio, vaya tela; mire, la calle es de todos y me quedo aquí porque me da la gana, faltaría más, saca el mapa ya, Emilio, que aquí la gente es antipatiquísima. Sale finalmente el pueblo a pesar de la montonera sanferminesca formada por el grupo desorientado, se despeja la zona y queda todo en calma hasta que llegue el próximo tren y se vuelva a repetir la operación, de nuevo sin ninguna mona involucrada, la demostración científica de los Postulados de Bergen.

El estudio en cuestión contiene un anexo sobre las particularidades del comportamiento del humano madrileño. Al parecer, Madrid es uno de los pocos sitios del mundo en el que, cosas de la especie autóctona, los grupos conversantes no sólo se reúnen en las salidas de las estaciones sino, especialmente, justo al final de los tramos de las escaleras mecánicas del Corte Inglés, en la curvita de 180° que lleva al siguiente tramo. Al parecer es ahí, entre discusiones sobre si la planta de Hogar-Menaje es la tercera o la cuarta o sobre si era a la izquierda o no donde había una gran urna con calcetines de oferta, donde los Postulados de Bergen se muestran con más crudeza, mayores aglomeraciones y menor sentido común. Qué tíos, estos de Bergen.
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Se fue el Atleti a Zaragoza a jugar un partido importante a última hora de la noche, que es cuando gusta la autoridad de poner los partidos del Atleti, y lo hizo con paso firme y cara de decir ojo, baturros, mirad quién viene. Lo hizo así a sabiendas de que la prensa anunciaba grandes metas para el equipo y de que la afición había vuelto a creer en grandes alegrías para este año, qué cosas. La afición del Atleti, ya la conocen Vds, es fácilmente ilusionable y con poco que mejore el equipo se pone en masa a enfriar el cava, el champagne, la infame sidra el Gaitero o el prosecco, según le pille. Por más que el equipo muestre que a veces juega bien y a veces juega mal, por más que la estadística y la clasificación muestren lo apropiado que resulta el escepticismo cuando se trata de valorar el futuro del Atleti, la afición no puede, no consigue ser fría y calculadora, es superior a sus fuerzas. A la afición le basta con poco para ver un jugador tarambana convertido en la gran esperanza de la banda izquierda, igual que le hace falta ver un mínimo de gallardía para pensar que el equipo dejó atrás su tradicional galbana y actitud pusilánime y que volvieron por fin los tiempos heroicos de Arteche volviendo a cubrir su puesto con la rodilla destrozada. Al ver tres partidos de un centrocampista que no pega pelotazos vergonzantes, creen ver el regreso de Dirceu. Al ver un entrenador que no diga burradas, la afición cree haber encontrado el hombre sosegado que terminará por doblegar el palco y su innata querencia al trapiche; al ver un entrenador que además de no decir burradas consigue mejorar el juego del equipo, aunque sea un poco, la grada cree haber encontrado el Mesías que esperaban; eso sí, al oír a un entrador que habla con muchas esdrújulas, conceptos abstractos y referencias psicoanalíticas la gente empieza a sospechar y a levantar mucho una ceja. Si encima lleva bufanda y la cantidad de expresiones pedantes, vacías y redichas se va multiplicando por cien cada día que pasa, ya hay quien empieza a hartarse y no nos extraña, oiga.

Salió el Atleti en Zaragoza con pantalones rojos y ya ni protestó la ONU ni nada, cosas de la costumbre, qué le vamos a hacer. Salió el Atleti con lo que se supone que es el equipo bueno, que es la forma de decir que no hay otro, frente a un equipo en teoría inferior. Salió el Atleti con la defensa algo cambiada, eso sí, y con el resto de jugadores en su sitio. Salió el Atleti con todo, vaya, que el Atleti no tiene más y a ver cuánto nos dura. El Atleti tiene un único equipo que presenta pocas variaciones posibles, que las que presentaba ya no van ni convocadas, oiga. Si esto será o no suficiente para llegar al final de temporada es algo que siembra dudas entre la afición, que cuando reflexiona sobre lo que queda de año no sabe si sacar el vino de la hielera y poner en su lugar un par de tercios de cerveza, por aquello de no desperdiciar el agua fría.

Salió el Atleti con un central diestro de central zurdo, un central zurdo de lateral izquierdo, un cuasi-interior derecho flojete jugando de lateral derecho y un velocista jugando de central diestro. En un equipo en el que el máximo mandatario es un veterinario y la representación institucional es competencia de un productor ejecutivo que dice "cluz", la verdad que no es para tanto. Aún así, el Atleti se ha especializado últimamente en permutaciones defensivas sin repetición, en las que destaca un electrón libre de nacionalidad checa que ha jugado ya en todas y cada una de las posiciones y un inamovible núcleo colombiano de veloz sprint y llamativa pifia. La defensa, todo sea dicho, no fue la peor línea del plúmbeo Atleti de ayer, y salvo la confirmación de que Domínguez, por más que cumpla, debe jugar en el centro y de que Valera, por más inseguridad que transmita, puede ayudar como parche interino, poco puede decirse de ella que no se haya dicho ya; esto es, que los balones parados que vienen del lateral son medio gol, que por alto el Atleti sufre demasiado en cuanto los rivales pasan del metro setenta y que, para el esquema que el Atleti quiere aplicar, son necesarios laterales competentes. La defensa hizo lo que pudo, que no es poco, y se tragó el tradicional gol tempranero a balón parado. Un partido del Atleti 2009-2010 sin gol tempranero en contra de balón parado es como un día sin sol, como un jardín sin flores o como un partido de veteranos sin la sorprendente presencia de Gonzalo Miró, ahora ya convertido en leyenda rojiblanca y pareja artística de Paz Padilla, que es lo que nos faltaba.

Frente al Atleti y su defensa-tetris, el Zaragoza. El Zaragoza tenía ayer la ocasión de abrir brecha con los equipo de atrás y tomar aire y dio la sensación de entender bien lo que pasaba. Si al Atleti se le echa en cara con frecuencia el no saber competir, el no jugar los partidos con la intensidad o inteligencia que el partido requiere, al Zaragoza de ayer no se le pudo reprochar nada en ese aspecto. El Zaragoza se la jugaba, tenía enfrente un rival que pincha con más frecuencia que otros equipos que pronto visitarán la Romareda y tenía claro que quería aprovechar la ocasión. Dado que venía un equipo en aparente racha con buenos jugadores en el ataque, el Zaragoza tuvo claro que la forma de evitar riesgos era impedir que llegaran balones a la delantera rival. El Zaragoza planteó un partido duro, agresivo, demasiado agresivo a veces, pero el partido que debía plantear; de hecho, muchas veces se ha echado de menos en el Calderón un Atleti más bravo, más agresivo, más entregado al cuerpo a cuerpo cuando la ocasión lo ha requerido.

Quizás Ponzio, Contini y hasta Gabi debieron llevarse más amonestaciones, pero el árbitro no estaba por la labor. Reyes fue quien más lo notó, y quien terminó perdiendo los nervios y soltando un sopapo que cualquiera que haya seguido mínimamente la trayectoria del de Utrera se habría esperado. Reyes picó, fue expulsado justamente y el resto del Atleti, salvo Tiago al final del partido, no entraron al trapo. El Atleti no entró al trapo pero tampoco entendió la laxa interpretación del reglamento que hacía el árbitro y especialmente el centro del campo se dejó amilanar. Ni Reyes, castigado todo el partido, ni Simão, desaparecido casi todo el tiempo, pudieron con sus bandas. Ni Assunção, con su habitual despliegue físico, ni Tiago, más inteligente pero poco efectivo quizás por prescindir casi siempre del juego en largo, se hicieron con su parcela. Esto no sería llamativo si enfrente estuvieran Lampard, Ballack, Gerrard, Xavi o Matthias Sammer; el problema es que estaban Edmilson, Herrera, Eliseu y Gabi, jugadores que, de militar en nuestras filas, serían catalogados gracias a la tradicional acidez atlética de acabado, niñato, desconocido y petardo, respectivamente. El centro del campo del Zaragoza, quizás nombre por nombre inferior al del Atleti, se merendó a varios internacionales con títulos en su haber por tener los arrestos de meter el pie, advertir la nula capacidad del árbitro a la hora de sancionar faltas y leer mejor el partido. Que en ocasiones los zaragocistas fueron más duros de lo que la caballerosidad aconseja no puede negarse, pero que el Atleti es más bisoño de lo que la inteligencia recomienda, tampoco. Hoy el aficionado atlético habla con rabia de Casajús, Casuco y Camus y habla con más rabia aún de Álvarez Margüenda y de los goles de Toledo; curiosamente, no se habla tanto de cuando el Atleti tenía jugadores que se manejaban con soltura en estos partidos en los que no sólo basta con plantarse en el campo, ni de las veces que hemos echado de menos en el Calderón un Atleti con raza, con oficio, con ganas de marcar el territorio y de achantar al rival por entrega y compromiso.

La empanada del centro del campo y la agresividad rival tuvieron un efecto colateral: la inexistente aportación de la delantera. Forlán volvió a no dar una y transmitió sensación de desinterés y despiste; Agüero lo intentó, como siempre, y se llevó una buena ración de palos, alguno de Gabi, qué cosas nos pasan. Al ataque no llegaban balones, el ataque no encontraba balones y, como resultado, el ataque no atacó. El Atleti no tiró a puerta y Roberto se quedó con las ganas de decir aquello de "allí os quedáis, club imbécil". El gol vino en posiblemente único tiro a puerta del equipo: un cabezazo de raza de Ibrahima a excelente pase de Jurado desde la izquierda, la misma banda en la que el propio Jurado emuló minutos después a Don Tancredo dejando pasar a Diogo camino al área propia, dándole las buenas noches.

El Atleti empató un partido en el que casi no tiró a puerta, en el que mostró la desidia del que juega una competición que no le interesa y en el que un equipo rival que se jugaba algo dejó claro a los cinco minutos quién iba a marcar el ritmo y el estilo del partido. El Atleti deja entrever poco interés para jugar todo aquello que no sea la final de Copa y posiblemente la Europa League, esta última al menos mientras dure. El aficionado se teme que los partidos de liga que restan serán similares al del domingo, con un equipo cansado y poco motivado, con pocas variaciones, con pocas sorpresas y la amenaza de un partido de los que duelen frente al otro equipo grande de la capital, en su casa y jugándose la liga. Mientras tanto, Forlán debería recuperar las ganas y la forma, Simao debería tener más peso en el equipo y Reyes más seso, lo que se antoja complicado; Tiago, el centrocampista en el que están depositadas las esperanzas de los creyentes, no jugará los próximos tres partidos y Raúl García deberá volver a demostrar lo que ya demostró en Turquía. Además de estas cuestiones, el equipo transmite a la grada el mensaje de que la temporada no es más que una cuenta atrás ante la final de copa en el convencimiento, tan beneficioso para el palco, de que pase lo que pase la temporada está salvada salvo desastre mayúsculo.

Qué penita, la verdad, con lo que fuimos.

205 comentarios:

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Jesús dijo...

QSF es capaz de cualquier cosa, incluso de convertir al Dottore en Aguirrista...

TXEMA dijo...

Grande no, grandísimo.
Desde luego que todo lo que dicen sobre él acerca de lo gran persona que es se quedan cortos.
Ha sido por un tema de una peña y como bien dice D. Dueño: que grande es!.
Por cierto doña, muchas gracias por el favorazo que me ha hecho.

jesusez dijo...

Asustao está fundido pero con Tiago tiene más apoyos. Y es evidente que no es ningún crack, como dice Don Fran, pero sí un buen jugador de fútbol que sabe lo que hace, lo cual, en nuestro equipo, brilla por su ausencia.

Fran Omega dijo...

Le doy la razón, Doña. Claro que se la doy, peeeero ... siempre que tengamos en cuenta que el Ilmo. Sr. Don Sergio Agüero es extraordinario y que, además, Aguirre le llevó de la manita.

¿Usted se imagina a QSF llevando de la manita a Salvio?.

Pobre Salvio. Condenado a ser un autómata, digo autodidacta. Un poco a lo self-made chavalín.

(¡Enhorabuena, Don Txema!)

Paquito dijo...

Convocatoria para recibir a Osasuna

_1 Asenjo.
13 De Gea

_2 Valera
_3 Antonio López
_6 Camacho
_7 Forlán
_8 Raúl García
_9 Jurado
10 Agüero
12 Assunção
14 Salvio
16 Juanito
17 Ujfalusi
18 Domínguez
20 Simão
21 Perea
24 Cabrera
58 Ibrahima

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