1. Adiós, Mr Will Kane
De sopetón, un poquito antes de que empezara el partido, nos enteramos de que Raúl García no se vestía de corto. Qué raro, qué sorprendente, a ver si es verdad eso que decían de que el Athletic de Bilbao le había hecho una oferta y que, por primera vez desde que llegó al Atleti, se planteaba irse. La sospecha se convirtió en rumor y éste en runrún en las redes sociales y finalmente en posibilidad más que probable, en noticia, en confirmación oficial, en anuncio de los clubes y en disgusto para buena parte de la parroquia colchonera.
Raúl, que así a lo tonto llevaba 8 temporadas en el Atleti
jugando unos 50 partidos por año, deja estadísticas de jugador grande y un saco
de títulos en esta época dorada en la que sólo él ha estado presente cuando se
han conseguido las 7 últimas copas. Deja también imagen de guerrero, de hombre
de club, de maravilloso compañero de sus compañeros, de buen profesional, de
tipo dispuesto a romperse la crisma en un partido de treintaidosavos de Copa
con la misma fe que en una final de Champions. Deja duelos a cara de perro con
rivales odiados y advertencias a los que se han atrevido a menospreciar la
camiseta o el compañero, deja odio en alguna grada rival y el respeto y casi
temor de todos los equipos contra los que ha jugado, que coinciden en que Raúl mejor
al lado que en frente, mejor sentado que jugando en contra, mejor lejos del
campo propio que mostrando malas pulgas en las visitas. Raúl deja goles
importantísimos, partidos imponentes, algún fallo clamoroso, miles de
kilómetros recorridos, cientos de choques en el cuerpo a cuerpo, muchas (quizás
demasiadas) quejas al árbitro, algunas malas formas con rivales, sustos a la
grada cada vez que se quejaba de haber recibido un golpe en su prominente nariz
navarra. Deja también destellos de clase, tiros brillantes con las dos piernas,
goles importantísimos, litros de sudor y horas con la mandíbula apretada con el
único objetivo de hacer ganar al Atleti.
Y lo más admirable es que deja todo esto con brillo de
jugadorazo pero en silencio, sin quejas cuando no jugó, sin declaraciones
demagógicas cuando lo hizo bien, sin aspavientos cuando las cosas fueron bien o
fueron mal. Raúl se va del Atleti con números de jugador histórico y modales de
jugador antiguo de esos de barro en las medias y botas negras, sin alardes, sin
reproches, sin tontunas. Raúl jugó donde se le pidió que jugara, le viniera
bien o mal, y siempre cumplió, a veces con mucho esfuerzo, otras con brillo. Fuera
de su sitio lógico, compartió doble pivote con jugadores limitados o
directamente caraduras, apagando fuegos lejos de donde le gusta estar pero sin
escatimar una carrera o poner una mala cara. Cuando Simeone le puso más cerca
del sitio donde mejor funciona marcó goles e hizo partidazos y ningún momento
se señaló el número ni reclamó gloria ni exigió su titularidad ni hizo guiños
cómplices a la grada para poner en el disparadero a un compañero o al
entrenador. Cuando jugó en una banda siempre coincidió con un buen partido de
su lateral, incluso a costa de su propio brillo; cuando jugó de segundo
delantero marcó y se fajó con todos, cuando tuvo que jugar de único punta
mantuvo al equipo rival agobiado en la salida de balón. Cuando tocó defender
Raúl era el primero, cuando un compañero estaba en apuros Raúl era el primero,
cuando nacía una tángana con los rivales allí llegaba Raúl, con la nariz por
delante, desafiando a que alguien osara tocársela.
Raúl ayudó siempre al equipo y ayudó, sin que la grada se
diera cuenta, a que la grada entendiera que no todo son filigranas y portadas
de periódico, que no todo son regates y rabonas, a que recordara lo que era un
jugador de Club, a que entendiera más de fútbol. Raúl pertenece a ese grupo de
jugadores al que la grada del Calderón, vehemente para lo bueno pero también para
lo malo, criticó con crueldad cuando su cometido no era brillar sino echar
carbón a la caldera. A Raúl se le ha pitado en el Calderón sin medida y sin
razón, se le han negado méritos y resaltado defectos, se le ha afeado un mal
control en el minuto 80 tras haber hecho un partido serio y competente hasta ese
momento. La grada, injusta y cabezota, atribuyó con demasiada frecuencia a la
suerte cada buena acción de Raúl, sin reconocer una calidad con las dos piernas
que sorprende en un tipo de su arrojo y envergadura. La grada, no toda,
despidió a Raúl en muchas ocasiones con pitadas generalizadas entre las que se
distinguían, como flores en medio de un parking, a diez, doce, veinte, treinta
tipos en pie aplaudiendo al que todos denostaban.
Pero con el tiempo, y con el Cholo, Raúl fue mostrando lo
que siempre había sido y algunos no veían, hasta el punto de que, cuando las
cosas se ponían feas, no era raro escuchar cómo los mismos que silbaban hace
años reclamaban la salida de Raúl al
campo. Raúl y sólo Raúl, con el apoyo de los compañeros y el Cholo, convirtió
el calvario de los primeros años en la admiración general e incluso el respeto,
a regañadientes y muchas veces obligado por la fuerza de lo obvio, de los más
críticos, de los más voceras, de los defensores de ese fútbol superficial que
ensalza ídolos a los dos días de llegar sin mirar quién estuvo en los talleres
desde el primer momento hasta que el carro se convirtió en bólido.
De pedir su venta a grandes voces a pedir su ayuda cuando
entraban los malotes al bar, la afición fue poco a poco cambiando de opinión,
lo que honra a Raúl por conseguirlo y al Calderón por hacerlo. Raúl se va ahora
y deja una enorme sensación de vacío, la duda de a quién acudiremos para un
roto o un descosido cuando los partidos se pongan duros, cuando se lesione un
jugador con mal repuesto, cuando haya que hacer frente a las intimidaciones de
los rivales. Se va Raúl y deja una buena papeleta a los compañeros: ¿quién asumirá
su papel, sus galones? ¿Quién será capaz de transmitir al resto la confianza
que daba el navarro? ¿A quién recurrirá el entrenador para las misiones
complicadas, esas que requieren meterse tras la línea enemiga sin comida ni
brújula armado con un sacacorchos? Y, sobre todo … ¿quién tendrá los santos
cojones de salir a jugar en un campo helado a siete bajo cero en manga corta?
Se va Raúl y el que suscribe, que siempre mostró su
admiración por el navarro, se lleva un disgusto y a la vez se queda contento.
Disgusto por la pérdida de un jugador valiosísimo que nunca dejó de hacer lo
que debía incluso en los momentos más difíciles, porque se va el mascarón de
proa del equipo del Cholo, el que indicaba con la nariz dónde estaba la
siguiente ola que había que romper a cabezazos. Contento por la despedida de la
gran mayoría de la afición, por el sentimiento generalizado de respeto y
agradecimiento que se vio en las redes sociales, porque se va al Athletic de
Bilbao, donde muy mal se tendría que dar la cosa para que no sea feliz e
importante en un club con esa solera y ese empaque, para disfrute de muchos
amigos.
Se va Raúl y a uno le apetece despedirle con una ovación
cerrada y en pie, viendo cómo incluso aquellos que se cebaron en sus defectos y
tardaron en ver sus virtudes por puro orgullo o ignorancia, muestran en
silencio su respeto como esos lugareños acobardados que no apoyaron al sheriff cuando
llegaron los malos y ahora comprenden que fue él quien terminó por salvarles la
vida. Y es que es el Will Kane de Zizur, el sheriff el que ahora se va, como
siempre sin alardes, casi tímido, abriéndose paso entre una multitud vestida de
rojo y blanco que se queda a la vez un poco más vulnerable y un poco más orgullosa
por haber compartido años con un jugador honrado.
Gracias por todo, D. Raúl García Escudero. Fue un placer
verle jugar con nosotros, fue un orgullo que se sintiera de los nuestros, fue
una fuente de alegría saber que estaba siempre ahí dispuesto a ayudar para que
nosotros disfrutáramos de las Copas. Mucha suerte en el futuro, vuelva Vd
cuando quiera y llame de vez en cuando, que los chavales le echarán de menos.
2. Suerte, oficio y
ganas
Llegaba el Atleti a Sevilla a jugar el primer partido gordo
del complicado inicio de liga que el bombo tuvo a bien señalar, y se encontró
con un Sánchez Pizjuan remodelado y la mar de bonito, rojo rojísimo como San
Mamés, estadio del que es difícil no acordarse cuando se ve el nuevo Nervión.
El Sevilla ha tenido a bien darle un lavado de cara al estadio, como también ha
hecho el Atleti, y ha aprovechado para poner entre los graderíos unas frases
rimbombantes, muy del gusto del aficionado que en los últimos tiempos atribuye
y espera del fútbol una solemnidad repentina que no se explican los psicólogos.
De un tiempo a esta parte se diría que hay una furia
solemnizadora del fútbol que uno no se explica bien. Desde hace unos años los
nuevos himnos son rimbombantes, tan rimbombantes como antes pero sin esa cosa
inocente de los alabín alabán y rá-rá-rá sino con un deje un poco chocante a
medio camino entre los comics de espada y brujería y las hermandades secretas.
Los himnos de los centenarios de buena parte de los clubes de la geografía
patria hablan de leyendas antiguas, de inscripciones en piedra en monumentos
funerarios enterrados, de héroes con coraza y espada, de pueblos señalados por
el dedo divino. Los equipos parecen de repente obsesionados con obtener en poco
tiempo y por obra de la mercadotecnia la solemnidad y tradición que tienen los
equipos ingleses, sean grandes o modestos, gracias a una cultura de conservar
las tradiciones que aquí nunca se ha tenido. Así, de pronto, todo club saca
pecho del pasado y hace guiños a su historia cuando nunca la respetó, y
recupera escudos añejos, reclama copas desconocidas, hace aparecer por arte de
birli birloque costumbres que nadie recuerda y llena su estadio y su web de
frases campanudas y desafiantes.
Ayer podía leerse en el Pizjuan “Nervión no regala puntos” y
“Dicen que nunca se rinde”, frases que sin duda proceden de himnos y
tradiciones recientes que, a fuerza de poner en lugares destacados, el Club
(entiende uno) quiere convertir en leyendas heráldicas de la afición
sevillista. Otros clubes probablemente estén haciendo lo mismo y no nos
extrañaría ver en breve leyendas similares: “Mestalla no paga traidores”, “Riazor
bien vale una misa”, “Os quedáis con Las Gaunas”, “Los Pajaritos por aquí, Los
Pajaritos por allá, lálálá lá”. Todo esto, que nos parece muy bien, nos resulta
también algo infantil: las tradiciones son fantásticas, pero siempre que sean
tradiciones, no decisiones recientes envueltas en un halo épico para enardecer
a los más inocentes.
Querer convertir en solemne lo que siempre se ha considerado
un pasatiempo de fin de semana puede resultar artificial; querer convencerse de
que los equipos de cada uno son los Tercios de Flandes que defienden el honor
de la ciudad frente a hordas bárbaras puede resultar peligroso y sobre todo
ridículo (algo en lo que por cierto la afición del Atleti es bastante puntera).
Sobre este tema, no viene mal ver qué han hecho en Twitter al respecto los
aficionados del Celtic de Glasgow, uno de los equipos con más tradición e
identidad del mundo, de los que no necesitan recordar a cada minuto lo
auténticos que son para serlo en realidad, al recibir amenazas por Twitter de
los aficionados del Fenerbahce. Para ello, consulten el hashtag #ThatsNotAKnife.
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Salió el Atleti la mar de guapo vestido y si no fuera por la
cantidad de pegatinas blancas que lleva la camiseta suplente, se diría que iba
vestido de infante de marina en traje de gimnasia, de sobrio azul oscuro y
medias rojas. Hacía tiempo que el Atleti no tenía una segunda equipación azul
oscuro liso, un color bastante atlético que Aquél Que Diseña Las Camisetas
tiene a bien ignorar año tras año decantándose por ejemplo, como el año pasado,
por un gris Panza de Burro en velado homenaje al color de pelo del presidente
de la entidad. Desde nuestra modesta atalaya de control cromático damos la
bienvenida a la nueva equipación, que además nos trajo suerte.
Porque el Atleti, hay que decirlo, tuvo suerte. No tuvo
suerte al repeler el arreón inicial del Sevilla, que mostró ambición y fuerza
durante los primeros diez minutos del partido, sino que el Atleti se hizo con el control del partido
por tesón y solidez, firmando un magnífico primer tiempo, serio y solvente. Sí
tuvo algo de suerte en el primer gol, en el que Griezmann peleó como se espera
de él un balón desde el suelo para, tras un rebote, sacar de punterita una
pelota que le llegó cómoda a Koke, que se había incorporado tarde. También tuvo
suerte en el segundo gol, a tiro lejano de Gabi que rebotó en el fantástico
Krychowiak, eficaz todo el partido y que sin embargo contribuyó a la derrota
por no apartar el lomo antes, qué cosas pasan. No tuvo tampoco suerte en el
tercer gol, en el que Beto dejó claro que no está a la altura del resto del
equipo y Jackson Martínez que tiene tiro de lejos, algo que no abunda en el
Atleti de este año.
Y aún así, con suerte en dos de tres goles y con un rival
con muy buena pinta, no puede decirse que el Atleti no mereciera ganar. Quizás no
por 0-3, quizás de forma más ajustada, pero un empate se habría antojado muy
corto aunque una amplia mayoría de seguidores rojiblancos lo habrían firmado
antes del partido. Y es que el Atleti, que hasta ayer había dado la impresión
de estar aún de pretemporada y sin ritmo para jugar partidos duros, mostró una
imagen mucho más seria, más compacta y solvente de la que muchos esperábamos
precisamente contra un buen equipo que ya había empezado su competición oficial
unos días antes, en un estadio complicado en el que pasarán muchas fatigas los equipos
grandes de la liga.
Y es que el Atleti hizo un partido poderoso, rechazando con
autoridad el envite inicial del Sevilla, tomando luego el control del partido,
gestionado la ventaja de un gol con solvencia y capeando el temporal de los
primeros veinte minutos del segundo tiempo, en los que el Sevilla dio una muy
buena imagen. Y todo esto, ¿por algo en especial? …. Pues sí y no. Porque el
Atleti, en general, jugó bien y porque todos sus jugadores lo hicieron
estupendamente. Lo hicieron bien los centrales, con mucho trabajo vista la idea
del Sevilla de hacer llegar balones a Llorente, recién aterrizado en la liga y
demasiado blando como para hacer dudar a la pareja uruguaya del centro de la
defensa, y eso que llevaba Wonderbra. Jugaron bien los laterales y jugó bien
Tiago, pero el resto jugaron aún mejor.
Gabi, y estas son grandes noticias, parece que vuelve a ser el
Gabi de hace dos años, ese portento físico y agresivo que tira la presión,
recupera balones y sale jugando. La presión de Gabi y la capacidad de Koke y Óliver Torres para recuperar y no perder balones convirtieron en un tormento
para el Sevilla cada intento de salir jugando; por si esto fuera poco, la
constante pelea arriba de Torres, incansable y solidario en su nuevo (aunque no
desconocido) papel de portor de la estrella del tirabuzón y el triple mortal, y
las bajadas a combinar de Griezmann cerca del centro del campo le dieron al
Atleti el control del partido cuando hacía más falta, minando la moral del Sevilla,
que vio reducidas sus posibilidades de éxito a un juego más directo y menos
elaborado en el que Godín y Giménez están la mar de contentos.
Sumando las ganas de Óliver Torres a la hora de recuperar
balones y hacer coberturas, la mayor implicación en el juego de Griezmann
cuando andan cerca Koke y el propio Oliver y el poder intimidatorio de Torres
primero y Jackson después, parece que el Atleti tiene grandes posibilidades de
recuperar esa presión alta infernal de hace dos años, con una diferencia: si el
año en que se ganó la liga el principal recurso era el balón largo a Diego
Costa, con el plantel actual parece que a esa furia recuperadora le puede
seguir un juego más combinativo y fino, más de toque y posesión entre los
centrocampistas de más toque y Griezmann, que una vez más se antoja
importantísimo en el esquema. Si se cumple lo visto hasta ahora en él, esto es,
una mayor implicación en el juego a la hora de recuperar y esa gracia divina
que le hace estar donde más peligro genera en cada jugada, el Griezmann de este
año nos puede hacer ver al del año pasado como un burdo boceto.
El Atleti ganó pues con autoridad en un campo en el que no
será fácil ganar para nadie. El Sevilla tiene muy buena pinta y con algo más de
contundencia atrás y un portero más constante será un rival temible. Mientras
tanto, el Atleti vuelve a casa con una papeleta aún más complicada, el
Barcelona, que no parece en su mejor momento pero sigue teniendo a los mejores
jugadores de la liga en muchos puestos. Para ese partido, eso sí, no estará el
homenajeado en todos los goles de ayer, el 8, ese gran tipo al que el Club ha dejado marchar porque se ha
merecido, con los servicios prestados, poder elegir su futuro y contar con
todas las facilidades desde el Atleti. Le echaremos de menos el próximo
partido, que es de los duros, pero ahí estaremos, como siempre estaba el 8.
21 comentarios:
Plas, plas, plas.
Un jugador mayúsculo, el navarrico. Yo llevo aún tal disgusto, que ni disfruté el importantísimo triunfo.
Por cierto, que todavía ayer había quien ponía verde al Cholo cuando se suponía que RG8 salía de titular. Los mismos de siempre, que luego se subían al carro de alabarle.
Cuanto que le vamos a echar de menos! Si no, al tiempo.
Uno de los nuestros. Para siempre.
Mola que en este fútbol de divos, tupés y egos que piden a gritos un par de hostias, existan Raúles Garcías. Y ya ni te cuento lo que mola que se conviertan en historia viva de tu equipo. Gracias por todo.
Grande Raúl, que ha sabido convencernos a todos con trabajo, lucha y goles. Jugador importantísimo, vital, en la consecución de la liga, que ha hecho historia en el club y al que seguro, echaremos de menos. Todo un ejemplo en este fútbol actual de ídolos pintamonas. Un jugador de club que va a ser un ídolo también en San Mamés. No me cabe la menor duda de que va a triunfar allí también. Se merece ser líder y protagonista en un equipo con tanta solera como el Athletic. Aquí iba a tener menos minutos que los que se merecería.
Muy buenas sensaciones dejó el equipo ayer, y con grandes expectativas para crecer. Estas 10 jornadas primeras tan exigentes creo que nos pueden venir muy bien, a pesar de todo.
Un gusto volver a disfrutar de sus crónicas, Maestro.
¿Y cuando decíamos aquí que era un futuro internacional clarísimo, y un capitan potencial evidente, qué?. Anda que no nos miraban con cara rara y nos daban palmaditas, ¿eh?.
El "Raúl se va del Atleti con números de jugador histórico y modales de jugador antiguo" lo resume todo de maravilla. Ha sido uno de los más fantásticos pulsos ganados a la Grada que recuerdo, y he visto pocas despedidas tan por la puerta grande.
Y hablando de todo un poco ... ¡¡Hola, Abantos!!.
"...de esos de barro en las medias y botas negras"
Para mí Raúl ha sido más Escudero que García y, con esto, no sé si he dicho o no una gilipollez, pero tenía que decirlo. Todavía estoy asimilándolo, oigan.
Fran Omega,
Qué bonito lo que ha dicho Ud. del pulso porque lo ha acabado ganando. Es la primera vez que veo que alguien lo gana como la ha ganado él: en silencio y en el campo.
Desconozco cuándo jugamos contra el Bilbao pero debiera caerse en campo ese día.
(Nota a Libros Mondo.- le recomiendo la ensalada verde de la Taberna del Faro.)
Un cordial saludo,
Maqrol
Lo de las frases escritas en los estadios me parece bien siempre y cuando haya rima, si no es demasiado fácil, por ejemplo: "Nervión te bloquea la digestión".
el cocinero de la Taberna del Faro es un vikingo, pero cocina bien. El pepinacho, por ejempo
Es vikingo amigable, calvorota y hermano mío (aunque el pepinacho es creación de su señora), de hecho el próximo día 30 nos vamos a comer a su cuenta un cabrito fernanperita que se apostó asegurando que su equipo nos iba a arrasar en los dos partidos de Liga. Je je je...
Buenas de nuevo,
¿Hermano, hermano? Lo digo porque esta noche repetimos y no quisiera meter la pata.
Un cordial saludo,
Maqrol
Buenas de nuevo,
Y le gusta Nacho vegas.
Un cordial saludo,
Maqrol
¡Muchas gracias y un saludo, Borcam!.
Respiro ante el mensaje de Mr. Libros Mondo y su cabrito ... ¡porque no le hacía de ensaladitas!.
No dejo de pensar en este hombre...
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http://www.spaziomilan.it/wp-content/uploads/2013/12/raul-garcia.jpg
Hermano en sentido figurado, que es tanto como real.
¡¡Un abrazo Don Fran!!
El vikinguete hermano figurado seguro que clava el cabrito. Es lo suyo, Don Mondo.
Su vikinguete hermano figurado seguro que clava el cabrito. Es lo suyo, Don Mondo.
¡¡Un abrazo, Don Sr. Omega!!
Buenas,
Recién llegado de cenar con las vergüenzas por el suelo al enterarme de las andanzas del vecino fernanperita. Y yo preguntando si era su hermano.
Velas teníamos en loor a Ud. por múltiples motivos y no solo por el Aleti.
Nota.- creo que no es el primer cabrito, me temo. Aquella ciudad es como Alesia para Abraracurcix. Uds. sabrán entenderlo.
Nota bis.- el pepinacho.
Un muy cordial saludo,
Maqrol
Nunca pensé que una foto surgida de un sitio denominado "la tribuna madridista" fuera a complacerme tanto...Don Libros Mondo.
No entiendo bien. ¿el señor Mundo es Vikingo?
De Gea renueva por el ManU hasta 2019 jijijiji
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