jueves, 26 de noviembre de 2015

Síntomas (y de los buenos)


Se anunciaba un frío polar y penosas colas para pasar los controles de seguridad a la hora de entrar al campo; como ocurre tantas veces, ni hizo tanto frío ni se tardó tanto en entrar a pesar de la larguísima cola que bajaba por la acera izquierda de Paseo de Pontones para pasar el primer control de policía.


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La actitud de la policía en los campos de fútbol es cuanto menos curiosa. Cuando hay un partido de alto riesgo porque los ultras de uno u otro equipo han quedado para molerse a palos, los antidisturbios de la Policía Nacional posan delante de sus furgonetas poniendo cara de malos y marcando bíceps, mirando desafiantes a los señores con gafas que van del brazo de su señora a reunirse con su yerno en la puerta de la tienda. Cuando hay una amenaza más grave y seria como la que vivimos estos días, la Policía Nacional acorazada y numerosa se muestra más amable, sensata y colaboradora: ni le miran a uno mal, ni le tratan con desdén ni provocan esa sensación de inseguridad que la chulería de algunos policías con vocación de malotes hacen flotar en el ambiente en otros días menos señalados. Qué cosas tiene la fuerza pública.

La Policía Municipal madrileña, por su parte, es más homogénea en su comportamiento: tanto en los días de alto riesgo como en los normales, tanto en los partidos cómodos de la mitad de la temporada como en los marcados en el calendario con tinta roja y bufanda de las grandes ocasiones, la Policía Municipal guarda idéntica actitud, dirigiéndose al ciudadano con esa mezcla de chulería y hartura tan característica. La Policía Municipal madrileña gusta de patrullar en colleras formadas por un policía más joven con patillitas, gafas de sol y gesto de saberlo todo sobre la vida y no tener tiempo ni ganas de explicarlo, y otro más mayor y paciente, casi resignado, quizás harto de su trabajo, que hace observaciones inoportunas al ciudadano que paga su sueldo con sus impuestos.

Ah, la policía madrileña y su relación con el hincha de fútbol, qué universo tan complejo, oiga.
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Llegó la afición al campo y lo primero que le llamó la atención fue la abundancia de turcos por todas partes. Los aficionados turcos llenaron parte de la zona de la grada reservada para los visitantes, pero sobre todo compró entradas salpicadas por gradas y tribunas, dando una sensación plácida de partido compartido con la afición rival, eso que ya saben Vds que tanto nos gusta. Los turcos del Galatasaray vestían camisetas y bufandas con sus colores con toda naturalidad, presumiendo de esa combinación naranja y granate tan romana y tan bonita y tan de equipo inglés de polo o de rugby y a uno le parece estupendamente. Ojalá vinieran más rivales así tan educados y tan mechaditos entre la afición, tan mezclados y tan tranquiletes, tan charlatanes y futboleros. Ojalá, ya puestos, se multara a los periodistas que hablan directamente del infierno turco cada vez que va un equipo a jugar allí, que ya está bien de topicazos, oiga, anda que no hay formas de llamar a las aficiones y los estadios para andar así repitiendo siempre lo mismo, que si el infierno turco, que si la caldera a presión, anda ya, vayan Vds a paseo, oiga, no me sean pesaos y cansinos y repetitivos. Coñe ya.
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Salió el Atleti al campo con la misma alineación que tan buen partido hiciera en Sevilla, con la única novedad de Giménez, que volvía al equipo tras su lesión. Giménez, que tiene pocos años pero juega como si hubiera completado dos carreras profesionales de las largas, jugó tan tranquilo y como si tal cosa, posiblemente recuperado del sofocón tras el fallo de Coruña y quizás también tranquilo por saber que cuando no está aparece Savic y lo hace bien. Quizás Giménez sea también consciente de que el montenegrino tiene calidad y personalidad para sustituirle y por tanto no se puede dormir en los laureles. Un buen futbolista, este Giménez.

Es cierto que el rival de ayer, el Galatasaray, no pareció un equipo capaz de asustar al Atleti, ni siquiera de venir a marcar goles, más bien dispuesto a capear el temporal. Con tres centrales cuando el Atleti achuchaba, con Sneijder gordo como una señora de esas que empujan en el autobús sin soltar el bolso y Podolski lejos de lo que fue en su momento, el Galatasaray sólo tiró una vez a puerta: precisamente fue el orondo holandés que su momento pareció tener condiciones para ser un futbolista de los que dejan huella (y no sólo en el sofá) quien lanzó cruzado un balón que se fue fuera, el único momento en el que Oblak tuvo que dejar el folleto de los crucigramas y ponerse a tapar hueco. En descargo del pobre partido de los turcos (cuajado de jugadores paticortos y culones de lámina parecida al turco aquél – el que pasó por el Calderón y se fue corriendo tras un cajero automático a ver si le regalaban una pantalla de plasma al domiciliar la nómina -, se ve que es un genotipo local) hay que decir que no dieron ni una patada, algo siempre de agradecer. El Galatasaray pasó sin pena ni gloria por el Calderón, y lo mejor que dejó fue la imagen de su hinchada, la mar de educada y discreta.

En cuanto al Atleti, la sensación volvió a ser buena. En línea con los partidos contra el Valencia, Coruña y Betis, el equipo jugó bien y a ratos muy bien, dando siempre sensación de superioridad y solvencia, de ser más equipo que el rival y, sobre todo y ahí está lo mejor, de ser más equipo que hace un mes y mucho más que hace dos meses.

Descartando las apuestas seguras de Godín y Tiago, los dos ejes sobre los que pivota el juego de tres cuartos para atrás, las buenas noticias en la defensa y centro del campo se van sucediendo. Gámez, por ejemplo, gana enteros para ganarse el status de ídolo del que suscribe. Discreto, buen profesional, versátil, concentrado, modesto y cumplidor, Gámez es valiosísimo cuando sale por la derecha o por la izquierda e igualmente valioso desde el banquillo, en el que no da problemas y sí muchas soluciones. Su temporada pasada en la izquierda fue notable, pero este año, de seguir Filipe Luis progresando como está, no le veremos mucho por ahí salvo necesidad apabullante. Filipe Luis ha vuelto en estos dos últimos partidos a ser el jugador confiado, asociativo y desequilibrante de otros años; si esto se confirma y Juanfran vuelve de la lesión con el mismo nivel con el que jugó los últimos partidos, los laterales pueden convertirse en el elemento que faltaba para terminar de afinar la máquina del Cholo, que vuelve a sonar redonda y poderosa como el motor de un Citroën Tiburón de los bonitos.

La mejoría de Filipe Luis puede estar directamente relacionada, quien sabe, con la mayor presencia y acierto de Koke, por fin más echado al centro y dando más apoyos y coberturas a Tiago y Gabi, más espacio a Carrasco en algo que a ratos es más un 4-3-3 que el 4-4-2 de siempre. Koke está preciso y participativo, más confiado y resuelto a la hora de lanzar la presión alta, más Koke y menos triste que hace unos cuantos partidos, más el Koke que hace moverse al equipo que el Koke que se mueve en exceso, apagando fuegos allá donde el resto no llegan. Y es que con Koke más enganchado, la presión alta y el mayor ritmo, las señas de identidad del Atleti campeón, han aparecido con más claridad en los últimos partidos. Buena culpa de ello la tiene también Gabi, espectacular ayer en el primer pase de gol y el caño y asistencia del segundo además de entregado y listo a la hora de tirar la presión en campo contrario junto con Koke.

También ayuda un Griezmann más participativo, como en el segundo tiempo de ayer. Independientemente de sus goles, una vez más un prodigio de oportunidad y colocación, Griezmann disfrutó más ayer que otros días, participó más, se asoció más. Sin matarse en la presión, sí cubrió su parcela con más solvencia, permitiendo a Tiago, Gabi y Koke jugar más, pensar más, salir más, buscar más el ataque y no sólo la posesión, haciendo por tanto lo que de él se espera además de estar en el momento preciso y el lugar oportuno. Y, ya que estamos con el estilo concatenado, buena parte de esa mayor movilidad e implicación de Griezmann parece, según se ha ido viendo estos últimos partidos, estar directamente relacionada con la presencia de Fernando Torres. Ayer de nuevo estupendo en el esfuerzo y el juego de equipo, Torres se vio durante todo el primer tiempo metido en el área entre tres centrales grandes, algo casi imposible de rentabilizar para un delantero centro de sus hechuras, sobre todo cuando buena parte de los pases laterales no eran del todo precisos. Ya en el segundo tiempo, resignado a la inutilidad de su presencia en el área, Torres salió más, se acercó más al medio campo, se asoció más en la construcción sin limitarse a esperar pases que no llegaban. Torres se mostró especialmente generoso con los compañeros: pudiendo mirar por sí mismo y su famoso gol 100, Torres prefirió en varias ocasiones combinar y no tirar, pensar en el compañero y no en la estadística, ceder el balón en mejores condiciones a la segunda línea. Como en Sevilla, Torres hizo un buen partido con una enorme contribución al juego colectivo y se mostró más confiado, menos acelerado, más cómodo y aún más generoso que en los pocos minutos de los que disponía hace unas semanas.

Sea por lo que sea, sea consecuencia de lo que sea, el equipo parece mejorar partido a partido y muestra síntomas de mejoría y claridad según avanzan las fechas. Simeone parece haber dado con la tecla que acerca a este equipo de más calidad y menos rabia que otros años a la imagen y solvencia del equipo enorme que guardamos en la retina, que consigue transformar la posesión en peligro y la defensa en una muralla. Si hace tres semanas parecía que el mundo se acababa, que Simeone no daba una y que sólo un milagro conseguiría que el Atleti no se estrellara contra un muro conduciendo el carísimo deportivo que se ha comprado este año, ahora las cosas parecen distintas, o al menos se lo parecen a los más críticos y sabihondos que daban la temporada por finiquitada cuando el equipo no estaba más que en formación. Llega diciembre y, como otros años, esto empieza: y parece que tienen muy buena pinta.

8 comentarios:

ISMAEL dijo...

Jugar con 11 tambien es una ayuda para obtener esta mejora.
Pero, ya se recuperará Martinez, y volveremos a sufrirle.
Oliver mal, imagino, como siempre.

Libros Mondo dijo...

Pues sí, Maestro, que se amarguen los agoreros. Yo sólo recuerdo un detalle: ayer refrendamos matemáticamente nuestra presencia en los octavos de final de la máxima competición por tercera temporada consecutiva.
Forza Cholo!!

Carlos Fuentes dijo...

Oliver mejor. Creo que lo que le pasa es que brilla cuando es el que más rápido piensa del equipo, y en ese Atleti piensa igual de rápido que otros tres o cuatro, lo que no le hace marcar el ritmo ni llevar la iniciativa tanto como acostumbra en la sub-21. Cuando renuncie a querer imponer el ritmo y acepte el ritmo que marca Tiago, por ejemplo, le irá mucho mejor, creo

Libros Mondo dijo...

Yo debo ver visiones, porque ayer el Torete jugó veinte minutos y no perdió un solo balón. Desgraciadamente remató muy blando una buena ocasión de gol. Le pongo un 7,5.
El de Onteniente a la reválida.

Carlos Fuentes dijo...

por qué visiones? yo digo que le vi mejor, más acoplado. Que marque o no marque para mi ahora es secundario, mi opinión no cambiaría si hubiera marcado un gol. Aún creo, eso sí, que está lejos de lo que puede ser con la calidad que tiene

Libros Mondo dijo...

Si no me pillara tan lejos me presentaba en Reus...
https://www.youtube.com/watch?v=LJnSh1P821E

Carlos Fuentes dijo...

brillante, desde luego

Dr. Caligari dijo...

Bonito vídeo, sí.