Uno, ya lo saben, está más que harto del Atleti. Al contrario de lo que ocurría otras temporadas, cuando esta vez me ofrecieron un estupendo plan de fin de semana que implicaba no ver el partido del Mallorca en casa, tuve claro que no merecía sacrificar la oportunidad para ver a la panda que últimamente viste la camiseta de nuestro equipo. Como encima uno tiene la suerte de tener amigos que escriben de maravilla, que son generosos y apañaos y del Atleti, y que además se brindan a hacer el quite como si del gran Juan Martín Recio se tratara, pues la decisión es clara.
Así que hoy la crónica no es de Carlos Fuentes, es de Javier Zurilla, que escribe mucho mejor, y eso que salen ganando todos Vds. Que la disfruten. Y gracias, Javier.
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De un tiempo a esta parte, ir al Calderón conlleva una sensación de extrañeza. Es como si fueras a tu casa a cenar y la llave no entrara en la cerradura. Como si en el cumpleaños de tu madre, ella preguntara a tus hermanos señalándote: “quién es ese señor que ha venido a comer con vosotros”. Te sientes como Pajares y Esteso en una película de Bergman. O como el protagonista de una de esas películas de terror en la que su casa está llena de fantasmas y el extraño acaba siendo él mismo. O como Fernando Torres mirando a sus compañeros. Sí: ir al Calderón te genera la duda de estar fuera de lugar. Porque quienes saben que por ese verde jugaron Gárate, Luis, Leivinha, Pereira, Caminero, Kiko… Y hoy ven lo que ven, saben que ese equipo no se parece en nada al de sus recuerdos.
Y no sólo el equipo no se parece en nada a lo que ha definido este club como un grande. Nuestro uniforme, tampoco. Porque este año muchos niños creerán que nuestro uniforme es un absurdo pijama mitad rojo y mitad blanco. Nuestro orgullo rojiblanco, tampoco se parece al que era, porque pocas veces como este año, un equipo siempre orgulloso que aprovechaba la menor ocasión para ganar una liga, ha desperdiciado una gran ocasión al no reforzarse en invierno. Y aquí parece que no pasa nada. Y si pasa, se le saluda y tan contentos.
Supongo que quien intente leer en estas líneas una crónica y lea todo esto, dirá que me he equivocado de género. Pero es que para analizar el partido de hoy hay que hablar menos que en una película porno. Para analizar este Atlético de Madrid – Mallorca (1-1) baste decir que ha sido exactamente igual a todos los partidos que nuestro equipo ha jugado exceptuando las primeras partes de Vigo y Bilbao y gran parte del derby contra el Madrid (el peor Madrid que uno recuerda y cuya posición en la Liga da que pensar sobre lo que es nuestra Liga). Es decir, nada por aquí y nada por allá… pero sin magia alguna.
Por líneas. Leo Franco ha sido abducido por el espíritu de Bob Marley y prefiere estar a la sombra del larguero contemplando el transcurrir de la vida que salir a vivirla. Habría que perseguir a su peluquero, porque desde que le hizo la faena, alguna loción nefasta le ha reblandecido el cerebro. Pura contemplación, oigan. Y no lo digo por el gol, que un poco también, aunque de ese tema habría que hablar con Jurado (ese gran lanzador de jugadas de gol del equipo contrario) y con Perea. Ni una sola jugada en la que los defensas le protegían el balón ante el acoso del delantero contrario, ha dado sensación de salir si no es por los gritos desesperados de sus compañeros.
Perea no hubiera estado mal si no fuera por el gol. Pero como en el 90% de los partidos de este año nos han metido un gol por él, pues hay que decir que ha estado como siempre esta temporada: mal. Eller parece tener más voluntad que muchos de sus compañeros. Es lento, pero tiene recursos. Pablo, como el título de esta crónica, está fuera de lugar. Lo intenta, pero todos le vemos en el Bernabéu por muchas disculpas que pida. Y él lo nota y no resuelve las jugadas como en años pasados. Antonio López es mejor que Pernía. Lo cual no es mucho decir. Físicamente, muy lejos de su mejor forma. No obstante, cualquiera de ellos nos parecerían mucho mejores si este equipo tuviera un cerebro, alguien a quien tuvieran de referencia.
Pero no lo tienen, porque en la media hay más gente fuera de lugar. Gabi está aquí pero es ya del Zaragoza (y gratis, algo por lo que alguien debería dar explicaciones). Cuando por fin viaje, no le echaremos de menos. Salvo la tarjeta de siempre y otra entrada que pudo ser la roja de casi siempre, pasó desapercibido. Como siempre. Se esconde colocándose al lado de Luccin. Yo antes le echaba siempre la culpa al francés. Pero estaba equivocado. Luccin, últimamente, hace lo que puede y más. Incluso autoexpulsarse y dejarnos sin medular el próximo partido. Pero le disculpo: ha llamado tonto a Pérez Lasa y eso es algo que todo buen atlético sueña hacer. Y él lo ha hecho por todos nosotros.
Del misterio Galletti mejor que hable Iker Jiménez. Salvo cuando juega contra el Madrid, uno se pregunta cómo un jugador como él ha logrado no ya jugar en primera, sino ser internacional por Argentina. ¿Y Jurado? Otro fuera de su lugar natural. Primero, porque es jugador del Madrid, no nuestro. Segundo, porque le pongan donde le pongan, parece que no es su sitio. Cierto que ha dado el pase del gol. Dos asistencias y ningún gol le contemplan esta temporada. Si, como contrapartida, le sumamos los cerca de la media docena de goles rivales a causa de pérdidas de balón suyas, sus estadísticas nos hablan de un jugador blando y mediocre. Sin implicación alguna en el equipo. Normal: porque él no es de este equipo ni futbolísticamente (se hable de técnica o de garra) da la talla para serlo.
Arriba, un Mista limitado (muy limitado), pero que junto con Torres ha corrido por todo el mediocampo porque Luccin pillaba muy lejos y los demás miraban como corrían ellos dos solos. Mecanización del juego se llama eso, señor Aguirre. Y al lado de Mista y al lado de todos nosotros, ese jugador llamado Fernando Torres, lo único que queda en este equipo que me recuerda lo grande que era. La única esperanza de que pueda volver a serlo. Corre, lucha, tiene orgullo y hoy ha definido como nunca en la única jugada de gol clara que ha tenido. Más no puede tener, porque no se conoce de jugador alguno que dé el pase de gol y lo remate en la misma jugada. Dice un tal Paco González que debe decidir entre ser un goleador o un jugador creativo, de los que bajan a inventar la jugada. Como si en el Atleti de nuestros días se pudiera decidir entre una cosa y otra. Señor González: Torres hace lo que puede y más para que este equipo sobreviva. Y algunos, se lo agradeceremos eternamente. Y más conociendo a los jugadores que le rodean.
Porque es como en ese chiste en el que un amigo le preguntaa otro: “¿Qué crees que es peor: la falta de interés o el desconocimiento?”. Y el otro, le contesta: “Ni lo sé, ni me importa”. En este Atleti, Torres es el que pregunta. Los demás, el amigo que contesta. Por ejemplo, uno que no sabe lo que pasa es Aguirre: lo ha reconocido en rueda de prensa. A lo mejor si jugaran menos al volley-fútbol en los entrenamientos y se ensayaran coberturas, desdoblamientos en banda, mecanización en pressing y las faltas (tanto en defensa como en ataque), podría averiguarlo. Pero no: no sabe nada. Y nosotros podemos certificarlo cada domingo. Que faltando 10 jornadas, aún no sepa cómo armonizar la pareja Torres-Agüero, que coloque a Mista de medio o extremo izquierdo, que coloque al argentino de ariete y a Torres a buscarse la vida, que se lleve a Jacobo mil partidos para jugar un minuto y luego saque a Marqués (que hoy no ha estado mal), que no juega en el filial, que lleve a juveniles que son reservas y no se fije en joyas como Camacho o Rubén Ramos… Todo eso demuestra que, efectivamente, no sabe… O no le informan. O no le importa.
Pero no es el único. Los hay peores (que ni saben ni parece importarles nada, vaya). Ejemplo nº1: García Pitarch no sabe cerrar un fichaje cuando se le necesita. Ejemplo nº2: El doctor Villalón, que ha hecho que el Atleti sea como Hospital Central, que entras porque se te ha infectado un padrastro en un dedo de la mano y acabas con una enfermedad terminal. Ejemplo nº3: Nuestro presidente no sabe que probablemente este año tampoco lleguemos a Europa (¿nos lo mereceríamos?) por muchas frases grandilocuentes que diga ni convenios con la CAM firme. Ejemplo nº 4: nuestro director general, más pendiente de marcas y divisiones inmobiliarias, no sabe absolutamente nada de lo que es un club de fútbol.
Y lo que es peor: parece que ninguno sabe lo que ha sido este club. Probablemente porque ninguno haya sufrido de crío con las rayas rojiblancas. Tal vez por ello se empeñen en eliminarlas de nuestro uniforme. No saben lo que es el Calderón. Tal vez por eso nos quieran dejar sin él. No saben que los indios acampamos a este lado del río. Tal vez por eso en vez de elegir la opción Campamento quieren ir a La Peineta. No saben que estamos cerca de perder el halo que nos ha hecho grandes. Hoy, sin ir más lejos, con 1-0 en el marcador y un juego tan soporífero como cada domingo de estos últimos cinco años, he atisbado cómo en una zona del campo, algunos seguidores (¿) de este club querían hacer la ola. Si este es nuestro destino, que pare el tren, que me bajo. Si no quieren los que nos mandan que lo sea, que aprendan cuanto antes que un club de fútbol no es solo marketing. Es orgullo y sentimiento.
Muchos de los que lean estas líneas se seguirán preguntando que qué tiene que ver la crónica de un partido (el de hoy) con todo lo que estoy diciendo. Mucho. Porque el partido de hoy ya lo he visto muchas veces y es un ejemplo más de un proyecto futbolístico inexistente, de una falta de orgullo (en equipo y afición) preocupante y de una planificación deportiva repetidamente equivocada. Porque el partido de hoy ha tenido tan poco fútbol, que te deja mucho tiempo para pensar en otras cosas. Esencialmente en que si este es el Atleti al que debemos acostumbrarnos, si sus seguidores podemos llegar a hacer la ola por ganar 1-0 al Mallorca en vez de desgañitarnos pidiendo explicaciones de lo que pasa en este club (tantos años fuera de Europa, tantos años sin títulos, con un presupuesto puntero en primera), es que este club no es el que nos enseñaron a amar nuestros padres. Ni con el que puedan emocionarse nuestros hijos. Y los que recordamos lo que fue, estamos destinados a ser exiliados de nuestros propios sentimientos. Fuera de lugar en nuestra propia casa. Como el protagonista de una de esas películas de terror en la que su casa está llena de fantasmas y el extraño acaba siendo él mismo. O como Fernando Torres mirando a sus compañeros.
Javier Zurilla
1 comentario:
El tal Paco González es un perfecto cretino,Sr. Zurilla.
Ni caso.
Y además,con el paso del tiempo, va empeorando.
Ni sabe, ni quiere aprender.
Y cuando se junta con su amigo Lama
!Entonces ya!
!Entonces ya!
En fín...
Como decía el maestro: "Tiene que haber gente pa tó"
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