Que levante el dedo el que nunca haya escuchado un partido del Atleti en la radio del coche, de vuelta de fin de semana, en pleno atasco. Ya veo que Vd, Fuentes, sí ha vivido esto. Háganos una redacción, pues.
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Los que sigan estos artículos tan largos y tan tontos que vengo haciendo desde hace unos años sabrán de mi afición por la montaña, de mi admiración por George Mallory y de mis torpes símiles alpinos. Uno, que no tiene ni la forma física ni la técnica necesaria para coronar las cimas más famosas, se dedica desde hace años a subir picos medianejos y hacer treks largos, a recorrer valles, collados y cimas de montañas españolas, e incluso alguna vez ha salido por ahí a tomar picos asiáticos y sudamericanos para la causa colchonera. Uno hace, por tanto, eso que ahora llaman senderismo, o outdoor, o trekking, que es lo que toda la vida se ha llamado dar paseos por el monte. Más o menos largos, más o menos duros, más o menos gratificantes, pero paseos al fin y al cabo.
Es un clásico entre los teóricos del alpinismo eso de que en la montaña no se compite contra nadie que no sea la propia montaña o uno mismo. Se lucha contra la altura y contra los límites propios, contra el umbral del dolor y el sufrimiento, contra la tentación de tirar la toalla. Mi caso es algo diferente. Además de contra todo lo anterior, que suele ganarme por goleada aunque a veces arañe un empatito, yo lucho contra un rival constante, vehemente y acérrimo. No sé quién es, nunca le he visto, pero nuestra lucha se remonta a un pasado oscuro hasta un punto en el que, como en el caso de los Duelistas de Conrad, lo de menos es el motivo. Cada cima, cada valle, cada asalto a una cumbre es también un desafío entre nosotros dos. Nunca le he visto, nunca me he cruzado con él o al menos nunca he sabido si era mi enemigo quien bajaba por el otro lado de la montaña o me ofrecía su agua, no sé cómo es su cara ni el color de su abrigo o su mochila, ignoro si lleva polainas o si usa gorra. Aún así, mi rival es astuto y constante y deja siempre, siempre, visibles huellas de su paso. A veces las veo al llegar a lo más alto, a veces al volver al refugio, contento al creer que por una vez he logrado llegar a una cima a la que él no ha tenido acceso; a veces los signos son visibles desde el mismo momento en que empiezo la ascensión. Mi rival es mejor que yo, ha estado en todos y cada uno de los lugares a los que yo he llegado antes que yo y nunca olvida dejar su símbolo, una señal presente en todos los montes de España. Estoy hablando, naturalmente, del Misterioso Hombre de la Bolsa de Doritos.
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Cuando uno emprende viaje desde una zona montañosa con dirección a Madrid a la misma hora que juega el Atleti, se embarca en algo más que el simple retorno a casa. El soniquete de la radio deportiva dentro de un coche lleno de gente forma parte del acervo nacional, tanto como el bote de Cola-cao, el fracaso en Eurovisión o las rebajas de enero. Eso sí, por más que todos conozcamos los pasos a seguir, no siempre es sencillo cumplir con el placentero ritual de ponerse al volante mientras escucha cómo su equipo gana dado que en él intervienen varios factores: la cobertura de la señal de radio, la colaboración del pasaje y la calidad de los jugadores del equipo.
Se pone uno al volante después de comer, y rápidamente se da uno cuenta de que no fue una buena idea ofrecerse como conductor: lo suyo era echar la siesta, pero ya es tarde. Además las obligaciones laborales son tozudas y hay que estar en Madrid a una hora prudencial. Así que al lío. Al lado del conductor se sienta el compañero de viaje más solidario, aquél que se brinda a dar palique para que no se duerma el chófer. Detrás se sientan dos que directamente apoyan la cabeza en un jersey y se duermen ya al salir de la plaza en la que estaba aparcado el coche. Mal empezamos, menos mal que ahora pongo la radio y esto se pasa en un santiamén, que juega el Atleti y juega contra un recién ascendido y fíjate tú que nos metemos allí arriba de una vez.
Pone uno la radio, y el simple gesto de echar mano al dial levanta una ola de protestas entre los que ya están dormidos, vueltos a la vida por arte de magia sólo para gruñir. El fútbol no, eh, al menos pon música clásica o algo para dormir bien … y nada de coger curvas. El co-piloto solidario interviene y pide comprensión y paciencia, qué más os da, hombre, que escuche el chiquillo la radio. Hecho. Pone uno la radio y no oye nada. Busca emisoras y nada. Da varias vueltas al dial y nada. No se oye nada. Y el Atleti empieza en veinte minutos. Peor aún, uno intuye una leve sonrisita en uno de los durmientes por el retrovisor.
El solidario toma el relevo y busca y busca emisoras sin éxito. A lo lejos, de pronto, parece escucharse el soniquete familiar de los locutores deportivos, una voz nasal que habla con un ritmo y tono que sólo se usa para narrar partidos. Ahí, deja, un poco para atrás, venga, ahí, ni lo toques, gracias majo. El narrador habla de algo que es parece un partido de fútbol, pero sólo habla de jugadores que uno no conoce con lo que puede estar narrando el Almería – Atleti o el Numancia – Sevilla B. Resulta ser el Numancia – Sevilla B, busca otra, que esta es una emisora local. Eso hago pero no es fácil, hombre, un poco de paciencia. Nuevas vueltas al dial, parece que se oye algo, ahí, dale, quieto, ahí quedó, gracias.
Esta vez sí, reconoces las voces, son locutores deportivos y a esta hora sólo pueden hablar, entre otros, del Almería – Atleti. Tratas de intuir el resultado por el entusiasmo del narrador, por los comentarios de los contertulios, por el tono del director del programa. No lo consigues. Eso sí, te enteras de qué tractor es el campeón de Europa, que material de construcción te interesa si estás pensando en hacer una presa con salto de agua o de lo buenas que están las patatas del abuelo. Pero del Atleti nada. Nada. Hablan del partido de la Coruña, y del de Huelva y del de Valladolid, pero ni rastro del nuestro. Ahora sí, parece que contactan con Almería, qué alegría, al fin, ¿qué estará pasando? “Hay noticia en Almería” – “Sí, penalti contra el Atleti”. Vaya tela, qué momento para conectar, emites un rugido de disgusto y se queja uno de los dormidos. Seguro que ha sido Seitaridis.
- Penalti de Seitaridis
- (voz en off) hay que ver lo que sabe éste de fútbol
- No, de lo que sé es de estadística
Tira el Almería, paradón de Leo Franco, rechace, paradón de Leo Franco, otro rechace, paradón de Leo Franco, gritos en la radio, protesta de los dormidos, un puño al aire del chófer, el solidario se asusta. A todo esto, ¿cómo vamos? No lo han dicho, ahora lo dirán. Lo dirán, pero da igual: zona de curvas con montaña incluida, se cortó la conexión. Ruido de papel arrugándose, el solidario se vuelve loco buscando la emisora, nada.
Parece que de nuevo vuelve la señal, a ver, ahí, déjalo, ya. ¿Qué dicen del Atleti? Nada. Ahora, el bono hotel es un gran regalo de empresa, eso sí. El Depor ataca, en Valladolid hace frío, ola de protestas en Italia por la muerte de un tifosso, anuncian marejada en el mar de Alborán. Del Atleti ni rastro. Espera, carrusel de resultados, voy a ir más despacio para no llegar a esa montaña que perdemos la señal. A ver si nos enteramos de cómo van. Dan el resultado del Valladolid, y el del Depor, y el del Espanyol, ya llega el Atleti … conectan, dice el tipo que el Atleti ha tenido suerte, ¿por qué suerte?, ahora va el resultado. En ese instante, en ese preciso instante, se despierta uno de los dormidos, precisamente aquél a quien no le importa en absoluto el fútbol.
- Pero juegan en Almería o en Madrid.
Dan el resultado del Betis, ya ha pasado el del Atleti y no nos hemos enterado. Bramidos, maldiciones, amenazas de muerte, el otro dormido manda callar y hay un conato de parar el coche y darle una paliza con el gato.
Silencio, más ruido de papel arrugándose, llegamos a la autopista, la señal mejora pero el tráfico no: lo que se llama medio-atasco o “atasquillo”. No atasco del todo, sino esa procesión de coches en la que uno siempre está a la misma altura de otros dos o tres; de ellos, uno es un tipo tranquilo, otro un extranjero con cara de despiste y el tercero es un agresivo conductor al mando de un forfocus negro, que adelanta y se hace adelantar indistintamente. Ya se escucha la radio, al Atleti le han podido meter dos o tres goles pero va cero a cero. Uno lamenta la ausencia de Raúl García y de Forlán, ya lo sabía yo, esto es así. Agüero está solito arriba, aislado como el bacilo de la tuberculosis y a pesar de eso cada vez que le llega un balón hace maravillas. La defensa achica balones y parece que lo estaba haciendo bien hasta que salió Eller trotando sin rumbo. Reyes sigue ausente, pensando en cómo protestar la próxima vez que le cambien por no hacer lo que de él se espera. El Almería ataca. También ataca el del forfocus negro, ahí vuelve el tío, qué pesado. El conductor deja claro que le tiene manía a Eller, los ocupantes del asiento de atrás, recién levantados, dejan claro que le tiene manía al del forfocus. Por arte de las sinergias automovilísticas, ahora todos tienen manía tanto a Eller como al del forfocus.
Queda poco, el Almería sigue atacando, el Atleti achica balones, el del forfocus adelanta y vuelve a adelantar jugándose la vida con el raquítico objetivo de seguir detrás del coche al que continuaría siguiendo si no adelantara tanto. Qué pesao el del forfocus, el coche es ya un clamor anti-forfocusil, mírale, otra vez, y venga a adelantar. Falta peligrosa contra el Alemería… ¿qué me dices? ¿a un minuto del final? No puede ser tan bonito esto, ¿quién la tira? ¿está Simao? No. ¿la tira Antonio López? Vaya tela, no sé, a ver, Antonio López las tira bien.
Tira Antonio López. Al larguero. No me lo puedo creer, mano a la frente, ¿será posible? El asiento de atrás es un clamor, no intuía el chófer esta pasión rojiblanca. No es eso, no: en el momento en el que conduce se echa una mano a la frente, exactamente en ese instante, el del forfocus hace lo mismo. Lo mismo. Es del Atleti, el tío. El asiento de atrás ruge, el solidario intenta poner paz, el conductor por fin se pronuncia:
- Un buen chaval, el del forfocus
9 comentarios:
Vaya, me he visto por un instante enlatado en el buga de Cajamadrid, que digo que es mío, rulando por aquellas carreteras de dios.
Viniendo del pueblecito, y con el dial haciendo la goma. Una gran redacción. En su línea, vamos.
Sobre el partido... Una de fantasmas. De hace un año, o hace más de diez. Son parecidísimos todos...
Se agolpan en la mente con msolo ver la foto de cabecera del artículo: un tal C. S., con lo brazos en jarra etrusca, mientras otro adversario
corría al rechace del portero. Y un tal pablo, todo sea dicho. Con otro televidente que ponía las manos tras los rayos catódicos, por ver si
le podía echar un cable al ex-rastas.
Implicación. Si no, el Rey seguirá siendo un montaraz.
Esa gran afinidad que te creas con gente del Atleti es impresionante, es que les aprecias sólo por ser del Atleti. A mi es que hasta me han llegado a no cobrar un parking por llevar un sello del Atleti.
Yo tengo un Honda Vacileta, así que no era yo. Por lo demás, bastante de acuerdo, claro. Que le dije yo a mis troncos antes de empezar: "a ver si pone a Perea en la derecha, que este Crusat es un cabrón". Pues no, puso al griego loco. En el descanso lo arregló un poco, todo lo que puede arreglar Fabiano, que estuvo correcto. Y mis troncos allí, en la grada del Estadio Mediterráneo, ¡¡Atleeeeti, Atleeeeeti!! Y yo comiéndome las uñas, que cómo vamos a echar de menos a Raúl García. Y dale, Carlitos. Que es verdad. Que es así. Que nos faltan sus huevos. Y Leo se para un penalty (los otros dos no son paradones, Fuentes, son paraditas, que tiraron al muñeco, ¡hostia!). Que me da igual, que es una cabaretera, por muchos penales que pare. Que nos va a salir caro que el jeta éste ahora se pare un penalty. Así revientes. Y mira el otro. Ahí anda, Reyes, deambulando, lo que no sabe el infraser de Utrera es que Aguirre (ayer me cagué en él, porque puedo, porque le defiendo a muerte siempre, porque le entiendo) siempre sirve su venganza en frío. Te pusiste chulo y lo vas a pagar, baboso zevillano, que tú no conoces al mejicano Alicate. Joder, qué mierda, la falta de Antonio ha pegado en el larguero por dentro. ¡¡¡Por dentro!!! Me cago en todo lo que se mueve. Que eran tres puntos bien robados, coño. Pero bueno, por lo menos es el Almería y no un equipo de Manzano. Que se muera Manzano, también. Joder, Antonio al larguero, me cago en la pena negra...
PD: ¡Ay, vacilo vacilo! Como Koch levante la cabeza...
Así es: un partido de los de siempre (de los últimos tiempos). Parecía uno que iba a ver pasar por ahí a Petrov retrotando, o a Luccin desfilando. Muy indolentes.
Cuando un equipo aprieta los dientes y corre, como el Almería, sale todo lo malo que aún nos queda.
Lo de Reyes está llegando a ser insoportable: pierde balones, no desborda, no conecta con los demás, protesta, finge... un coñazo de tio.
Forlan se nota mogollón, y la falta de un centro del campo con carácter ni te digo (hay Raúl, Raúl, vuelve pronto..)
De solo pensar en donde estaríamos si hubiesemos sabido gestionar el partido ante el Villareal, y jugar el de ayer, me da la depre.
P.D.: el tonto del portero que tenemos que sufrir paró el multipenalty ese, pero cantó también lo suyo.
Que alguien me explique porqué leches no bloca ni un balón, ¿le pagan un plus por despejar de puños?
Mallory debía ser un tipo sencillo. Cansado de que le preguntasen tan insistentemente por qué quería escalar el Everest, el porqué de tantas renuncias... se limitó a encogerse de hombros y a señalar la montaña diciendo: "porque está ahí", creando de paso la más famosa cita del alpinismo.
Ayer el Atleti tenía ahí otro reto para ascender, ni un ochomil del Himalaya, ni un cuatromil de los Alpes. Un pico bajito, ya hollado, con vía abierta y sin temperatura invernal. Pero ayer Agüero no tenía ningún Irvine a su lado y ni con oxígeno pudo hacer cima. Ayer el Atleti volvió a hacer de Don Dorito (ese bigfoot). No te perdiste nada.
Un beso
Hele
ha estado muchisimo mas interesante leer tu crónica que el partido en sí.
Sigue así, que me gusta tragarme tus ladrillazos.
Dios maldiga al corrector ortográfico
Pedazo artículo, me e visto reflejado en él, por muchas ocasiones en la que la radio es mi difusor personal del Atleti; para partidos del Atleti me quedo con Onda Madrid, que tenemos a nuestro Jose María Bonilla, todo un baluarte colchonero.
Al menos no viste el partido por la tele y no tiraste 2 oras...
1 abrazo
Hola Carlos,
Perdona que publique aquí este post pero... ¿es tuyo el artículo en Eurosport sobre la retirada de Molina?
Me interesa saberlo porque es lo mejor que he leído jamás en periodismo deportivo.
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