Mandzukic: peleón, bravo, casi fiero. Lento, tosco, algo torpe. Todo coraje, capaz de jugar con la nariz rota, con la ceja abierta, con el pómulo hinchado. Insoportable, mal encarado, más pendiente muchas veces de ganar su pelea personal con un defensa que de contenerse y hacer lo que el equipo necesita, desesperante cuando se pone burro. Desafiante con rivales y banquillo, desconectado del juego a ratos, enfadado con el mundo incluso cuando eso supone perjudicar a los suyos. Todo eso es Mario Mandzukic, todo eso.
Mandukic, delantero con hechuras de potro bretón de la caballería pesada y carácter de mil demonios, llegó en verano al Atleti con la doblemente complicada misión de suplir a Diego Costa. Doblemente complicada o aún más porque Diego Costa venía de hacer un temporadón en el año en el que el Atleti fue brillante campeón, y porque las características de Costa (arrancada poderosa desde lejos, carrera con balón, tiro cruzado, pelea constante) no tienen mucho que ver con las de Mandzukic salvo en lo relativo a los malos humos y los malos modos con propios y extraños, en su incapacidad para controlarse cuando hace falta y en su gusto por las peleas subterráneas, sobre todo cuando el rival es de similar ralea.
La llegada de Mandzukic condicionó en buena medida el juego del medio campo, quien, acostumbrado a buscar en largo las galopadas de Costa en cuanto se recuperaba un balón, tuvo que adaptarse a la nueva realidad, tratando de llegar tocando hasta más cerca de la línea de tres cuartos para llevar el balón a Mandzukic a espacios donde éste pudiera bien rematar, bien preparar el balón para la segunda línea. Ausente Griezmann durante buena parte de la primera vuelta, Mandzukic se vio en muchas ocasiones más solo que la una y aún así, con sus limitaciones técnicas y su desapego por la estética y el pintureo, mantuvo él solo el ataque del equipo mientras Griezmann se empezaba a enterar de la película y gracias a que Raúl García, chico para todo que tanto aporta al equipo, se ocupó de las tareas a las que Raúl Jiménez era incapaz de llegar.
La llegada de Torres entre vítores y pétalos de rosa no pareció gustar demasiado a Mandzukic, que vio peligrar su puesto titular y entró, según parece, en una espiral de gruñidos y mostrar de dientes hacia el Cholo. Tras unos recientes partidos en los que mostró sin disimulo poquitas ganas de agradar, una acertada rueda de prensa de Simeone, junto con un período de descanso por una aparente lesión de tobillo, devolvió a la normalidad a Mandzukic durante la ida de cuartos de Champions, partido en el que mostró todo lo que es: pelea, presión, juego subterráneo, brechas, apósitos, betadine, corners disputados como peleas de bar y balones bajados para la llegada de la segunda línea. La vuelta de Mandzukic en uno de los partidos más importantes del año es una magnífica noticia y la constatación de que, hoy por hoy, es indispensable cuando las cosas se ponen feas.
Griezmann: refuerzo de lujo de la presente temporada, Griezmann llegó con vitola de estrella en ciernes y necesitó 5 meses para llegar a la altura que la máquina de precisión que opera a tope de revoluciones de Simeone necesita. Simplemente desfondado en los primeros compases de liga, Griezmann reconoció no llegar al nivel físico en los entrenamientos, lo que se tradujo en ausencias continuas en los equipos titulares y una dosificación inteligente desde el banquillo, consciente del enorme cambio que suponía para el francés pasar de ser la brillante referencia de un equipo loable pero con aspiraciones modestas como la Real Sociedad, donde la soldadesca trabajaba para su rubio y liviano almirante de campo con zapatos negros de hebilla grande y medias caladas, a ser un simple brigada (eso sí, con bigote como mandan los cánones) con mochila y cara pintada en un comando de élite en el que hasta el más talentoso de los miembros trabaja con tesón de minero pagado por kilo de turba extraída en busca de metas más altas.
Tras cinco meses de bajada al suelo, Griezmann pareció haber dejado de ser el espadachín impertinente que sólo aparecía en los momentos favorables de Anoeta a ser uno más de la jauría, en su caso el especialista encargado de la estocada final pero, como el resto, responsable de acarrear sus propios aperos, afilar sus armas y cocinar el rancho cuando las circunstancias lo requerían. Y, a partir de ahí, del partido de Bilbao y del año nuevo, Griezmann empezó, esta vez sí, a parecerse al jugador que puede llegar a ser.
Preciso y acertadísimo en el uno contra uno cuando se queda en carrera frente al portero (no así a la hora de elegir estilismo capilar), fino y con clase para mover el balón en tres cuartos y cazador oportunista gracias a su carácter vivo, Griezmann marca goles y desatasca partidos como ningún otro delantero del equipo y mantiene gracias a sus fogonazos al Atleti en la pelea en casi todos los partidos. Pero a ratos, y a veces en partidos enteros, Griezmann rehuye esa pelea que sus compañeros no discuten y desaparece, trotando tras un balón al que mira de lejos y se diría que sin demasiadas ganas de recuperar. Rápido y listo, a veces parece desconectado y cansado, salvando las estadísticas con un trotecito ligero, casi de puntillas, con el que completa kilómetros y kilómetros que muchas veces no valen para demasiado, sobre todo cuando el partido se pone feo y los defensas rivales, espoleados por la tarea de zapa de Mandzukic, aceptan en envite de ir al cuerpo a cuerpo. En esos partidos ásperos, en esas ocasiones grandes, Griezmann no siempre está a la altura que nos gustaría a pesar del entusiasmo con el que se recibe cada cosa que hace Griezmann, ojito derecho del autoproclamada ala en-posesión-de-la-verdad de la afición.
Poseedor del talento que en el equipo sólo tienen Arda y Koke para abrir defensas y cambiar el sentido de las cosas, Griezmann debe aprender a estar concentrado todo el partido para sacar resultado a sus fantásticas condiciones, a asumir que el esfuerzo no se negocia para nadie y en ningún momento, a tomar por los cuernos el toro de la responsabilidad que su potencial y el equipo en el que está conllevan. El día en que Griezmann no se achique en los partidos más duros ni desaparezca a ratos demasiado largos en otros partidos más cómodos, el día en el que definitivamente evite esas pérdidas de balón innecesarias, estaremos hablando de un jugador maravilloso; con el Cholo vigilando, no tenemos duda de que será así en breve. Griezmann tiene aún margen de mejora y para estas cosas de mejorar jugadores no hay nadie como Simeone.
Torres: llegado en el mercado de invierno con merecidos honores de Héroe de Guerra, Torres llegó a su casa con la clara idea de venir a sumar, desde el banquillo o desde donde le pusieran. Titular unos pocos partidos, suplente en la mayoría, la llegada de Torres ha servido sobre todo para que la aletargada legión de partidarios y detractores que hablaban de oídas durante años - pontificando sobre partidos en ligas extranjeras que casi nadie veía - vuelvan a tener la posibilidad de hablar horas y horas sobre un jugador que, según al menos una de estas congregaciones, no merece que se hable tanto de él; cosas de la contradicción humana y por tanto loable consecuencia con balsámicos efectos psicológicos para muchos, entendemos.
Torres, nada más llegar, asombró por su estado físico, si bien este asombro sólo se produjo entre aquellos que opinaban sin ver, que creían a pies juntillas lo que la prensa decía. Es curioso cómo parte de la afición colchonera, tan combativa con los periodistas y tan dada a tildar de mentirosos a todos los que opinan sobre el equipo cualquier cosa que no sea favorable, creyó hasta la última palabra de los que anunciaban la vuelta de un jugador acabado, de un muerto en vida, de un holograma. Tres arrancadas sirvieron para que estos mismos llegaran a la conclusión de que Simeone había conseguido el milagro de la recuperación física de un jugador que, a aquellos que sí veían los partidos, nunca pareció ni mucho menos acabado.
Desde que llegó, Torres ha alternado goles fantásticos a rivales de peso y partidos anodinos cuando no directamente malos, arrancadas intimidatorias y controles torpones, fases amargas perdido en presiones ante equipos cerrados y ratos de disfrute dejando atrás defensas que pensaban, tras tanto leer la prensa y los foros, que el Niño rubio que se fue hace demasiados años había vuelto convertido en un anciano con andador. Por más que guste a muchos escuchar que Torres no aporta nada, aquél que vea los partidos con el fanatismo guardado en un cajón de la cómoda y las gafas de ver de cerca bien puestas habrá visto, además de esos defectos y errores que tan rápidamente invaden el ciberespacio, el poder intimidatorio de un jugador que envía diez, quince metros atrás a las defensas por el simple hecho de aparecer en el campo. La salida de Torres al campo ha supuesto, en algunos casos, varios cambios de dinámica en el equipo en partidos cerrados como el de Sevilla o el de cuartos de Champions,; en otros, la aparición de su zancada poderosa se ha traducido en el caos, en el desorden de defensas ordenadas súbitamente incómodas ante la simple caída a una y otra banda de un tipo al que acostumbraron a ver en los posters de las entregas de copas.
Pero resulta complicado pedir objetividad a la hora de opinar sobre Torres, un patán sobrevalorado para muchos aficionados rivales que no soportan que la leyenda la hagan jugadores que no pertenecen a los dos equipos ricos, un traidor que se fue cuando más se le necesitaba (olvidando por tanto todo lo que hizo hasta el momento de irse y las innumerables muestras de atleticismo posteriores) para muchos atléticos que parecen preferir no ganar nada con tal de tener razón, un arcángel caído del cielo para devolver el orgullo al aficionado en el momento más bajo del club para algunos otros que, como el que suscribe, tampoco consigue ser objetivo. Pero intentando dejar de lado las cosas que nos dice la parte irracional (de la que tanto presumimos los del Atleti) y haciendo abstracción del odio absurdo y las opiniones pueriles de adolescente despechado de muchos, la llegada de Torres parece haber sido más que positiva para el equipo. Torres, hoy por hoy suplente, ha quitado minutos agotadores a Mandzukic y quizás haya ayudado a que Griezmann deje de lado la indolencia, ha marcado goles importantes, ha revitalizado al equipo en momentos malos y ha marcado un penalti crucial con la calidad de un jugador jefe y la frialdad de un asesino en serie. La presencia de Torres, por más que quieran decir lo contrario los aficionados jajajá, supone para los rivales un elemento perturbador, una preocupación, un problema. Lo asombroso es que tenga el mismo efecto en algunos de nuestros correligionarios.
Raúl Jiménez: jugador desconocido proveniente de una liga poco seguida en España, Raúl Jiménez vino con una etiqueta prendida en la ropa: por un lado marcaba su precio, caro para lo que se conocía de él; por el otro, la etiqueta llevaba una ristra de tweets de esos que en el Atleti antiguo quizás sirvieran para echar atrás el fichaje. Twitter, ya se sabe, es lo que tiene: la gente dice lo primero que se le viene a la cabeza con gran confianza y aplomo, y luego pasa un montón de tiempo queriendo borrar las conclusiones que quedan en el tiempo. Algunos lo hacen intentado pasar desapercibidos y otros, campanudos, tratando de sepultar las opiniones que avergüenzan con un montón de explicaciones sesudas que suelen avergonzar aún más.
Raúl Jiménez, que tiene físico de delantero potente y apellido de compositor de corridos aficionado al tequila reposado, se vendió como un delantero centro al uso que debería competir con Mandzukic por la titularidad. Nada de eso se cumplió: ni se sirve de su físico, ni compone corridos, ni tiene cosas de delantero clásico ni compite con Mandzukic, entendemos que ni por coger sitio de aparcamiento; es más, nos tememos que sea más de bitter kas que de tequila en vasito. Raúl Jiménez, que ha jugado bien poco pero más de lo que sus condiciones sugieren como justo, ha dado muestras sobradas de estar lejos del nivel físico y técnico que su puesto en el Atleti demanda y, cosa rara en un mexicano, no ha mostrado la personalidad que se supone a los jugadores de su país. Fuera de sitio, tirando desmarques al lado que no es y continuamente superado por los defensas, Raúl Jiménez sólo ha hecho unos cuantos minutos aceptables al final del partido de Málaga, quedando el resto de su paso por liga y copa como una mera anécdota de esas que repetiremos dentro de unos años, cuando hablemos de Nimni y Juanchi González.
Si el Atleti y Raúl Jiménez quieren que su paso por el club se quede en algo más que en la sospecha de que su llegada fue moneda de cambio por algún negocio en tierras mexicanas, quizás la mejor solución fuera que el chico saliera cedido a un equipo en el que tuviera minutos, en el que se pudiera acostumbrar al ritmo de la liga española, en el que pudiera retomar la confianza que, ahora mismo, nadie le tiene en la grada salvo algún cuñado suyo (o, si acaso, un vecino de escalera).
18 comentarios:
¿Hola?
http://www.marca.com/2015/04/17/futbol/equipos/atletico/1429288909.html
Hola,
Creo que en el mejicano hay futbolista y bueno. Hay que darle minutos –muchos– que sospecho que aquí no tendrá. En muchas de las segundas partes en las que ha salido suele controlar la pelota de espaldas al estilo Correa y esperar a que suba el medio campo. El equipo no se parte y sube de la mano lo que cuando quedan 15 minutos se agradece mucho. También se le ven controles decentes y pases con mucho sentido.
El año pasado teníamos de tercer delantero puro a Baptistao que es un medio futbolista porque no entiende el juego. Éste lo entiende y bien.
Nota.- el miércoles pasamos.
Yo también confío en Jiménez.
Me parece que puede ser un buen jugador.
Qué vuelva Borja!
Qué vuelva Borja!
Jiménez es:
a) Tonto
b) Madridista
c) Malo
d) Todas las anteriores
¡Vikingos no!
Ni una mención a Richard Núñez...
Contra el Depor, Jiménez tuvo 35 minutos que no supo aprovechar y lo más cerca que estuvo de hacer daño, aparte de la cuádruple ocasión fallada entre tres, fue un pase al hueco a Griezmann que ejecutó mal cuando era muy fácil...
No sé si hay jugador, pero es cierto que una cesión sería lo único plausible, de momento.
Atleeeeeeeeeeeeeeeeeeeeeti!!!
Buenas Jesusez.
Pues que tienes razón en lo que dices. Hace unos años estaría bien dejarlo en el banquillo pero el chico tiene que jugar y aquí no lo hace.
Pd.- aupa aleti
Un saludo
Buenas,
Pues aquí estoy yo, planchando las camisetitas del Aleti para que se las pongan las niñas mañana.
Aupa Aleti.
Orgullosos, mucho, muchísimo. Y agradecidos de haber tenido la suerte de vivir luciendo estas benditas rayas por dentro.
Orgulloso como nunca. Los que hace unos años nos ganaban sin bajarse del autobus, ahora tienen que sudar tinta china para conseguir como mucho ganarnos por un gol. Y aun así, pierden más veces de las que nos ganan. Competimos con los mejores, con los más poderosos y los más ricos del mundo. Mucho más fácil decirlo que hacerlo. Gracias eternas Cholo. Y a seguir.
Esto es obligatorio verlo y escucharlo antes del partido de esta tarde:
http://www.foxsportsla.com/noticias/197683-simeone-la-diferencia-es-de-400-millones?country=es
Aguante Cholo!!!
Koke niño afro:
http://estaticos.marca.com/imagenes/2013/12/27/futbol/equipos/atletico/1388148721_extras_noticia_foton_7_1.jpg
Buenos días,
de auténtica vergüenza se puede calificar, sin temor a equivocarse, la crónica del partido de ayer del ínclito Matallanas en el AS, aquí pueden leerla:
http://futbol.as.com/futbol/2015/04/25/primera/1429984286_339838.html
Lo del miércoles ha dejado claro el odio que le tienen a Cholo en la prensa, pero no pensaba yo que esa rabia la compartieran los presuntos plumillas del Atleti.
Aguante Cholo carajo!!!
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