Salieron los Pumas al campo y formaron para escuchar el
himno y se agarraron de las camisetas y apretaron la mandíbula y algo fue igual
a otras veces pero también fue distinto. Recordando el impresionante momento
del himno frente a los irlandeses uno recordaba también el impresionante ritmo
de los primeros minutos, la furia desatada y a la vez controlada del ataque argentino
a pesar de tener enfrente ni más ni menos que a Irlanda, el golpe de autoridad
al principio del partido y la inevitable obligación posterior, por el lado
irlandés, para ir apagando los incendios que los Pumas encendían a su paso en
cada parcela del campo.
Si bien en el partido contra los australianos vimos lágrimas
argentinas y camisetas apretadas y protectores bucales al borde de la fractura,
algo era diferente. Si los irlandeses parecieron algo inseguros y casi
intimidados ya a las alturas del himno en el partido de cuartos, los
australianos parecieron seguros, tranquilos y conscientes de cuál era su misión,
sabiendo cada uno qué tenía que hacer. Serios y calmados, parecieron
encontrarse frente a unos Pumas inseguros y faltos de concentración, la tortilla
volteada: dos fallos clamorosos en el primer minuto terminaron en un ensayo en
contra y una mochila difícil de sobrellevar en la larguísima cuesta arriba que
los australianos iban a plantear en el campo.
Liderados por la deslumbrante pareja Pockok – Hooper,
rapidísimos en todas la fases, concentrados y generosos a la hora de entrar con
la cabeza por delante en el avispero que los Pumas formaban en cada abierta, y
fríos a la hora de decidir una vez se recuperaba el balón, Australia
simplemente fue mejor. Aguantó en melé (quizás gracias a los consejos de Ledesma),
se batieron el cobre en las contadas ocasiones en las que se montó la línea y
demostró ser capaz de imponer un ritmo infernal a la hora de llegar a los
rucks, donde se decidió el partido. En ningún momento mostraron superioridad
los argentinos, que desde el primer cuarto de partido parecieron ir sin
resuello tras los rapidísimos y contundentes terceras rivales. Algún fallo más,
varios balones perdidos en rucks y algún golpe evitable dieron a los
australianos la ventaja suficiente para llegar a la final, algo ganado a buena
ley, con una pizca de suerte (a favor y en contra) en el partido contra
Escocia, algo que parecía poco probable hace unas semanas para expertos, recién
llegados, casas de apuestas y analistas internacionales. La dureza del camino
que han recorrido los Wallabies se refleja con facilidad en una de las imágenes
del partido: aquella en la que un ensangrentado y agotado Pockok daba la
enhorabuena a los rivales sacudiendo la cabeza con gesto de “madre mía, la que
nos habéis dado”.
Los Pumas se quedan fuera de la final y, al contrario que en
2007, la sensación es de oportunidad perdida. Si en ese Mundial había clima de
gesta histórica y satisfacción plena ya por haber llegado a semifinales, sólo
dos mundiales después los argentinos se quedan con cara de póker por jugar la
final de bronce, ni más ni menos. Quizás lo más admirable de este equipo sea
precisamente esa falta de resignación, esa ambición, ese espíritu. Tras jugar
un grupo previsible y hacer frente a los All Blacks en un sensacional partido
jugado en Twickenham, los Pumas firmaron uno de los mejores partidos que uno
les recuerda contra Irlanda en Cardiff. Tras unos 20 primeros minutos
eléctricos, los Pumas aguantaron el tsunami verde que se les vino encima a pesar de las notables ausencias del pack
irlandés y desplegaron unos últimos 20 minutos para el recuerdo en los que se
llevaron por delante con claridad a la potentísima selección irlandesa. Los aplausos
de los aficionados de verde al final a pesar del disgustazo de una nueva
ocasión perdida (y eso que aún no sabíamos lo de Maureen O’Hara) dan una idea
clara de la autoridad con la que los Pumas pasaron de ronda.
Los Pumas cierran así otro Mundial memorable en el que aún
pueden ser terceros, igualando el hito de ese equipo asombroso que aún conserva
algunos jugadores clave en estos Pumas con futuro que nacieron bajo el ala de
Hourcade, roto en lágrimas ayer ante la evidencia de que se les iba quizás la
oportunidad más clara de meterse en una final mundial. En 2019 volveremos a ver
a esta Argentina agigantada tras su paso por el Rugby Championship,
probablemente aún más reforzada por su presencia en el Super Rugby y el impulso
que recibirá a su vuelta esta nueva generación privilegiada de rugbiers
argentinos, cuyo único elemento preocupante es saber si podrán poner freno a
ciertos ramalazos futboleros en celebraciones y cánticos. Gracias Pumas por las
lecciones, por la emoción del himno, por el rugby total que va más allá de la
entrega y los riñones. Un ejemplo, estos Pumas.
Por el otro lado del cuadro, se plantaron en la final los
que todos esperábamos. Los All Blacks demostraron, en un durísimo partido
contra Sudáfrica, que si toca sufrir y emplearse en las agrupaciones, que si
los rivales plantean partidos cerrados con candado y rugby de kilos, que si lo
que corresponde es remangarse y jugarse las cejas, ahí están ellos también.
Tras el apabullante partido contra Francia y la demostración de rugby de ataque
que convirtió a los franceses en sparring juvenil ante un equipo sobrado,
tocaba bajar la cabeza y meter el hombro en vista del durísimo partido que
plantearon los Sudafricanos. Sudáfrica quizás no sepa jugar a mucho más, pero
claramente saben ser casi los mejores a lo que juegan. Duros, jugando por
dentro, sin concesiones ni prisioneros, los Boks se encontraron con una muralla
defensiva, un equipo agresivo y valiente que en ningún momento rehuyó el
contacto, el placaje o la producción industrial de sudor, con una delantera
dedicada con devoción a cumplir su deber y un Ma’a Nonu gigante. Nueva Zelanda
llega a la final con sólo 3 ensayos en contra y una defensa granítica, pero con
vitola de equipo de ataque y juego a la mano. La conclusión: quizás estemos
hablando de uno de los equipos más completos del firmamento rugbístico, una
máquina de atacar y defender, un prodigio físico, técnico y táctico, un
monumento al deporte erigido por un país de 4 millones de habitantes. Una
maravilla con botas negras y pómulos hinchados, un memorable equipazo de rugby,
una máquina de ganar que celebra con contención el pase a la final porque sabe
que el trabajo aún no está hecho. Un prodigio.
Salió el Atleti al campo justo en el momento en el que la
afición se preguntaba, por decimosegunda vez, si hacía frío o calor. Octubre en
Madrid tiene estas cosas: en camisa uno se hiela, pero si se pone uno una
chaqueta se asa. A primera hora está nublado y uno saca del armario un
abriguito de entretiempo, como Gracita Morales. A medio día dan ganas de tomar
vermouth en las terrazas, después de comer empieza a hacer más fresco, a media
tarde uno ya no tiene claro si es verano o es invierno. Al campo va uno
abrigado no sea que le coja el frío en la última media hora, como es tradición
en el Calderón; pero luego uno se sienta en la grada y no corre el aire y no
hace frío ninguno y se pasa uno el partido con el abrigo sobre las rodillas
como una vieja, y cuando celebra los goles lo agarra no sea que se le caigan a
uno las llaves y queden atrapadas por la flora autóctona que crece lozana bajo
los asientos de la grada y no las vuelva uno a ver ya más nunca en la vida. El
Calderón tiene estas cosas, y con este microclima no nos extraña que entre sus
butacas prosperen plantas crasas propias de desiertos y altiplanos y orquídeas
y otras monocotiledóneas propias de climas selváticos en un festival botánico
que ríase Vd de la cuenca del Orinoco.
Volvía el Atleti a casa en Liga tras el partido de San
Sebastián, que fue malo pero bueno, según se mire, y tras el partido del
Astana, que fue bueno porque no podía ser de otra manera, oiga, que los pobres
eran una panda de chiquillos altotes pero poco experimentados en esto del
fútbol. Si el partido del Astana sirvió para pasar un rato tranquilo de una vez
por todas, que falta hacía, el partido de San Sebastián sirvió para que los críticos, que últimamente abundan, se
rasgaran la camisa por el juego desplegado. Sirvió también para que los
entusiastas, que también los hay aunque andan últimamente más tapaditos ante el
aluvión de expertos enmienda-cholos que hablan a voces por las tabernas,
dijeran eso de clín clín caja y otros tres puntitos y vamos p’alante y ya
llegarán los tiempos del oropel, el brillo y el vino bueno.
Total que en esto, como quien no quiere la cosa y sin tener
muy claro si hacía frío o hacía calor, llegó el Valencia al Calderón. La visita
del Valencia suele resultar incómoda: a veces porque el equipo plantea partidos
serios y duros que hacen que el Atleti las pase canutas; otras, porque el
Valencia rasca premio al filito del final, como ocurrió el año pasado, cuando
un arreón y un golpe de suerte en los últimos
minutos hicieron volar dos puntos en un partido que estaba controlado.
Otras veces la llegada del Valencia resulta incómoda porque su entrenador, que
tiene cara de malo aturbantado de “La Momia”, hace declaraciones de esas
inoportunas que irritan a los que están en su casa tan tranquilos tomando café
con leche y hacen ver fantasmas a los más brutos del lugar, que terminan
tirando botellas al autobús del Atleti o insultando a los aficionados del
Valencia que pasan por la calle camino de una tasca. El Valencia es un equipo
con querencia natural al enfado profundísimo y el despecho por ofensas que uno
no llega nunca a entender bien de dónde salen y a dónde van, y eso lo sabe bien
Nuno. Nuno, que se parece bastante al enemigo de David el Gnomo, ha asumido con
naturalidad ese papel de malo de película que azuza al pueblo contra una
amenaza ficticia y en las ruedas de prensa desliza, entre eses líquidas
fuertemente pronunciadas, denuncias y agravios que sólo él detecta. Lo sentimos
por él, que debe tener una existencia triste entre tantísima ofensa, y lo
sentimos por los seguidores de su equipo que montan en cólera al escucharle;
pero, sobre todo, lo sentimos por nosotros, que no nos merecemos un señor tan
pesado en la liga.
Ante un Valencia descremado, mucho menos incisivo que otros
años (posiblemente por la descompensación del equipo-granja de Mendes y la
exigencia de jugar Champions), el Atleti jugó uno de los mejores partidos de lo
que va de año, si no el mejor. Al menos sí fue el mejor primer tiempo de los
tiempos recientes, superando por activa y por pasiva al endeble Valencia que
ayer apareció por el Calderón. Sólido atrás y, sobre todo, poderoso y dominador
en el centro del campo, el Atleti de ayer se pareció al Atleti que queremos ver
este año y al que los más críticos habían dado por imposible tras el segundo
partido en casa, en ese arrebato enmienda-cholos que ha poseído a algunos desde
hace unos meses.
El partido tuvo varios protagonistas, pero uno por encima de
todos: Tiago. Tiago, que lleva una serie de partidos monumentales, ayer fue un
paso más allá y firmó un partido gigante, pleno de colocación, autoridad, pausa
y criterio. Listo a la hora de llegar a los espacios, inteligente a la hora de
repartir juego y acertadísimo en casi todas sus
acciones (desde la grada contamos un único error no forzado en un pase),
Tiago sacó varios balones de cabeza en el área pequeña, recuperó posesiones,
paró cuando tuvo que parar y aceleró cuando lo que había que hacer era dar
velocidad. Tiago jugó y corrió y se tiró al suelo, pidió intensidad a los
compañeros y también les pidió calma. Paró, templó, mandó y dejó claro que es,
hoy por hoy y desde hace mucho tiempo, el centrocampista con más criterio que
tiene el equipo, el jugador más sensato del medio campo y, lamentablemente, el
único que no tiene recambio. Si Gabi, muy bien ayer en la recuperación y la
brega, puede ser en cierto modo sustituido por la mejor versión de Saúl, no parece
haber recambio para Tiago. Kranevitter, que vendrá en enero, tendrá primero que
acostumbrarse a la liga y a los chistes sobre su nombre de embajador chiquitistaní;
y aún si lo logra en poco tiempo, parece que su corte de juego recuerda más al
de Gabi que al de Tiago. Koke, al que se suponía que el Cholo iba a echar al
centro buscando esa misión, sigue en el mismo puesto que otros años y Óliver
Torres, talentoso y con futuro, parece excesivamente inexperto no ya para ese
puesto clave, sino para ser titular en el Atleti.
Es por esto por lo que la afición reza y reza para que
Tiago, que ya tiene edad de acordarse del secuestro de Quini, no se lesione.
Cada vez que Tiago va al suelo, la grada tiembla; si se queda dolorido en el césped,
aunque sea un minuto, la grada deja de respirar. Tal es la importancia de Tiago
y tan preocupante su falta de recambio que la afición empieza espontáneamente a
organizarse para evitar riesgos. Así, varios aficionados de Salamanca se han
ofrecido a hacerle la compra por turnos, evitando así que lleve bolsas con peso
y pueda resbalar en el descansillo. En Madrid se han organizado patrullas
ciudadanas para acompañarle al banco, acudir con él a las reuniones de vecinos,
ordenarle los altillos, ir a recoger a sus niños al colegio. Un reputado
bajista de blues monta guardia en el portal de Tiago desde hace unos días e
impide el paso a todo vecino que lleve botas de suela rígida y objetos afilados.
La Peña Atlética Jerez (apoyada por la Peña Unipersonal Numantina de la misma
localidad) se ofrecen a enviar tuppers con guisos cinco veces con semanas para
evitar que se queme con el vapor de la olla exprés, mientas varias asociaciones
de aficionados de la zona de La Mancha preparan turnos para ir a planchar a
casa de Tiago y evitar que le caiga la plancha en un pie, como a Busquets padre.
Hacia el jueves llega a Madrid un contingente de la División Acorazada Brunete
que acampará ante la casa de Tiago, desplegando un perímetro de seguridad a prueba
de resbalones, libre de pieles de plátano y de canicas traidoras. Todo sea
porque no se nos lesione Tiago, el Grande.
No sólo Tiago jugó bien ayer: todo el centro del campo fue
fiable, sólido y hasta brillante. ¿Todo? Uhmmm, quizás todo no: Óliver Torres,
que salió con el partido controlado y cerca del final para tener el balón y
evitar sustos, ni tuvo el balón ni evitó sustos. Sustituyó además a una de las
sensaciones de la noche, Ferreira Carrasco, autor de un golazo y baza
fundamental en el primer tiempo para desbordar primero una banda y luego otra
de la defensa del Valencia, mucho menos solvente de lo que ciertos medios
pregonan. Ferreira Carrasco, a quien no sabemos si llamar Ferreira o Carrasco,
se atrevió, corrió, desbordó y regateó, marcó un golazo y se entendió bien con
el resto del centro del campo y la delantera. También con su lateral, pero eso
es otro tema.
Porque el segundo protagonista del partido, junto a Tiago,
fue Juanfran. Entonadísimo, rapidísimo y hábil, Juanfran lleva ya muchos
partidos jugando con un notable alto, siempre metido en los partidos, siempre
en su sitio y en el de su interior, cuando le toca por delante algún jugador
menos aficionado a ayudar en defensa como Ólivier o el propio Griezmann.
Juanfran hizo un partidazo una vez más y junto al resto de la defensa, con un
Godín estupendo que cometió dos fallos tontos en el tramo final del partido,
hicieron aburrirse como una ostra a Oblak, quien pudo perfectamente jugar
leyendo una novela de Estefanía entre ataque y ataque, y se la hubiera acabado
sin problemas.
El Atleti jugó una primera parte estupenda y una segunda
algo menos brillante en el que se pusieron de manifiesto algunos aspectos que
Simeone aún debe pulir: Óliver no parece aportar todo lo que su enorme talento ofrece,
Jackson empieza a marcar pero aún queda lejos de lo que debe aportar un
delantero centro en este equipo, Torres anda pletórico de fuerza pero acelerado
e impreciso. El equipo no parece saber matar los partidos en el momento en el
que todo está de cara, como pudo ayer haber pasado al final del primer tiempo,
y quizás se venga demasiado abajo cuando hay un contratiempo; sólo eso explica
que se pasara un cierto nerviosismo al final de un partido que podría haber
sido perfectamente de 3 ó 4 cero al principio del segundo tiempo. Si el equipo
retuerce su colmillo un poco más, si Jackson empieza a carburar al ritmo al que
juega el resto, si Griezmann, como ayer, está más activo y presente y Koke
continúa siendo la placa base que permite al resto de elementos estar a su
nivel más alto, contemplaremos con alegría como la legión de tristes que llevan
unas pocas semanas rasgándose las vestiduras por lo mal que va todo, se
relajan.
12 comentarios:
Albricias, Maestro, ha vuelto!
Lo de Tiago, ayer, está a la altura de Mazinho o de Xavi, no digo más. Pena que no marcara en su único tiro a puerta. Hubiera sido el colofón adecuado para su curso de fútbol en la medular.
Por lo demás, de acuerdo con usted en todo, salvo en su severidad con el Torete, que, para mi gusto, no desentonó. Mucho peor estuvo nuestra Máquina, y tampoco pasa nada.
Yo en Petardo Martínez no creo, pero ojalá meta cien goles.
Forza Atleti!
Buenas, según se desprende de esta noticia, nuestro dorsal 21 quiere ser recordado por el apellido de su madre, CARRASCO:
"...el jugador colchonero decidiese hace unos meses renunciar a su primer apellido en las camisetas y pidió a todo el mundo que le conociesen sencillamente como Yannick Carrasco en homenaje a su madre. “Yannick quiere que le llamen Carrasco, no Ferreira Carrasco. Su papá nos dejó cuando eran bebés"
Por cierto, la madre que lo parió, parece que va entrando en razón: "Carmen Carrasco es ante todo una apasionada por el fútbol y nunca ha ocultado su simpatía por el Real Madrid... hasta ahora. “
Esperemos que finalmente vea la luz.
Gracias por sus certeros comentarios
http://www.mundodeportivo.com/futbol/atletico-madrid/20150712/20816036565/la-mama-de-yannick-yo-era-del-madrid-pero-ahora-animare-a-muerte-al-atletico.html
Miguel.
sea, pues, Carrasco
gracias!
y sí, Torres estuvo mal. Pero eso no me cambia la idea de que Oliver tiene que dar más porque puede dar más. Me parece buenísimo pero desbordado, y me preocupa
Coincido en que puede y debe dar más, pero yo no le veo desbordado. Recordemos el partido de Sevilla o el de Ipurúa desde que salió. Ayer, por ejemplo, no perdió ni un balón, y eso que entró para una cosa y, acto seguido, por el maldito tropiezo de Godín, el partido se puso para otra. En fin, yo no me preocuparía.
Buenas,
Este blog es pelín petardo. Me recuerda al chiste ese de cuando Shakespeare componía sonetos para su novia y ésta, sin leerlo, ya decía: "Vaya, otro soneto" Y es que a lo bueno uno se acostumbra rápido y olvida lo malo posiblemente porque se le olvida comparar.
Ya echábamos de menos sus sonetos Sr. Fuentes. Como de costumbre suscribo lo dicho por Ud., sobre todo lo de Tiago. El silencio del campo cuando Tiago cayo en el centro del campo. El saltito ridículo de Tiago cuando Jackson Martínez metió el gol ese el otro día. El quedarse con LuisFilipeLuis hasta el final. En fin, todo.
Y parece que Ferreira Carrasco y Juanfran van a juntar bien y que el Niño no salió todo lo concentrado que debía, también. Que Gabi esta mejor desde luego y que Koke empieza a ser el pegamento del centro del campo. Por ser todo bueno, hasta subió el frío ese del minuto 10 de la segunda parte.
Nota.- qué pena lo de Escocia, qué pena. Y qué alegría lo de Argentina y no por los motivos que Ud. dice sino porque no soporto el hecho-diferencial-argentino-que-los hace-ser-tan-arrogantes en cualquier deporte.
Un cordial saludo,
Maqrol
Buenos días a todos. Gran partido del Atleti ayer ante un Valencia que ofreció muy poco en el centro y regaló bastante en defensa.
Tiago, Juanfran y Carrasco, excelentes, sobretodo el partidazo excelso del primero.
El Niño, está horroroso últimamente, que le vamos a hacer. Un desastre ayer. Aunque al Sr. Martínez de momento no lo veo, hoy por hoy creo que está por delante de nuestra Máquina.
El Torete va a ser un gran jugador, si le dan tiempo y minutos, pero no juega en su puesto cuando juega lo poco que juega, y tiene muy difícil jugar más en el que sería su puesto.
El Atleti va encajando las piezas, ha pasado lo más duro del calendario, y yo soy absolutamente optimista.
En cuanto al mundial de rugby, que me lo he chupado entero, 100% de acuerdo con usted. Estos Blacks son probablemente uno de los mejores y más completos equipos de la historia; Sudáfrica un equipo durísimo que a lo suyo es de los mejores, y que les hizo sufrir para pasar a la final; los Pumas, la gran y maravillosa sorpresa del mundial, nos ha hecho disfrutar con un juego completo, rápido y alegre en ataque, y duro y serio en defensa, durante todo el mundial. Lástima su derrota de ayer, ante para mí, desde el primer partido, el segundo mejor equipo del campeonato. Australia va a hacer sudar sangre a los Blacks si quieren ser campeones.
Un abrazo
yo también veo en Tiago cosas de capitán grande: pedir el aplauso para el que sale y los necesita, celebrar especialmente el gol del que más lo busca, esperar, como bien dice el Sr Borcam, hasta asegurarse de que Filipe Luis está bien y sale del campo.
Y en cuanto a los sonetos, aquí sóo se ha hecho un soneto en toda la historia del blog, y fue al Gato Jinkx
Muy buen partido sí, pero el Nunencia ayudó mucho.
Partidazo.
Yo salí encantado.
¡Viva Prim!
Buenas tardes.
Pues yo este año estoy disgustadísimo con el equipo. Qué cortes de pelo, señores, qué cortes de pelo.
Sr. Fuentes,
He buscado en el blog las alusiones al gato y solo hay una. Premonitoria: octubre de 2011 en el que la grada pidió la cabeza de Gil, Cerezo y Manzano y la vuelta de Simeone.
Los tiempos en que Ud. ya adivinaba lo que iba a ser Arda Turán y en los que José Ramón ya decía que lo que mejor hacía Adrián era pararse. Todo esto me da pie para contar una anécdota de Adrián. El día en el que ganamos la liga en el campo del Barça estaba sentado dos filas detrás del banquillo del Aleti. Cuando se lesiona Arda o Diego Costa –no recuerdo bien–, Cholo se da la vuelta, habla dos segundos con el Mono Burgos y le dicen a Adrián que al campo.
Adrián estaba con las chancletas de la piscina.
No digo más.
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