lunes, 3 de diciembre de 2007

Mejores sensaciones fuera de casa

El Atleti tenía que ganar en casa de un equipo en puestos de descenso para meterse en Champions. Y lo hizo, oiga, y esto no debería ser noticia pero lo es, que el Atleti acostumbra a olvidarse de hacer los deberes cuando el premio es un notable. Y es noticia de las buenas, al menos para nosotros, que no para el pobre Betis.

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A uno, que como saben es tonto, siempre le han hecho mucha gracia los nombres castellanizados. Me refiero a llamar Tomás Moro a Thomas Moore o Nicolás Maquiavelo a Niccholò Machiavelli, cosas que antes se hacían más que ahora. Si a uno le extranjerizan el nombre cuando va por ahí de viaje le sienta como un tiro y rápidamente puntualiza cuál es el que le puso la madre que le parió; fíjense por ejemplo cómo se pone Carod Rovira, normal. Pero estas cosas ocurren, fíjense. Los andaluces son buenos castellanizando a su manera, y así las aficiones de Sevilla y Betis bautizaron respectivamente a Dassaev como “Rafaé” y a Faruk Hadzibegic como “Pepe”: ante la complicación de los nombres foráneos, nada como tirar por la calle de en medio.

Los hispanoamericanos, que tienen una tradición imponente en esto de castellanizar palabras gracias a la labor y guía de Chespirito, castellanizan hasta sus propios nombres. Esnáider se llama Esnáider y a uno se le ocurren varias variantes ortográficas para el nombre original. Esta práctica, aunque extendida, no es del gusto de todos: el que suscribe escribió una vez “Jámilton” (que dentro de poco veremos como nombre de pila si no existe ya) y le contestó un lector muy enfadado tachándole de racista (¿?). En muchos países hispanoamericanos no quieren renunciar ni a llamarse como les da la gana ni a escribir sin pasar fatigas intentando recordar si la hache intercalada va delante o detrás de la ese y la jota. Yo no sé si esto me parece bien o mal pero a veces me hace mucha gracia. Fíjense qué tontería.

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Ayer ganó el Atleti y, entre otras cosas, cesaron a Cúper. Cúper, que debe descender de alguien que alguna vez se llamó Cooper, como el Mini deportivo o el grupo sucesor de los Flechazos, paga los platos rotos en un equipo que tiene mala pinta. El Betis no parece tener jugadores ni tranquilidad ni suerte suficiente como para eludir un destino complicado a medio plazo. Por cierto, eso de que un equipo vaya mal y cesen al entrenador nos suena por aquí. Poco importa lo que haya detrás, poco importa el hecho de que hayan pasado entrenadores de prestigio por el Betis y que la cosa no se enderece. El entrenador es un buen chivo expiatorio cuyo sacrificio contribuye a disimular problemas más profundos, a dar carnaza a parte de la afición. También nos suena esto. Aunque, en esto, la afición del Betis no es como la del Atleti, y por ello le dedicaremos un artículo entero bien pronto.

El caso es que, Betis aparte, el Atleti está en Champions y aunque no fue el rodillo futbolístico que debiera y por más que el sufrido aficionado rojiblanco pasara ayer algún mal rato según se acercaba el final del partido, el caso es que estamos en un buen puesto y con un buen calendario para las próximas jornadas, al menos en teoría. Hasta ayer sólo se habían metido cinco goles fuera de casa, pero se ganó con suficiencia. Las cosas pintan bien, el aficionado debería sentirse optimista y los centrales y porteros rivales deberían encomendarse a algún santo milagroso antes de jugar contra un equipo que cuenta con grandes jugadores delante y, a juzgar por lo visto en Sevilla, con la posibilidad de tener más consistencia detrás.

- (voz en off) Caramba, le noto a Vd optimista, oiga
- Bah, no crea que tanto. Bueno, un poco, sí, un poco.

Que el partido de ayer no pasará a la historia como uno de los grandes partidos de la liga es algo fuera de toda duda. El Atleti se conformó con hacer lo que debía a ratos, también a sestear como es demasiado frecuente. El Betis no parece pasar por un momento que le permita asustar demasiado a los rivales y eso lo aprovechó el Atleti para pensar en otra cosa, mariposa y a encomendarse a los buenos jugadores. La diferencia con otros años, en estas mismas circunstancias, es que ahora hay más jugadores buenos y esto hace que estos partidos, que para los equipos en forma se llaman de trámite, se saquen adelante con más dignidad que antes. Y es que sin poder hablar maravillas del equipo ayer se recibieron varias noticias, buenas y malas: Leo Franco parece haber vuelto por sus fueros, pero se lesionó al ratito; Pablo también parece haber recordado que en un momento dado fue un central inexpugnable y solidísimo, y parece el único jugador del centro de la defensa que no opta a convertirse en candidato al premio Petardo 2007. Que Antonio López no tuviera su día jugando en una banda que no es la suya no debe ser una sorpresa, aunque sí lo es su baja forma y su propensión a hacer faltas en momentos poco oportunos; Maxi, no obstante, es un buen socio cuando uno no está en su mejor época. Pernía estuvo a más nivel que otras veces (algo que tampoco es complicado) y Eller hizo, sencillamente, de Eller. Qué más decir.

En el medio campo también hubo noticias, no crean. Maniche y Raúl García siguen a buen nivel, y encima el segundo se permitió demostrar en la jugada final que a gol le pega con las dos piernas. Cuando entró Motta, que contribuyó a serenar el juego y dar consistencia al equipo, el Atleti jugó con varios centrocampistas de nivel, algo que no ocurría desde que Indy tenía el traje limpio. Dos partidos y veinte balones han servido para que Motta, al menos de momento, de apariencia de calidad y colocación, de recursos y contundencia. Su aportación puede ser muy importante en partidos complicados en los que haya que pelear en el centro del campo metro a metro, eso sí, siempre que no se lesione, que no se despiste, que no se enfade o que no le dé por no entrenar. Muchos interrogantes y una persona, Aguirre, para despejarlos.

Mención especial merece Reyes. Reyes, que no es santo de la devoción de uno, tiene una actitud en el campo que resulta cuanto menos sorprendente: lo mismo ve pasar a un rival trotando por delante sin sacar las manos de los bolsillos que se pone a perseguir con frenesí a uno que pasa por ahí, dejando claro a todo el que lo vea que va a acabar haciendo una falta fea. Ayer estuvo bajo presión todo el partido por eso de su pasado sevillista, y alternaba roces con los rivales con fases de brazos caídos. “Jugaría entonces mal, ¿no?”, se preguntarán Vds. Pues no. O sí, qué se yo. Reyes tiene la virtud de hacer cosas memorables en el momento en el que suscribe empieza a criticarle en público. Ayer tiró al larguero nada más empezar, pero luego se durmió; también se desquició, se peleó con veintipico béticos, y cuando parecía que le iban a echar o a cambiar o a no hacer nada más, se sacó un pase de cuarenta metros a Forlán (que por cierto bajó y paró el balón con maestría) que le hacen a uno preguntarse por qué no hace más cosas de esas. Más tarde sacó una falta buscando a Maxi en el segundo palo, un calco de la que protagonizaron ambos en el tercer gol contra el Valladolid hace unos días. Reyes hace cosas extraordinarias y cosas imperdonables en el espacio de cinco minutos y uno no sabe bien qué pensar de este jugador, salvo que sigue sin ser santo de su devoción.

De los de delante poco podemos decir que no se haya dicho veinte veces: Agüero es casi imparable a pesar de las patadas, y Forlán hizo de nuevo un gran partido. Forlán marcó a pase del Kun, quien le lanzó entre dos centrales con calidad para que controlara con el pecho y la metiera por donde debía: un golazo que recuerda a otros que marca cierto jugador, también rubio, aunque esta vez con pecas. Tuvo una buena ocasión también a pase de Reyes de campo a campo y en todo momento dio la impresión de haber superado del todo la lesión. Buena noticia.

¿Y el Betis? Pues el Betis poco, la verdad. Como hemos dicho antes, el Betis parece sumido en una época complicada sin ver la solución a corto plazo. La afición parece excesivamente susceptible ante cualquier lance de juego, cerca de la desesperación. Una vez más, nos suena. Ayer la afición bética tiró del equipo cuando hacía falta su apoyo. Los jugadores respondieron tirándose hacia delante a pecho descubierto en varias ocasiones, y si llegan a tener más puntería o si Leo Franco no está inspirado en un par de remates sucesivos, otro gallo cantaría. La afición apoyó al equipo con la misma dedicación que se vuelve contra el palco al final del partido. Sabe cuándo hay que animar y cuándo hay que protestar, y si ayer el Betis hubiera sacado algo positivo la afición no hubiera renunciado por ello a su derecho a poner las peras al cuarto a Lopera. Aunque sea excesivamente vehemente en algunos casos, aunque a veces se exceda en algún sentido, el comportamiento de ayer de la afición del Betis es un buen ejemplo. Ánimo.

9 comentarios:

Jose A. García dijo...

que envidia la afición del betis...
no tardará mucho lopera en irse.

gran crónica, otra vez más, me lo paso mejor leyendote que viendo el propio partido

Sergio Medina dijo...

Lopera vete ya!!!! Algún día contaré en mi blog lo que le hice una noche a Indy por aquella boca de riego que rompió que provocó que Santi se resbalase y el Valencia nos ganase en casa con Leonardo haciendo el perrito.

Eugenio Leal dijo...

En la versión seria, está Vd muy bien, oiga..

Anónimo dijo...

Algún día de estos escribiré sobre aficiones como las del Betis o la del Valencia (aunque ésta ya se pasa de crítica). A ver si desmontamos de una vez la idea de que la afición del Atleti es la mejor: es la más fiel pero ua afición que no es crítica cuando debe serlo, no es una buena afición.

ISMAEL dijo...

Se nota el cariño que le tiene usted al Betis, D. Carlos.
Ganamos con solvencia, y poco más. Al Betis le veo complicada la cosa, son demasiados ejercicios luchando contra la corriente (que le lleva a segunda). Una pena.
Acabo con una confesión (aunque me da un poco de vergüenza, vaya):El año pasado hubo momentos en que me llegó a gustar Eller...
Por favor, omitan todo comentario acerca de su pelo a lo Jackson Five, me refiero a que parecia que podía aportar contundencia, experiencia y salida de balón. No se en que estaría yo pensando...

Paquito dijo...

Modo Pitagorín ON
Sergio, lo del perrito de Leandro fue un 1-4 tres días antes del partido de vuelta contra el Ajax y lo de Santi e Indy fue el año de Sacchi.

Modo Pitagorín OFF

Sergio Medina dijo...

Gracias Gan, que todavía me acuerdo de Leandro que le tire mi bocata de queso y en el descanso se estuvieron riendo de mí los de mi zona todo lo que quisieron y más.

ISMAEL dijo...

¿Alguien vio el reportaje del Plus con Cantarero como entrenador del Chorrillo F.C. de Panamá?
Impresionante la fauna que ha pasado por aqui.

Diego Ruggeri "el Juglar" dijo...

Bueno, llamar Tomás Moro a Thomas Moore es una auténtica burrada porque Thomas Moore es un gran poeta y compositor irlandés del siglo XIX. El que llamamos Tomás Moro es Thomas More.